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1. Acerca de la primera señal que decimos, es de saber, que haber
el espiritual (para entrar en la vía del espíritu, que es la
contemplativa) de dejar la vía imaginaria y de meditación sensible
cuando ya no gusta (de) ella ni puede discurrir, es por dos cosas
que casi se encierran en una:
La primera, porque en cierta manera se le ha dado al alma todo el
bien espiritual que había de hallar en las cosas de Dios por vía
de la meditación y discurso; cuyo indicio es el no poder ya
meditar ni discurrir como antes y no hallar en ello jugo ni gusto
de nuevo como antes hallaba, porque no había corrido hasta
entonces hasta el espíritu que allí había para el. Porque,
ordinariamente, todas las veces que el alma recibe algún bien
espiritual, lo recibe gustando, a lo menos con el espíritu, en
aquel medio por donde lo recibe y le hace provecho y, si no, por
maravilla le aprovecha, ni halla en la causa de el aquel arrimo y
jugo que halla cuando le recibe. Porque es al modo que dicen los
filósofos, que quod sapit, nutrit, esto es: lo que da sabor, cría
y engorda. Por lo cual dijo el santo Job (6, 6): Numquid poterit
comedi insulsum, quod non est sale conditum? ¿Por ventura (se)
podrá comer lo desabrido, que no está guisado con sal? Esta es la
causa de no poder considerar ni discurrir como antes: el poco
sabor que en ello halla el espíritu y el poco provecho.
2. La segunda es porque ya el alma en este tiempo tiene el
espíritu de la meditación en sustancia y hábito. Porque es de
saber que el fin de la meditación y discurso en las cosas de Dios
es sacar alguna noticia y amor de Dios, y cada vez que por la
meditación el alma la saca, es un acto. Y así como muchos actos en
cualquiera cosa vienen a engendrar hábito en el alma, así muchos
actos de estas noticias amorosas, que el alma ha ido sacando en
veces particularmente, vienen por el uso a continuarse tanto, que
se hace hábito en ella. Lo cual tambien Dios suele hacer en muchas
almas sin medio de estos actos, a lo menos sin haber precedido
muchos, poniendolas luego en contemplación. Y así, lo que antes el
alma iba sacando en veces por su trabajo de meditar en noticias
particulares, ya, como decimos, por el uso se ha hecho y vuelto en
ella en hábito y sustancia de una noticia amorosa general, no
distinta ni particular como antes. Por lo cual, en poniendose en
oración, ya, como quien tiene allegada el agua, bebe sin trabajo
en suavidad, sin ser necesario sacarla por los arcaduces de las
pesadas consideraciones y formas y figuras. De manera que, luego
en poniendose delante de Dios, se pone en acto de noticia confusa,
amorosa, pacífica y sosegada, en que está el alma bebiendo
sabiduría y amor y sabor.
3. Y esta es la causa por que el alma siente mucho trabajo y
sinsabor cuando, estando en este sosiego, la quieren hacer meditar
y trabajar en particulares noticias. Porque le acaece como a niño
que, estando recibiendo la leche, que ya tiene en el pecho
allegada y junta, le quitan el pecho y le hacen que con la
diligencia de su estrujar y manosear la vuelva a querer sacar y
juntar; o como el que, habiendo quitado la corteza, está gustando
la sustancia, si se la hiciesen dejar para que volviese a quitar
la dicha corteza que ya estaba quitada, que no hallaría corteza y
dejaría de gustar de la sustancia que ya tenía entre las manos;
siendo en esto semejante al que deja la presa que tiene por la que
no tiene.
4. Y así hacen muchos que comienzan a entrar en este estado, que,
pensando que todo el negocio está en ir discurriendo y entendiendo
particularidades por imágenes y formas, que son la corteza del
espíritu, como no las hallan en aquella quietud amorosa y
sustancial en que se quiere estar su alma, donde no entienden cosa
clara, piensan que se van perdiendo y que pierden tiempo, y
vuelven a buscar la corteza de su imagen y discurso, la cual no
hallan, porque está ya quitada; y así ni gozan la sustancia ni
hallan meditación y túrbanse a sí mismos, pensando que vuelven
atrás y que se pierden. Y, a la verdad, se pierden, (aunque no
como ellos piensan, porque se pierden) a los propios sentidos y a
la primera manera de sentir, lo cual es irse ganando al espíritu
que se les va dando; en el cual cuanto van ellos menos
entendiendo, van entrando más en la noche del espíritu, de que en
este libro tratamos, por donde han de pasar para unirse con Dios
sobre todo saber.
5. Acerca de la segunda señal poco hay que decir, porque ya se ve
que de necesidad no ha de gustar el alma en este tiempo de otras
imágenes diferentes, que son del mundo; pues de las que son más
conformes, que son las de Dios, según habemos dicho, no gusta, por
las causas ya dichas. Solamente, como arriba queda notado, suele
en este recogimiento la imaginativa de suyo ir y venir y variar,
mas no con gusto y voluntad del alma, antes en ello siente pena,
porque la inquieta la paz y sabor.
6. Y que la tercera señal sea conveniente y necesaria para poder
dejar la dicha meditación, la cual es la noticia o advertencia
general en Dios y amorosa, tampoco entiendo era menester decir
aquí nada, por cuanto ya en la primera queda dado a entender algo
y, despues, de ella habemos de tratar de propósito cuando hablemos
de esta noticia general y confusa en su lugar, que será despues de
todas las aprehensiones particulares del entendimiento. Pero
diremos sola una razón con que se vea claro cómo, en caso que el
contemplativo haya de dejar la vía de meditación y discurso, le es
necesaria esta noticia o advertencia amorosa en general de Dios. Y
es porque, si el alma entonces no tuviese esta noticia o
asistencia en Dios, seguirse hía que ni haría nada ni tendría nada
el alma; porque, dejando la meditación, mediante la cual obra el
alma discurriendo con las potencias sensitivas y faltándole
tambien la contemplación, que es la noticia general que decimos,
en la cual tiene el alma actuadas las potencias espirituales, que
son memoria, entendimiento y voluntad, unidas ya en esta noticia
obrada ya y recibida en ellas, faltarle hía necesariamente al alma
todo ejercicio acerca de Dios, como quiera que el alma no pueda
obrar ni recibir lo obrado, si no es por vía de estas dos maneras
de potencias sensitivas y espirituales. Porque, como habemos
dicho, mediante las potencias sensitivas puede ella discurrir y
buscar y obrar las noticias de los objetos; y mediante las
potencias espirituales puede gozar las noticias ya recibidas en
estas dichas potencias, sin que obren ya las potencias.
7. Y así, la diferencia que hay del ejercicio que el alma hace
acerca de las unas y de las otras potencias, es la que hay entre
ir obrando y gozar ya de la obra hecha, o la que hay entre el
trabajo de ir caminando y el descanso y quietud que hay en el
termino; que es tambien como estar guisando la comida, o estar
comiendola y gustándola ya guisada y masticada, sin alguna manera
de ejercicio de obra; y la que hay entre ir recibiendo, y
aprovechándose ya del recibo. Y así, (si) acerca del obrar con las
potencias sensitivas, que es la meditación y discurso, o acerca de
lo ya recibido y obrado en las potencias espirituales, que es la
contemplación y noticia que habemos dicho, no estuviese el alma
empleada estando ociosa de las unas y de las otras, no había de
dónde ni por dónde se pudiese decir que estaba el alma empleada.
Es, pues, necesaria esta noticia para haber de dejar la vía de
meditación y discurso.
8. Pero conviene aquí saber que esta noticia general de que vamos
hablando, es a veces tan sutil y delicada, mayormente cuando ella
es más pura y sencilla y perfecta y más espiritual e interior, que
el alma, aunque está empleada en ella, no la echa de ver ni la
siente. Y aquesto acaece más cuando decimos que ella es en sí más
clara y perfecta y sencilla. Y entonces lo es, cuando ella embiste
en alma más limpia y ajena de otras inteligencias y noticias
particulares en que podría hacer presa el entendimiento o sentido;
la cual, por carecer de estas, que son acerca de las cuales el
entendimiento y sentido tiene habilidad y costumbre de
ejercitarse, no la siente, por cuanto le faltan sus acostumbrados
sensibles. Y esta es la causa por donde, estando ella más pura y
perfecta y sencilla, menos la siente el entendimiento y más oscura
le parece. Y así, por el contrario, cuanto ella está en sí en el
entendimiento menos pura y simple, más clara y de más tomo le
parece al entendimiento, por estar ella vestida o mezclada o
envuelta en algunas formas inteligibles, en que puede tropezar el
entendimiento o sentido.
9. Lo cual se entenderá bien por esta comparación. Si consideramos
en el rayo del sol que entra por la ventana, vemos que, cuanto el
dicho rayo está más poblado de átomos y motas, mucho más palpable
y sensible y más claro le parece a la vista del sentido. Y está
claro, que entonces el rayo está menos puro y menos claro en sí y
sencillo y perfecto, pues está lleno de tantas motas y átomos. Y
tambien vemos que cuando está más puro y limpio de aquellas motas
y átomos, menos palpable y más oscuro le parece al ojo material; y
cuanto más limpio está, tanto más oscuro y menos aprehensible le
parece. Y si del todo el rayo estuviese limpio y puro de todos los
átomos y motas, hasta los más sutiles polvitos, del todo parecería
oscuro e incomprehensible el dicho rayo al ojo, por cuanto allí
faltan los visibles, que son objeto de la vista. Y así, el ojo no
halla especies en que reparar, porque la luz no es propio objeto
de la vista, sino el medio con que ve lo visible; y así, si
faltaren los visibles en que el rayo o la luz hagan reflexión,
nada se verá. De donde si entrase el rayo por una ventana y
saliese por otra, sin topar en cosa alguna que tuviese tomo de
cuerpo, no se vería nada; y con todo eso, el rayo estaría en sí
más puro y limpio que cuando, por estar lleno de cosas visibles,
se veía y sentía más claro.
10. De la misma manera acaece acerca de la luz espiritual en la
vista del alma, que es el entendimiento, en el cual esta general
noticia y luz que vamos diciendo sobrenatural embiste tan pura y
sencillamente y tan desnuda ella y ajena de todas las formas
inteligibles, que son objetos del entendimiento, que el no la
siente ni echa de ver; antes, a veces, que es cuando ella es más
pura, le hace tiniebla, porque le enajena de sus acostumbradas
luces, de formas y fantasías; y entonces sientese bien y echase
bien de ver la tiniebla. Mas, cuando esta luz divina no embiste
con tanta fuerza en el alma, ni siente tiniebla, ni ve luz, ni
aprehende nada que ella sepa, de acá ni de allá; y, por tanto, se
queda el alma a veces como en un olvido grande, que ni supo dónde
se estaba, ni que se había hecho, ni le parece haber pasado por
ella tiempo. De donde puede acaecer, y así es, que se pasen muchas
horas en este olvido, y al alma, cuando vuelve en sí, no le
parezca un momento o que no estuvo nada.
11. Y la causa de este olvido es la pureza y sencillez de esta
noticia, la cual, ocupando al alma, así la pone sencilla y pura y
limpia de todas las aprehensiones y formas de los sentidos y de la
memoria, por donde el alma obraba en tiempo, y así la deja en
olvido y sin tiempo. De donde al alma esta oración, aunque, como
decimos, le dure mucho, le parece brevísima, porque ha estado
unida en inteligencia pura, que no está en tiempo. Y es la oración
breve de que se dice (Ecli. 35, 21) que penetra los cielos, porque
es breve, porque no es en tiempo, y penetra los cielos, porque el
alma está unida en inteligencia celestial. Y así, esta noticia
deja al alma, cuando recuerda, con los efectos que hizo en ella
sin que ella los sintiese hacer, que son levantamiento de mente a
inteligencia celestial y enajenación y abstracción de todas las
cosas, y formas, y figuras, y memorias de ellas. Lo cual dice
David (Sal. 101, 8) haberle a el acaecido, volviendo en sí del
mismo olvido, diciendo: Vigilavi, et factus sum sicut passer
solitarius in tecto; que quiere decir: Recorde y halleme hecho
como el pájaro solitario en el tejado. Solitario dice, es a saber,
de todas las cosas enajenado y abstraído; y en el tejado, es a
saber, elevada la mente en lo alto. Y así, se queda el alma como
ignorante de todas las cosas, porque solamente sabe a Dios sin
saber cómo. De donde la Esposa declara en los Cantares (6, 11),
entre los efectos que en ella hizo este su sueño olvido, este no
saber, cuando dice que descendió a el, diciendo: Nescivi, esto es:
no supe.
De donde, aunque (como habemos dicho) al alma en esta noticia le
parezca que no hace nada, ni está empleada en nada, porque no obra
nada con los sentidos ni con las potencias, crea que no se está
perdiendo tiempo, porque, aunque cese la armonía de las potencias
del alma, la inteligencia de ella está de la manera que habemos
dicho. Que por eso la Esposa, que era sabia, tambien en los
Cantares (5, 2) se respondió ella a sí misma en esta duda,
diciendo: Ego dormio et cor meum vigilat. Como si dijera: aunque
duermo yo, según lo que yo soy naturalmente, cesando de obrar, mi
corazón vela, sobrenaturalmente elevado en noticia sobrenatural.
12. Pero es de saber que no se ha de entender que esta noticia ha
de causar por fuerza este olvido para ser como aquí decimos, que
eso sólo acaece cuando abstrae al alma del ejercicio de todas las
potencias naturales y espirituales; lo cual acaece las menos
veces, porque no siempre ocupa toda el alma. Que, para que sea la
que basta en el caso que vamos tratando, basta que el
entendimiento este abstraído de cualquiera noticia particular,
ahora temporal, ahora espiritual, y que no tenga gana la voluntad
de pensar acerca de unas ni de otras, como habemos dicho, porque
entonces es señal que está el alma empleada.
Y este indicio se ha de tener para entender que lo está, cuando
esta noticia sólo se aplica y comunica al entendimiento, que es
cuando a veces el alma no lo echa de ver. Porque, cuando
juntamente se comunica a la voluntad, que es casi siempre, poco o
mucho no deja el alma de entender, si quiere mirar en ello, que
está empleada y ocupada en esta noticia, por cuanto se siente con
sabor de amor en ella, sin saber ni entender particularmente lo
que ama. Y por eso la llama noticia amorosa general, porque, así
como lo es en el entendimiento, comunicándose a el oscuramente,
así tambien lo es en la voluntad, comunicándola sabor y amor
confusamente, sin que sepa distintamente lo que ama.
13. Esto baste ahora para entender cómo le conviene al alma estar
empleada en esta noticia para haber de dejar la vía del discurso
espiritual y para asegurarse que, aunque no le parezca que hace
nada el alma, está bien empleada, si se ve con las dichas señales,
y para que tambien se entienda, por la comparación que habemos
dicho, cómo, no porque esta luz se represente al entendimiento más
comprehensible y palpable, como hace el rayo del sol al ojo cuando
está lleno de átomos, por eso la ha de tener el alma por más pura,
subida y clara; pues está claro que, según dice Aristóteles y los
teólogos, cuanto más alta es la luz divina y más subida, más
oscura es para nuestro entendimiento.
14. De esta divina noticia hay mucho que decir, así de ella en sí
como de los efectos que hace en los contemplativos. Todo lo
dejamos para su lugar, porque aun lo que habemos dicho en este no
había para que alargarnos tanto, si no fuera por (no) dejar esta
doctrina algo más confusa de lo que queda, porque es cierto, yo
confieso lo queda mucho. Porque, dejado que es materia que pocas
veces se trata por este estilo, ahora de palabra como de
escritura, por ser ella en sí extraordinaria y oscura, añádese
tambien mi torpe estilo y poco saber. Y así, estando desconfiado
de que lo sabre dar a entender, muchas veces entiendo me alargo
demasiado y salgo fuera de los límites que bastan al lugar y parte
de la doctrina que voy tratando. En lo cual yo confieso hacerlo, a
veces, de advertencia; porque lo que no se da a entender por unas
razones, quizá se entenderá mejor por aquellas y por otras, y
tambien porque entiendo que así se va dando más luz para lo que se
ha de decir adelante. Por lo cual me parece tambien (para concluir
con esta parte) dejar respondido a una duda que puede haber acerca
de la continuación de esta noticia, y será brevemente en el
siguiente capítulo.
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