Domingo 6 del Tiempo Ordinario C - Lecturas y Catecismo: Preparemos con ellos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa dominical
Con la Palabra de Dios Con el Catecismo
Recursos adicionales para la preparación.
Año Litúrgico Patrístico
Comentarios de Sabios y Santos
Iglesia del Hogar: Preparando en
Familia
Catequesis preparatoria para los niños
Ejemplos que iluminan la participación
Recursos: Gráficos - Videos - Audios
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¿Cómo acoger la Palabra de Dios?
Falta un dedo: Celebrarla
Así dice el Señor:
«Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza,
apartando su corazón del Señor.
Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien;
habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita.
Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza.
Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces;
cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde;
en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto».
Palabra de Dios.
Salmo responsorial: Salmo 1, 1-2. 3. 4 y 6 (R.: Sal 39, 5a)
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R.
Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R.
No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
15, 12. 16-20
Hermanos:
Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice
alguno de vosotros que los muertos no resucitan?
Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha
resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los
que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba
con esta vida, somos los hombres más desgraciados.
¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.
Palabra de Dios.
Aleluya Lc 6, 23ab
Alegraos y saltad de gozo
—dice el Señor—,
porque vuestra recompensa será grande en el cielo.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 17. 20-26
En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano,
con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de
Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:
—«Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.
Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os
insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del
hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será
grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo.
¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre.
¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis.
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros
padres con los falsos profetas».
Palabra del Señor.
IV. SUGERENCIAS PARA EL ESTUDIO DE LA HOMILÍA
B. Contenidos del Catecismo de
la Iglesia Católica
II. LA FE DE LA IGLESIA
«Las bienaventuranzas dibujan el rostro de
Jesucristo y describen su caridad; expresan su vocación de los fieles asociados
a la gloria de su Pasión y de su Resurrección; iluminan las acciones y las
actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que
sostiene la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los discípulos las
bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la
Virgen María y de todos los santos» (1717).
«Las bienaventuranzas nos enseñan el fin
último al que Dios llama: el Reino, la visión de Dios, la participación en la
naturaleza divina, la vida eterna, la filiación, el descanso en Dios» (1726).
III. TESTIMONIO CRISTIANO
«Sólo Dios sacia» (Sto. Tomás de Aquino)
(1718).
«El dinero es el ídolo de nuestro tiempo. A
él rinde homenaje institivo la multitud, la masa de los hombres... y la
notoriedad es otro..., el hecho de ser reconocido y de hacer ruido en el mundo»
(Newman) (1723).
IV. SUGERENCIAS PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA
A. Apunte
bíblico-litúrgico
El profeta Jeremías y el Salmo 1 señalan los
«dos caminos para la vida y la muerte del hombre: el de la confianza en Dios o
en el hombre respectivamente».
El evangelista San Lucas recoge un discurso
semejante al «sermón de la montaña» recogido por San Mateo, aunque más breve.
Los dichos de Jesús abren una reflexión sobre la vida del cristiano, la vida
moral que sigue el esquema de «los dos caminos».
San Pablo proclama que la fe en la
resurrección de los muertos no se basa en razonamientos filosóficos sobre la
inmortalidad sino que es consecuencia de la fe en la resurrección de
Jesucristo.
B.
Contenidos del Catecismo de la Iglesia Católica
La fe:
«Los dos caminos»: 1696.
El camino de la Bienaventuranza cristiana:
1716-1717.
La Bienaventuranza cristiana: 1718-1729.
La respuesta:
Las opciones morales: 1723-1724; 1728
C. Otras
sugerencias
El «primer catecismo» o «Didajé» dice: «Hay
dos caminos: uno de la vida y otro de la muerte; pero muy grande es la
diferencia entre los dos caminos. El discurso que recoge el evangelista S.
Lucas y que se va a proclamar en este y próximos domingos se inicia con cuatro
bienaventuranzas del camino de la vida y cuatro lamentaciones del camino de la
muerte».
El camino de la bienaventuranza no es otro
que la vida de Cristo. Esa es la vida moral cristiana. Las «bienaventuranzas»
lo expresan con plenitud.
La elección moral cristiana tiene hoy en el
dinero y en el poder o «notoriedad» la tentación del camino de la muerte... y
no sólo para los que ejercen cargos públicos.