Nuestra Señora del Sagrado Corazón - Origen y Expansión de la Devoción
HISTORIA DEL TÍTULO
¿Cómo nació en la mente de nuestro Fundador? Sabemos que prometió a María honrarla de una manera especial. Sabemos además que quería que todas sus cosas estuvieren informadas por una devoción ferviente al Sagrado Corazón, Pequeña Obra "del Sagrado Corazón", Basílica "del Sagrado Corazón". Misioneros "del Sagrado Corazón. Basílica". ¿Por qué no también Nuestra Señora "del Sagrado Corazón. Basílica"? ¡Y qué modo más bello de expresar las relaciones de amor que hay entre la Madre y el Hijo! ¡Y qué invocación más hermosa para dirigirse a la Madre, pidiéndole interceda ante el Corazón de Cristo! Estas ideas fueron poco a poco perfilándose en la mente de nuestro Padre. Y llegó el día de revelarlas.
Los historiadores señalan vacilantes al año de la manifestación ¿Fue el 1857, el 58 ó el 59? Hay opiniones para todos los gastos. Pero parece ser la fecha más probable el año 1859. Es la que está avalada por más documentos y de mayor momento. Vayamos ya a la narración del suceso. Así rezan las crónicas:
"Hallábase cierto día la Comunidad tomando el recreo de mediodía en el jardín, bajo la bóveda de follaje formada por las ramas de cuatro añosos tilos. Adosado al muro del cercado, una sencilla imagen del Corazón Inmaculado de María. Como presidiendo aquellos ratos de legítimo esparcimiento, después de los rudos tareas apostólicas de la mañana. A unos pasos de allí, aún en ciernes, la Basílica del Sagrado Corazón. Era en aquel entonces la primordial ocupación de los nuestros. En ella se debían de dedicar sendas capillas laterales a la Santísima Virgen y a San José.
De pronto el P. Chevalier, que desde hacía un rato permanecía como ensimismado, silencioso y pensativo, con voz casi vacilante y por la emoción interrumpe la conversación, y dirigiéndose a los demás pregunta:
-¿Bajo qué advocación pondremos el altar de la Virgen en nuestro Santuario?
Cada cual improvisa su respuesta, según los diversos gustos particulares.
-No, no, no dais en el clavo– replica sonriendo el P. Chevalier-, el altar de nuestra futura iglesia será dedicado a Nuestra Señora del Sagrado Corazón.
-¡Nuestra Señora del Sagrado Corazón! -Exclaman algunos- ¡Vaya novedad! Padre Chevalier, que tratándose de devociones no conviene innovar nada.
- Novedad, quizás responde el P. Chevalier-, pero no exageréis pues no lo es tanto ni de la manera que pensáis.
-¡Ah, ya! -dice el más joven, el P. Piperón- Nuestra Señora del Sagrado Corazón, o sea la Virgen honrada en la Iglesia consagrada al Sagrado Corazón, como se diría: Nuestra Señora de Issoudun, Nuestra Señora de Chartres, etc.
-Conceda, si quieres, pero sobre eso mucho más aún, y... mejor. Dejad que primero se exponga mi pensamiento. Luego me diréis si su fundamento es racional o no.
Entonces el P. Chevalier, en pocas palabras, recuerda las numerosas gracias de que la pequeña Comunidad es deudora a la Santísima Virgen.
-Se lo debemos todo. Y le prometimos honrarla y hacerla honrar de una manera especial y según mi parecer esta advocación "Nuestra Señora del Sagrado Corazón", responde perfectamente a nuestro deseo. Pronunciándole. 1°) daremos gracias a Dios y le glorificamos por haber escogido a María entre todas las criaturas para formar en su seno virginal y de su más pura sustancia el Corazón Adorable de Jesús. 2°) Muy particularmente honraremos los sentimientos de amor, obediencia, y respeto filial que Jesús alimentó en su Corazón para con su Santísima Madre. 3°) Reconoceremos con un título especial -que en cierto modo resume todos los demás- el inefable poder que el dulce Salvador le he dado sobre su Corazón Adorable. 4°) Suplicaremos a esta Virgen compasiva que nos conduzca al Corazón de Jesús, que nos revele los misterios de misericordia y amor que El encierra, que nos abra los tesoros de gracias de que es fuente que los reparta con sus mismas manos de madre sobre cuantos la invocan o se encomiendan a su poderosa protección. 5°)Además nos uniremos a nuestra Madre para glorificar el Corazón de Jesús, para reparar con Ella y por medio de Ella los ultrajes de que es objeto de parte de los hombres a ese Divino Corazón, y consolarla en sus tristezas y amarguras con una vida más edificante. 6°) Finalmente, como el poder de María excede cuanto nuestro débil corazón puede concebir, y como Jesús escucha siempre las humildes súplicas y deseos de su Madre, le confiaremos al éxito de las causas difíciles y extremas y desesperadas, tanto en el orden espiritual como en el orden material.
Todo esto, tenedlo bien entendido, se contiene en la suave y dulce invocación: “Nuestra Señora del Sagrado Corazón, rogad por nosotros”. Con un poco de estudio y reflexión, no me parece difícil respaldar lo que acabo de decir, con las enseñanzas de los Doctores y Teólogos sobre las grandezas de la Augusta Virgen María.
Además estoy convencido de que nuestra Madre quiere ser invocada y honrada bajo este nuevo título en nuestro futuro Santuario. Le dedicaremos, pues, un altar bajo esta advocación. De este modo, por medio de Ella y con Ella glorificaremos al Corazón de Jesús y propagaremos según nuestra divisa su culto y su amor".
Así termina el Padre sus reflexiones, tanto tiempo maduradas, sobre el título de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. No fue, pues, esta invocación algo improviso, sino fruto de estudio y oración.
Y cuando el Padre acabó de hablar, llegó el turno a los de la contraofensiva, capitaneados, por el más joven, el P. Piperón. Los contradictores adujeron muchas objeciones. Y como palabras finales, el P. Piperón dijo:
-Nihil innovetur. Si sigues así llegarán a extralimitarte. Todo eso a mi me parece herético.
Palabras capaces de descorazonar al más valiente.
Fue lenguaje un poco fuerte el del P. Piperón, pero que al fin y al cabo en una conversación familiar carece por entero de importancia.
El recreo acababa ya. El P. Chevalier, dirigiéndose al que se había manifestado más cerrado y reacio, le dijo medio en broma: "Tu, que eres incrédulo, escribirás en penitencia, en grandes caracteres, alrededor de ese statua de María: Nuestra Señora del Sagrado Corazón, rogad por nosotros.
El P. Piperón empleó alegremente una parte de la tarde en llenar su cometido. Sin embargo, la discusión entre los dos Padres se prolongó durante todo aquel mes. Pero de la discusión sale la luz. Y por ello la luz brilló más diáfana. El título fue mejor comprendido.
Así terminó aquella célebre escena. Era el amanecer, Gestas gloriosísimas esperaban a la Madre y a los hijos. El P. Chevalier había puesto los cimientos de una torre gigantesca.
¿Eran de valor las objeciones puestas? No. Veamos dos:
¿Es acaso necesario un milagro para que la Ssma. Virgen pueda ser honrada con un título especial? Es absurdo pensarlo. Más aún, sin duda hubieran sido muchas mayores las cautelas por parte de la Iglesia, que no apruebe sin más una devolución, sólo por venir avalada por un milagro. En general cuando se presentan nuevas devociones aureoladas con revelaciones y hechos sobrenaturales, la Iglesia si las aprueba no es por esa fama de celestes que las circunda, sino muchas veces, quizás hasta a pesar de esa fama, que en multitud de ocasiones no es sino óbices. Y en la devoción a Nuestra Señora, devoción del todo doctrinal, estamos seguros que hubiera sido no pequeño obstáculo para las aprobaciones de la Iglesia.
Y con todo no parece que haya estado exenta la devoción a Nuestra Señora de esos signos sobrenaturales. Ya al poco tiempo de ser divulgada, se recibieron comunicaciones -y no pocas- y algunas de ellas de personas que humanamente ofrecían garantía de crédito. Según ellas Nuestra Señora parecía conformar en diversas apariciones su complacencia. Pero el P. Chevalier se guardó muy bien de darles importancia, precisamente porque la devoción no les necesitaba.
La segunda objeción que se puede poner contra el título, posee un fenómeno mayor. Allá por el 1846 un jesuita, el P. Saint–Angel proyectó la construcción de un templo a Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús.
Fue como sigue. El mismo nos lo cuenta:
-"Estando en Dole, meditando entre las ruinas del antiguo Santuario de Mont Holand, me vino por primera vez al pensamiento el nombre de Nuestra Señora del Corazón de Jesús". Desde entonces abrigó el deseo y el propósito de reconstruirlo y dedicárselo. A este fin, después de una visita a Paray, comenzó un recorrido por Francia, visitando ciudades y monasterios, predicando y pidiendo recursos para la futura iglesia. Su única preocupación era este asunto.
Cuando, al ser expulsada de Francia la Compañía, los jóvenes estudiantes jesuitas se refugiaron en Dole, él no dejó de inculcarles su devoción favorita. En sus correrías logró reunir 40,000 francos para la obra, cantidad en aquellos tiempos muy respetable. Sin embargo dice el P. Girerd, tanto el título como el culto a Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús debían parecer entonces demasiado nuevos. Y como no cundió, el Santuario fue, sí reedificado, pero bajo la antigua advocación. Es que Nuestra Señora, -como un día a Ella le dijera su Hijo- pensaba: Nodum venit hora mea. Por esta misma época el P. Chevalier terminaba sus estudios de humanidades. Según todos los indicios, ni conoció al P. de Saint -Ángel ni oyó ni media palabra de la novedad. Esto lo demuestra el hecho de que al revelar él el título y cerciorarse del ensayo jesuítico, se manifestase muy sorprendido, resistiéndose a creerlo. Además nadie lo oyó nunca apoyar su tesis en la autoridad del P. de Saint-Angel. Lo cual hubiera sido muy obvio en los comienzos, cuando tanto se le contradijo. Es una prueba más de que el título de Nuestra Señora del Sagrado Corazón no vino a la mente de nuestro Padre, de la tierra, sino del cielo.
Además hace notar el P. Girard, el título del P. Chevalier no coincidió exactamente con el del jesuita. Este era: Nuestra Señora del Corazón de Jesús. El nuestro: Nuestra Señora del Sagrado Corazón, que es el hoy universalmente conocido. Para el P. de Saint–Ángel hubiera sido local. Para el P. Chevalier era título doctrinal.
En cuanto a su fondo doctrinal, todos admiten que es tan antiguo como el cristianismo. Y en esto estriba su más sólido fundamento.
El P. Chevalier habla de la existencia de varias imágenes antiguas que expresan perfectamente la doctrina de la nuestra. A las cuales– dice–, sólo les faltaba darles el nombre verdadero. Pero esta gloria– ¡singular privilegio divino!- estaba reservado a nuestra Congregación.
Hallamos una de esas estatuas en la Basílica de Oropa, cerca de Turin. Es una imagen que la tradición pone entre las tres pintadas por San Lucas, San Eusebio, Obispo de Vercei, las llevó a Italia el año 351, desde Jerusalén. Había sabido el lugar donde se encontraban, por revelación divina. Una de ellas la llevó a su catedral. Y de allí a una gruta. Se conservó a pesar de muchísimas dificultades. Representa a María, en pie, teniendo en la mano derecha, separado del cuerpo, el corazón de Jesús, rematando en una cruz, y rodeado de llamas. En su brazo izquierdo está sentado el Niño. Este, en la mano izquierda, tiene una paloma. Con la otra señala a la Madre. Sólo se diferencia de la nuestra en tener separado el Corazón del cuerpo y en llevar tres coronas sobre su cabeza.
EXPANSIÓN DE LA DEVOCIÓN
El P. Chevalier veía aproximarse el día de lanzarse a una propaganda activa, conforme a su idea de apostolado mediante la devoción al Sagrado Corazón. Nuevas luces y nuevos ánimos les daba el título descubierto.
Hombre de fe, se prepara para la empresa mediante un retiro. Lo hace en Louvesq, donde está sepultado San Francisco de Regis. Ocurría eso al mes siguiente de la bendición de la primera piedra de la Iglesia, julio de 1859.
De regreso quiso pasar por Ars. Quería aconsejarse con el Santo Cura. Mantuvo con él una larga conversación. Le expuso los proyectos que traía entre manos. El buen párroco los bendijo y garantizó el éxito. Eso sí, lo había de obtener después de muchas pruebas. Además le propuso hacer juntos una novena, una vez el Padre llegara a Issoudun. A poco de comenzarla, recibió el P. Chevalier la noticia de la muerte del Santo Cura. Sin duda la continuó en el cielo.
El P. Chevalier se sentía cada día más joven. Más bríos, más entusiasmo cada vez en su corazón. Sus actividades primeras serán para la Iglesia del Sagrado Corazón. y a ello se pone con todo el fuego. Pero ¡faltan recursos!...y con audaz confianza en la Señora, acude a la caridad de los fieles. Estos responden generosamente.
El P. Piperón cuenta como cosa digna de admiración la prontitud con que llegaron los recursos, en la medida de las necesidades. María respondía, y con oportunidad.
Claro está, ellos hicieron cuanta propaganda pudieron, y sus ingenios buscaban nuevas ideas, nuevas industrias para lograr fondos. Entre otras idearon una edición de estampas del Sagrado Corazón. El éxito fue rotundo e ingente la lluvia de peticiones. En poco tiempo se repartieron centenares de miles. Gracias a esto fue posible la pronta bendición e inauguración de la primera parte de la Iglesia. La ceremonia corrió a cargo del Vicario General de Bourges, en nombre del Exmo. Arzobispo.
La ceremonia revistió gran solemnidad: Desde entonces quedó abierta al público la parte inaugurada de la Iglesia. Durante los oficios se hicieron colectas para la adquisición de una vidriería para el fondo del ábside. Aún hoy la vemos. Es de las pocas cosas que no han sido transformadas en el decurso de los años . Representa la aparición del Sagrado Corazón a Margarita María de Alacoque.
Ya tiene Iglesia. Ya tiene lugar donde predicar las glorias de la Virgen. Ya puede hablar a los fieles de Nuestra señora del Sagrado Corazón. Y lo hace. Con más emoción que otras veces habla aquel día el P. Chevalier. Grupo reducido de almas, y a costa de muchos trabajos, el de los asistentes a los divinos oficios. ¡cuánto y con cuánto celo laboró el P. Chevalier en Issoudun, la villa más irreligiosa de Bourges!. Y a los selectos , a los pocos que conquistó, es a quienes en aquel día habla. ¿Cómo no va a ir envuelta la charla de este día en más emoción que la de otras veces? ¡si les está dando una parte de su corazón, algo que le costó oración y estudio sin cuento!.
En aquellos primeros oyentes encontró sus mejores apóstoles. Extraña rapidez. Sale el nombre de sus labios, al poco rato ya se escucha fuera de la capilla, pronto se oye en las calles de la ciudad, se pronuncia en la diócesis, se extiende a toda Francia. Salta fronteras en todas direcciones. Llega hasta el Nuevo Mundo. Los Obispos lo reciben con cariño y entusiasmo.
LA PRIMERA IMAGEN.
Pero ¿y la imagen? Ya corre el título. La gente pide algo que sensibilice lo mejor posible la idea bellísima contenida en la invocación. El P. Chevalier ya venía pensando en ello. ¡Manos a la obra!. La quería bella, Decía que ante una imagen bella se oraba mejor. Ideó un modelo. Lo hizo grabar en una vidriería de la capilla lateral. Fue costeado por una familia noble. Acaecía esto en 1960 ó 1961. Leamos en las analectas de 1901: "La mente del P. Chevalier al mandar dibujar la imagen en el vidrio, fue la de representar con viveza el poder inefable que disfruta María sobre su Divino Hijo. Para ello pidió al artista que pintara a la Virgen Inmaculada con los brazos extendidos y los ojos modestamente caídos hacia Jesús y los fieles. En este postura se apareció la Inmaculada a Catalina Labouré. Y, en agradecimiento a la Inmaculada, que en su gran día del 54 había escuchado sus preces, eligió el P. Chevalier este modelo.
Además mandó que ante los pies de la Madre se representara al Niño Jesús, como de doce años. Con una mano señalando su Corazón y con la otra a su Madre. Quería significar con esta actitud que quien desee recibir las gracias del Corazón de Jesús , lo mejor que puede hacer es dirigirse a la Madre. Ella es la dispensadora. Puede derramar a su gusto, y con profusión, sus tesoros. Y en recuerdo de aquellas palabras de San Lucas "et erat subditus illis", se eligió la edad de doce años. Bella y vivida expresión de su poder de intercesión ante el Corazón de Jesús".
Los fieles algo vieron en la imagen que los cautivó. Aquella expresión, aquel atractivo... los embelesaba. y por ello se les veía, en grupos numerosos, casi continuamente, a sus pies. El artista supo hacerlo bien. Interpretó maravillosamente el tema sugerido por el P. Fundador.
El éxito fue insospechada Se imprimieron estampas con la imagen, y con la jaculatoria al pie. El Arzobispo de Bourges, Mons. de la Tour d'Auvergne aprobó la estampa. Además concedió a la invocación 40 días de indulgencia.
Cuando los fieles se enteraron, cayó sobre la comunidad una enormidad de pedidos, que reclamaban estampas por miles, por centenares de miles. Además en las cartas, en muchísimas se agradecían favores sin cuento.
- Ya lo veis– decía el P. Chevalier - no hay duda ya: Nuestra Madre ve con agrado el que honremos su poder inefable sobre el Corazón de Jesús.
Estos acontecimientos le empujan. hay que dar un impulso final a las obras de la Iglesia. Sus energías y actividades de algún tiempo se verán del todo bloqueadas por esta preocupación. Nueva campaña para buscar recursos. Ediciones por miles de miles de la estampa con la nueva imagen. Edita con los mismos fines un libro de cantos al Sagrado Corazón con letra suya. lo envía a las comunidades de lengua francesa de dentro y fuera de Francia. La Imagen de Nuestra Señora del Sagrado Corazón - novedad, idea hermosísima y bendiciones del cielo lo lograban - recibe una singular acogida.
Acaecía esto por el año de 1861.
EL P. PIPERÓN PROPAGANDISTA.
Para lograr mejor el éxito de esta campaña, emprendió el P. Piperón en viaje de propaganda a través de Francia. En su primer recorrido visitó las regiones alpinas, siguiendo el valle del Ródano. En 1862 pasaría por otras regiones de Francia.
En una de sus correrías, se entrevistó con el P. Ramiere, director de Mensajero y del Apostolado de la Oración. Pronto el P. Piperón encausó la conversación hacia lo que más le interesaba. Le habló con calor de Nuestra Sra. del Sagrado Corazón. El P. Ramiere escucha con sumo interés. El propagandista le da una estampa de la Virgen. El jesuita le pregunta con viveza si no tiene ningún escrito impreso sobre Ntra. Sra. del Sagrado Corazón .
- Hasta hoy - contesta el P. Piperón nada de esto se ha hecho. Pero llevo aquí una copia de algunas páginas escritas acerca de este tema.
Estas páginas eran obra del mismo P. Piperón. Para precisar el sentido del título, el P. Chevalier le había encargado poner por escrito la explicación dada por él que ya conocemos. Se habían hecho algunas copias, una de las cuales era la que entonces llevaba consigo el P. Piperón. Fue este el primer escrito acerca de la devoción de Ntra. Sra. del Sagrado Corazón.
Abre, pues su cartera. Le muestra el modesto manuscrito. El P. Ramiere lo lee con atención.
- Dejadme estas páginas para el Mensajero– le dice - serán leídas con interés.
- Imposible– replica el P. Piperón - lo siento , pero no me pertenecen. Expondré vuestro deseo a mi Superior. El mismo os contestará.
Y así se hizo. Al llegar la noticia al P. Chevalier, comprendió que era necesario no dejar pasar a manos de otro la propaganda. Y mas tratándose de los comienzos: fácilmente se podría desvirtuar el sentido del Título. Sería un modo de comprometer el éxito de la nueva devoción ante las autoridades eclesiástica.
Apresuróse, pues, a redactar un opúsculo. Lo tituló: Nuestra Señora del sagrado Corazón . Firmaba: R. P. Julio Chevalier, Misionero Apostólico del Sagrado Corazón . Es su primera obra. Es también la primera obra sobre Ntra. Sra. del Sagrado Corazón que salió a la luz pública. Data de noviembre de 1862. Lleva la aprobación del Arzobispo de Bourges.
El opúsculo se envió a muchos Obispos Franceses y Extranjeros . Pronto se recibió la aprobación de cuarenta de ellos.
Poco después se envió también al P. Ramiere, que lo publicó en el Mensajero de Mayo de 1863, junto con la imagen .
Resultado sorprendente el de la acción generosa y desinteresado del P. Ramiere. Era natural . La nueva devoción decía: Al corazón de Jesús por María. ¿Quienes podían aceptarla mejor que los devotos del Sagrado Corazón?.
Fue una chispa caída en un cañaveral. Muchas cartas llegaron a Issoudun. Preguntas sobre la devoción. Peticiones para inscribirse la devoción en la Asociación - que aún no existía - etc.
Cuando los fieles se enteraban de esta falta , se entristecían. Urgía, pues , la fundación de una Asociación. Y era misma quien lo urgía. Prodigaba de modo maravilloso sus gracias sobre los fieles
La nueva advocación subyugaba a cuantos la conocían.
En esta año del 63 el P. Piperón emprende un nuevo recorrido por tierras gálicas. Visita Tours, Anjou, Bretaña. El P. Chevalier deseaba que sucesivamente recorriera toda Francia. Pero las dificultades que se presentaron le hicieron desistir de su intento. Al quedar definitivamente suspendido el proyecto, fue grande la alegría del P. Piperón, pues tales viajes, además del ajetreo consiguiente le proporcionaban también duras repulsas. Sin embargo fue mucho el fruto logrado en estas incursiones . Merced a ellas las obras tuvieron avances rápidos. Además dieron a conocer a la naciente congregación y fueron un preámbulo y un camino para la difusión de la asociación.
Encontrándose en Tours predicando un Novenario el arzobispo Dr. Guibert, después cardenal–arzobispo de París, el P. Chevalier le presento el folleto sobre Nuestra Señora del Sagrado Corazón. El prelado lo leyó atentamente. Le gusto y le dio su aprobación. Fue el primero que después de Monseñor de la Tour d’Auvergne sancionó con su autoridad episcopal la nueva devoción. Muchos otros después de ellos la habían de aprobar.
CONSOLIDACION
Por estas mismas fechas se daban los últimos toques a la iglesia del Sagrado Corazón.
El Arzobispo de Bourges, desde que tomó posesión de su sede, hizo suya la causa del nuevo titulo mariano. Canónicamente erigida la cofradía en Issoudun, puso todo su empeño en conseguir el fallo de la suprema jerarquía eclesiástica acerca del nuevo titulo. Y lo logró pronto. Dos meses exactos habían transcurrido, ya Pío IX, firmaba un Breve aprobando la asociación canónicamente erigida en Issoudun. En el, ente otras cosas se decía que deseando un continuo incremento a la misma, otorgaba a sus miembros numerosas indulgencias que detallaba a continuación.
A nadie se le oculta la trascendencia enorme de este acto de Pío IX. Al conocer la Buena Nueva el corazón del, P. Chevalier y de sus compañeros debió dilatarse sin medida. Debió se un buen acicate a sus energías y entusiasmos, que con estos se redoblaron. Se sintieron impulsados a corroborar con estos trabajos y sudores el triunfo magnifico y decisivo que acababa de obtener su empresa.
LA CONSAGRACIÓN DE LA IGLESIA: (2 julio 1864).
Día grande en los Anales de nuestra historia. El dos de julio había sido designado para la consagración solemne de la iglesia del Sagrado Corazón. Lo esencial de su construcción estaba ya terminado en 1863.
Escaseaban por esta época los templos al Sagrado Corazón en Francia. El Arzobispo deseaba que nuestra iglesia quedara como monumento de la consagración de la Archidiócesis al Sagrado Corazón, hecha por todos sus obispos en un concilio provisional.
Quiso dar al a fiesta el mayor esplendor posible. Y para ellos invitó a todos los Obispos de su provincia eclesiástica. Pero sólo uno pudo corresponder a su invitación.
Según los enunciados en la prensa, se esperaba la llegada de siete u ocho Prelados. Y como orador, Monseñor Doupanloup, Obispo de Orleans, uno de los mas ilustres de Francia. Este programa no pudo realizares, pero uno similar vino a sustituirlo.
El día dos se encontraban en Issoudun tres Arzobispos, dos Obispos y un Abad Mitrado. La ceremonia fue larga: desde las ocho de la mañana hasta una y media de la tarde. Actuó de consagrante, por benigna ocasión de Monseñor de la Tour, d’Auvergne, Mons Guibert, Arz. de Tours.
Fue impresionante la procesión desde la iglesia parroquial de san Ciro, con las reliquias destinadas al nuevo altar. Ocho años de triunfo. Un doble cordón amurallaba el desfile: las tropas de la guarnición y los bomberos, conteniendo la impresionante multitud que nunca se había agolpado tan numerosa en Issoudun. Iban precedidos por los seis Prelados por la banda de música de la compañía, por 30 alumnos de Seminario Mayor, 110 Sacerdotes con sobrepelliz, otros 16 revestidos con capas magnas de tisú dorado, y los canónigos. Fue un espectáculo formidable. La multitud hervía de entusiasmo. Alternaban los himnos marciales y los sagrados.
Terminada la consagración, ofició de Pontifical el Obispo de Limoges. Cantaba la misa un imponente coro de 150 Sacerdotes. Para los muchísimos fieles que no pudieron entrar en el templo, se celebró en la Plaza de Sagrado Corazón un Misa campaña, oficiada por el Abad de Fontgombalt.
En lugar del Monseñor Dupanlou, ocupó las cátedra sagrada en la unción de la tarde el P. Ramiere, que ya había predicado, aunque más brevemente, en la Misa de Pontifical. Desde las gradas exteriores, los seis Prelados impartieron la bendición a la ciudad entera, agolpada a las puertas del santuario.
En diciembre de este año llamaba a las puertas de la comunidad el Sacerdote marsellés Víctor Jouët. Aquello – sobre todo aquella Virgen– le había de gustar tanto que poco después pediría el ingreso. Pero la narración detallada de esto la dejamos para más adelante. Aquí una somera cita del que había de ser el gran Apóstol de Nuestra Señora.
De regreso a Marsella, comenzó ya durante el viaje la composición de un libro que, evolucionando algo con el tiempo, había de llegar hasta nosotros, con el titulo de “Mes del mayo en honor a Nuestra Señora del Sagrado Corazón”. Ya desde el comienzo fueron numerosas las ediciones. Obra suya también, es el opúsculo “La celadora de Nuestra Señora del Sagrado Corazón”, y la Novena del “Acuérdate”, que es sin duda la publicación que más a contribuido a hacer conocer a Nuestra Señora del Sagrado Corazón, no tanto por su doctrina cuanto por la piedad y afecto de su contenido.
Además era poeta. Se conserva un volumen de versos suyos dedicados a María. Pero el P. Jouët era sobre todo el apóstol de la palabra, fascinados y entusiasta.
Negándole su Prelado el permiso para unirse a la comunidad de Issoudun, hubo de permanecer en Marsella varios años. Hizo la profesión en septiembre de 1869.
LA PRIMERA FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN.
Se celebró por primera vez litúrgicamente el 31 de mayo de 1865. Hacía varios años que se conocía el titulo. Y hacía uno que se había erigido canónicamente la Asociación. Ya se había recibido la aprobación Pontificia. Era muy lógico que se designara un día para honrar especialmente a Nuestra Señora del Sagrado Corazón.
La crónica de aquella fecha, que nos da un Semanario de la región, dice que pudo celebrarse gracias a la bondad del Arzobispo y a la aprobación pontificia. Pero no existe rescripto alguno que atestigüe tal aprobación. Se cree que esta fue dada a viva voz por el Papa al Arzobispo.
¿Porque el día 31 de mayo? La respuesta es clara: el fin de la devoción de Nuestra Señora es llevar las almas al Sagrado Corazón de Jesús. Ningún día más oportuno para su fiesta del 31 de mayo, día último del mes de María y víspera del mes dedicado al Sagrado Corazón. De este modo se hacía efectivo el lema: a Jesús por María, al corazón de Jesús por Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Así entendía el titulo el bondadoso Pío X.
Ecos de aquella primera fiesta: muchos eran los fieles consagrados en el santuario a la hora delos oficios. Pero la capilla de Nuestra Señora era demasiado pequeña ¿que hacer? Fácil solución: se traslado la estatua al altar mayor pudiendo así revestir gran solemnidad la fiesta.
Sin cesar se sucedieron aquel día las misas desde las 5 de la mañana hasta las 10, en los dos altares. Por la tarde un misionero que había recorrido casi todos los santuarios Marianos de Europa pronuncia un grandilocuente discurso. Toma como tema las palabras: omnipotencia suplicante. Demuestra que el titulo de Nuestra Señora del Sagrado Corazón resume de modo eminente todas las demás advocaciones marianas y trae argumentos da la Sagrada Escritura de la historia eclesiástica, etc. Con esto los oyentes = muchos de ellos precedentes de comarcas lejanas = quedaron aun másintensamente persuadidos y prendados de la grandeza de la nueva advocación Mariana. Realmente fue un día grande el 31 de mayo .
NUEVOS AVANCES DE LA DEVOCIÓN
En 1866 se editaron los primeros Anales. De ellos halaremos más adelante.
Entremos en el 67. Pronto se hizo sentir la eficacia de los Anales. La asociación progresaba a pasos de gigante. Nuestra Señora prodigaba aún más sus gracias las noticias que llegaban a Issoudun eran asombrosas.
El P. Chevalier estaba perplejo ante tanta maravilla. pero también in poco corrido. Veía los amagos de desilusión de los fieles que llegaban a Issoudun al santuario de la Virgen milagrosa. Pobre y estrecho era el afanado santuario. Estrujaba su imaginación buscando una solución adecuada y la halló. Ideó un proyecto. Fue a Bourges para aconsejarse con el Arzobispo. Consistía su plan en levantar una capilla a Nuestra Señora, lo suficientemente amplia para recibir las constantes oleadas de peregrinos y que estuvieron en consonancia con la categoría de la devoción. Se había de edificar esta capilla prolongando el ábside de la iglesia del Sagrado Corazón. El plan no dejaba de ofrecer serios, muy serias dificultades sobre todo en el orden técnico. Hubo quienes juzgaron temeraria la empresa .
Pero el P. Chevalier, con voluntad férrea – cosa esta tan suya – no prestó atención a los objetantes, y puso enseguida manos a la obra Nuestra Señora era sin duda del mismos parecer. La prueba esta en la inusitada abundancia de recurso de todo género que llegaron en respuesta a la propaganda pro Santuario que comenzó el infatigable Padre. Rivalizaban las almas en generosidad. Unos se desprendían de sus joyas, otros de sus diamantes y piedras preciosas en favor de la Virgen del Sagrado Corazón.
Rogaban algunas de estas personas que sus joyas y diamantes se emplearan en la construcción de una diadema para Nuestra Señora del Sagrado Corazón, en testimonio de reconocimiento por los múltiples favores alcanzados. E insinuaban además que el Padre Chevalier, la posibilidad de hacerla bendecir por el Romano Pontífice. Y añadían: quizás esto fuera ocasión para alcanzar de él el insigne privilegio de la Coronación canónica. Entonces el P. Chevalier tuvo el convencimiento de que su empresa estaba destinada a tomar grandes vuelos. Pero de momento tres cosas era necesarias: Una estatua digna para la coronación, un santuario digno y una corona también digna.
Muchas dificultades le salían al paso. Pero su amor a Nuestra Señora, encendidísimo, y la gratitud profunda que albergaba para con ella ( ¡tanto le debía!) … robustecían su ánimo, ya de por sí valiente y emprendedor.
Destinó, pues, gran parte de aquellas ofrendas para la confección de dos valiosas coronas. Encargó la obra a un orfebre afamado de París. Y mucho le recomendó que no regatease con tal que las diademas fueran dignas de la misión a que estaban destinadas.
A uno de los más acreditados escultores de Francia le encargó la construcción de una magnífica y grandiosa estatua en un único bloque de mármol de carrara.
Acaecía todo esto en el decurso del 67. En este mismo año la devoción se afirmó un tanto más de virtud de un rescripto autógrafo de Pío IX por el que otorgaba 100 días de indulgencia a la invocación "Ntra. Sra, del Sgdo. Corazón, rogad por nosotros". Era un paso importante.
PREPARANDO UN GRAN TRIUNFO
Había que hacer un viaje a Roma. Se planeó para 1868, pero causas que se ignoran lo fueron retrasando.
Entretanto se organizó una suscripción entre los asociados para obsequiar a Pío IX en sus bodas de oro sacerdotales. En producto había de ser entregado personalmente por el P. Chevalier. Determináronse también a ofrecerle en homenaje una estatua de bronce en miniatura, copia exacta de la que se estaba haciendo en París.
Por fin, en los Anales de Febrero de 1869, el P. Chevalier anunciaba a los asociados que, obviadas casi totalmente todas las dificultades, está en vísperas de emprender el viaje, y que tanto las coronas como la estatua de bronce están recibiendo los últimos retoques.
En efecto, a mediados de Febrero el P. Chevalier está ya en Roma. Lleva entre manos una serie de asuntos. Todos de extraordinaria importancia para la Congregación y sus obras. Entre ellos, las Constituciones, para las que busca la aprobación pontificia.
Pero ¿ logrará la audiencia ? Esto demostraría una gran personalidad y valer en nuestro fundador.
Por esta época Pío IX se dedicaba intensamente a la preparación del Concilio vaticano convocado por la bula "Eterni Patris" de 19 de junio de 1868 y que debía comenzar en diciembre de aquel mismo año. Por esto las audiencias eran rarísimas y difíciles de obtener.
Y a las puertas del Vaticano llamó un hombre sencillo, pero tremendamente audaz. Confiaba en la protección de Ntra. Sra. Iba rumiando sus pensamientos... recordaba que en su primera visita Pío IX había aceptado el título del fundador y Superior efectivo de la naciente Congregación. Esta y otras circunstancias le animaban.
Y en efecto, el 14 de febrero el P. Chevalier se encontraba a los pies de Pío IX. Este le acogió con su habitual bondad. Escuchó la emocionada relación de los proyectos del Padre y del prodigioso desarrollo de la devoción.
Bendijo las dos coronas, después de haber elogiado su riqueza y belleza. Después el P. Chevalier le ofreció la estatua y el donativo recogido entre los asociados.
Dejémosle hablar a él mismo: "Es Nuestra Sra. del Sgdo. Corazón quien ha logrado estas limosnas. Ella también fue la encargada de ofrecerlas. Había en el pedestal de la estatua un cajoncito hábilmente dispuesto. Un resorte permitía abrirlo y cerrarlo automáticamente. En él se habían colocado cinco mil francos oro, y a un ligerísimo contacto las monedas aparecieron ante la mirada del soberano Pontífice".
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- ¡Oh!, exclamaba Pío IX, ¡qué buena es Ntra. Sra. del Sgdo. Corazón.!
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- Padre Santo, esperamos que lo será siempre-dijo el P. Chevalier
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- ¿Dónde está esa Virgen milagrosa?-
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- En Issoudun, en el mismo Corazón de Francia-
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- ¡Feliz ciudad! Yo la bendigo, así como a vuestros hermanos y a vuestros asociados.
Y Pío IX, tomando una pluma que se conserva religiosamente y una cédula que le ofreció el P. Chevalier, escribió debajo de la imagen: "Pius IX desiderat diligere B. M. V.". Desde aquel momento Pío IX formó parte de la Archicofradía.
Viendo que la cosa iba bien, el P. Chevalier creyó llegado el momento de iniciar las peticiones. Aquel Papa, que venia negando audiencias a altos dignatarios eclesiásticos y civiles, parece no tener prisa en la entrevista con el P. Chevalier. Presenta esta su letanía de súplicas. Pío IX dice que sí a todo. Además de las grandes gracias relativas a la Congregación logra un decreto del Pontífice para que en su nombre sea coronada la estatua de Issoudun. Además consigue que eleve la asociación al rango de Archicofradía diocesana.
Y así finalizó aquella entrevista.
Volando, con el alma henchida de emoción, regresa el P. Chevalier a Francia. Fija con el Arzobispo la fecha de la coronación para el 8 de septiembre.
Restan pocos meses para el fausto acontecimiento. Se exigen preparativos enormes. Nuestro Héroe desarrolla una actividad increíble.
A los pocos días de su llegada, el Arzobispo recibe el decreto de Pío XI por el que le delega para coronar en su nombre a la Virgen de Issoudun. Tenía fecha 23 de febrero, y su contenido rebosaba amor y cariño hacia Nuestra Sra. Del Sgdo. Corazón. Poco más tarde un nuevo breve llega a sus manos. Por él se eleva oficialmente a la categoría de Archicofradia diocesana a la asociación.
¿Y el Santuario?. Poco más de un año llevó el ultimarlo. Fue abierto al culto el 10 de Abril de 1869, día en que Pío IX celebraba sus bodas de oro de sacerdocio. Pero, aunque acabado en sus líneas esenciales, no acontecía lo mismo en cuanto a los detalles. Iba retrasado en lo concerniente a la escultura y pintura. Con actividad febril se intensificó el trabajo. A fines de agosto la magnífica estatua de mármol blanco de Carrara, de 7 pies de altura, pudo ser ya colocada sobre el pedestal, detrás del altar mayor, ante la gran vidriera del ábside.
Todo estaba ya dispuesto para el gran día. Issoudun parecía despertar de un sueño. Aquel pueblo ordinario apático y frío, se había transformado. Dice un cronista: " Todos, pequeños y grandes, jóvenes y viejos, rivalizaban en actividad, abnegación, entusiasmo y gusto en el empavesado de calles y plazas, en el adorno de alas casas, en la instalación del alumbrado. Parecía increíble"
Es que Issoudun iba a vivir los días mas exultantes de su historia.
El arzobispo publicó en julio una pastoral sobre la coronación. Es considerada como uno de los mejores documentos doctrinales sobre el título. Ejerció gran influencia en clero y pueblo.
LA CORONACIÓN
Últimos días de agosto. Primeros de septiembre. Issoudun había cambiado de aspecto. Ornato alegre y recargado. Aquellos numerosos y artísticos arcos, aquellas banderas marianas flameando al viento, parecían convertirlo en un inmenso templo dispuesto para aclamar a la Reina de los Cielos. Jornada triunfal, cierto, la que se aproximaba.
A Issoudun llegan riadas de peregrinos. Franceses y extranjeros. También España tiene su nutrida representación.
Amanece al fin el 8 de septiembre. Día terso y limpio como el manto azul de la Inmaculada. Raro contraste con la semana acabada, lluviosa y triste.
Espectáculo inesperado. Ingente muchedumbre - 30.000 peregrinos -, 700 sacerdotes, 15 Arzobispos y Obispos, he aquí los protagonista de la escena. El P. Jouët es el alma de todo aquello. Sobre una gran plataforma levantada en la plaza pública, Mons. Lebreton, Obispo de Pui, celebra de pontifical.
Mons. Pie, Obispo de Poitiers, uno de los mejores oradores de Francia, ocupa la Sagrada Cátedra. Pronuncia una magistral pieza oratoria. Hay quien la califica como una de las mejores páginas de la producción literaria y doctrinal del sabio Cardenal.
Aquel recogimiento profundo de la multitud, aquella efervescencia que aparece en los himnos marianos que se suceden sin cesar, emocionan vivamente al celebrante, que al final de la Misa se siente impulsado ha hablar. Improvisa un discurso tan maravilloso sobre el poder de Ntra. Sra. del Sgdo. Corazón. que arranca lágrimas a casi todos los oyentes.
Llega el momento cumbre. Mons. de la Tour d��Auvergne coloca sobre las cabezas de la Madre y del hijo valiosas diademas de oro y pedrería.
El entusiasmo, desbordante. La multitud, como homenaje, agita banderas y pañuelos.
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Pero...
Día fausto, sí. Pero día de angustias para el Arzobispo y para el P. Chevalier. ¿Qué había pasado?.
Cuando todo estaba dispuesto para dar comienzo a los oficios, el Prelado recibe un correo de Roma. En una carta la santa Sede requiere la presencia inmediata del P. Chevalier en la Urbe. Se le llama para dar cuenta de sus actos. Se le pide se presente con toda clase de impresos y objetos en circulación sobre Ntra. Sra. del Sagrado. Corazón.
La carta fue entregada enseguida al P. Chevalier. Queda sumido en un abismo de amarguras. Está perplejo. ¿Habrá de suspenderse la fiesta?. Seria un gran escándalo. Consulta al Arzobispo. Este ante todo trata de tranquilizarle. Le responde que nada de suspenderla. El no ha recibido órdenes en este sentido. La fiesta seguirá, pues, su rumbo normal. Como si nada hubiera pasado.
El P. Piperon, que supo enseguida lo ocurrido, describe con gran realismo el hecho. El estado de ánimo del P. era en los primeros momentos impresionantes. Suerte que aquello resultó bien. Cuando todo se aclaró en Roma, la cosa vino a redundar aún más en gloria de Ntra. Sra. del Sgdo. Corazón. Algunos exaltados quisieron derrocar la devoción. Y se levantaron calumnias. Pero aclarada la cuestión y quitada la paja, quedaron los graneros mas repletos que antes...
La devoción a Ntra. Sra. del Sgdo. Corazón. .
Se extiende por toda Europa, los asociados rebasan los millones, América - Canadá sobre todo - es también foco importante de amor a Ella. En nuestras Misiones, en los cinco continentes, en todos los países del mundo es hoy conocida e invocada Ntra. Sra. Aún es de ayer lo de Méjico, donde con sus milagros se ha hecho nuestra Virgencita tan popular como la misma Virgen de Guadalupe. La imagen religiosa más alta del mundo, en Max Rivier, Francia, es la de Ntra. Sra. del Sgdo. Corazón.
En fin, se dice que para el mundo ya no hay esperanza. Pero el remedio de la devoción a María promete ser eficaz. Precisamente Ntra. Sra. del Sgdo. Corazón es la esperanza de los desesperados.
(Creaciones de los M.S.C. y sus campos de apostolado en general)
Oración a nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús, abogada de las causas desesperadas