PRIMERA SEMANA: CONSAGRACIÓN DE NUESTRA EXISTENCIA EXTERIOR (CUERPO)
2. Día: Consagración de los designios que Dios tiene para mi vida
33 Pasos con María a Jesús para preparar la entrega de nuestra vida a Cristo por manos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús
En el nombre del Padre y del Hijo y del Santo Espíritu. Amén
Oración: Ven, Santo Espíritu, ven, fuego de amor. Ven, padre de los pobres, que sufre es por mis heridas. Señor, tú me has elegido desde mi tierna infancia y me puedo considerar como obra de tu amor (Santa Teresita)
Profesión de fe:
Lectura bíblica: " … para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual somos nosotros" (1 Corintios 8, 6).
Pensamiento de un Santo: "Te doy gracias por todos tus dones. Por favor, presérvalos ya que tú me los has dado y de esta manera me salvaguardas a mi mismo. Todos los bienes que has puesto dentro de mi deben crecer y desarrollarse más y más y yo quisiera vivir confiando en ti ya que he recibido de ti mi existencia y mi vida" (San Agustín).
"En nosotros, la sangre brota del corazón a través de una arteria poderosa y se reparte por todo nuestro cuerpo; y no nos percatamos de esa admirable circulación. Mas, si de pronto, haciéndose trasparente nuestra carne, se nos desvelaran esos misterios ¿se daría algún cambio en la circulación misma? En modo alguno. La sangre siempre procedería del corazón y, siempre por la misma arteria principal, tendría lugar, al salir del Corazón, su lanzamiento y distribución por las arterias secundarias. La sangre es la imagen de la vida divina" (P. Julio Chevalier msc)
Meditación: "El Señor desde el seno materno me llamó; desde las entrañas de mi madre recordó mi nombre" (Isaías 49.1). La Biblia dice también: " Porque tú mis entrañas has formado, me has tejido en el vientre de mi madre; yo te doy gracias por tantas maravillas: prodigio soy, prodigiosas son tus obras" (Salmo 139.13 -14) y "Sí, tú del vientre me sacaste, me diste confianza a los pechos de mi madre; a ti fui entregado cuando salí del seno, desde el vientre de mi madre eres tú mi Dios" (Salmo 21, 9.- 10).
Sí, es cierto: es que Dios nos ha querido y nos ha dado la vida. Nos ha formado según su imagen y semejanza. Nos ha dado dones extraordinarios, también la realidad que nosotros somos "seres para el amor", creados para amar. Ha pronunciado sobre nosotros palabras de bendición y sigue pronunciándolas como promesas de felicidad.
Desde toda la eternidad es su deseo que aprendamos a convertirnos en lo que somos realmente: hijos del Padre, que son libres, que viven en su amor, en la seguridad de su presencia permanente con nosotros. No importa cómo ha sido nuestro pasado. Esta consagración quiere ayudarnos a que comencemos una nueva vida en el amor, una vida en plenitud. "Dios nuestro Padre, permítenos de creer firmemente en tus promesas que se han cumplido a través de la venida de Jesucristo quien en nuestras alegrías y penas nos regala el sentido de nuestra vida".
Pensamientos de Juan Pablo II: "Solos no podemos, no somos capaces de comprender para qué hemos sido creados. Se trata de una revelación (confirmación, seguridad, promesa) que se encuentra dentro de nosotros y, al esforzarnos para que se cumpla, descubrimos nuestra incapacidad. Sin embargo, el Hijo de Dios que ha venido a habitar con los hombres, ha subrayado esto: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Juan 14, 6). Según la explicación llena de significados San Agustín subraya la intención de Cristo de "crear un lugar donde es posible para todo hombre encontrar la vida verdadera".
Este "lugar" es su cuerpo y su espíritu donde la realidad humana integra es rescatada, perdonada, renovada y divinizada. Realmente la vida de cada uno era pensada y querida desde antes de la creación del mundo y podemos realmente repetir con el salmista: "Señor, tú me escrutas y me conoces… Tú has creado mis entrañas, me has tejido portentosamente en el seno de mi madre" (cf. Salmo 139). Esta vida que estaba en Dios desde los comienzos (Juan 1, 4), es una vida que se da, que nadie reserva para sí mismo y la que se comparte libremente sin guardarla. Es la Luz, "la luz verdadera que ilumina a todos los hombres" (Juan 1, 9). Él es Dios que ha vivido entre nosotros (Juan 1, 14) para mostrarnos el camino de la inmortalidad que es propio de los hijos de Dios y para hacer que esta vía sea transitable (Mensaje para la 8. Jornada Mundial de Juventud 15. 08. 1992)
Profundizando: ¿Cuáles son las áreas de tu vida que todavía no puedes aceptar como un regalo para ti? ¿Eventualmente existen aspectos en tu vida que están muertos? Puedes presentarlos en oración ante Jesús y pedirle que lleve estos aspectos hacia la resurrección y a una nueva vida.
Misterio del Santo Rosario en las intenciones de la Madre de Dios
Oración consagratoria: Virgen María, tú siempre tenías plena confianza en el amor de Dios y has dicho tu "sí" pleno ante el plan divino para tu vida. Junto contigo quiero aprender a creer en ese maravilloso destino que Dios ha pensado para mi vida. Es verdad, no comprendo completamente cuán precioso y cuán importante soy para Él. A ti, Virgen María, quiero consagrar todos los desánimos de mi vida para que puedas ayudarme a caminar hacia una confianza total en este plan amoroso de Dios para mí y para que, día a día, pueda descubrir este plan, aceptarlo y corresponder plena y totalmente con tu ayuda. Amen.
Nuestra Señora del Sagrado Corazón, ruega por nosotros.
33 pasos con María a Jesús
PRIMERA SEMANA - CONSAGRACIÓN DE NUESTRA EXISTENCIA EXTERIOR (CUERPO)
1. Día: Consagración de nuestras raíces y de nuestro linaje
2. Día: Consagración de los designios que Dios tiene para mi vida
3. Día: Consagración de mi cuerpo
4. Día: Consagración de mi identidad sexual
5. Día: Consagración de los sentidos
6. Día: Consagración de mis limitaciones
7. Día: Consagración de mi cuerpo como templo de Dios