Cuarta Semana: Consagración de nuestros Actos
Día 25: Consagración de las personas que nos han herido
33 Pasos con María a Jesús para preparar la entrega de nuestra vida a Cristo por manos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Oración: "¡Espíritu Santo, ilumíname! ¡Amor del Hijo, llena mi corazón! ¡Espíritu Santo, ilumíname, regálame la verdadera felicidad!" (Beata Miriam de Abellin).
Profesión de fe
Lectura bíblica: " Entonces acercándose Pedro, preguntó a Jesús: "Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí que yo haya de perdonarlo? ¿Hasta siete veces?" Jesús le contestó: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete" (Mt 18, 21-22).
Pensamiento de un Santo: "Solamente hay que hacer una cosa durante la noche, la única noche de esta vida que se da sólo un vez; es decir, amar, amar a Jesús con toda la fuerza de nuestro corazón y salvar almas para que él sea amado" (Santa Teresita del niño Jesús)
Meditación: En África sucedió lo siguiente: un cristiano solía ser tratado por uno de sus hermanos en Cristo como esclavo. No soportaba ya los insultos que se repetían continuamente y sentía en su corazón un gran rechazo. Durante el tiempo de una adoración eucarística, después de un fuerte combate interior, finalmente dijo a Jesús: "Con gusto renunciaré a la satisfacción de vengarme, pero te suplico, por favor, que no me exijas que le perdone". Como respuesta recibió la seguridad íntima que Jesús no le exigía que perdonara. En lugar de ello debía ir y pedir perdón por sus sentimientos de venganza. Su orgullo era para él un obstáculo tan grande que casi se puso a llorar. Por la gracia de Dios pudo finalmente hacerlo con mucha humildad y mansedumbre. Para su sorpresa su hermano prorrumpió en lágrimas. Este estaba interiormente muy herido y sufría de su carácter autoritario por el cual había perdido muchos amigos. Este acontecimiento produjo en él una sanación interior y se volvió mucho más manso. "Realmente ustedes serán grandes en la medida en que se vuelvan pequeños y humildes, y entonces serán realmente grandes en el amor…" (de un Carmelita).
Pensamientos del Papa Juan Pablo II: ¡Vengan y vean! Ustedes se encontrarán con Jesús allí donde los hombres sufren y esperan: en los pequeños pueblos diseminados por los continentes, que se encuentran aparentemente en los límites extremos de la historia como en aquel entonces Nazaret, (…) Todo hombre es en realidad un conciudadano de Cristo. (…) En los albores del tercer milenio urge cada día más la obligación de reparar el escándalo de la separación entre cristianos por medio del diálogo, la oración en común y un testimonio más potente. No se trata de llevar a la práctica un relativismo incoloro y así dejar de lado las diferencias y los problemas existentes, porque esto sólo significaría tapar la herida y eso sin curarla con el riesgo de cortar el camino antes de llegar a la meta de una plena comunión. Al contrario, se trata de dejarse guiar por el Espíritu Santo, de trabajar en la dirección de una real reconciliación, llenos de confianza en la eficacia de la oración que Jesús ha pronunciado en la noche antes de su pasión: Padre, que todos sean uno como tú y yo somos uno (cf. Jn 17.22). Cuanto más estrechamente se aferran a Jesús tanto más serán capaces de ser también entre ustedes cercanos los unos a los otros, y, en la medida que lleven adelante gestos concretos de reconciliación, serán confidentes de su amor (Mensaje para la 12. Jornada Mundial de Juventud en París, 1997).
Profundizando: Toma la decisión de no guardar nada de resentimiento para con tu enemigo más grande respecto a lo que te ha hecho. Trata de comprender cuál es tu parte en los problemas entre ustedes. Pide la gracia de poder dar un paso de reconciliación tratando de cambiar tu comportamiento (por ejemplo, no tomar en cuenta los insultos y responder con una sonrisa pacífica).
Misterio del Santo Rosario en las intenciones de la Madre de Dios:
Oración consagratoria: Virgen María, tú has acompañado a Jesús en su humillación sin guardar rencor contra los verdugos de tu hijo. Te consagro a todos aquellos que me han herido, para que desaparezca en mi corazón todo deseo de venganza. Te consagro también todos aquellos momentos cuando no he perdonado y no he pedido perdón: regálame un corazón que se arrepiente y que llega a ser manso y humilde como el Corazón de Jesús.
Nuestra Señora del Sagrado Corazón, ruega por nosotros.
CUARTA SEMANA - CONSAGRACIÓN DE NUESTRAS ACCIONES
Día 22: Consagración de mis relaciones y de mis soledades.
Día 23: Consagración de los fracasos
Día 24: Consagración de nuestro futuro
Día 25: Consagración de las personas que nos han herido
Día 26: Consagración de las personas que tienen autoridad para conmigo
Día 27: Consagración de las decisiones/obligaciones
Día 28: Consagración de nuestra libertad en relación con Dios