Tercera semana-Consagración de nuestra realidad espiritual (de nuestro espíritu)
Día 16: Consagración de los sufrimientos
33 Pasos con María a Jesús para preparar la entrega de nuestra vida a Cristo por manos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Profesión de fe
Oración: "Tú eres nuestro Consolador, don de Dios Altísimo, fuente viva, fuego, amor y espiritual unción" (Himno 'Ven Creador Espíritu').
Lectura bíblica: " Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros. Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. La creación, en efecto, fue sometida a la caducidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la esclavitud de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. (Rm 8, 18 -21).
Pensamiento de un Santo: "María, madre mía, toma mi corazón y jamás te alejes de mi porque contemplarte a ti me da la fuerza que conduce a la victoria. O madre mía, tú eres mi defensa, el remedio de mis heridas, la enfermera cuyas manos siempre están dispuestas a vendar las heridas de mi corazón y secar mis lágrimas. O María, no puedo hacer nada que mantener fijos mis ojos en ti y encomendarme a tu protección" (Marcel Van).
Meditación: " Él ha sido herido (traspasado) por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. Él soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados. -"(Is 53.5). Esta palabra del profeta es muy clara. Experimentamos la sanación por las llagas de Cristo y no por el ocultismo ni por el espiritismo y ni por las prácticas de nueva era, del vudú, ni con la ayuda de drogas y alcohol, ni por curanderos ni por los satanismos. Somos curados por sus llagas. Jesús nos ha traído la paz por medio de su sangre que ha derramado en la cruz por nosotros (cf. Col 1, 20).
Realmente Dios puede hacer que todo se convierta en bien. La Cruz que era la blasfemia más grande se ha convertido en fuente de nuestra salvación, en fuente de tu salvación. Por ti Cristo ha muerto en la cruz para que seas curado del sinsentido de tus sufrimientos. Confía en Dios y Él vendrá en tu ayuda; sigue su camino y espera en en Él. No estás sólo en tu sufrimiento.
Pensamientos de Juan Pablo II: Jesús proclama: Bienaventurados los que lloran, es decir, los que sufren experimentando un dolor físico o moral; porque serán consolados (Mt 5, 5). De alguna manera el sufrimiento es el destino de la persona humana que nace en el dolor, vive su vida en medio de preocupaciones y llega a su meta, la eternidad, por medio de la muerte que es una gran purificación a través de la cual tenemos que pasar todos. Por eso es tan importante descubrir el sentido cristiano del sufrimiento. Contemplando "todas las cruces de los hombres de hoy"(Nr. 31), he reafirmado que "se esconde en el sufrimiento una fuerza especial que acerca al hombre interiormente a Cristo"(Nr. 26). Esto es el consuelo para los que lloran. Los jóvenes que hacen acopio de su generosidad, nunca deben tener miedo ante el sufrimiento y esto a la luz de las bienaventuranzas. Siempre han de estar cercanos a aquellos que sufren y deben aprender, en medio de sus ansiedades propias y ajenas, a descubrir el valor redentor del dolor, la fuerza que viene del Evangelio para todos los sufrimientos (Juan Pablo II, Perú 1985, vea la encíclica 'Salvifici doloris').
Profundización: Pregúntate a ti mismo: "¿Cómo reacciono ante mi sufrimiento? ¿Me quejo continuamente y por eso he perdido la alegría de vivir?" Intenta descubrir cómo por medio de tu sufrimiento puedes crecer y madurar. Intenta de ver lo positivo que puede surgir de ello, y el bien que Dios puede sacar de ahí. En los momentos cuando el dolor es demasiado fuerte piensa en estas posibilidades. Da un paso hacia Dios lleno de confianza y dile: "yo creo en tu poder que puedes llevar hacia el bien también este sufrimiento".
Misterio del Santo Rosario en las intenciones de la Madre de Dios.
Oración consagratoria: María, madre dolorosa, tú has acompañado a Jesús en su pasión que Él ha asumido por amor nuestro. Así te convertiste en consoladora de los tristes y en madre de misericordia. Hoy me acerco a ti, madre mía, para entregarte todos mis sufrimientos, especialmente aquellos que no comprendo y aquellos que puedo sobrellevar solamente con dificultad. Madre del consolador, te consagro todos estos sufrimientos. Como madre consuelas a tus hijos y por medio tuyo puedo recibir también en medio de mi sufrimiento el Espíritu de consuelo y de la paz. Enséñame a consolar a aquellos que están sufriendo y ayúdame a transformar todo sufrimiento en un sacrificio ofreciéndoselo a Jesús por la salvación del mundo.
Nuestra Señora del Sagrado Corazón, ruega por nosotros.
TERCERA SEMANA - CONSAGRACIÓN DE NUESTRO SER ESPIRITUAL (ESPÍRITU)
Día 15: Consagración a la verdad
Día 16: Consagración de los sufrimientos
Día 17: Consagración para una esperanza en la vida de todos los días
Día 18: Consagración por ser hijos de Dios
Día 19: Consagración para la felicidad, la alegría y una vida plena
Día 20: Consagración de los dones del Espíritu y los carismas
Día 21: Consagración de nuestra vida de oración