Lesbianismo: Diario de Terapia de Emma II - ¿Cómo fue mi infancia?
Presentación del Diario de la Terapia
El Diario:
- 3. Adolescencia, cuando el corazón se
confundió
Referencia: Elena Lorenzo Rego, ReL
http://elenalorenzo.com/
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Es una pregunta que llevo haciéndome tiempo y que durante los primeros meses
de terapia tuve que profundizar mucho más. En estos años se encuentran
muchas de las respuestas a mi atracción por el mismo sexo (AMS).
Cuando tenía 2 años más o menos, mi madre enfermó, pasó un periodo de tiempo
entrando y saliendo del hospital. Por ese tiempo mi padre trabajaba mucho y
se ausentaba de casa, mi madre estaba enferma y mi hermano mayor sólo tenía
unos años más que yo así que no podían cuidarme. Unos amigos de mis padres
decidieron hacerse cargo de mí durante ese periodo hasta que mi madre
mejorase.
La “enfermedad” de mi madre duró unos 9 meses y no era una enfermedad,
estaba embarazada, un embarazo de riesgo bastante complicado. A mí nadie me
explicó que mi madre se había quedado embarazada y que esperaba un bebé.
Estuve un año fuera de mi casa y casi sin ver a mi familia…apenas vi a mi
madre y siempre que la veía estaba cansada y no podía ni jugar conmigo, ni
cogerme en brazos. Al único que veía más regularmente era a mi padre.
Cuando llegué a casa de nuevo me encontré que había un bebé nuevo, una niña
de unos pocos meses de edad.
Sé que para mi madre esa situación fue dolorosa, pero yo no encajé bien la
situación, pensé que mi madre no me quería, sinceramente me sentí abandonada
por ella. Mi hermana pequeña ocupó su lugar, todos estaba pendientes de
ella. Yo sentía que había hecho algo malo y que por eso me habían
“castigado” llevándome a vivir con otra familia. Me acuerdo que tenía unos
celos enormes de mi hermana, casi enfermizos.
Como mi madre siempre estaba pendiente de mi hermana pequeña, yo pasaba
mucho tiempo con mi padre y mi hermano mayor. Jugaba con ellos, hacía las
cosas que hacían ellos, además de que mi padre me parecía más divertido y
más atento conmigo.
Mi infancia transcurrió con los hombres de mi familia, con mis amigos del
colegio y alejada totalmente del mundo femenino.
En ese tiempo pensaba que era mejor ser un niño y pensaba que yo era un niño
dentro del cuerpo de una niña. Me volví loca con este pensamiento. Soñaba
con despertar al día siguiente y ser un niño. Me cortaba el pelo como un
niño, me vestía con la ropa de mi hermano mayor, etc.
Durante los años siguientes, tuve problemas en el colegio para encajar con
el resto de niñas, me llamaban “marimacho” y además estaba un poco gordita,
así que se reían de mí, de mi ropa, se burlaban de que estuviese siempre con
otros niños. Fue bastante duro, y además no sabía a quién podía contárselo.
Pero hubo una niña de clase a la que le caí bien, era la “chica popular” de
clase, ella me hizo un hueco. Yo suspiraba en ser como ella, parecerme a
ella, además su madre siempre le acompañaba a todo. Admiraba a esa niña, de
verdad que lo hacía. En algún momento entre los 11 o los 12 años empecé a
erotizarla, no es solo la admiraba sino que soñaba con ella. Siempre que
estaba con ella, quería abrazarla o darle la mano, tocarla. Me obsesionaba
con que ella no contase conmigo para algo, que no me contase sus secretos,
que no quisiera ser mi amiga o sentirme rechazada por ella.
Al final de mi niñez hubo otro elemento más que hizo que mi AMS se
desarrollase. Cuando yo tenía 12 años mi padre sufrió un derrame cerebral,
un fallo neurológico. Su carácter cambió mucho, se volvió tremendamente
agresivo. No sabíamos lo que le pasaba y fue un tiempo de mucho sufrimiento.
Cuando estaba cansado se descontrolaba o en situaciones de estrés también.
Para mí este episodio fue un golpe durísimo, estaba más unido a él que a mi
madre, a partir de ahí, sentí que no podía confiar en los demás.
En resumen, no me vinculé a mi madre, la percibí como alguien débil a quien
cuidar y que no estuvo presente en mis primeros años de vida. Me uní
demasiado a mi padre, a mi hermano y a otros niños, por lo que desee ser
como ellos. En clase sufrí por sentirme diferente y mi autoestima fue
dañada. Sumado a esto, tenía unos celos enormes de mi hermana pequeña y de
cualquier otra niña que fuese “aparentemente” mejor que yo. Todo ello unido
a un temperamento hipersensible.
En las próximas páginas hablaré de otras circunstancias que potenciaron mi
AMS, de las consecuencias que tuvo esto en mi adolescencia y de cómo viví
mis primeros años, creyendo que era una chica homosexual.