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Se sigue después de la lección la meditación del paso que habemos
leído. Y ésta unas veces es de cosas que se pueden figurar con la
imaginación, como son todos los pasos de la vida y pasión de
Cristo, el juicio final, el infierno, el paraíso. Otras es de
cosas que pertenecen más al entendimiento que a la imaginación, como
es la consideración de los beneficios de Dios, de su bondad o
misericordia, o cualquiera otra de sus perfecciones.
Esta meditación se llama intelectual, y la otra imaginaria. Y de la
una y de la otra solemos usar en estos ejercicios, según que la
.materia de las cosas lo requiere. Y cuando la meditación es ima-
ginaria, habemos de figurar cada cosa de éstas de la manera que ella
es, o de la manera que pasaría, y hacer cuenta que en el propio lugar
donde estamos pasa todo aquello en presencia nuestra, porque con esta
representación de las cosas sea más viva la consideración y
asentimiento de ellas, y aun imaginar que pasan estas cosas dentro de
nuestro corazón es mejor, que pues caben en él ciudades y reinos,
mejor cabrá la representación de estos misterios, y ayudará esto
mucho para traer el ánima recogida, ocupándose dentro de sí mismo
(como abeja dentro de su corcho) en labrar su panal de miel; porque
ir con el pensamiento a Jerusalén a meditar las cosas que allí
pasaron en sus propios lugares, es cosa que suele enflaquecer y hacer
daño a las cabezas; y por esta misma razón no debe el hombre hincar
mucho la imaginación en las cosas que piensa, por no fatigar con esta
vehemente aprensión la naturaleza.
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