Domingo de Pascua 3 A - Lecturas y Catecismo: Preparemos con ellos la Acogida de la Palabra de Dios durante la celebración de la Misa dominical
Con
las Lecturas
Con el Catecismo
Recursos adicionales
para la preparación
Año Litúrgico Patrístico
Comentarios de Sabios y Santos
I
Comentarios de Sabios y Santos II
Iglesia del Hogar: Preparando en Familia
Catequesis preparatoria para los niños
Ejemplos que iluminan la participación
Recursos: Gráficos - Videos - Audios
Falta un dedo: Celebrarla
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2,14.22-28.
El día de Pentecostés, se presentó Pedro con los once, levantó la voz y
dirigió la palabra:
Escuchadme, israelitas: Os hablo de Jesús Nazareno, el hombre que Dios
acreditó ante vosotros realizando por su medio los milagros, signos y
prodigios que conocéis. Conforme al plan previsto y sancionado por Dios, os
lo entregaron, y vosotros por mano de paganos, lo matasteis en una cruz.
Pero Dios lo resucitó rompiendo las ataduras de la muerte; no era posible
que la muerte lo retuviera bajo su dominio, pues David dice:
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
exulta mi lengua
y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me entregarás a la muerte
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me has enseñado el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia.
Palabra de Dios
Salmo Responsorial Sal 15,7-2a y 5. 7-8. 9-10. 11
R/. Señor, me enseñarás el sendero de la vida.
[o, Aleluya]
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano.R/.
Bendeciré al Señor que me aconseja;
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.R/.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena:
porque no me entregarás a la muerte
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.R/.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.R/.
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pedro 1,17-21.
Queridos hermanos:
Si llamáis Padre al que juzga a cada uno, según sus obras, sin parcialidad,
tomad en serio vuestro proceder en esta vida.
Ya sabéis con qué os rescataron de ese proceder inútil recibido de vuestros
padres: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre
de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha, previsto antes de la creación
del mundo y manifestado al final de los tiempos por nuestro bien.
Por Cristo vosotros creéis en Dios, que lo resucitó y le dio gloria, y así
habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza.
Palabra de Dios
Aclamación
Aleluya
Señor Jesús, explícanos las Escrituras. Enciende nuestro corazón mientras
nos hablas.
Aleluya
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 24,13-35.
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la
semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén;
iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y
discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero
sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
El les dijo:
-¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?
Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le
replicó: .
-¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado
allí estos días?
El les preguntó:
-¿Qué?
Ellos le contestaron:
-Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras
ante Dios y todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y
nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros
esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves, hace dos
días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos
han sobresaltado, pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su
cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de
ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros
fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres;
pero a él no lo vieron.
Entonces Jesús les dijo: .
-¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No
era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?
Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se
refería a él en toda la Escritura.
Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante, pero
ellos le apremiaron diciendo:
-Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída.
Y entró para quedarse con ellos. Sentado á la mesa con ellos tomó el pan,
pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los
ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron:
-¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos
explicaba las Escrituras?
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron
reunidos a los once con sus compañeros, que estaban diciendo:
-Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían
reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor
Con el Catecismo de la Iglesia Católica entender y vivir la Palabra
* El primero de los
“discursos misioneros” de San Pedro tiene la estructura típica de S. Lucas:
introducción para situar el discurso en el marco narrativo; acontecimientos
esenciales del kerigma; llamamiento a la conversión.
* Los cristianos
comienzan proclamando valientemente su fe en Jesucristo: “No era posible que la
muerte lo retuviera bajo su dominio”. Si el destino del hombre era la muerte,
por Cristo la muerte ha sido destruida.
* El desánimo de los
que caminan hacia Emaús es la muestra de lo que les ocurría a todos los
discípulos. Todos “esperaban”, “se habían sobresaltado”, oyeron a los que
“habían venido diciendo” ... Se movían en otra onda distinta a la de Jesús.
Antes habían oído pero no escuchado; habían visto signos, pero no habían
creído. Ahora, “al partir el pan” le reconocen. Han empezado a mirar con los
ojos de la fe; a escuchar la Palabra y no sólo a oírla.
* Venimos repitiendo
la experiencia humana de buscar, de intentar por todos los medios caminos
nuevos para el pensamiento, para la acción, para la vida. Pero también hay que
dejar constancia de su desorientación. Encuentra, sí, caminos. Pero no son los
adecuados.
* Se nota también
cierto desencanto en la sociedad. La sensación de que algo en lo que habían
puesto toda su confianza les ha defraudado. Y hace extensiva la desconfianza a
todo y a todos los demás.
_ El Banquete del
Señor:“He aquí el mismo dinamismo del banquete pascual de Jesús resucitado con
sus discípulos: en el camino les explicaba las Escrituras, luego, sentándose a
la mesa con ellos, ``tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio''”
(1347).“En este gesto (la fracción del pan) los
discípulos lo reconocerán después de su resurrección (Lc
24,13-35), y con esta expresión los primeros cristianos designaron sus
asambleas eucarísticas” (1329).
_ Catequesis pascual
de Cristo: 1094.
_ Cristo y la
Iglesia, caminos de salvación para el hombre: 846.
_ La Eucaristía,
fuente y cumbre de la vida eclesial:“La Eucaristía es el corazón y la cumbre de
la vida de la Iglesia, pues en ella Cristo asocia su Iglesia y todos sus
miembros a su sacrificio de alabanza y acción de gracias ofrecido una vez por
todas en la cruz a su Padre; por medio de este sacrificio derrama las gracias
de la salvación sobre su Cuerpo, que es la Iglesia” (1407).
_ Participación en la
Eucaristía (Comunión): 1385. 1388.
_ Compromiso del
cristiano para con la sociedad: 1934. 1935. 1947. 1948.
_ “Has gustado la
sangre del Señor y no reconoces a tu hermano. Deshonras esta mesa, no juzgando
digno de compartir tu alimento al que ha sido juzgado digno de participar en
esta mesa. Dios te ha liberado de todos los pecados y te ha invitado a ella. Y
tú, aún así, no te has hecho más misericordioso (S. Juan Crisóstomo, hom. in
1Co 27,4)” (1397).
_ “Partimos un mismo
pan que es remedio de inmortalidad, antídoto para no morir, sino para vivir en
Jesucristo para siempre (San Ignacio de Antioquía, Eph 20,2)” (1405).
Jesús es reconocido
porque da el pan y se da él mismo. Los cristianos no damos el Pan, sino que lo
compartimos. Pero al compartir el Pan y la entrega de nosotros mismos, también
seremos reconocidos.