Tratado de la Paciencia Capítulo 4: Paciente sumisión a Dios
Ahora bien, si observamos que son los mejores siervos, los que soportan con
buena voluntad el humor de su amo y lo sirven para merecer un premio que es
fruto de su dedicación y de su complaciente sumisión, ¿cuánto más no debemos
nosotros estar solícitos en el servicio del Señor, siendo servidores de un
Dios vivo, cuyo juicio no tiene por castigo grillos de esclavitud, ni como
premios gorros de libertad, sino penas o dichas eternas?
Evitemos por tanto, su severidad, y ganémonos su liberalidad sirviéndole con
tanto mayor empeño cuanto más grande es el castigo con que amenaza y mayor
el galardón que promete. Nosotros exigimos que nos sirvan no tan sólo los
criados y aquellas otras personas que por algún derecho nuestro nos están
obligadas, sino también los mismos animales domésticos y aun todas las
bestias, porque entendemos que Dios las ha destinado y sometido a nuestro
uso, y hasta parece que supiesen que deben obecedernos; y ¿será posible
entonces que siendo tan buenos servidores nuestros los que Dios nos ha
sometido, nosotros dudemos luego en obedecerle a El, Señor universal, de
quien somos súbditos? ¡Cuánta injusticia y cuánta ingratitud! No es posible
que la obediencia que se nos guarda por bondad de Dios, luego se la neguemos
a Él nosotros mismos.
No he de insistir sobre esta nuestra obligación de obedecer a un Señor que
es Dios; bastará que uno la reconozca para que luego sepa cuál sea su deber
para con Él. Pero no ha de creerse, sin embargo, que la obediencia sea cosa
extraña a la paciencia, pues aquélla nace de ésta. Jamás un impaciente puede
ser obsequioso; como tampoco un paciente puede resultar desagradable. Por
consiguiente, ¿cómo no vamos a discurrir intensamente acerca de la
excelencia de una virtud que el mismo Señor, Dios conocedor y apreciador de
todo lo bueno, ostentola en su misma persona? ¿Y quién puede dudar que un
bien de Dios no debe ser apreciado con todas las fuerzas por aquellos que
son de Dios? En esto, como en un compendio de su valor y defensa, se funda
la alabanza y la recomendación de la paciencia.