SAN IGNACIO DE LOYOLA: PEREGRINO AD MAIOREM DEI GLORIAM
EMILIANO JIMENEZ HERNANDEZ
Por la fe Abraham peregrinó... Y Moisés
... se mantuvo firme como si viera al invisible.
Hebreos 11
Mirando el fin que todos pretendemos de la
gloria y alabanza de Dios nuestro Señor.
Proemio de las CONSTITUCIONES
Vea también: Ejercicios espirituales en la Tradición del Occidente
Texto autógrafo de los ejercicios
INDICE
PROLOGO
1. DE LOYOLA A LOYOLA: LOS COJOS CAMINAN
a) Nace en Loyola
b) Crece en Arévalo
c) Muere en Pamplona
d) Renace en Loyola
2. MONSERRAT: REVESTIRSE DE LA ARMADURA DE CRISTO
a) Vigilia ante nuestra Señora de Aránzazu
b) Camino de Monserrat
c) Noche en vela en Monserrat
d) Revestido de Cristo para resistir las asechanzas del Diablo
3. MANRESA: OJOS NUEVOS
a) Caminando a ciegas
b) "El hombre del saco"
c) La hora de la tentación
d) Ilustración del Cardoner
4. JERUSALEN: EN BUSCA DE LAS HUELLAS DE CRISTO
a) Camino de Jerusalén
b) Por Barcelona: con la esperanza puesta sólo en Dios
c) De Roma a Venecia: Solo y a pie
d) Entrada en Jerusalén sobre un asno
e) Contemplar las huellas de Cristo
f) Vuelta de Jerusalén: ¿Qué hacer?
5. BARCELONA: ESTUDIAR PARA AYUDAR A LAS ALMAS
a) Vino pensando ¿qué hacer?
b) De Venecia a Barcelona: Loco por Cristo
c) Las trampas del enemigo
d) El buen olor de Cristo
6. ALCALA: PRIMERAS PERSECUCIONES
a) Estudia y da los Ejercicios
b) Comienzan los procesos
c) En la prisión
d) Si os persiguen en una ciudad...
7. SALAMANCA: ALEGRAOS SI OS PERSIGUEN POR MI CAUSA
a) "Os entregarán a los tribunales"
b) La alegría de estar preso por Cristo
c) Dios habla con la persecución
8. PARIS: SENTIR CON LA IGLESIA
a) Estudiando con los niños
b) Seductor de estudiantes
c) Brasas de amor sobre el enemigo
d) Primeros compañeros
e) Anécdotas del nuevo Doctor en Teología
f) Los fundamentos de la Compañía
g) El voto de Montmartre
h) Sentir con la Iglesia
9. AZPEITIA: PROFETA EN SU TIERRA
a) Quien haya dejado casa, hermanos...
b) ¡Ya puede hablar libremente de Dios!
c) Peregrino por toda España
d) "Medio doctor" llega a Venecia
10. DE VENECIA A LA STORTA: DONDE TUERCE EL CAMINO
a) Comunicar lo que Dios le ha dado
b) La mejor escuela de los Maestros Parisienses
c) Somos la Compañía de Jesús
11. ROMA: BUENA JERUSALEN ES ITALIA
a) Los pobres sacerdotes peregrinos
b)
"La más difícil contradicción de su vida"
c) Bula de fundación de la Compañía
d) Elección del Superior de la Compañía
12. EL MUNDO: HASTA LOS CONFINES DE LA TIERRA
a) Cada hora preparados para partir
b) Todos los caminos nacen en Roma
c) Hecho todo a todos para ganar los más posibles
d) Nos pareció necesario abrir Colegios
e) Mantener la unidad en la dispersión
13. EL CIELO: META DE LA PEREGRINACION
a) Soy todo impedimento
b) Ley interior de la caridad
c) Lo que dé mayor placer a Dios
d) A Jerusalén con la cruz
e) Final de la peregrinación: cara a cara con Dios
CRONOLOGIA DE LA VIDA DE SAN IGNACIO
PROLOGO
Escribir o leer la vida de un santo es acompañarle en el camino por él
recorrido, aceptando la invitación secreta que nos hace a compartirlo. El,
del mismo barro que nosotros, nos muestra cómo Dios le ha moldeado,
venciendo sus resistencias, liberándole de sí mismo, para sacar de él su
verdadera imagen escondida. La biografía de un santo se hace así un canto a
Dios. Es dar gloria a Dios, artista perfecto, que nos muestra lo que desea
hacer con cada uno de nosotros. El santo es un testimonio del amor y
fidelidad de Dios. En él vemos que las promesas de Dios se han cumplido,
alentando nuestra esperanza de que se cumplirán en nosotros.
El largo camino, con sus vueltas y rodeos, es una luz para vencer el
desaliento de nuestro caminar por el valle oscuro de nuestra existencia. El
Guía conoce el camino y la meta. Dejándonos conducir por El vamos seguros,
aunque nos salgan al encuentro precipicios o montañas. La noche del dar
vueltas no se cerrará en círculo, sino que hallará salida hacia la luz del
día. El santo nos lo garantiza con su vida. Esto es lo que he buscado en
Ignacio de Loyola. Es lo que deseaba Jerónimo Nadal, cuando insistía con
Ignacio para que narrara su vida: que contase "el modo como Dios le había
dirigido desde el principio de su conversión". Así brotó la Autobiografía.
Es la historia de la acción de Dios con él. Ignacio es el Peregrino de las
sendas que Dios misteriosamente abre ante él. Con ojos iluminados, Ignacio
nos narra y muestra agradecido el rastro de Dios en los andares de su vida.
Es la experiencia espiritual de todo cristiano que sigue como discípulo a
Cristo. Conocer cómo ha dirigido el Señor a Ignacio es una ayuda para todos
los elegidos a la vida cristiana.
Ignacio ha escogido la palabra Peregrino para protagonizar su narración. Al
final de sus días es como se define a sí mismo. La vida es una
peregrinación. Con esta denominación Ignacio se ha enraizado en toda la
tradición bíblica y eclesial. "Se partió" es como un estribillo que aparece
en cada página de la Autobiografía, como aparece en la historia de la
salvación desde la llamada de Dios a Abraham a ponerse en camino hacia lo
desconocido, fiado sólo de la palabra de Quien le llama.
La vida de la fe es siempre peregrinación. "Por la fe Abraham peregrinó...".
Sus hijos en la fe confiesan, estimulándose a seguirle: "Un arameo errante
era mi padre". Peregrino por la tierra para encontrar al Dios del cielo. De
conversión en conversión ha ido madurando la fe de Ignacio. El suyo, como el
de todo cristiano, no ha sido un camino simple, sino variado y complejo
desde los primeros tanteos, con la pierna rota, de Loyola hasta la cima de
Roma, "siempre creciendo en devoción".
Dios está siempre en éxodo y a sus elegidos les arranca de toda instalación,
que siempre corrompe. El elegido de Dios es siempre peregrino por la tierra
hacia la patria eterna. Dios se presenta como roca, refugio, protección,
pero estas imágenes no hacen de El algo aprehensible, que el hombre pueda
ligar a un lugar. Dios es inasible como la "nube" que día y noche precede a
su pueblo en el camino. Por ello tampoco permite al creyente instalarse en
ninguna experiencia de fe, como si ya hubiera llegado al final. Toda la
vida, con la irrupción de Dios, queda abierta a la novedad de su acción
creadora y salvadora. Su Espíritu sopla siempre en libertad. "Como el viento
sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va;
así es todo el que nace del Espíritu" (Jn 3,8).
Así la aventura fascinante de la historia íntima de Ignacio va ligada a la
peregrinación permanente de su vida de ciudad en ciudad hasta asentarse en
Roma, para, desde ella, abrirse a la amplitud del mundo entero. Ignacio,
peregrino por las tierras del mundo, nos irá conduciendo por esa amplia
geografía, pero sólo para comunicarnos la actuación de Dios con él. Sin
rodeos ni frases rebuscadas, Ignacio nos marca el camino del "conocimiento
interno del Señor", invitándonos a seguir sus huellas en pos de Cristo. Por
El es peregrino hacia Dios. El sabe muy bien que "mientras habitamos en el
cuerpo, vivimos lejos del Señor, pues caminamos en la fe y no en la visión"
(2Cor 5,6-7). Al final de su vida podrá comunicarnos "la facilidad de hallar
a Dios siempre y a cualquier hora que lo deseaba".
La Autobiografía, relato hecho por el mismo Ignacio a Gonzálvez de Cámara en
1553, es la fuente principal de esta vida de San Ignacio. En ella aparece un
Ignacio vivo y palpitante, con todo el calor confidencial de su origen.
Ignacio, reacio por tanto tiempo, persuadido por Dios en la oración, termina
por volcar su interioridad en los oídos de su silencioso confidente: le
contaría toda su vida. Y lo hace con tal viveza que "hacía presente lo que
era pasado". "Dictaba paseando", mientras el Padre Cámara "tomaba las
palabras de sus labios".
En paz y agradecido a Dios, Ignacio rememora las sombras y luces de su
pasado, haciendo de su vida un canto a la misericordia de Dios, que le ha
rescatado del pecado y vanidad del mundo. Lo hace en tercera persona, como
si fuera otro quien habla, pues en realidad no se siente protagonista. El
verdadero protagonista de su historia es Dios. El es el peregrino que
recorre los caminos que Dios, con su gracia, abre ante sus pies y ante sus
ojos. Por ello nos muestra su peregrinación confiada hacia lo desconocido,
ahora, al final de su vida, desvelado.
Ignacio nos narra sus vanidades, sus sueños, sus deseos, sus fracasos y
persecuciones con la misma naturalidad con que nos cuenta las visiones y
gracias que Dios obra en él y con él. No es que Ignacio recuerde todo, sino
sólo lo significativo de su vida. La memoria no miente, pero filtra la
historia, dejando de lado tantas cosas, que la curiosidad de los demás
lamenta, pero que no sirven para la edificación de nadie.
La vida de Ignacio, narrada sucintamente en la Autobiografía, es el
transfondo de las "páginas inefablemente simples" de los Ejercicios
Espirituales, el libro de Ignacio que más ha trascendido y más ha influido
en la espiritualidad de millones de cristianos. Ignacio, guiado por Dios, se
ha convertido en guía para los demás. El camino, que Dios le ha marcado a
él, gratuitamente lo ofrece él en los Ejercicios. Pero, aunque los
Ejercicios hallan llevado a la conversión a tantas almas, hay que decir que
no es un libro de lectura. No se puede comprender leyéndolo, sino haciendo
los ejercicios en él indicados. San Ignacio creyó conveniente completar las
anotaciones de los Ejercicios con varias directrices, algunas escritas y
otras orales, dadas a los directores de los Ejercicios. Se trata de notas
sueltas. Ignacio no quiso fosilizar con normas fijas el soplo vivificador de
los Ejercicios, que son vida y destinados a injertar vida en las almas. Ni
el ejercitante debe tener el libro de los Ejercicios, ni tenerlo presente el
Director de los Ejercicios. Debían ser transmitidos de forma oral, vital: de
hombre a hombre. San Ignacio se dedicó a formar discípulos que vivieron
ellos mismos los Ejercicios; hombres que llevaran en sus almas el espíritu
que latía bajo la letra de su libro; que su vida y mentalidad fuesen un
reflejo de los mismos Ejercicios. No se trataba, pues, de enseñarles un
método o una técnica, sino de comunicarles una vida y un espíritu.
También en sus últimos años Ignacio se dedicó a escribir las Constituciones
de la Compañía. En ellas va volcando en normas el espíritu de los
Ejercicios. La semilla de los Ejercicios se hace fruto en las
Constituciones. La fuerza de sus normas está en la savia de vida extraída de
los Ejercicios. Como dice el P. Palma: "Las Constituciones se trasladaron
del espíritu que Dios escribió en los corazones de nuestros primeros Padres,
y éste se le comunicó el mismo Señor por medio de los Ejercicios". Todo en
ellas está dirigido a buscar "el mayor provecho de las almas y la gloria de
Dios". Todos los medios que llevan a Dios y sirven para su gloria los acepta
Ignacio; si no, los rechaza. Y el móvil de todas las acciones ha de ser "la
ley interior de la caridad y el amor que el Espíritu Santo escribe e imprime
en los corazones".
Y las Cartas son como un comentario de los Ejercicios y de las
Constituciones. En ellas aplica sus ideas a situaciones concretas,
manifestando sus propias reacciones ante los hechos. Así es el mismo Ignacio
quien aparece ante nosotros en su vida ordinaria y en el desempeño de su
misión. En las cartas va desgranando día a día lo más íntimo y vital de su
persona. En ellas se transparenta su alma con sus reacciones y anhelos; se
desvelan sus resortes más íntimos, sus alegrías y tristezas, sus luchas e
inquietudes. A través de las siete mil cartas, que se conservan, se puede
pulsar el latido del corazón de Ignacio; en ellas descubre sus sentimientos
de indignidad al ser nombrado Prepósito general; nos relata las
persecuciones sufridas; le vemos prorrumpir en alegría al recibir la noticia
de que Javier ha entrado en Japón; nos descubre su pecho encendido por el
deseo de la salvación de las almas; no oculta el amor que siente por los
misioneros, como lo que siente al saber que un religioso desearía quemar a
todos los jesuitas desde Perpiñán a Sevilla: "yo digo y deseo que él y todos
sus amigos y conocidos, no sólo los que se hallaren entre Perpiñán y
Sevilla, mas cuantos se hallaren en todo el mundo, sean encendidos y
abrasados del Espíritu Santo, para que todos ellos, viniendo en mucha
perfección, sean muy señalados en la gloria de su divina Majestad". Cada
carta nos da un aspecto de su alma y de su vida. Y casi todas acaban con la
misma fórmula, síntesis de su alma y vida: "Quiera Dios, nuestro Señor,
darnos su gracia cumplida para que sintamos su santísima voluntad y la
cumplamos enteramente".
Los "escritos" de Ignacio rezuman una honda sensación de verdad; late en
ellos una profunda emoción vital. Es la luminosidad interna la que les da
vigor por encima de la tosquedad externa. La mente iluminada de Ignacio hace
latir su corazón para comunicarnos la interioridad de su vida espiritual.
Como dice el mismo P. Cámara "las cosas no las adorna con palabras, sino con
las mismas cosas, contando tantas circunstancias que casi persuaden por la
fuerza: cuenta una cosa que pasó hace diez, quince o más años, y la pone
ante los ojos".
En este libro, pues, se trata de rastrear las confidencias personales que,
discretamente, Ignacio ha sembrado en los Ejercicios Espirituales, en las
Constituciones de la Compañía de Jesús, en los miles de Cartas y, de un modo
particular, en la Autobiografía del Peregrino y en el Diario espiritual,
donde Ignacio nos abre su corazón. Hoy conocemos el Diario, que Ignacio
escribió bajo la cálida emoción de la gracia para su uso personal. Publicado
íntegramente por primera vez en 1934, el Diario nos permite entrar dentro
del recinto más escondido del alma de Ignacio y atisbar sus relaciones más
íntimas con la Santísima Trinidad; en él nos ha dejado el eco de sus más
vivas efusiones de amor a Dios. En él intenta aprisionar el momento divino
experimentado en la Eucaristía y en la oración que la precede o prolonga. No
se cuida de la belleza de la forma, sino de precisar con la mayor exactitud
posible la iluminación recibida y las sensaciones en él suscitadas. Con
viveza expresa lo que quiere decir, aunque quebrante la gramática. Todos
estos escritos rezuman la vida personal e íntima de Ignacio, rebosante de
plenitud cristiana. Es la experiencia interior, que brota venciendo la
resistencia del pudor, pero que tiene el calor de las confidencias
inmediatas, "recibidas directamente de sus labios" por Gonzálvez de Cámara,
Nadal, Ribadeneira, Polanco.
Hilvanar estas confidencias dispersas es lo único mío en este libro. Es
Ignacio mismo quien nos describe el "itinerario interior" de su
peregrinación en la fe, el camino por donde Dios le "ha ha dirigido desde el
principio de su conversión".