Carta de la hermana Ángela
Hola
La paz del Señor!
Soy la hermana M. Ángela de Ayacucho, (soy hija única de padres separados) caminaba en la segunda comunidad de San Juan de Dios.
Tengo 19 años y 2 años y medio en el monasterio, me paré para la vocación en el encuentro del 2005 en Lima en el cual pude ver que Dios me guiaba; aún cuando no me daba cuenta, hice el peregrinaje solamente porque me gusta viajar, por estar con las amigas y por el enamorado; cuando llegamos a “Cañete” a un santuario, nuestros catequistas nos dijeron el de pedir una gracia a la virgen María y todo muy concentrados rezaban, yo nunca lo había hecho y no sabia como rezar lo único que se ocurrió fue el pedirle a Dios por intercesión de la virgen María que hiciera su voluntad en mi vida porque pensaba que si pedía eso todo en mi vida se solucionaba: que mi madre aceptaría a mi enamorado y que me daría un poco más de libertad; aquel día en la tarde llegamos a Lima al coliseo y todo iba bien hasta que pidieron vocaciones para el convento y se me pasó por la cabeza el pararme solamente para asustar a mí enamorado, pero luego de unos minutos pasó una señora por mi costado señalándome la cruz que estaba delante de mí y ahora puedo decir que el que me vio quizás no fue mi enamorado pero el que me vio fue otro....
Después de una reunión tras otra supe que me venía al monasterio y los primeros meses de espera no fueron tan trágicos, pues era la primera vez que sentía que Dios actuaba en mi vida y por otra parte estaba muy emocionada de saber que tenia que viajar en avión a otro país; ya cuando llegó el momento de partir, tuve un poco de nostalgia , ya que me iba sin haberle dicho la verdad a mi padre (el pensaba que me iba a otro país por cosas de estudio) y por dejar a mi madre sola , pero a la vez emocionada.
Ya cuando llegamos al monasterio en marzo del 2006 me parecía todo más o menos como me lo había imaginado o aun mejor, me gusto mucho mi cuarto, el pequeño velo negro que nos pusieron y todo me iba gustando un poco más cada día así fue 2 o 3 semanas o 1 mes, pero luego pude ver que el monasterio no era tan bonito como antes, y empezaron las luchas, empecé extrañar a mi madre, mis amigos, mi enamorado y todo lo que había dejado en Ayacucho, los problemas con el idioma empezaron muy rápido, el tener que estar en silencio, además la convivencia con las hermanas fue para mi al principio muy difícil ya que siempre había vivido sola con mi madre y ahora tenia 18 a 19 hermanas en torno a mi; vinieron muchas crisis, sin embargo, los escrutes y las palabras del Señor me daban animo para continuar ....
Así fue hasta que llegó el día de la entrega del hábito (noviciado), fue una experiencia más fuerte que la primera. El recibir un hábito y el cambiar de nombre, me dio como un nuevo aliento de vida; pero los combates nunca abandonan, como tampoco me abandonó Jesucristo, trataba y trato de encontrar en él mi sustento y mi fuerza para cada día, ahora he hecho los primeros votos y solo espero que mañana pueda hacer la voluntad de Dios
un abrazo fuerte y ¡ ANIMO A TODOS ¡
Su hna. M. Ángela (Patricia Palomino)