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1. La segunda manera de mal positivo que causan al alma los
apetitos es que la atormentan y afligen a manera del que está en
tormento de cordeles, abarcado a alguna parte, de lo cual hasta
que se libre no descansa. Y de estos dice David (Sal. 118, 61):
Funes peccatorum circumplexi sunt me: Los cordeles de mis pecados,
que son mis apetitos, en derredor me han apretado.
Y de la misma manera que se atormenta y aflige al que desnudo se
acuesta sobre espinas y puntas, así se atormenta el alma y aflige
cuando sobre sus apetitos se recuesta. Porque, a manera de
espinas, hieren y lastiman y asen y dejan dolor. Y de ellos
tambien dice David (Sal. 117, 12): Circumdederunt me sicut apes,
et exarserunt sicut ignis in spinis; que quiere decir: Rodeáronse
de mí como abejas, punzándome con sus aguijones, y encendieronse
contra mí como el fuego en espinas; por que en los apetitos, que
son las espinas, crece el fuego de la angustia y del tormento.
Y así como aflige y atormenta el gañán al buey debajo del arado
con codicia de la mies que espera, así la concupiscencia aflige al
alma debajo del apetito por conseguir lo que quiere. Lo cual se
echa bien de ver en aquel apetito que tenía Dalila de saber en que
tenía tanta fuerza Sansón, que dice la Sagrada Escritura (Jue. 16,
163) que la fatigaba y atormentaba tanto, que la hizo desfallecer
casi hasta morir, diciendo: Defecit anima eius, et ad mortem usque
lassata est.
2. El apetito tanto más tormento es para el alma cuanto el es más
intenso. De manera que tanto hay de tormento cuanto hay de
apetito, y tanto más tormentos tiene cuantos más apetitos la
poseen; porque se cumple en la tal alma, aun en esta vida, lo que
se dice en el Apocalipsis (18, 7) de Babilonia por estas palabras:
Quantum glorificavit se, et in deliciis fuit, tantum date illi
tormentum et luctum; esto es: Tanto cuanto se quiso ensalzar y
cumplir sus apetitos, le dad de tormento y angustia. Y de la
manera que es atormentado y afligido el que cae en manos de sus
enemigos, así es atormentada y afligida el alma que se deja llevar
de sus apetitos. De lo cual hay figura en el libro de los Jueces
(16, 21), donde se lee que aquel fuerte Sansón, que antes era
fuerte y libre y juez de Israel, cayendo en poder de sus enemigos,
le quitaron la fortaleza, y le sacaron los ojos, y le ataron a
moler en una muela, adonde le atormentaron y afligieron mucho. Y
así acaece al alma donde estos enemigos de apetitos viven y
vencen, que lo primero que hacen es enflaquecer al alma y cegarla;
y, como abajo diremos, luego la afligen y atormentan, atándola a
la muela de la concupiscencia; y los lazos con que está asida son
sus mismos apetitos.
3. Por lo cual, habiendo Dios lástima a estos que con tanto
trabajo y tan a costa suya andan a satisfacer la sed y hambre del
apetito en las criaturas, les dice por Isaías (55, 12): Omnes
sitientes venite ad aquas; et qui non habetis argentum, properate,
emite et comedite: venite, emite absque argento vinum et lac.
Quare appenditis argentum non in panibus, et laborem vestrum non
in saturitate?; como si dijera: Todos los que teneis sed de
apetitos, venid a las aguas, y todos los que no teneis plata de
propia voluntad y apetitos, daos priesa; comprad de mí y comed;
venid y comprad de mi vino y leche, que es paz y dulzura
espiritual, sin plata de propia voluntad, y sin darme por ello
(interes o) trueque alguno del trabajo, como dais por vuestros
apetitos. ¿Por que dais la plata de vuestra voluntad por lo que no
es pan, esto es, del espíritu divino, y poneis el trabajo de
vuestros apetitos en lo que no os puede hartar? Venid, oyendome a
mí, y comereis el bien que deseáis, y deleitarse ha en grosura
vuestra alma.
4. Este venir a la grosura es salirse de todos los gustos de
criatura, porque la criatura atormenta, y el espíritu de Dios
recrea. Y así, nos llama el por san Mateo (11, 2829), diciendo:
Venite ad me, omnes qui laboratis et onerati estis, et ego
reficiam vos, et invenietis requiem animabus vestris; como si
dijera: Todos los que andáis atormentados, afligidos y cargados
con la carga de vuestros cuidados y apetitos, salid de ellos,
viniendo a mí, y yo os recreare, y hallareis para vuestras almas
el descanso que os quitan vuestros apetitos. Y así, son pesada
carga, porque de ellos dice David (Sal. 37, 5): Sicut onus grave
gravatae sunt super me.
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