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1. Muchos daños se le siguen, así acerca de lo interior como del
exterior, al espiritual por quererse andar al sabor sensitivo
acerca de las dichas cosas. Porque, acerca del espíritu, nunca
llegará al recogimiento interior del espíritu, que consiste en
pasar de todo eso, y hacer olvidar al alma todos esos sabores
sensibles, y entrar en lo vivo del recogimiento del alma, y
adquirir las virtudes con fuerza. Cuanto a lo exterior, le causa
no acomodarse a orar en todos lugares, sino en los que son a su
gusto; y así, muchas veces faltará a la oración, pues, como dicen,
no está hecho más que al libro de su aldea.
2. Demás de esto, este apetito les causa muchas variedades, porque
de estos son los que nunca perseveran en un lugar, ni a veces en
un estado, sino que ahora los vereis en un lugar, ahora en otro;
ahora tomar una ermita, ahora otra; (ahora componer un oratorio,
ahora otro).
Y de estos son tambien aquellos que se les acaba la vida en
mudanzas de estados y modos de vivir; que, como sólo tienen aquel
hervor y gozo sensible acerca de las cosas espirituales, y nunca
se han hecho fuerza para llegar al recogimiento espiritual por la
negación de su voluntad y sujeción en sufrirse en
desacomodamientos, todas las veces que ven un lugar devoto a su
parecer, o alguna manera de vida, o estado que cuadre con su
condición e inclinación, luego se van tras el y dejan el que
tenían. Y como se movieron por aquel gusto sensible, de aquí es
que presto buscan otra cosa, porque el gusto sensible no es
constante, porque falta muy presto.
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