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1. Siempre ha menester acordarse el discreto lector del intento y
fin que en este libro llevo, que es encaminar al alma por todas
las aprehensiones de ella, naturales y sobrenaturales, sin engaño
ni embarazo en la pureza de la fe, a la divina unión con Dios.
Para que así entienda cómo, aunque acerca de las aprehensiones del
alma y doctrina que voy tratando no doy tan abundante doctrina ni
desmenuzo tanto la materia y divisiones como por ventura requiere
el entendimiento, no quedo corto en esta parte. Pues acerca de
todo ello entiendo se dan bastantes avisos, luz y documentos para
saberse haber prudentemente en todas las cosas del alma,
exteriores e interiores, para pasar adelante.
Y esta es la causa por que con tanta brevedad he concluido con las
aprehensiones de profecías, así como en las demás he hecho,
habiendo mucho más que decir en cada una según las diferencias y
modos y maneras que en cada una suele haber, que entiendo no se
podrían acabar de saber; contentándome con que, a mi ver, queda
dicha la sustancia y la doctrina y cautela que conviene para ello
y para todo lo a ello semejante que pudiese acaecer en el alma.
2. Lo mismo hare ahora acerca de la tercera manera de
aprehensiones, que decíamos eran locuciones sobrenaturales, que
sin medio de algún sentido corporal se suelen hacer en los
espíritus de los espirituales, las cuales, aunque son en tantas
maneras, hallo que se pueden reducir todas a estas tres, conviene
a saber: palabras sucesivas, formales y sustanciales.
Sucesivas llamo ciertas palabras distintas y formales que el
espíritu recibe, no de sí, sino de tercera persona, a veces
estando recogido, a veces no lo estando.
Palabras sustanciales son otras palabras que tambien formalmente
se hacen al espíritu, a veces estando recogido, a veces no, las
cuales en la sustancia del alma hacen y causan aquella sustancia y
virtud que ellas significan. De todas las cuales iremos aquí
tratando por su orden.
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