Cuarta Semana: Consagración de nuestros Actos
Día 28: Consagración de nuestra libertad en relación con Dios
33 Pasos con María a Jesús para preparar la entrega de nuestra vida a Cristo por manos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Oración: "Ven, Espíritu del amor, trae a este mundo tu aliento refrescante y santificador. Envuelve a todos los hombres con el rayo de tu gracia. Condúcelos a todos a tu gloria"(Marthe Robin).
Profesión de fe
Lectura bíblica: "Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. ¡Ay de mí si no predico el Evangelio! Si lo hiciera por propia iniciativa, ciertamente tendría derecho a una recompensa. Mas si lo hago forzado, es una misión que se me ha confiado. Ahora bien, ¿cuál es mi recompensa? Predicar el Evangelio entregándolo gratuitamente, renunciando al derecho que me confiere el Evangelio" (1 Cor 9, 16 -18).
Pensamiento de un santo: "A cada uno con quien me encuentro quisiera hacer que esté feliz y contento. La pequeña Teresa esperaba el cielo para hacer felices a los demás. Yo quisiera ya en esta tierra hacer felices a los demás"(Claire de Castelbajac).
Meditación: Así dice el Señor: "En vuestros días realizaré una obra que si la contaran a ustedes no la creerían" (Hab 1, 5). El tiempo se ha cumplido, la obra de Dios ha progresado tanto porque el Señor hace obras grandes en el mundo desde los tiempos del mesías. Las acciones de Dios hoy en día son aún más excelsas: toda la Iglesia se renueva por un nuevo Pentecostés. Experimentamos signos extraordinarios en el cielo y la tierra como lo ha predicho el profeta Joel (3, 3). El cielo toca la tierra y la gloria de Dios se une cada vez más con la humanidad. En efecto desde el siglo pasado se nos regala una presencia frecuente y permanente de nuestra Madre celestial. Dios está presente. Él espera solamente que nosotros con nuestras manos bendigamos, con nuestros pies llevemos la buena noticia de la salvación a todas partes, con nuestra boca demos testimonio.
No dejemos pasar estas bendiciones de Dios que acontecen actualmente. El Espíritu Santo obra con poder porque Dios ama esta humanidad herida y sufriente. Dios tiene anhelo de ti y aspira solamente que le digas que si. Dios te necesita. Él te ha creado libremente para que libremente colabores en la obra de su gloria.
Pensamientos del Papa Juan Pablo II: La Iglesia es por su naturaleza una comunidad misionera (Ad gentes 2) que vive permanentemente en esa dinámica misionera que ha recibido del Espíritu Santo en Pentecostés: "Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes; y ustedes serán mis testigos" (Hechos 1, 7). Efectivamente el Espíritu Santo es la fuente de toda misión de la Iglesia (Redemptoris missio, III). Por eso también la vocación cristiana nos lleva al apostolado, a la evangelización, a la misión. Todo bautizado es llamado por Cristo a convertirse en su apóstol precisamente ahí donde se encuentra en el mundo: "Así como me ha enviado el Padre, así yo los envío a ustedes" (Jn 20, 21). Cristo por medio de su Iglesia les confía esta misión fundamental, la de compartir el regalo de la salvación con los demás y los invita a colaborar en la edificación de su reino. Él los ha elegido a ustedes, a pesar de las limitaciones que lleva cada uno, porque los ama y cree en ustedes. Este amor incondicional de Jesús debe ser, para decirlo así, el "alma" de su apostolado, según la palabra de San Pablo: "El amor de Dios nos apremia" (2 Cor 5, 14). Ser discípulo de Jesús no es algo puramente personal. Al contrario, el don de la fe debe compartirse con los demás. Por eso escribe el apóstol: "Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. ¡Ay de mí si no predico el Evangelio!" (1 Cor 9, 16). Y no olviden que la fe se
fortalece y crece cuando una lo comparte con los demás (Redemptoris missio 2)( Mensaje para el VII Jornada Mundial de la Juventud 1992).
Profundizando: Toma la decisión de informar a la persona a la que ves cada día y que todavía no sabe que eres cristiano. Invita al alguien a rezar contigo o acompañarte a participar en un grupo cristiano o en la misa dominical.
Misterio del Rosario en las intenciones de la Madre de Dios
Oración consagratoria: Virgen María tú has guardado fielmente los mandatos de Dios y has acompañado a los apóstoles en su servicio con tu presencia silenciosa. Te consagro todos los momentos en los cuales me he callado en lugar de anunciar la buena noticia. Te consagro todas mis dificultades de dar testimonio. Que mi silencio no sea una fuga sino un silencio como el tuyo que colabora con la evangelización. Virgen María, tú has vivido el Evangelio meditándolo en tu corazón. De esta manera te has convertido para nosotros en modelo. Ayúdame para que también yo pueda ser un modelo, un testigo auténtico de la omnipotencia de Dios.
Nuestra Señora del Sagrado Corazón, ruega por nosotros.
QUINTA SEMANA - CONSAGRACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Día 29: Consagración de preocupaciones personales adicionales
Día 30: Consagración al Espíritu Santo