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que se puede gozar la voluntad, que son sobrenaturales. Dice
cuáles sean, y cómo se distinguen de los espirituales, y cómo se
ha de enderezar el gozo de ellos a Dios.
1. Ahora conviene tratar del quinto genero de bienes en que el
alma puede gozarse, que son sobrenaturales. Por los cuales
entendemos aquí todos los dones y gracias dados de Dios, que
exceden la facultad y virtud natural, que se llaman gratis datas,
como son los dones de sabiduría y ciencia que dio a Salomón, y las
gracias que dice san Pablo (1 Cor. 12, 910), conviene a saber:
fe, gracia de sanidades, operación de milagros, profecía,
conocimiento y discreción de espíritus, declaración de las
palabras y tambien don de lenguas.
2. Los cuales bienes, aunque es verdad que tambien son
espirituales, como los del mismo genero que habemos de tratar
luego, todavía, porque hay mucha diferencia entre ellos, he
querido hacer de ellos distinción. Porque el ejercicio de estos
tiene inmediato respecto al provecho de los hombres y para ese
provecho y fin los da Dios, como dice san Pablo (1 Cor. 12, 7),
que a ninguno se da espíritu sino para provecho de los demás; lo
cual se entiende de estas gracias; mas los espirituales, su
ejercicio y trato es sólo del alma a Dios y de Dios al alma, en
comunicación de entendimiento y voluntad, etc., como diremos
despues. Y así, hay diferencia en el objeto, pues que de los
espirituales sólo es el Criador y el alma, mas de los
sobrenaturales es la criatura. Y tambien difieren en la sustancia,
y por consiguiente en la operación, y así tambien necesariamente
en la doctrina.
3. Pero, hablando ahora de los dones y gracias sobrenaturales como
aquí las entendemos, digo que, para purgar el gozo vano en ellas,
conviene aquí notar dos provechos que hay en este genero de
bienes, conviene a saber: temporal y espiritual.
El temporal es la sanidad de las enfermedades, recibir vista los
ciegos, resucitar los muertos, lanzar los demonios, profetizar lo
por venir para que miren por sí, y los demás a este talle.
El espiritual provecho y eterno es ser Dios conocido y servido por
estas obras, por el que las obra o por los en quien y delante de
quien se obran.
4. Cuanto al primer provecho, que es temporal, las obras y
milagros sobrenaturales poco o ningún gozo del alma merecen;
porque, excluido el segundo provecho, poco o nada le importan al
hombre, pues de suyo no son medio para unir el alma con Dios, si
no es la caridad. Y estas obras y gracias sobrenaturales sin estar
en gracia y caridad se pueden ejercitar, ahora dando Dios los
dones y gracias verdaderamente, como hizo el inicuo profeta Balam
(Nm. 2224) y a Salomón, ahora obrándolas falsamente por vía del
demonio, como Simón Mago (Hch. 8, 911), por otros secretos de
naturaleza. Las cuales obras y maravillas, si algunas habían de
ser al que las obra de algún provecho, eran las verdaderas que son
dadas de Dios.
Y estas, sin el segundo provecho, ya enseña san Pablo (1 Cr. 13,
12) lo que valen, diciendo: Si hablare con lenguas de hombres y
de ángeles y no tuviere caridad, hecho soy como el metal o la
campana que suena. Y si tuviere profecía y conociere todos los
misterios y toda ciencia, y si tuviere toda la fe, tanto que
traspase los montes, y no tuviere caridad, nada soy, etc. De donde
Cristo dirá a muchos que habrán estimado sus obras en esta manera,
cuando por ellas le pidieren la gloria, diciendo: Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre e hicimos muchos milagros?, les dirá:
Apartaos de mí, obradores de maldad (Mt. 7, 2223).
5. Debe, pues, el hombre gozarse, no en si tiene las tales gracias
y las ejercita, sino si el segundo fruto espiritual saca de ellas,
es a saber: sirviendo a Dios en ellas con verdadera caridad, en
que está el fruto de la vida eterna. Que por eso reprehendió
Nuestro Salvador (Lc. 10, 20) a los discípulos, que se venían
gozando porque lanzaban los demonios, diciendo: En esto no os
queráis gozar porque los demonios se os sujetan, sino porque
vuestros nombres están escritos en el libro de la vida. Que en
buena teología es como decir: "Gozaos si están escritos vuestros
nombres en el libro de la vida". Donde se entiende que no se debe
el hombre gozar sino en ir camino de ella, que es hacer las obras
en caridad; porque ¿que aprovecha y que vale delante de Dios lo
que no es amor de Dios? El cual no es perfecto si no es fuerte y
discreto en purgar el gozo de todas las cosas, poniendole sólo en
hacer la voluntad de Dios. Y de esta manera se une la voluntad con
Dios por estos bienes sobrenaturales.
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