Quinta semana: Consagración a la Santísima Trinidad
Día 32: Consagración al Padre
33 Pasos con María a Jesús para preparar la entrega de nuestra vida a Cristo por manos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Oración: "Espíritu Santo, fuego del amor, ven desde el Padre, consuélame, refréscame e ilumina mi alma. Ven, ilumina y tranquiliza mi corazón, purifícame, cura mi cuerpo. Ven y inspírame mediante tu luz y tu verdad en mis pensamientos, mis palabras, mi comportamiento y todas mis acciones"(Jean-Paul Dufour)
Profesión de fe:
Lectura bíblica: "La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por voluntad de Dios" (Gal 4, 6 -7).
Pensamiento de un Santo: "Así como según el orden de la naturaleza un niño necesita de un padre y de una madre, de la misma manera según el orden de la gracia un verdadero hijo de Dios necesita a Dios como Padre y a la virgen María como madre" (San Louis María Grignion von Montfort).
Meditación: ¡Cuantas veces todavía seguimos teniendo miedo de Dios Padre porque él es nuestro juez! Con todo, Dios Padre también es amor: quiere para nosotros lo mejor. Quiere estar presente para nosotros en todo momento de nuestra vida como un verdadero papá. Quiere vernos crecer, quiere compartir nuestros dolores y también nuestras preocupaciones. Quiere darnos sus consejos.
Continuamente la virgen María nos guía hacia el Padre. Imagínense que es como cuando una madre que enseña a su hijo a caminar. Se para detrás del niño, toma sus manos, y luego suelta una de las manos. El padre se para delante del niño muy cerca y con los brazos abiertos. El niño ve a su papá y se atreve a dar el primer paso para lanzarse en sus brazos. Esta imagen es un ejemplo de cómo la virgen María nos ama a cada uno de nosotros y el lugar que quiere ocupar en la vida de cada uno. A nosotros nos toca, llenos de confianza, correr hacia el Padre. Nuestra meta: descansar en los brazos del Padre.
Pensamientos del Papa Juan Pablo II: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn 3, 16). Dios ama el mundo. Y, a pesar del rechazo del que es capaz, será amado hasta el final. "El Padre los ama" siempre y para siempre: esta es la novedad increíble, "este anuncio sencillo y conmovedor la Iglesia se lo debe a los hombres" (cfr. Chirstifideles laici, 34). Si el Hijo hubiese proclamado solamente esta única palabra, esto hubiera bastado. “¡Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!" (1 Jn 3, 1). No somos huérfanos, el amor es posible. Ustedes lo saben, no se puede amar sin ser amados.
Entonces ¿cómo debería anunciarse esta buena noticia? Jesús nos muestra el camino: debemos escuchar al Padre para acoger su enseñanza (cfr. Jn 6, 45), y aferrarnos a su palabra (cfr. Jn 14, 23). Éste conocimiento del Padre crecerá cada vez más: " Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer" (Jn 17.26), y el actuar del Espíritu Santo nos llevará a la verdad plena (cfr. Jn 16.13). (Mensaje para la XIV. Jornada Mundial de la Juventud, 1999).
Profundizando: Trata de recordar todos los acontecimientos en los cuales no has creído en el amor incondicional de Dios tu Padre. Busca en la Biblia la palabra de bendición que más se adapta a tu situación y en oración pide la gracia que esta palabra se convierta en tu palabra propia personal (p. e., he experimentado una situación de abandono, y hago mía la palabra de Isaías 49.15 -16: " ¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido").
Misterio del Santo Rosario en las intenciones de la madre de Dios
Oración consagratoria: Virgen María, tu relación con Dios ha sido siempre la de una hija para con su Padre, jamás has rechazado uno de sus deseos porque tú te sabías amada por él desde toda la eternidad. También yo creo que soy amado así. Por eso me consagro totalmente al Padre y a su amor de benevolencia hacia mí. Virgen María, te confío todas mis dificultades que me impiden sentirme como hijo de Dios. Ayúdame con tu amor materno para que cada vez más descubra la maravillosa paternidad de Dios y pueda así tener la experiencia de descansar en sus brazos como un niño, como un niño que se sabe amado de manera infinita (cfr. Sal 131).
Nuestra Señora del Sagrado Corazón, ruega por nosotros.
QUINTA SEMANA - CONSAGRACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Día 29: Consagración de preocupaciones personales adicionales
Día 30: Consagración al Espíritu Santo