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1. No le es al alma menor el quinto daño que se le sigue de querer
retener en la memoria e imaginativa las dichas formas e imágenes
de las cosas que sobrenaturalmente se le comunican, mayormente si
quiere tomarlas por medio para la divina unión, porque es cosa muy
fácil juzgar del ser y alteza de Dios menos digna y altamente de
lo que conviene a su incomprehensibilidad. Porque, aunque la razón
y juicio no haga expreso concepto de que Dios será semejante a
algo de aquello, todavía la misma estimación de aquellas
aprehensiones, si, en fin, las estima, hace y causa en el alma un
no estimar y sentir de Dios tan altamente como enseña la fe, que
nos dice ser incomparable, incomprehensible, etc.
Porque, demás de que todo lo que el alma pone en la criatura quita
de Dios, naturalmente se hace en el interior de ella, por medio de
la estimación de aquellas cosas aprehensibles, cierta comparación
de ellas a Dios que no deja juzgar ni estimar de Dios tan
altamente como debe. Porque las criaturas, ahora terrenas, ahora
celestiales, y todas las noticias e imágenes distintas, naturales
y sobrenaturales, que pueden caer en las potencias del alma, por
altas que sean ellas en esta vida, ninguna comparación ni
proporción tiene con el ser de Dios, por cuanto Dios no cae debajo
de genero y especie, y ellas sí, como dicen los teólogos. Y el
alma en esta vida no es capaz de recibir clara y distintamente
sino lo que cae debajo de genero y especie. Que por eso dice san
Juan (1, 18) que ninguno jamás vio a Dios. E Isaías (64, 4), que
no subió en corazón de hombre cómo sea Dios. Y Dios dijo a Moises
(Ex. 33, 20) que no le podía ver en este estado de vida. Por
tanto, el que embaraza la memoria y las demás potencias del alma
con lo que ellas pueden comprehender, no puede estimar a Dios ni
sentir de el como debe.
2. Pongamos una baja comparación: Claro está que cuanto más uno
pusiese los ojos en los criados del rey y más reparase en ellos,
menos caso hacía del rey y en tanto menos le estimaba; porque,
aunque el aprecio no este formal y distintamente en el
entendimiento, estálo en la obra, pues cuanto más pone en los
criados, tanto más quita de su señor; y entonces no juzgaba este
del rey muy altamente, pues los criados le parecen algo delante
del rey, su señor. Así acaece al alma para con su Dios cuando hace
caso de las dichas criaturas. Aunque esta comparación es muy baja,
porque Dios es de otro ser que sus criaturas, en que infinitamente
dista de todas ellas; por tanto, todas ellas han de quedar
perdidas de vista, y en ninguna forma de ellas ha de poner el alma
los ojos, para poderlos poner en Dios por fe y esperanza.
3. De donde los que no solamente hacen caso de las dichas
aprehensiones imaginarias, sino que piensan que Dios será
semejante a alguna de ellas y que por ellas podrán ir a unión de
Dios, ya estos yerran mucho, y siempre irán perdiendo la luz de la
fe en el entendimiento, por medio de la cual esta potencia se une
con Dios, y tambien no crecerán en la alteza de la esperanza, por
medio de la cual la memoria se une con Dios en esperanza, lo cual
ha de ser desuniendose de todo lo imaginario.
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