Carta de la hermana Andrea
Soy la hermana Andrea (Vanessa), de la primera comunidad de Huancayo, tengo 23 años y estoy desde hace dos años y medio en el convento cisterciense “Abadía del Corazón de María”, en Dinamarca y ya he hecho mis votos temporales.
Para mí es una gracia muy grande y hasta diría que un milagro el estar en un convento, pues siempre tuve mucho recelo a las monjas y lo último que hubiera pensado es en ser monja, pero...como los planes de Dios no se limitan a mis pequeños proyectos... En un encuentro de jóvenes como éste, Dios me llamó a servirlo y aunque con muchas dudas y miedos, decidí en mi corazón decir sí al Señor.
El tiempo en que Dios me llamó, ya era un tiempo un poco difícil para mí, lo que más me importaba era la universidad, mi carrera; pero a pesar de tenerla, sentía que me faltaba algo.
Dios me regaló la gracia de experimentar que ni mi carrera, ni los amigos, ni el conseguirme un enamorado, ni las fiestas ni nada me daban una felicidad verdadera y Dios me llamó en medio de esta realidad.
Al fin, luego de pararme para la vocación no se acabaron los combates porque tenía que pensar que renunciaba a tener una familia, unos hijos, a mi carrera (me faltaba sólo un año para terminar), el dejar los afectos, la familia, el explicar a la gente que tenía que dejar la universidad, el trabajo, por qué me iba a un convento, y muchas personas en contra.
En medio de estos acontecimientos pude ver que yo no tenía fuerzas para hacerlo y que era Dios quien me sostenía y me fortalecía.
Así, llegué al convento en Dinamarca, a conocer nuevas costumbres, nuevas hermanas, un nuevo idioma, aunque extrañando la familia y la comunidad, pero experimentando cada día el amor de Dios y su fidelidad para conmigo. Ver como en todo este tiempo es él quien me sostiene, quien me ha regalado una nueva dignidad y que me ama así como soy.
Lo único que puedo decirles es que no debemos tener miedo de seguir a Cristo; el seguirlo no nos quita la libertad, no nos ata, sino que nos regala una libertad más plena. Es cierto que se sufre al dejar las cosas del mundo y eso es humano, pero ¡Ánimo!, Si Cristo ha sufrido más que nosotros, hasta el extremo de dejarse crucificar por amor a nosotros. Respondamos a ese amor con coraje y entrega y haciendo siempre su voluntad.
Que Dios los bendiga, la Paz.
Hermana M. Andrea.O. Cist.