Solemnidad de Santa María Madre de Dios (Octava de la Natividad del Señor)A-B-C: Preparemos con las Lecturas y el Catecismo la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración eucarística
Preparémonos con
Las Lecturas El Catecismo El Directorio Homilético
Recursos adicionales para la preparación
Año Litúrgico Patrístico
Comentarios de Sabios y Santos
Iglesia del Hogar: Preparando en Familia
Catequesis preparatoria para los niños
Ejemplos que iluminan la participación
Recursos: Gráficos - Videos - Audios
Páginas relacionadas
Falta un dedo: Celebrarla
Lectura
del libro de los Números
6, 22-27
El Señor dijo a Moisés:
«Habla en estos términos a Aarón y a sus hijos: Así bendecirán a los
israelitas. Ustedes les dirán: "Que el Señor te bendiga y te proteja.
Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia.
Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz". Que ellos
invoquen mi Nombre sobre los israelitas, y Yo los bendeciré».
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 66, 2-3. 5-6. 8
R. ¡El Señor tenga piedad y nos bendiga!El Señor tenga piedad y nos bendiga, haga brillar su rostro sobre nosotros, para que en la tierra se reconozca su dominio, y su victoria entre las naciones. R.
Que canten de alegría las naciones, porque gobiernas a los pueblos con
justicia y guías a las naciones de la tierra. El Señor tenga piedad y
nos bendiga.
¡Que los pueblos te den gracias, Señor,
que todos los pueblos te den gracias!
Que Dios nos bendiga,
y lo teman todos los confines de la tierra.
R.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia 4,
4-7
Hermanos:
Cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de
una mujer y sujeto a la Ley, para redimir a los que estaban sometidos a
la Ley y hacernos hijos adoptivos.
Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios infundió en nuestros
corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo: ¡Abbá!,
es decir, ¡Padre! Así, ya no eres más esclavo, sino hijo, y por lo
tanto, heredero por la gracia de Dios.
ALELUIA
Cf. Heb. 1, 1-2
Aleluia.
Después de haber hablado a nuestros padres
por medio de los Profetas,
en este tiempo final,
Dios nos habló por medio de su Hijo.
Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 2, 16-21
Los pastores fueron rápidamente adonde les había dicho el Ángel del Señor, y
encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. Al
verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que
los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.
Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y
los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían
visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.
Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el
nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su
concepción.
Palabra del Señor
Con el Catecismo de la Iglesia Católica entender y vivir la Palabra
Reflexiones
adicionales a partir del Catecismo
*La maternidad
divina de María
*María en el año
litúrgico
*Vino
Nuestro Señor Jesucristo a liberarnos de nuestras dolencias
* La plenitud de los tiempos no es un momento de madurez de la humanidad.
La plenitud es obra de Dios. Pablo mira desde atrás, con la vista puesta en el
único autor del futuro del hombre: Dios. “Sólo con ojos de redimido puede
llamar plenitud de los tiempos” al momento de la Encarnación. El proyecto de
Dios tiene un objetivo primordial: la liberación del hombre. Dios, fiel a sí
mismo, hace al hombre libre. La primera es su Madre Santísima, primera entre
los salvados y única en la obra de Dios. * Tal como lo había anunciado el ángel, al octavo día se impuso al niño el
nombre de Jesús: “Dios ayuda”, “Dios salva”. La mentalidad bíblica destaca que
el nombre lleva consigo una misión: “él salvará al pueblo de los pecados”, y
quién puede darla. * El hombre tiene ante sí el formidable reto de la historia. Se le da desde
ella la ocasión de hacerla de manera que repercuta en beneficio propio y de los
demás, de poner en juego multitud de iniciativas. Quien se desentienda de ella
es en cierto modo desleal a su propia vocación humana. Los cristianos sabemos que es precisamente en esta historia en la que
Cristo irrumpe, para que nada fuera ya igual. _
María, escogida para ser Madre del Hijo de Dios: “``Dios envió a su Hijo'' (Ga 4,4), pero para ``formarle un cuerpo''
(cf. Hb 10,5) quiso la libre
cooperación de una criatura. Para eso desde toda la eternidad, Dios escogió
para ser la Madre de su Hijo, a una hija de Israel, una joven judía de Nazaret
en Galilea, a ``una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de
David; el nombre de la virgen era María''” (488). _ María, Madre de Dios: 495. _ Jesús, “Dios salva”: 430. 432. _ El nombre de Dios, presente en la Persona del Hijo: 432. _ El culto a la Santísima Virgen: “``Todas las generaciones me llamarán bienaventurada''(Lc 1, 48): ``La
piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del
culto cristiano''. La Santísima Virgen es ``honrada con razón por la Iglesia
con un culto especial. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos, se venera
a la Santísima Virgen con el título de ``Madre de Dios'', bajo cuya protección
se acogen los fieles suplicantes en todos sus peligros y necesidades...” (971;
cf. 1172). _ “Más bienaventurada es María al recibir a Cristo por la fe que al
concebir en su seno la carne de Cristo” (San Agustín, virg.,3). _ “Celebramos hoy el octavo día del nacimiento del Salvador. Y veneramos
tus maravillas, Señor, pues la que ha dado a luz es Madre y Virgen, y el que ha
nacido es Niño y Dios. Con razón ha hablado el cielo, y los ángeles han
anunciado su gozo; los pastores se alegraron, los magos fueron conducidos al
pesebre; los reyes temblaron y coronaron con glorioso martirio a los inocentes”
(San Agustín, 21 Sermón de Navidad). Si Dios ha escogido a María como camino para encontrarse con la humanidad,
la humanidad salvada por Cristo encontrará en la Virgen el camino para el
encuentro con Dios.
II. APUNTE
BÍBLICO-LITÚRGICO
III.
SITUACIÓN HUMANA
IV. LA FE DE
LA IGLESIA
* La fe
* La respuesta
* El testimonio cristiano
Reflexiones adicionales
La historia del
hombre está bendecida por Dios, por eso el creyente mira el mañana con
esperanza. Su fundamento son las promesas de Dios. Y estas promesas tienen
rostro y nombre: Abraham, Moisés... Jesús. Cristo hace que llegue la
benevolencia divina a todos los pueblos.
Dios ha
“bendecido” especialmente a María para hacerla Madre de Dios, y la “bendición”
ha culminado en la Maternidad. María sabe que no es ella la depositaria última
de Cristo como definitiva bendición del Padre. Ella es la primera de los
bendecidos, pero el don es para toda la humanidad. (Recuérdese que, cuando esta
fiesta era aún la de la Circuncisión, se daba a adorar al Niño diciendo:
Christus DATUS est nobis.)
Junto con el
deseo sincero de felicidad en el Año Nuevo, es necesario colaborar para que
llegue a aquellos a quienes felicitamos. Tal vez la ausencia de felicidad y aun
el pesimismo tengan relación con una resignación estéril de quien no “entiende”
la historia desde Dios.
_ La maternidad
divina de María:
“Llamada en los
Evangelios la ``Madre de Jesús'', María es aclamada bajo el impulso del
Espíritu como ``la Madre de mi Señor'' desde antes del nacimiento de su Hijo.
En efecto, aquel que ella concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y
que se ha hecho verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo
Eterno del Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia
confiesa que María es verdaderamente Madre de Dios (``Theotokos'')” (495).
_ Hijo de Dios es
sus dos naturalezas:
“La virginidad de
María manifiesta la iniciativa absoluta de Dios en la Encarnación. Jesús no
tiene como Padre más que a Dios. ``La naturaleza humana que ha tomado no le ha
alejado jamás de su Padre... consubstancial con el Padre en la divinidad,
consubstancial con su Madre en nuestra humanidad, pero propiamente Hijo de Dios
en sus dos naturalezas''.” (Cc Friaul, año 796) (503).
“En la
celebración de este círculo anual de los misterios de Cristo, la santa Iglesia
venera con especial amor a la bienaventurada Madre de Dios, la Virgen María,
unida con un vínculo indisoluble a la obra salvadora de su Hijo; en ella mira y
exalta el fruto excelente de la redención y contempla con gozo, como en una
imagen purísima, aquello que ella misma, toda entera, desea y espera ser (SC
103)” (1172).
_ “Vino Nuestro
Señor Jesucristo a liberarnos de nuestras dolencias, no a cargar con ellas; no
a rendirse a los vicios sino a remediarlos... y por eso convenía que naciese de
manera nueva quien traía la gracia nueva de la santidad inmaculada... Convino
que la virtud del Hijo velase por la virginidad de la Madre y que tan grato
claustro del pudor y morada de santidad fuera guardada por la gracia del
Espíritu Santo” (San León Magno, Serm 22, II de Navidad).
No se nos ha dado
bajo el cielo ningún otro Nombre por el que podamos ser salvados, incluida la
propia Madre del Salvador.