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1. Estas palabras sucesivas siempre que acaecen es cuando está el
espíritu recogido y embebido en alguna consideración muy atento.
Y, en aquella misma materia que piensa, el mismo va discurriendo
de uno en otro y formando palabras y razones muy a propósito con
tanta facilidad y distinción, y tales cosas no sabidas de el va
razonando y descubriendo acerca de aquello, que le parece que no
es el el que hace aquello, sino que otra persona interiormente lo
va razonando, o respondiendo, o enseñando.
Y, a la verdad, hay gran causa para pensar esto, porque el mismo
se razona y se responde consigo, como si fuese una persona con
otra. Y, a la verdad, en alguna manera es así, que, aunque el
mismo espíritu es el que aquello hace como instrumento, el
Espíritu Santo le ayuda muchas veces a producir y formar aquellos
conceptos, palabras y razones verdaderas. Y así, se las habla,
como si fuese tercera persona, a sí mismo. Porque como entonces el
entendimiento está recogido y unido con la verdad de aquello que
piensa, y el Espíritu Divino tambien está unido con el en aquella
verdad, como lo está siempre en toda verdad, de aquí es que,
comunicando el entendimiento en esta manera con el Espíritu Divino
mediante aquella verdad, juntamente las demás verdades que son
acerca de aquella que pensaba, abriendole puerta y yendole dando
luz el Espíritu Santo enseñador. Porque esta es una manera de las
que enseña el Espíritu Santo.
2. Y de esta manera, alumbrado y enseñado de este Maestro el
entendimiento, entendiendo aquellas verdades, juntamente va
formando aquellos dichos el de suyo, sobre las verdades que de
otra parte se le comunican. De manera que podemos decir que la voz
es de Jacob y las manos son de Esaú (Gn. 27, 22). Y no podrá
acabar de creer el que lo tiene que es así, sino que los dichos y
palabras son de tercera persona; (porque no sabe con la facilidad
que puede el entendimiento formar palabras para sí de tercera
persona) sobre conceptos y verdades que se le comunican tambien de
tercera persona.
3. Y, aunque es verdad que en aquella comunicación e ilustración
del entendimiento en ella de suyo no hay engaño, pero puedelo
haber y haylo muchas veces en las formales palabras y razones que
sobre ello forma el entendimiento; que, por cuanto aquella luz a
veces que se le da es muy sutil y espiritual, de manera que el
entendimiento (no) alcanza a informarse bien en ella, y el es el
que, como decimos, forma las razones de suyo, de aquí es que
muchas veces las forma falsas, otras verisímiles o defectuosas.
Que, como ya comenzó a tomar hilo de la verdad al principio, y
luego pone de suyo la habilidad o rudeza de su bajo entendimiento,
es fácil cosa ir variando conforme su capacidad; y todo en, este
modo, como que habla tercera persona.
4. Yo conocí una persona que, teniendo estas locuciones sucesivas,
entre algunas harto verdaderas y sustanciales que formaba del
Santísimo Sacramento de la Eucaristía, había algunas que eran
harto herejía. Y espántome yo mucho de lo que pasa en estos
tiempos y es que cualquiera alma de por ahí con cuatro maravedís
de consideración, si siente algunas locuciones de estas en algún
recogimiento, luego lo bautizan todo por de Dios, y suponen que es
así, diciendo: "Díjome Dios"," respondióme Dios"; y no será así,
sino que, como habemos dicho, ellos las más veces se lo dicen.
5. Y allende de esto, la gana que tienen de aquello y la afición
que de ello tienen en el espíritu, hace que ellos mismos se lo
respondan y piensen que Dios se lo responde y se lo dice. De donde
vienen a dar en grandes desatinos si no tienen en esto mucho freno
y el que gobierna estas almas no las impone en la negación de
estas maneras de discursos. Porque en ellos más bachillería suelen
sacar e impureza de alma que humildad y mortificación de espíritu,
pensando que ya fue gran cosa y que habló Dios; y no habrá sido
poco más que nada, o nada, o menos que nada. Porque lo que no
engendra humildad, y caridad, y mortificación, y santa
simplicidad, y silencio, etcetera, ¿que puede ser? Digo, pues, que
esto puede estorbar mucho para ir a la divina unión, porque aparta
mucho al alma, si hace caso de ello, del abismo de la fe, en que
el entendimiento ha de estar oscuro, y oscuro ha de ir por amor en
fe y no por mucha razón.
6. Y si me dijeres que ¿por que se ha de privar el entendimiento
de aquellas verdades, pues alumbra en ellas el Espíritu de Dios al
entendimiento, y así no puede ser malo?, digo que el Espíritu
Santo alumbra al entendimiento recogido, y que le alumbra al modo
de su recogimiento y que el entendimiento no puede hallar otro
mayor recogimiento que en fe; y así no le alumbrará el Espíritu
Santo en otra cosa más que en fe; porque cuanto más pura y
esmerada está el alma en fe, más tiene de caridad infusa de Dios;
y cuanto más caridad tiene, tanto más la alumbra y comunica los
dones del Espíritu Santo, porque la caridad es la causa y el medio
por donde se les comunica.
Y, aunque es verdad que en aquella ilustración de verdades
comunica al alma el alguna luz, pero es tan diferente la que es en
fe, sin entender claro, de esta cuanto a la calidad, como lo es el
oro subidísimo del muy bajo metal; y cuanto a la cantidad, como
excede la mar a una gota de agua. Porque en la una manera se le
comunica sabiduría de una, o dos, o tres verdades, etc., y en la
otra se le comunica toda la Sabiduría de Dios generalmente, que es
el Hijo de Dios, que se comunica al alma en fe.
7. Y si me dijeres que todo será bueno, que no impide lo uno a lo
otro, digo que impide mucho si el alma hace caso de ello, porque
ya es ocuparse en cosas claras y de poco tomo, que bastan para
impedir la comunicación del abismo de la fe, en la cual
sobrenatural y secretamente enseña Dios al alma y la levanta en
virtudes y dones como ella no sabe.
Y el provecho que aquella comunicación sucesiva ha de hacer no ha
de ser poniendo el entendimiento de propósito en ella, porque
antes iría de esta manera desviándola de sí, según aquello que
dice la Sabiduría en los Cantares (6, 4) al alma, diciendo: Aparta
tus ojos de mí, porque esos me hacen volar, es a saber: volar
lejos de ti y ponerme más alta, sino que simple y sencillamente,
sin poner el entendimiento en aquello que sobrenaturalmente se
está comunicando, aplique la voluntad con amor a Dios, pues en
amor se van aquellos bienes comunicando, y de esta manera antes se
comunicará más en abundancia que antes. Porque si en estas cosas
que sobrenaturalmente y pasivamente se comunican se pone
activamente la habilidad del natural entendimiento o de otras
potencias, no llega su modo y rudeza a tanto, y así por fuerza las
ha de modificar a su modo y, por el consiguiente, las ha de
variar: y así, de necesidad, ir errando y formando las razones de
suyo, y no ser ya aquello sobrenatural ni su figura, sino muy
natural y harto erróneo y bajo.
8. Pero hay algunos entendimientos tan vivos y sutiles que, en
estando recogidos en alguna consideración, naturalmente con gran
facilidad, discurriendo en conceptos, los van formando en las
dichas palabras y razones muy vivas, y piensan, ni más ni menos,
que son de Dios, y no es sino el entendimiento, que con la lumbre
natural, estando algo libre de la operación de los sentidos, sin
otra alguna ayuda sobrenatural puede eso y más. Y de esto hay
mucho; y se engañan muchos pensando que es mucha oración y
comunicación de Dios y, por eso, o lo escriben o hacen escribir. Y
acaecerá que no será nada ni tenga sustancia de alguna virtud y
que no sirva más de para envanecerse con esto.
9. Estos aprendan a no hacer caso sino en fundar la voluntad en
(fortaleza de) amor humilde, y obrar de veras, y padecer imitando
al Hijo de Dios en su vida y mortificaciones; que este es el
camino para venir a todo bien espiritual, y no muchos discursos
interiores.
10. Tambien en este genero de palabras interiores sucesivas mete
mucho el demonio la mano, mayormente en aquellos que tienen alguna
inclinación o afición a ellas porque, al tiempo que ellos se
comienzan a recoger, suele el demonio ofrecerles harta materia de
digresiones, formándole al entendimiento los conceptos palabras
por sugestión, y le va precipitando y engañando sutilísimamente
con cosas verisímiles. Y esta es una de las maneras con que se
comunica con los que tienen hecho algún pacto con el, tácito o
expreso, y como se comunica con algunos herejes, mayormente con
algunos heresiarcas, informándolos el entendimiento con conceptos
y razones muy sutiles, falsas y erróneas.
11. De lo dicho queda entendido que estas locuciones sucesivas
pueden proceder en el entendimiento de tres causas, conviene a
saber: del Espíritu Divino, que mueve y alumbra al entendimiento,
y de la lumbre natural del mismo entendimiento, y del demonio, que
le puede hablar por sugestión.
Y decir ahora las señales e indicios para conocer cuándo proceden
de una causa y cuándo de otra, sería algo dificultoso dar de ello
enteras muestras e indicios; aunque bien se pueden dar algunos
generales, y son estos:
Cuando en las palabras y conceptos juntamente el alma va amando y
sintiendo amor con humildad y reverencia de Dios, es señal que
anda por allí el Espíritu Santo, el cual, siempre que hace algunas
mercedes, las hace envueltas en esto.
Cuando procede de la viveza y lumbre solamente del entendimiento,
el entendimiento es el que lo hace allí todo, sin aquella
operación de virtudes, aunque la voluntad puede naturalmente amar
en el conocimiento y luz de aquellas verdades, y, despues de
pasada la meditación, queda la voluntad seca, aunque no inclinada
a vanidad ni a mal si el demonio de nuevo sobre aquello no la
tentase. Lo cual no acaece en las que fueron de buen espíritu,
porque despues la voluntad queda ordinariamente aficionada a Dios
e inclinada a bien, puesto que algunas veces despues acaecerá
quedar la voluntad seca, aunque la comunicación haya sido de buen
espíritu, ordenándolo así Dios por algunas causas útiles para el
alma; y otras veces no sentirá el alma mucho las operaciones o
movimientos de aquellas virtudes, y será bueno lo que tuvo. Que
por eso digo que es dificultosa de conocer algunas veces la
diferencia que hay de unas a otras, por los varios efectos que en
veces hacen; pero estos ya dichos son los comunes, aunque a veces
en más, a veces en menos abundancia.
Aun las que son del demonio, a veces son dificultosas de entender
y conocer, porque aunque es verdad que ordinariamente dejan la
voluntad seca acerca del amor de Dios y el ánimo inclinado a
vanidad, estimación o complacencia, todavía pone algunas veces en
el ánimo una falsa humildad y afición hervorosa de voluntad
fundada en amor propio, que a veces es menester que la persona sea
harto espiritual para que lo entienda. Y esto hace el demonio por
mejor encubrir(se), el cual sabe muy bien algunas veces hacer
derramar lágrimas sobre los sentimientos que el pone, para ir
poniendo en el alma las aficiones que el quiere. Pero siempre les
procura mover la voluntad a que estimen aquellas comunicaciones
interiores, y que hagan mucho caso de ellas, porque se den a ellas
y ocupen el alma en lo que no es virtud, sino ocasión de perder la
que hubiese.
12. Quedemos, pues, en esta necesaria cautela, así en las unas
como en las otras, para no ser engañados ni embarazados con ellas:
que no hagamos caudal de nada de ellas, sino sólo de saber
enderezar la voluntad con fortaleza a Dios, obrando con perfección
su ley y sus santos consejos, que es la sabiduría de los Santos,
contentándonos de saber los misterios y verdades con la sencillez
y verdad que nos les propone la Iglesia. Que esto basta para
inflamar mucho la voluntad, sin meternos en otras profundidades y
curiosidades en que por maravilla falta peligro. Porque a este
propósito dice san Pablo (Rm. 12, 3): No conviene saber más de lo
que conviene saber. Y esto baste cuanto a esta materia de palabras
sucesivas.
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