Tercera semana-Consagración de nuestra realidad espiritual (de nuestro espíritu)
Día 17: Consagración para vivir la esperanza en la vida de todos los días
33 Pasos con María a Jesús para preparar la entrega de nuestra vida a Cristo por manos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Profesión de fe:
Oración: "Espíritu Santo, Espíritu de la luz, Espíritu del amor, Espíritu Santo, entra en nuestros corazones; tú nos guías y nos iluminas; entra en nuestros corazones. Espíritu Santo, ven a nuestros corazones, ven a nuestros corazones" (Esprit de Lumiére, Jeunesse Lumiére).
Lectura bíblica: " Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado todavía lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en él se purifica, porque él es puro" (1 Jn 3, 2 -3).
Pensamiento de un Santo: La misericordia de Dios es infinitamente más grande que los pecados que todas las criaturas juntas pueden cometer (Santa Catalina de Siena).
Meditación: En el bautismo se nos ha regalado la esperanza. A su luz descubrimos la profundidad de la misericordia de Dios. Sin embargo, esta llama interior debe ser alimentada especialmente por medio de los sacramentos de la reconciliación y de la eucaristía. El comprometernos con el pecado nos conducen cada vez más y más hacia la tiniebla, especialmente cuando nos decidimos conscientemente a continuar en el mal camino. Entonces perdemos la paz y crecen las dudas. Ya no podemos alegrarnos del amor de Dios y nos ponemos a pensar que Dios nos ha abandonado.
Con todo, siempre podemos crecer en la esperanza no importa qué mal estemos. En primer lugar recibiendo los sacramentos y luego también por medio de una decisión de cada día. Toda decisión buena y toda acción buena son una ayuda para construir el mundo. El comenzar a tener esperanza de nuevo en medio de toda nuestra desesperanza esto nos capacita a devolver al mundo la esperanza. Y entonces nos convertimos en personas que dan testimonio de Dios puede transformar el mal en bien, que Él es el vencedor.
No hay que recorrer el camino de nuestra vida como desilusionados porque "la esperanza no defrauda" (Rm 5, 5), y Dios no defrauda nunca a nadie que espera en Él.
Pensamientos de Juan Pablo II: Cuando la luz disminuye o desaparece totalmente, ya no se puede reconocer la realidad que nos rodea. En lo más profundo de la noche uno puede sentirse inseguro y angustiado y espera con impaciencia la luz de la aurora. Queridos jóvenes, ustedes deben ser los centinelas del mañana (cf. Is 21.11-12), que anuncian la aurora del sol, al Cristo resucitado.
La luz de la cual nos habla Jesús en el Evangelio, es la luz de la fe, un don gratuito de Dios, que alumbra nuestro corazón e ilumina nuestra inteligencia: " Pues el mismo Dios que dijo: Del seno de las tinieblas brille la luz, la ha hecho brillar en nuestros corazones, para iluminarnos con el conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz de Cristo" (2 Cr 4, 6). Esta es la razón del por qué las palabras de Jesús asumen un significado extraordinario cuando habla de su identidad y de su misión: "Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida " cf. Jn 8, 12 (Mensaje XVII Jornada Mundial de la Juventud, Toronto, 2002).
Profundizando: En la Santa Misa presenta a Dios como ofrenda tu situación sin esperanza. Así Cristo puede poner en ella su esperanza y su luz. Confiesa ante Él tu falta de esperanza para que seas renovado por medio de la misericordia de Dios y puedas recomenzar nuevamente.
Misterio del Rosario en las intenciones de la madre de Dios
Oración consagratoria: María, madre de la esperanza, tú te has mantenido firme en los días de la prueba de la fe. Tú has confiado firmemente que las promesas de Dios se cumplirían a su tiempo.
El día de su pasión Jesús te ha dicho: "Mujer, he ahí tu hijo". Desde aquel momento toda persona puede buscar refugio en ti como tu hijo, tu hija, en tu fe y en tu esperanza. Me consagro a ti, madre de la Iglesia con todo el amor del que soy capaz. Ayúdame que toda palabra que sale de la boca de Dios y los sacramentos de la Iglesia fortalezcan mi fe y mi esperanza. De esta manera mi vida dará fruto en la esperanza que Dios regala.
Nuestra Señora del Sagrado Corazón, ruega por nosotros.
TERCERA SEMANA - CONSAGRACIÓN DE NUESTRO SER ESPIRITUAL (ESPÍRITU)
Día 15: Consagración a la verdad
Día 16: Consagración de los sufrimientos
Día 17: Consagración para una esperanza en la vida de todos los días
Día 18: Consagración por ser hijos de Dios
Día 19: Consagración para la felicidad, la alegría y una vida plena
Día 20: Consagración de los dones del Espíritu y los carismas
Día 21: Consagración de nuestra vida de oración