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1. Para hablar propiamente de esta inteligencia de verdades
desnudas que se da al entendimiento, era necesario que Dios tomase
la mano y moviese la pluma; porque sepas, amado lector, que excede
toda palabra lo que ellas son para el alma en sí mismas. Mas, pues
yo no hablo aquí de ellas de propósito, sino sólo para industriar
y encaminar el alma en ellas a la divina unión, sufrirse ha hablar
de ellas aquí corta y modificadamente cuanto baste para el dicho
intento.
2. Esta manera de visiones, o, por mejor decir, de noticias de
verdades desnudas, es muy diferente de la que acabamos de decir en
el capítulo 24, porque no es como ver las cosas corporales con el
entendimiento, pero consiste en entender y ver verdades de Dios o
de las cosas que son, fueron y serán, lo cual es muy conforme al
espíritu de profecía, como por ventura se declarará despues.
3. De donde es de notar que este genero de noticias se distingue
en dos maneras de ellas; porque unas acaecen al alma acerca del
Criador, otras acerca de las criaturas, como habemos dicho. Y
aunque las unas y las otras son muy sabrosas para el alma, pero el
deleite que causan en ella estas que son de Dios no hay cosa a que
le poder comparar, ni vocablos ni terminos con que le poder decir,
porque son noticias del mismo Dios y deleite del mismo Dios; que,
como dice David (Sal. 39, 6), no hay como el cosa alguna. Porque
acaecen estas noticias derechamente acerca de Dios, sintiendo
altísimamente de algún atributo de Dios, ahora de su omnipotencia,
ahora de su fortaleza, ahora de su bondad y dulzura, etc.; y todas
las veces que se siente, se pega en el alma aquello que se siente.
Que, por cuanto es pura contemplación, ve claro el alma que no hay
cómo poder decir algo de ello, si no fuese decir algunos terminos
generales que la abundancia del deleite y bien que allí sintieron
les hace decir a las almas por quien pasa; mas no para que en
ellos se pueda acabar de entender lo que allí el alma gustó y
sintió.
4. Y así David (Sal. 18, 1011), habiendo por el pasado algo de
esto, sólo dijo (de ello) con palabras comunes y generales,
diciendo: Iudicia Domini vera, iustificata in semetipsa.
Desiderabilia super aurum et lapidem pretiosum multum, et dulciora
super mel et favum; que quiere decir: Los juicios de Dios, esto
es, las virtudes y atributos que sentimos en Dios, son verdaderos,
en sí mismos justificados, más deseables que el oro y que la
piedra preciosa muy mucho, y más dulces sobre el panal y la miel.
Y de Moises leemos (Ex. 34, 67) que en una altísima noticia que
Dios le dio de sí, una vez que pasó delante de el, sólo dijo lo
que se puede decir por los dichos terminos comunes, y fue que,
pasando el Señor por el en aquella noticia, se postró Moises muy
aprisa en la tierra, diciendo: Dominator Domine Deus, misericors
et clemens, patiens et multae miserationis ac verax. Qui custodis
misericordias in millia, etc.; que quiere decir: Emperador, Señor,
Dios, misericordioso y clemente, paciente y de mucha miseración y
verdadero, que guardas la misericordia que prometes en millares.
Donde se ve que, no pudiendo Moises declarar lo que en Dios
conoció en una sola noticia, lo dijo y rebosó por todas aquellas
palabras.
Y aunque, a veces en las tales noticias, palabras se dicen, bien
ve el alma que no ha dicho nada de lo que sintió, porque ve que no
hay nombre acomodado para poder nombrar aquello. Y así san Pablo
(2 Cor. 12, 4), cuando tuvo aquella alta noticia de Dios, no curó
de decir nada, sino decir que no era lícito al hombre tratar de
ello.
5. Estas noticias divinas que son acerca de Dios, nunca son de
cosas particulares, por cuanto son acerca del Sumo Principio; y,
por eso, no se pueden decir en particular, si no fuese en alguna
manera alguna verdad de cosa menos que Dios, que juntamente se
echase de ver allí; mas aquellas no, en ninguna manera. Y estas
altas noticias no las puede tener sino el alma que llega a unión
de Dios, porque ellas mismas son la misma unión; porque consiste
el tenerlas en cierto toque que se hace del alma en la Divinidad,
y así el mismo Dios es el que allí es sentido y gustado. Y, aunque
no manifiesta y claramente como en la gloria, pero es tan subido y
alto toque de noticia y sabor que penetra la sustancia del alma,
que el demonio no se puede entrometer ni hacer otro semejante,
porque no le hay, ni cosa que se compare, ni infundir sabor ni
deleite semejante. Porque aquellas noticias saben a esencia divina
y vida eterna, y el demonio no puede fingir cosa tan alta.
6. Podría el, empero, hacer alguna apariencia de simia,
representando al alma algunas grandezas y henchimientos muy
sensibles, procurando persuadir al alma que aquello es Dios; mas
no de manera que entrasen en la sustancia del alma y la renovasen
y enamorasen súbitamente, como hacen las de Dios. Porque hay
algunas noticias y toques de estos que hace Dios en la sustancia
del alma que de tal manera la enriquecen, que no sólo basta una de
ellas para quitar al alma de una vez todas las imperfecciones que
ella no había podido quitar en toda la vida, mas la deja llena de
virtudes y bienes de Dios.
7. Y le son al alma tan sabrosos y de tan íntimo deleite estos
toques, que con uno de ellos se daría por bien pagada de todos los
trabajos que en su vida hubiese padecido, aunque fuesen
innumerables, y queda tan animada y con tanto brío para padecer
muchas cosas por Dios, que le es particular pasión ver que no
padece mucho.
8. Y a estas altas noticias no puede el alma llegar por alguna
comparación ni imaginación suya, porque son sobre todo eso; y así,
sin la habilidad del alma las obra Dios en ella. De donde, a
veces, cuando ella menos piensa y menos lo pretende suele Dios dar
al alma estos divinos toques, en que le causa ciertos recuerdos de
Dios. Y estos a veces se causan súbitamente en ella sólo en
acordarse de algunas cosas, y a veces harto mínimas. Y son tan
sensibles, que algunas veces no sólo al alma, sino tambien al
cuerpo hacen estremecer. Pero otras veces acaecen en el espíritu
muy sosegado sin estremecimiento alguno, con súbito sentimiento
del deleite y refrigerio en el espíritu.
9. Otras veces acaecen en alguna palabra que dicen u oyen decir,
ahora de la sagrada Escritura, ahora de otra cosa. Mas no siempre
son de una misma eficacia y sentimiento, porque muchas veces son
harto remisos; pero, por mucho que sean, vale más uno de estos
recuerdos y toques de Dios al alma que otras muchas noticias y
consideraciones de las criaturas y obras de Dios. Y por cuanto
estas noticias se dan al alma de repente y sin albedrío de ella,
no tiene el alma que hacer en ellas en quererlas o no quererlas,
sino háyase humilde y resignadamente acerca de ellas, que Dios
hará su obra cómo y cuándo el quisiese.
10. Y en estas no digo que se haya negativamente, como en las
demás aprehensiones, porque ellas son parte de la unión, como
habemos dicho, en que vamos encaminando al alma; por la cual la
enseñamos a desnudarse y desasirse de todas las otras. Y el medio
para que Dios la haga, ha de ser humildad y padecer por amor de
Dios con resignación de toda retribución; porque estas mercedes no
se hacen al alma propietaria, por cuanto son hechas con muy
particular amor de Dios que tiene con la tal alma, porque el alma
tambien se le tiene a el muy desapropiado. Que esto es lo que
quiso decir el Hijo de Dios por san Juan (14, 21), cuando dijo:
Qui autem diligit me, diligetur a Patre meo, et ego diligam eum,
et manifestabo ei meipsum, que quiere decir: El que me ama, será
amado de mi Padre, y yo le amare y me manifestare a mí mismo a el.
En lo cual se incluyen las noticias y toques que vamos diciendo
que manifiesta Dios al alma (que se llega a el y) de veras le ama.
11. La segunda manera de noticias o visiones de verdades
interiores es muy diferente de esta que habemos dicho, porque es
de cosas más bajas que Dios y en estas se encierra el conocimiento
de la verdad de las cosas en sí y el de los hechos y casos que
acaecen entre los hombres. Y es de manera este conocimiento, que,
cuando se le dan al alma a conocer estas verdades, de tal manera
se le asientan en el interior sin que nadie la diga nada, que,
aunque la digan otra cosa, no puede dar el consentimiento interior
a ella, aunque se quiera hacer fuerza para asentir, porque está el
espíritu conociendo otra cosa en la cosa con el espíritu que le
tiene presente a aquella cosa; lo cual es como verlo claro. Lo
cual pertenece al espíritu de profecía y a la gracia que llama san
Pablo (1 Cor. 12, 10) don de discreción de espíritus. Y aunque el
alma tiene aquello que entiende por tan cierto y verdadero como
habemos dicho, y no puede dejar de tener aquel consentimiento
interior pasivo, no por eso ha de dejar de creer y dar el
consentimiento de la razón a lo que le dijere y mandare su maestro
espiritual, aunque sea muy contrario a aquello que siente, para
enderezar de esta manera el alma en fe a la divina unión, a la
cual ha de caminar el alma más creyendo que entendiendo.
12. De lo uno y de lo otro tenemos testimonios claros en la
sagrada Escritura. Porque, acerca del conocimiento espiritual que
se puede tener en las cosas, dice el Sabio (Sab. 7, 1721) estas
palabras: Ipse dedit mihi horum quae sunt scientiam veram, ut
sciam dispositionem orbis terrarum, et virtutes elementorum,
initium et consummationem temporum, vicissitudinum permutationes,
et consummationes temporum et morum mutationes, divisiones
temporum, et anni cursus, et stellarum dispositiones, naturas
animalium et iras bestiarum, vim ventorum, et cogitationes
hominum, differentias virgultorum, et virtutes radicum, et
quaecumque sunt abscondita, et improvisa didici: omnium enim
artifex docuit me sapientia; que quiere decir: Diome Dios ciencia
verdadera de las cosas que son: que sepa la disposición de la
redondez de las tierras y las virtudes de los elementos; el
principio y fin y mediación de los tiempos; los mudamientos de las
mudanzas y las consumaciones de los tiempos, y las mudanzas de las
costumbres, las divisiones de los tiempos, los cursos del año y
las disposiciones de las estrellas; las naturalezas de los
animales y las iras de las bestias, la fuerza y virtud de los
vientos, y los pensamientos de los hombres; las diferencias de las
plantas y árboles y las virtudes de las raíces, y todas las cosas
que están escondidas aprendí, y las improvisas. Porque la
Sabiduría, que es artífice de todas las cosas, me enseñó.
Y, aunque esta noticia que dice aquí el Sabio que le dio Dios de
todas las cosas fue infusa y general, por esta autoridad se
prueban suficientemente todas las noticias que particularmente
infunde Dios en las almas por vía sobrenatural cuando el quiere.
No porque les de hábito general de ciencia, como se dio a Salomón
en las cosas dichas, sino descubriendoles a veces algunas verdades
acerca de cualesquiera de todas estas cosas que aquí cuenta el
Sabio.
Aunque verdad es que Nuestro Señor acerca de muchas cosas infunde
hábitos a muchas almas, aunque nunca tan generales como el de
Salomón, tal como aquellas diferencias de dones que cuenta san
Pablo (1 Cor. 12, 810) que reparte Dios, entre los cuales pone
sabiduría, ciencia, fe, profecía, discreción o conocimiento de
espíritus, inteligencia de lenguas, declaración de las palabras,
etc. Todas las cuales noticias son hábitos infusos, que gratis los
da (Dios) a quien quiere, ahora natural, ahora sobrenaturalmente;
naturalmente, así como a Balam y otros profetas idólatras y muchas
sibilas a quien dio espíritu de profecía; y sobrenaturalmente,
como a los santos Profetas y Apóstoles y otros santos.
13. Pero, allende de estos hábitos o gracias "gratis data", lo que
decimos es que las personas perfectas o las que ya van
aprovechando en perfección, muy ordinariamente suelen tener
ilustración y noticia de las cosas presentes o ausentes; lo cual
conocen por el espíritu que tienen ya ilustrado y purgado. Acerca
de lo cual podemos entender aquella autoridad de los Proverbios
(27, 19), es a saber: Quomodo in aquis resplendent vultus
prospicientium, sic corda hominum manifesta sunt prudentibus: De
la manera que en las aguas parecen los rostros de los que en ellas
se miran, así los corazones de los hombres son manifiestos a los
prudentes; que se entiende de aquellos que tienen ya sabiduría de
santos, de lo cual dice la sagrada Escritura que es prudencia (Pv.
9, 10). Y a este modo, tambien estos espíritus conocen a veces en
las demás cosas, aunque no siempre que ellos quieren, que eso es
sólo de los que tienen el hábito, y aun esos no tampoco siempre en
todo, porque es como Dios quiere acudirles.
14. Pero es de saber que estos que tienen el espíritu purgado con
mucha facilidad naturalmente pueden conocer, y unos más que otros,
lo que hay en el corazón o espíritu interior, y las inclinaciones
y talentos de las personas; y esto por indicios exteriores, aunque
sean muy pequeños, como por palabras, movimientos y otras
muestras. Porque, así como el demonio puede esto, porque es
espíritu, así tambien lo puede el espiritual, según el dicho del
Apóstol (1 Cor. 2, 15) que dice: Spiritualis autem iudicat omnia:
El espiritual todas las cosas juzga. Y otra vez (1 Cor. 2, 10)
dice: Spiritus enim omnia scrutatur, etiam profunda Dei: El
espíritu todas las cosas penetra, hasta las cosas profundas de
Dios. De donde, aunque naturalmente no pueden los espirituales
conocer los pensamientos o lo que hay en el interior, por
ilustración sobrenatural o por indicios bien lo pueden entender. Y
aunque en el conocimiento por indicios muchas veces se pueden
engañar, las más veces aciertan. Mas ni de lo uno ni de lo otro
hay que fiarse, porque el demonio se entremete aquí grandemente y
con mucha sutileza, como luego diremos; y así siempre se han de
renunciar las tales inteligencias (y noticias).
15. Y de que tambien de los hechos y casos de los hombres puedan
tener los espirituales noticia aunque esten ausentes, tenemos
testimonio y ejemplo en el cuarto de los Reyes (5, 26), donde,
queriendo Giezi, siervo de nuestro Padre Eliseo, encubrirle el
dinero que había recibido de Naamán Siro, dijo Eliseo: Nonne cor
meum in praesenti erat, quando reversus est homo de curru suo in
ocursum tui?: ¿Por ventura mi corazón no estaba presente cuando
Naamán revolvió de su carro y te salió al encuentro? Lo cual
acaeció espiritualmente, viendolo con (el) espíritu como si pasase
en presencia. Y lo mismo se prueba en el mismo libro (4 Re. 6,
1112), donde se lee tambien del mismo Eliseo que, sabiendo todo
lo que el rey de Siria trataba con sus príncipes en su secreto, lo
decía al rey de Israel, y así no tenían efecto sus consejos,
tanto, que viendo el rey de Siria que todo se sabía, dijo a su
gente: ¿Por que no me decís quien de vosotros me es traidor acerca
del rey de Israel? Y entonces díjole uno de sus siervos:
Nequaquam, domine mi rex, sed Eliseus propheta, qui est in Israel
indicat regi Israel omnia verba quaecumque locutus fueris in
conclavi tuo: No es así, señor mío, rey, sino que Eliseo profeta,
que está en Israel, manifiesta al rey (de Israel) todas las
palabras que en tu secreto hablas.
16. La una y la otra manera de estas noticias de cosas, tambien
como de las otras, acaecen al alma pasivamente, sin hacer ella
nada de su parte. Porque acaecerá que, estando la persona
descuidada y remota, se le pondrá en el espíritu la inteligencia
viva de lo que oye o lee, mucho más claro que la palabra suena; y,
a veces, aunque no entienda las palabras si son de latín y no le
sabe, se le representa la noticia de ellas aunque no las entienda.
17. Acerca de los engaños que el demonio puede hacer y hace en
esta manera de noticias e inteligencias había mucho que decir,
porque son grandes los engaños y muy encubiertos que en esta
manera hace, por cuanto por sugestión puede representar al alma
muchas noticias intelectuales y ponerlas con tanto asiento, que
parezca que no hay otra cosa y, si el alma no es humilde y
recelosa, sin duda la hará creer mil mentiras. Porque la sugestión
hace a veces mucha fuerza en el alma, mayormente cuando participa
algo en la flaqueza del sentido, en que hace pegar la noticia con
tanta fuerza, persuasión y asiento, que ha menester el alma
entonces harta oración y fuerza para echarla de sí. Porque a veces
suele representar pecados ajenos, y conciencias malas, y malas
almas, falsamente y con mucha luz, todo por infamar y con gana de
que se descubra aquello, porque se hagan pecados, poniendo celo en
el alma de que es para que los encomiende a Dios. Que, aunque es
verdad que Dios algunas veces representa a las almas santas
necesidad, es de sus prójimos, para que las encomienden a Dios o
las remedien, así como leemos que descubrió a Jeremías la flaqueza
del profeta Baruc (Jr. 45, 3) para que le diese acerca de ella
doctrina, muy muchas veces lo hace el demonio, y esto falsamente,
para inducir en infamias, y pecados, y desconsuelos, de que
tenemos muy mucha experiencia. Y otras veces pone con grande
asiento otras noticias y las hace creer.
18. Todas estas noticias, ahora sean de Dios, ahora no, muy poco
pueden servir al provecho del alma para ir a Dios si el alma se
quisiese asir a ellas; antes, si no tuviese cuidado de negarlas en
sí, no sólo la estorbarían, sino aun la dañarían harto y harían
errar mucho; porque todos los peligros e inconvenientes que
habemos dicho que puede haber en las aprehensiones sobrenaturales
que habemos tratado hasta aquí y más puede haber en estas. Por
tanto, no me alargare más aquí en esto, pues en las pasadas
habemos dado doctrina bastante, sino sólo dire que haya gran
cuidado en negarlas siempre, queriendo caminar a Dios por el no
saber; y siempre de cuenta a su confesor (o maestro) espiritual,
estando siempre a lo que dijere. El cual muy de paso haga pasar al
alma por ello, no haciendole cuerpo de nada para su camino de
unión; pues de estas cosas que pasivamente se dan al alma siempre
se queda en ella el efecto que Dios quiere, sin que el alma ponga
su diligencia en ello. Y así, no me parece hay para que decir aquí
el efecto que hacen las verdaderas ni el que hacen las falsas,
porque sería cansar y no acabar; porque los efectos de estas no se
pueden comprehender debajo de corta doctrina; por cuanto, como
estas noticias son muchas y muy varias, tambien lo son los
efectos, pues que las buenas los hacen buenos, y las malas, malos,
etc. (En decir que todas se nieguen, queda dicho lo que basta para
no errar).
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