Dicta el Señor a santa Brígida algunas oraciones que pueda recitar al vestirse, al sentarse a la mesa, y al retirarse para descansar.
REVELACIÓN 71

La hermosura y composición exterior, dice Jesucristo, ha de ordenarse siempre a la interior del alma. Así, pues, cuando te cubras la cabeza, has de decir: Dios y Señor mío, gracias os doy, porque me habéis sufrido en mi pecado, y puesto que por mi infidelidad no soy digna de veros, cubro mis cabellos. Me es tan abominable la impureza, añadió el Señor, que si la que es doncella consiste en malos deseos, para mí ya lo dejó de ser y no está pura, si no es que con la penitencia corrija su mal deseo. Cuando te pusieres la toca, has de decir: Dios y Señor mío, que creasteis buenas todas las cosas, y al hombre con más excelencia que todas ellas, pues lo creasteis a vuestra imagen, tened misericordia de mí, y puesto que no guardé para vuestra honra la hermosura de mi rostro, cubro mi frente. Cuando te calzas, dirás: Bendito seáis, Dios mío, que me mandáis tener calzado, para que esté fuerte y no tibia en vuestro servicio. Confortadme, pues, para que pueda andar según vuestros mandamientos.

En todos tus vestidos se ha de manifestar humildad, y en todo tu cuerpo suma honestidad y modestia. Cuando te sentares a la mesa, has de decir: Señor Dios mío, si quisierais, como podéis, sustentarme sin comida, yo os lo suplicará con muchas veras; mas puesto que nos mandáis que comamos con moderación, os ruego me concedáis continencia en la comida, a fin de que por vuestra gracia pueda yo comer según la necesidad de la naturaleza, y no como lo pide el apetito de la carne. Cuando te fueres a dormir, dirás: Bendito seáis, Dios mío, que disponéis las alternativas de los tiempos para alivio y descanso del alma y del cuerpo. Concededme que mi cuerpo descanse esta noche, y guardadme ilesa del poder e ilusión del enemigo.