Meriam Ibrahim, la sudanesa cristiana de 27 años condenada a la horca por no abjurar de su fe cristiana, ha dado a luz en la cárcel
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«Es una niña», han declarado sus abogados al Telegraph
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carta de gratitud de una doctora en microbilogía nigeriana
Meriam Yehya Ibrahim deberá pagar con su vida haber roto un compromiso que nunca firmó. Un tribunal sudanés ha condenado a muerte a esta mujer cristiana de 27 años por renunciar a la fe musulmana que estaba obligada a abrazar de nacimiento. Ibrahim permanece detenida con su hijo de año y medio y está embarazada de ocho meses, informa la ONG Amnistía Internacional. “Le hemos dado tres días para que se retractara, pero como usted insiste en no volver al islam la condeno a morir en la horca”, ha concluido el juez Al-Khalifa ante la mirada impasible de la acusada en un tribunal de Jartum, la capital de Sudán, informa la agencia de noticias AFP. Este país africano cuenta con una amplia mayoría musulmana, fundamentalmente afincada en el norte, y una minoría cristiana que tradicionalmente ha vivido en el sur.
Ibrahim fue criada como cristiana ortodoxa, la religión de su madre. Su
padre, musulmán, no estuvo presente durante su infancia. Las autoridades le
consideran musulmana por su origen paterno, pero ella se define como
cristiana, por lo que su matrimonio con un hombre cristiano no supone una
renuncia al islam, pues nunca se habría abrazado a él. Aunque Sudán
introdujo la sharía —ley islámica— en 1983, la suya es la primera condena a
muerte por este motivo en el país, informa la agencia Reuters. Aunque las
embajadas de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Holanda pidieron al
Gobierno que respetara “la libertad religiosa, incluido el derecho a que una
persona cambie sus creencias”, al tribunal no le tembló el pulso cuando la
mujer ratificó por última vez su fe ante un tribunal que se dirigía a ella
por su supuesto nombre islámico. “No soy apóstata, soy cristiana”.
Amnistía Internacional cuenta que Ibrahim fue arrestada en agosto de 2013.
Un familiar le había acusado de haberse casado con un hombre cristiano
—Sudán considera adulterio que un musulmán contraiga matrimonio con una
persona de otra religión—. El tribunal también le imputó por apostatar al
islam después de declararse cristiana el pasado febrero y las autoridades
sudanesas han considerado inválido su matrimonio. “Esto no ocurre solo en
Sudán. En Arabia Saudí, como en todos los países islámicos, no está
permitido que un musulmán cambie su religión”, ha declarado el ministro
sudanés de Información, Ahmed Bilal Osman. La mujer ha sido condenada a
recibir 100 latigazos antes de ser ejecutada.
En las últimas semanas, varios grupos de estudiantes universitarios han
dirigido una serie de protestas junto a la Universidad de Jartum pidiendo el
fin de los abusos contra derechos humanos en el país. Cerca de 50 personas
esperaban esta mañana a la entrada del juzgado con pancartas en defensa de
la libertad religiosa. “Los detalles del caso sacan a la luz la descarada
interferencia del régimen en la vida privada de los ciudadanos”, critica el
movimiento juvenil Sudan Change Now. Mientras, varios islamistas celebraban
el veredicto: “Alá es el más grande”.
Amnistía Internacional denuncia que dos sudanesas de 23 años fueron
condenadas a morir lapidadas por adulterio en 2013. Ambas confesaron tras
sufrir coacciones y fueron liberadas. Ibrahim, víctima de un pecado con el
que vino al mundo, aún suspira para que un halo de justicia ilumine un
futuro
«Esta es una buena noticia dentro de la prueba terrible de Meriam. Está
programado visitarla con su marido Daniel en el día de hoy. Pienso que a la
niña la llamarán Maya», ha añadido el abogado, Mohaned Mustafa Elnour,
entrevistado por el Daily Mail.
El esposo y la niña recién nacida
La mujer está detenida con los pies atados desde febrero junto a su hijo
Martin de 20 meses, pero la pena de muerte aún no ha sido ejecutada porque
según la ley coránica el niño que llevaba en su seno debía ser preservado.
Meriam deberá pagar con su vida la “traición” al islam dos años después del
parto para permitir que amamante a su hija.
El jueves pasado los abogados defensores de la mujer recurrieron ante el
Tribunal de Apelación de Bahri y Sharq Al Nil y si el intento fracasa los
abogados, que arriesgan su vida, ya han pensado en nuevas vías, entre las
que se encuentra la presentación del caso al Tribunal Supremo de Sudán y al
Tribunal Constitucional.
El gobierno sudanés ha sido condenado por los medios de comunicación
internacionales, pero el caso concierne directamente también a Washington,
dado que Meriam está casada con Daniel Wani, ciudadano estadounidense.
Chris Smith, presidente de la comisión del Congreso americano que supervisa
las relaciones con África, la semana pasada exhortó a «los Estados Unidos y
a toda la comunidad internacional» a exigir que «Sudán anule inmediatamente
la sentencia».
Smith ha añadido que «la voluntad firme de la señora Ibrahim de afirmar su
libertad religiosa es signo de una gran fuerza y de un coraje que no son
comunes».
Tras la liberación: a la izquierda, Daniel Wani,
el marido de Meriam, que va en silla de ruedas y es ciudadano de EEUU desde
2005, con su hijo mayor Martin; Meriam lleva a la pequeña Maya, nacida en
prisión; a su derecha, uno de los abogados que ha ayudado en el caso
Después de haber estado presa nuevamente por "falsificación de documentos" se refugió en la embajada norteamericana y por fin ha podido salir. Fue recibida por el Papa Francisco con su esposo y los niños.