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1. Aunque en el primer genero de aprehensiones naturales habemos
dado doctrina tambien para las imaginarias, que son naturales,
convenía hacer esta división por amor de otras formas y noticias
que guarda la memoria en sí, que son de cosas sobrenaturales, así
como de visiones, revelaciones, locuciones y sentimientos por vía
sobrenatural. De las cuales cosas, cuando han pasado por el alma,
se suele quedar imagen, forma y figura, o noticia impresa, (ahora
en el alma), ahora en la memoria o fantasía, a veces muy viva y
eficazmente. Acerca de lo cual es menester tambien dar aviso,
porque la memoria, no se embarace con ellas y le sean impedimento
para la unión de Dios en esperanza pura y entera.
2. Y digo que el alma, para conseguir este bien, nunca sobre las
cosas claras y distintas que por ella hayan pasado por vía
sobrenatural ha de hacer reflexión para conservar en sí las formas
y figuras y noticias de aquellas cosas. Porque siempre habemos de
llevar este presupuesto: que cuanto el alma más presa hace en
alguna aprehensión natural o sobrenatural distinta y clara, menos
capacidad y disposición tiene en sí para entrar en el abismo de la
fe, donde todo lo demás se absorbe. Porque, como queda dicho,
ningunas formas ni noticias sobrenaturales que pueden caer en la
memoria son Dios, y de todo lo que no es Dios se ha de vaciar el
alma para ir a Dios; luego tambien la memoria de todas estas
formas y noticias se ha de deshacer para unirse con Dios en
esperanza, porque toda posesión es contra esperanza, la cual, como
dice san Pablo (Hb. 11, 1), es de lo que no se posee.
De donde, cuanto más la memoria se desposee, tanto más tiene de
esperanza, y cuanto más de esperanza tiene, tanto más tiene de
unión de Dios; porque acerca de Dios, cuanto más espera el alma,
tanto más alcanza. Y entonces espera más cuando se desposee más; y
cuando se hubiere desposeído perfectamente, perfectamente quedará
con la posesión de Dios en unión divina. Mas hay muchos que no
quieren carecer de la dulzura y sabor de la memoria en las
noticias, y por eso no vienen a la suma posesión y entera dulzura;
porque el que no renuncia todo lo que posee, no puede ser su
discípulo (Lc. 14, 33).
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