Jesucristo amonesta a santa Brígida el progreso en toda virtud, imitando a los Santos y a la Reina de todos ellos, para unirse de este modo con el mismo Jesús. |
REVELACIÓN 70 |
Con mucha razón te he dicho que mis amigos son mi brazo, porque tienen consigo al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, y a mi Madre, y a toda la corte celestial. La divinidad es la médula, sin la que nadie vive. Los huesos son mi humanidad, que fué fuerte para padecer. El Espíritu Santo es la sangre, porque es quien lo llena y lo alegra todo. Mi Madre es la carne, en la cual estuvo la divinidad, la humanidad y el Espíritu Santo. La piel o cutis es todo el ejército celestial; y como la piel cubre la carne, así mi Madre aventaja en virtud a todos los santos; porque aun cuando los ángeles son puros, más pura es todavía mi Madre; y aunque los profetas estuvieron llenos del Espíritu Santo y los mártires padecieron muchos tormentos, mayor todavía y más fervoroso fué en mi Madre el espíritu, y también padeció más que todos los mártires. Y aunque los confesores se abstuvieron de todas las cosas, más perfecta abstinencia tuvo mi Madre, porque mi divinidad estuvo en ella juntamente con mi humanidad.
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