Cuaresma Domingo 2 Ciclo B: Preparemos el Domingo con las Lecturas y el Catecismo
Con las lecturas del Domingo Con el Catecismo Con el Directorio Homilético
Recursos adicionales para la preparación
Año Litúrgico Patrístico
Comentarios de Sabios y Santos
Comentarios de Sabios y Santos II
Iglesia del Hogar: Preparando en Familia
Catequesis preparatoria para los niños
Ejemplos que iluminan la participación
Recursos: Gráficos - Videos - Audios
Las Lecturas del Domingo
Primera Lectura - Gn 22, 1-2. 9-13
Después de estas cosas sucedió que Dios tentó a Abraham y le dijo: ' ¡Abraham, Abraham! 'El respondió: ' Heme aquí. ' Díjole: ' Toma a tu hijo, a tu único, al que amas, a Isaac, vete al país de Moria y ofrécele allí en holocausto en uno de los montes, el que yo te diga. '
Llegados al lugar que le había dicho Dios, construyó allí Abraham el altar, y dispuso la leña; luego ató a Isaac, su hijo, y le puso sobre el ara, encima de la leña. Alargó Abraham la mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo.
Entonces le llamó el Ángel de Yahvé desde los cielos diciendo: ¡Abraham, Abraham! ' El dijo: ' Heme aquí. ' Dijo el Ángel: ' No alargues tu mano contra el niño, ni le hagas nada, que ahora ya sé que tú eres temeroso de Dios, ya que no me has negado tu hijo, tu único. ' Levantó Abraham los ojos, miró y vio un carnero trabado en un zarzal por los cuernos. Fue Abraham, tomó el carnero, y lo sacrificó en holocausto en lugar de su hijo.
(Palabra de Dios)
Salmo responsorial Salmo 115, 10. 15-19
R. Caminaré en presencia del Señor.
Tenía confianza, incluso cuando dije:
«¡Qué grande es mi desgracia!»
¡Qué penosa es para el Señor
la muerte de sus amigos! R.
Yo, Señor, soy tu servidor, lo mismo que mi madre:
por eso rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
e invocaré el nombre del Señor. R.
Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su pueblo,
en los atrios de la Casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén. R.
Segunda Lectura - Rom 8, 31-34
Ante esto ¿qué diremos? Si Dios está por nosotros ¿quién contra nosotros? El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es quien justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó, el que está a la diestra de Dios, y que intercede por nosotros?
(Palabra de Dios)
Aclamación Mt 17, 5
Desde la nube resplandeciente se oyó la voz del Padre:
«Éste es mi Hijo amado; escúchenlo».
Evangelio - Mc 9, 2-10
Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo. Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús. Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: ' Rabí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías '; - pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados -. Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: ' Este es mi Hijo amado, escuchadle. ' Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.
Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos observaron esta recomendación, discutiendo entre sí qué era eso de ' resucitar de entre los muertos.'
Con el Catecismo de la Iglesia Católica entender y vivir la Palabra
El relato de la ofrenda de Isaac por su padre Abraham pone de relieve que el sacrificio que Dios prefiere es la fe-obediencia, en que tanto insisten los profetas contemporáneos al autor de la tradición elohísta. Se advierte sin embargo que la perícopa ha sido elegida en función del Evangelio: Jesús, obediente y entregado al Padre, es por eso mismo, el Siervo Glorificado en la Transfiguración.
San Marcos une la Transfiguración al primer anuncio de la Pasión. Así, el Cristo paciente y glorioso adquiere mayor relevancia. El Padre, avalando al Hijo mediante la invitación a que sea escuchado, acepta su entrega sacrificial y lo coloca por encima de todos los personajes del Antiguo Testamento. La referencia a que el Padre “no perdonó a su propio Hijo” (2.a lectura) trae a la memoria igualmente la obediencia de Abraham.
Nada hay más buscado que la felicidad y a la vez con la convicción profunda de que su conquista no es fruto simplemente de un esfuerzo. Cuanto más se experimenta, con más ansia se busca. El hombre sabe que hay que trabajar por ser feliz, aunque reconoce que la felicidad en definitiva es un regalo.
_ La Transfiguración, visión anticipada del Reino:
“Por un instante, Jesús muestra su gloria divina, confirmando así la confesión de Pedro. Muestra también que ``para entrar en su gloria'' (Lc 24,26), es necesario pasar por la cruz en Jerusalén. Moisés y Elías habían visto la gloria de Dios en la Montaña; la ley y los Profetas habían anunciado los sufrimientos del Mesías. La Pasión de Jesús es la voluntad por excelencia del Padre: el Hijo actúa como Siervo de Dios. La nube indica la presencia del Espíritu Santo: ``Tota Trinitas apparuit''” (555).
_ “...La Transfiguración nos concede una visión anticipada de la gloriosa venida de Cristo ``el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo'' (Flp 3,21). Pero ella nos recuerda también que ``es necesario que pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios'' (Hch 14,22)” (556).
_ Fe-obediencia de Abraham:
“Como última purificación de su fe, se le pide al ``que había recibido las promesas'' (Hb 11,17) que sacrifique al hijo que Dios le ha dado. Su fe no vacila: ``Dios proveerá el cordero para el holocausto'' (Gn 22,8), ``pensaba que poderoso era Dios aun para resucitar a los muertos'' (Hb 11,19). Así, el padre de los creyentes se hace semejante al Padre que no perdonará a su propio Hijo sino que lo entregará por todos nosotros” (2572).
_ “Pedro no había comprendido eso cuando deseaba vivir con Cristo en la montaña. Te ha reservado eso, oh Pedro, para después de la muerte. Pero ahora, él mismo dice: Desciende para penar en la tierra, para servir en la tierra, para ser despreciado y crucificado en la tierra. La Vida desciende para hacerse matar; el Pan desciende para tener hambre; el camino desciende para fatigarse andando; la fuente desciende para sentir la sed; y tú, ¿vas a negarte a sufrir?” (San Agustín, serm 78,6) (556).
Tan montaña es el Calvario como el Tabor; pero no se puede subir a ésta sin haber pasado por aquélla.
Nota: ¿Ha leído la Introducción al Tiempo de Cuaresma?