Natividad del Señor - Iglesia del Hogar: Preparemos en Familia como Iglesia doméstica la Acogida de la Palabra de Dios durante la eucaristía festiva
Misa de Gallo - Misa de la Aurora - Misa del Día
Recursos adicionales para la preparación
Falta un dedo: Celebrarla
1. Introducción a la Palabra de Dios
1. 1. 1 Primera lectura Is 9, 2-7
Los sufrimientos del pueblo de Israel en el exilio son imagen de una miseria más honda: son imagen de la lejanía de Dios. Si esta lectura no nos llena de alegría y esperanza, estamos mal. La razón es muy sencilla. No hay conciencia de que somos pecadores. El que no se sabe pecador piensa que no necesita a alguien que lo salve. En cambio, el que ha sufrido bajo la carga de sus culpas se puede comenzar a respirar aliviado. Éste niño te dará la paz.
1. 1. 2 Segunda lectura Tito 2, 11-14
Hay gente perversa que no tiene reparos de herir y hacer daño ante los ojos perturbados de un niño. Necesitamos, en verdad, revertir nuestra manera de ser para alcanzar nuevamente el original propuesto por Dios. Hemos pervertido el proyecto de Dios en nuestra vida. Nos damos cuenta que no somos felices. No temas, ¡Jesucristo lo hace todo nuevo!
¡Qué manera de actuar la de Dios! Comienza a instaurar su reino definitivo de la manera asombrosa como sólo él puede pensarlo. ¡Miren al nuevo rey! Sus insignias: pañales, paja, pesebre, establo, pequeñez, pobreza. Y los primeros que se llegan a él también son los que no tienen nada. Vamos a mirar bien a este nuevo rey, el ambiente y las personas que lo rodean. Vamos a mirar luego nuestra Navidad. Todo se compagina o ¿tendremos que cambiar algo? De repente nuestra Navidad no tiene nada que ver con él ¡¿?!
1. 2. 1 Primera lectura Is 62, 11-12
¿Recuerda cuando despertó de una pesadilla y se daba cuenta que la angustia no era real? ¿Que no había por qué tener miedo? Si cree en la Palabra de Dios, crea también en sus promesas. El Salvador no viene sólo así en general. Jesús es su Salvador muy personal. ¡Mira tú Salvador llega!
1. 2. 2 Segunda lectura Tito 3, 4-7
La Navidad aconteció hace tiempo en nosotros mismos porque hemos nacido de nuevo por medio del bautismo y hemos recibido el Espíritu Santo. Quisiera yo sentir en cada momento que Dios me ama en aquel entonces cuando su hijo nació según la carne. Y hoy cuando este nacimiento es eficaz como sucediera por primera vez en este día de hoy sólo para mí, hay quienes saltaban de gozo por ello. Tú, por lo menos, puedes perdonar y abrazar al que te ofendió. ¿O no quiere celebrar Navidad?
El burgués, por definición, va sobre lo seguro. No se arriesga fácilmente porque tiene “mucho” que perder. Esto, poco a poco, produce en él una actitud psicológica de instalación, es decir, no le gusta cambiar nada, no le gusta moverse de su sitial. El pobre, en cambio, no tiene nada que perder. Es más, vive de esperanza. No queremos canonizar a ninguno de los dos, sin embargo, es un hecho que el pobre está más abierto al mensaje de Dios. No es de sorprenderse que Dios se incline más por el pobre porque el otro ya tiene su seguridad. No tiene necesidad de Dios, mucho menos de un niño. Mire: son los pobres que llegan primero al pesebre. Más tarde llegan los magos que ofrecieron oro incienso y mirra. A pesar de todo me atrevo a llamarles pobres porque no se quedaron donde estaban. Pusieron su esperanza en el rey de los judíos que acaba de nacer, en un niño. ¿El mensaje de los ángeles nos mueve a movernos?
1. 3. 1 Primera lectura Is 52, 1-10
Estas dos cosas no van juntas: niñez y poder. Niñez es expresión de debilidad, parangón de anonadamiento. No aparece el poder. Sin embargo, Navidad es el comienzo de la manifestación del poder de Dios que asume la forma de un niño. Es el poder del amor, el poder de querer convencer en libertad, el poder del perdón. Este poder nos invita a cantar a coro, cantarlo por los aires. Es que el poder de un niño nos ha tocado, ha embelesado nuestro corazón. ¿No se ha dado por vencido aún? ¿Quién tiene miedo de un niño? ¡No sea cobarde!
1. 3. 2 Segunda lectura Hebr 1, 1-6
¡Qué suerte la nuestra! Siglos y siglos las generaciones tenían que contentarse con la palabra de los profetas. Nosotros somos de la etapa final, cuando el mismo Hijo de Dios nos habla. Lea como es descrito en este pasaje. Todo esto se esconde bajo la forma indefensa de un niño. Sólo el amor puede intentar estas cosas.
1. 3. 3 Evangelio Jn 1, 1-18 (abreviado Jn 1, 1-5. 9-14)
Una película con sonido estéreo nos presentaría este Evangelio lanzándonos hacia la inmensidad del espacio y de las estrellas para luego terminar en el pesebre y en la Cruz. ¿Cómo es posible eso? Aquellos que debían recibir al Hijo de Dios estaban ocupados en otras cosas. Prefirieron las tinieblas de su vida estrecha en lugar de acoger la luz que libera a los hijos de Dios. Nadie lo creería, a no ser que lo hayamos experimentado en carne propia. Hemos amado más la oscuridad de nuestros deseos inconfesables que la luz de nuestra salvación. Dejemos de lado el espacio y las estrellas, se trata de nuestra salvación.
¿Reflexionar en Navidad sobre la pobreza? ¿No es un desatino? Sin embargo, todo el relato de San Lucas respira esta dimensión: los padres de Jesús por nacer no encuentran posada; Jesús nace en un establo, los pobres son los primeros que se llegan a él. No vamos a hacer demagogia presionándole a usted. Vamos a resumir lo que han dicho los obispos de Latinoamérica en Puebla. Ellos son los voceros autorizados y la Iglesia, del Evangelio de Cristo.
“La pobreza material extrema es un sello que marca a las inmensas mayorías de América Latina. Es una realidad escandalosa que debe ser condenada como antievangélica. Debe ser desarraigada. Por eso es necesario conocer y denunciar los mecanismos generadores. Es producto de situaciones y estructuras económicas, sociales y políticas. Para el cristiano el término pobreza no es solamente expresión de privación y marginación - que sería una situación antievangélica . Designa un modelo de vida: es la pobreza evangélica o cristiana. Se trata de una actitud de apertura confiada en Dios con una vida sencilla, sobria y austera. Esta pobreza evangélica no se vive por imposición sino por amor. El compartir de los bienes es, por lo tanto, resultado del amor, no de violencias o rupturas”.
Saboreen estas frases y luego fíjense un poco en su
estilo de vida o en su manera de celebrar Navidad. Con valiente alegría
eliminemos todo lo que no se conforma con el espíritu de Navidad.
2. 2 Reflexionemos con los hijos
El día de del gran sábado (llamado así aquel sábado que viene antes de la Pascua), el rabí de Roscovitz volvió cansado de la sinagoga. “¿Por qué estás tan cansado?”, le preguntó su mujer. “Es que el sermón era muy difícil hoy. Tenía que hablar de los pobres y de sus necesidades en esta fiesta y como todo había subido de precio”. “¿Y qué has logrado con tu sermón?” “He asegurado la mitad de lo necesario. Los pobres están dispuestos a aceptar lo necesario. Ahora no sé cómo anda la otra mitad, los ricos. No sé si están dispuestos a dar lo necesario”.
Navidad es fiesta del amor. Vamos a celebrarla así en familia. Pero no podemos ni debemos olvidarnos de los que no la pueden celebrar como nosotros. ¿Qué podemos hacer?
La encarnación es renovada cada vez que celebramos la Santa Misa. Si Cristo no se hubiera hecho hombre, no podríamos reunirnos para celebrar la eucaristía donde el cuerpo y la sangre del Señor en el banquete eucarístico nos hacen más hermanos con todos los hombres.
4. 1 Es difícil salirse de la rutina de siempre. Sin embargo, sugerimos reflexionar si nuestras venerables costumbres de celebrar Navidad en familia no pueden ser enriquecidas. Podrían, por ejemplo, visitar en Navidad a una persona que no recibe visitas. Este tipo de gestos ayudará a todos los miembros de la familia a compenetrarse del espíritu auténtico de Navidad
4. 2 Algunas familias tienen la costumbre - muy difundida en la antigua Rusia - de poner una silla y un cubierto extra. Es el sitio de Jesús o de un pobre que ocupa su lugar.
4. 3 En cuanto posible, habría que fomentar en la familia un estilo de los regalos personales. Manifiestan mucho más el amor y el cariño los regalos hechos a mano. Las cosas necesarias pueden comprarse en otro momento del año.
4.4
10 regalos geniales para Navidad (que nunca te ocurrirían)
15 sencillos actos de caridad que olvidamos con frecuencia
25 pequeños gestos de amor que puedes hacer para que tu entorno
5. 1 Vaticano II
Cristo Jesús fue enviado al mundo como verdadero mediador entre Dios y los hombres. Por ser Dios, habita en él corporalmente toda la plenitud de la divinidad (Col 2, 9) según su naturaleza humana, nuevo Adán, es constituido cabeza de la humanidad regenerada, lleno de gracia y de verdad (Jn 1, 14). Así, pues, el Hijo de Dios marchó por los caminos de la verdadera encarnación para hacer a los hombres partícipes de la naturaleza divina; siendo rico, se hizo pobre por nosotros, para que con su pobreza nosotros nos enriqueciéramos. El Hijo del hombre no vino a ser servido sino a servir y dar su vida en redención de muchos, es decir, de todos. Los Santos Padres proclaman constantemente que no está sanado lo que no ha sido asumido por Cristo. Más el asumió la entera naturaleza humana cual se encuentra en nosotros, miserables y pobres, pero sin el pecado. Pues de si mismo dijo Cristo a quien el Padre santificó y envió al mundo (Jn 10, 36): “El Espíritu del Señor esta sobre mi; por ello me ungió y me envió a evangelizar a los pobres, a sanar a los contritos de corazón, a predicar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la recuperación de la vista” (Lc 4, 18); y de nuevo: “El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido” (Lc 19, 10).
Mas lo que ha sido predicado una vez por el Señor, lo que en él se ha obrado para salvación del género humano, debe ser proclamado y difundido hasta los últimos confines de la tierra, comenzando por Jerusalén, de suerte que lo que una vez se obró por todos en orden a la salvación, alcance su efecto en todos en el curso de los tiempos (Vaticano II, Actividad misionera 3).
5. 2 Nos hablan los obispos peruanos
Dentro de una llamada universal a la pobreza, el Evangelio nos invita:
- una profunda conversión personal y comunitaria, en la cual nos reconocemos pobres ante el Señor y necesitados de su gracia y asumimos los valores de confianza en el Señor, disponibilidad y apertura a los demás que la Biblia nos enseña como “características del pobre” (cf. Medellín 14, 4);
- asumir voluntariamente una vida de austeridad que sea signo de nuestras solidaridad con los que sufren;
-
a un compromiso
consciente y eficaz orientado a la superación de todo aquello que en nuestra
sociedad rebaja al hombre, trabajando por la transformación radical de las
estructuras sociales (Documento sobre la Evangelización 3. 5. 4).
6. Leamos la Biblia con la Iglesia
29 de diciembre: 1 Jn 2, 3-11; Sal 95; Lc 2, 22-35
30 de diciembre: 1 Jn 2, 12-17; Sal 95; Lc 2, 36-40
31 de diciembre: 1 Jn 2, 18-21; Sal 95; Jn 1, 1-18
7. Oraciones para bendecir la mesa en tiempo de Navidad
7. 1 Antes de comer
Vino a su propio mundo pero los suyos no lo recibieron (Jn 1, 11)
Oremos: Señor, tú quisiste curar al mundo de sus enfermedades por la encarnación de tu Hijo. Hazte presente entre nosotros. Por el amor de tu Hijo santifica esta casa, bendice este tiempo de fiesta y esta comida. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. Amen
Después de comer
Te damos gracias, Señor, por la encarnación de tu Hijo. Haz que tu amor crezca entre nosotros que comemos de la misma mesa para que así si crezca tu reino. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. Amen
7. 2 Antes de comer
“No teman. Les anunció una buena noticia que será motivo de alegría para todos” (Lc 2, 10).
Oremos: Te damos gracias, Señor, por esta Buena Nueva que nos alegra de nuevo cada año. Que la encarnación de tu Hijo nos haga experimentar siempre la paz en esta familia que se reúne en torno a la mesa. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. Amén
Después de comer
Demos gracias al Señor porque es bueno y su misericordia dura para siempre. Que se alegren los cielos y la tierra porque se nos ha revelado la bondad y el amor en Cristo, nuestro Señor. Amén