Cuarta Semana: Consagración de nuestros Actos
Día 23: Consagración de nuestros fracasos
33 Pasos con María a Jesús para preparar la entrega de nuestra vida a Cristo por manos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Oración: "Habla, Espíritu Santo, haz brotar una fuente en mi corazón cuya agua clara y saludable salva al pecador más empedernido, cura al enfermo incurable, y abre sus ojos, que perdona al más culpable y brota luego de nuevo hacia el cielo" (San Louis María).
Lectura bíblica: "Ya no habrá más maldición. El trono de Dios y del Cordero estará allí, y sus siervos Le servirán. Ellos verán su rostro y su nombre estará en sus frentes. Y ya no habrá más noche, y no tendrán necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y reinarán por los siglos de los siglos (Apc 22.3 -5).
Pensamiento de un Santo: "Cristo quiso estar en este mundo como despreciado, como necesitado de ayuda y cómo pobre para que aquellos que aquí en la tierra viven en pobreza extrema se enriquezcan en él por medio de la posesión del reino de Dios" (Santa Clara de Asís).
Meditación: Por medio del profeta Isaías Dios nos dice que sus pensamientos están muy por encima de nuestros pensamientos y sus caminos muy por encima de los nuestros (cf. Is 55.8). En esta palabra está encerrado todo el misterio de nuestra vida con Dios. Cuando comprendemos que Dios a veces por caminos desconocidos guía nuestra vida, entonces comprenderemos que hasta nuestros fracasos pueden acarrear grandes bendiciones. En medio de nuestras derrotas y fracasos somos glorificados y santificados. Por eso no existen derrotas para los discípulos de Jesús. Igual que la "derrota" de Jesús en la Cruz fue solamente una derrota aparente. Ningún hombre pudo imaginarse la manera y el modo por cuyo medio Dios quiso salvar el mundo. La manera y el modo como Dios nos guía hacia la santidad puede asustarnos. Simplemente demos gracias a Dios, nuestro Padre, por todo en el nombre de nuestro Señor Jesucristo en todo momento (Ef 5, 20). Realmente el misterio de la fe es enorme: si no, ¿cómo explicar que se desarrolla la santidad en medio de nuestra máxima infidelidad y justo allí donde más nos hemos alejado de Dios? Estamos ante un misterio real. Delante de Dios siempre de nuevo tomamos buenos propósitos, sin embargo, la vida concreta nos confronta con la realidad. ¡Qué contraste entre la realidad y nuestros buenos propósitos! Muchas veces estás desilusionado porque tus buenos propósitos explotan como un globo. A veces sucede que aquellas personas que para ti son ejemplo de santidad, se desvían del camino recto y entonces quizás dudas de lo auténtico de tu fe. Hasta te sientes tentado de ya no creer en nada. Hasta en ese momento debes agradecer a Dios porque Él está ahí y trabaja contigo para tu santidad. Él quiere guiarte a una santidad que tú no puedes fabricar sino que es
su regalo para ti. Sin Él no puedes hacer nada. En medio de tus heridas encuentras su salvación para ti.
Pensamientos del Papa Juan Pablo II: No existe un atajo que te lleva a la felicidad y a la luz. Esto lo demuestra el tormento de todos aquellos que a través de la historia de la humanidad siempre han cargado con esa búsqueda tan difícil del sentido de la vida, una búsqueda de las respuestas a las preguntas más fundamentales que están inscritas en el corazón de todo ser humano. Ustedes saben que estas preguntas no son otra cosa que la expresión de un anhelo de lo infinito, que Dios mismo ha colocado en nuestro ser más profundo. Por tanto, ustedes tienen que emprender el camino de su conversión con un sentido insoslayable de responsabilidad y de disposición al sacrificio, con una conciencia de sus obligaciones, de su trabajo, de su servicio espontáneo, del diálogo, del respeto a los demás sin retroceder jamás ante el fracaso. Deben saber al mismo tiempo que su fuerza está en Dios que dirige sus pasos con amor y que está dispuesto a recibirlos así como ha recibido al hijo pródigo (Lc 15.11 -24). En eso debe reconocernos el mundo: debemos transmitir a nuestros contemporáneos el testimonio de una esperanza cumplida, la esperanza de Jesús, que murió por nosotros y ha resucitado (Mensaje para la Jornada Mundial de Juventud, 26. 11. 1995).
Profundizando: Puedes pensar en tu fracaso más grande e intentar a descubrir cómo Dios puede lograr algo positivo. (Quizás por ello eres más humilde y has sido preservado de una tontería mayor). Luego agradece a Dios el milagro que existes (Sal 139.14).
Un misterio del Santo Rosario en las intenciones de la madre de Dios
Oración consagratoria: Señor, tu quieres ser glorificado en nuestra debilidad. Tú has elegido a los más pobres y nos los has propuesto como ejemplo para entrar en el reino de Dios. Por medio de las manos de María te entrego mis defectos y mi pobreza. Y con este paso quisiera entregarte lleno de gratitud todos mis fracasos en las relaciones, en la escuela, en la profesión, todos esos momentos cuando me he sentido débil, abusado o avergonzado. Haz que se cumpla en este momento tu palabra: "Y sabemos que para los que aman a Dios todo le servirá para bien" (Rm 8, 28). Levántame y regálame la certeza que soy tu hijo muy amado.
Nuestra Señora del Sagrado Corazón, ruega por nosotros.
CUARTA SEMANA - CONSAGRACIÓN DE NUESTRAS ACCIONES
Día 22: Consagración de mis relaciones y de mis soledades.
Día 23: Consagración de los fracasos
Día 24: Consagración de nuestro futuro
Día 25: Consagración de las personas que nos han herido
Día 26: Consagración de las personas que tienen autoridad para conmigo
Día 27: Consagración de las decisiones/obligaciones
Día 28: Consagración de nuestra libertad en relación con Dios