Monjes, eremitaños y anacoretas: Los Padres del Desierto
Surge en Egipto, entre los siglos III y IV, dando lugar a las primeras
comunidades de solitarios: los Padres del desierto
Por: catholic.net
El monacato cristiano
Surge en Egipto, entre los siglos III y IV, con san Pablo Ermitaño y san
Antonio Abad (considerados los primeros monjes cristianos), dando lugar a
las primeras comunidades de "solitarios" en la Tebaida (Padres del
desierto), quienes renunciaban al mundo material con el fin de seguir una
vida de ascetismo y contemplación, orientada hacia las realidades divinas.
Los cristianos de Egipto asumieron el monaquismo con tanto entusiasmo que el
emperador Valente tuvo que limitar el número de hombres que podría
convertirse en monjes. En su origen el monacato era "eremítico", después los
monjes se fueron agrupando en comunidades, y fue san Pacomio quien redactó
la primera regla para cenobitas, cuando los monjes comenzaron a reunirse en
monasterios. El monasticismo fue exportado de Egipto al resto del mundo
cristiano. A partir del siglo V se difundió en Occidente, uno de los aportes
más ricos de la Edad Media.
Algunos Padres del Desierto:
San Antonio Abad
Habiendo perdido a sus padres, distribuyó todos sus bienes entre los pobres,
siguiendo la indicación evangélica, y se retiró a la soledad de la región de
Tebaida, en Egipto, donde llevó vida ascética. Trabajó para reforzar la
acción de la Iglesia, sostuvo a los confesores de la fe durante la
persecución desencadenada bajo el emperador Diocleciano, apoyó a san
Atanasio contra los arrianos y reunió a tantos discípulos que mereció ser
considerado padre de los monjes († 356). Leer más de San Antonio Abad
San Pablo Ermitaño
San Pablo murió el año 342 cuando tenía 113 años de edad y cuando llevaba 90
años orando y haciendo penitencia en el desierto por la salvación del mundo.
Se le llama el primer ermitaño, por haber sido el primero que se fue a un
desierto a vivir totalmente retirado del mundo, dedicado a la oración y a la
meditación. Leer más de San Pablo Ermitaño
San Pafnucio
Obispo en Egipto, que fue uno de aquellos confesores que, en tiempo del
emperador Galerio Maximino, habiéndoles sacado el ojo derecho y desjarretado
la pantorrilla izquierda, fueron condenados a las minas, y después,
asistiendo al Concilio de Nicea, luchó denodadamente por la fe católica
contra el arrianismo (s. IV)... Leer más de San Pafnucio
Santa Thais de la Tebaida
En ocasiones se piensa que llegar a ser santo presupone una existencia de
oración, enclaustramiento o martirio; si bien en muchos casos así ha sido,
en otros no: ya que acérrimos pecadores recalcitrantes han logrado la
santidad, y así lo demuestra la vida de Thais... Leer más de Santa Thais
San Macario de Egipto
Una mujer atrevida le inventó la calumnia de que el niño que iba a tener era
hijo de Macario, el cual, según decía ella, la había obligado a pecar. La
gente enardecida arrastró al pobre joven por las calles. Pero él le pidió al
Señor en su oración que hiciera saber a todos la verdad, y sucedió que tal
mujer... Leer más de San Macario de Egipto
San Macario de Alejandría
Este varón santísimo, aunque nació en Egipto, fue presbítero de Alejandría.
Hízose discípulo del gran Padre san Antonio abad, y salió tan perfecto, que
san Antonio le dijo que el Espíritu Santo había reposado sobre él, y que él
sería heredero de sus virtudes. Leer más de San Macario de Alejandría
San Onofre
Si no lo hubiera encontrado el abad san Panufcio, ya moribundo, y no hubiera
escrito su vida es seguro que no conoceríamos a este personaje
originalísimo. Leer más de San Onofre
San Serapión de Alejandría
Estudió en la célebre escuela catequética de Alejandría. Después se dedicó a
la vida eremítica. En este campo tuvo un maestro excepcional, san Antonio. A
nivel intelectual, encontró en san Atanasio un amigo sincero. Lo recuerda
con cariño en su libro “Vida de san Antonio. Al separase, le dejó su túnica.
Leer más de San Serapión de Alejandría
San Simeón el Estilita
Cerca de Antioquía, en Siria, san Simeón, monje, que durante muchos años
vivió sobre una columna, por lo que recibió el sobrenombre de “Estilita”, y
cuya vida y trato con todos fueron admirables (459).
Leer más de San Simón
el Estilita