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1. Demás de los provechos que el alma consigue en librarse de los
dichos tres daños por la privación de este gozo, adquiere dos
excelentes provechos.
El primero es engrandecer y ensalzar a Dios; el segundo es
ensalzarse el alma a sí misma. Porque de dos maneras es Dios
ensalzado en el alma: la primera es apartando el corazón y gozo de
la voluntad de todo lo que no es Dios, para ponerlo en el
solamente. Lo cual quiso decir David en el verso que habemos
alegado al principio de la noche de esta potencia (Sal. 63, 7), es
a saber: Allegarse (ha) el hombre al corazón alto, y será Dios
ensalzado; porque, levantando el corazón sobre todas las cosas, se
ensalza en el alma sobre todas ellas.
2. Y porque de esta manera le pone en Dios solamente, se ensalza y
engrandece Dios, manifestando al alma su excelencia y grandeza;
porque en este levantamiento de gozo en el, le da Dios testimonio
de quien el es. Lo cual no se hace sin vaciar el gozo y consuelo
de la voluntad acerca de todas las cosas, como tambien lo dice por
David (Sal. 45, 11), diciendo: Vacad, y ved que yo soy Dios. Y
otra vez (Sal. 62, 3) dice: En tierra desierta, seca y sin camino,
parecí delante de ti, para ver tu virtud y tu gloria. Y pues es
verdad que se ensalza Dios poniendo el gozo en el, apartado de
todas las cosas, mucho más se ensalza apartándole de estas más
maravillosas para ponerle sólo en el, pues son de más alta entidad
siendo sobrenaturales; y así, dejándolas atrás por poner el gozo
sólo en Dios, es atribuir mayor gloria y excelencia a Dios que a
ellas; porque cuanto uno más y mayores cosas desprecia por otro,
tanto más le estima y engrandece.
3. Demás de esto, es Dios ensalzado en la segunda manera,
apartando la voluntad de este genero de obras; porque cuanto Dios
es más creído y servido sin testimonios y señales, tanto más es
del alma ensalzado, pues cree de Dios más que las señales y
milagros le pueden dar a entender.
4. El segundo provecho en que se ensalza el alma es porque,
apartando la voluntad de todos los testimonios y señales
aparentes, se ensalza en fe muy pura, la cual le infunde y aumenta
Dios con mucha más intención, y juntamente le aumenta las otras
dos virtudes teologales, que son caridad y esperanza; en que goza
de divinas y altísimas noticias por medio del oscuro y desnudo
hábito de fe; y de grande deleite de amor por medio de la caridad,
con que no se goza la voluntad en otra cosa que en Dios vivo; y de
satisfacción en la memoria por medio de la esperanza. Todo lo cual
es un admirable provecho que esencial y derechamente importa para
la unión perfecta del alma con Dios.
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