Domingo 5 Tiempo Ordinario C - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia doméstica, preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa dominical
Recursos adicionales para la preparación
Falta un dedo: Celebrarla
Primera Lectura: Is 6, 1-2 a. 3-8
El pasaje describe el encuentro personal del profeta
con Dios. Y este relato pasa a convertirse como modelo de cualquiera que se
encuentre con Dios. En este encuentro se produce una revelación de Dios al
hombre, y el hombre descubre su propia misión ya que el plan de Dios se
realiza en la historia, en la historia de cada uno. Muchos cristianos
todavía no se han encontrado realmente con Dios. Por eso no saben cuál es su
misión y su papel en el plan salvífico de Dios. Posiblemente y probablemente
no tendremos una visión tan potente como el profeta. Pero encontrarnos con
Dios nos hará ver nuestro pecado y Dios nos perdonará. A ver si contestamos
como el profeta y dejamos que nos evníe.
Segunda Lectura: 1 Cor 15, 1-11
San Pablo resume su predicación acerca de Cristo
para hacer frente a unas habladurías infundadas de algunos Corintios
respecto a la resurrección de los muertos. A la vez, subraya las etapas que
van desde el escucha de la predicación hasta la justificación final: a)
recibir la fe; b) permanecer firme en la fe; c) saberse definitivamente
salvado; d) a condición de guardar la predicación, es decir, la palabra de
Dios tal y como fue anunciada.
Cuando Jesús está con nosotros y nosotros le hacemos
caso, entonces, sea la actividad que sea, servirá para producir unos efectos
maravillosos. Para Dios, y Jesús es el Hijo de Dios encarnado, no hay nada
imposible.
Especialmente la primera lectura y el Evangelio nos
hablan hoy de la vocación. Necesitamos todos darnos cuenta que hay una
vocación común para todos: por ejemplo, la carta primera de San Pedro
desarrolla la idea de que la Iglesia en su totalidad tiene una función
sacerdotal, “sacerdocio regio” (2, 9). Y este sacerdocio común y regio lo
poseemos todos en común, fundado en el bautismo y en la confirmación. Por
este sacerdocio general, la Iglesia es en el mundo un pueblo especial, “un
pueblo adquirido por Dios” (1 Pe 2, 9). Sin embargo, esto no es una posesión
en la que podemos descansar. Es una misión: ser al mismo tiempo sacerdotes
en medio de la familia, en medio de la humanidad, al mismo tiempo que somos
llamados a una vida unida estrechamente con Dios. El pueblo de Dios es un
pueblo sacerdotal, porque está dispuesto a servir. Está llamado a ofrecer el
más espiritual de los sacrificios: el de su propia vida (cf. 1 Pe 2, 5; Hebr
10, 6-7). En este espíritu de servicio, el cristiano es invitado a trabajar
en este mundo en el cual cada uno tiene su propia tarea. El trabajo
cristiano transforma este mundo y crea cada vez nuevas oportunidades de
amar. Es un ofrecimiento de la realidad renovada a Dios y a los hombres y de
esta manera contribuimos a su consagración.
Cuando Jesús escogió a los apóstoles, no se puso a
buscar a la gente más capacitada, instruida o más acaudalada. Jesús escogió
a los que él quiso. Eran personas de lo más dispares: pescadores,
recolectores de impuestos (más bien mal vistos por sus connacionales),
luchadores en favor de la independencia frente a los romanos, etcétera.
Tampoco escogió a los más santos. Discutían entre sí, a quien era el mejor o
el más importante y Jesús radar que lo iban a desertar todos ellos a la hora
que lo tomarían preso. El mismo Pedro ante la pesca milagrosa se confiesa
pecador sabiendo que está ante la santidad de Dios. Éste es el momento que
Jesús lo invita, lo llama a colaborar con él.
También a nosotros nos llama Jesús. Desde nuestro
bautismo nos invita continuamente a ser colaboradores suyos, a dar
testimonio, a dar ejemplo. Al igual que Pedro tenemos que decir: “Señor,
apártate de nosotros pobres pecadores”. A pesar de todo esto Jesús sigue
llamándonos, invitándonos. Quiere que seamos sus colaboradores.
Otra alternativa
Como lo que cuentan del inventor del lápiz:
<El inventor del lápiz, antes de meterlo en su caja y enviarlo al mundo, le
dijo:
- "Cinco cosas debes saber y recordar siempre, si quieres ser el mejor lápiz
del mundo":
1. Podrás hacer grandes cosas, pero sólo si permites que alguien te use.
2. Experimentarás dolor cuando te saquen punta, pero es necesario si quieres
ser el mejor lápiz del mundo.
3. Corregirás todas las faltas que cometieres.
4. Tu parte más importante está siempre dentro de ti.
5. Dejarás tu huella sobre toda superficie sobre la que seas usado.
El lápiz prometió recordarlo siempre>
Así quiere Jesús que sean sus colaboradores: como los lápices, de forma que
les podría haber dicho:
1. Puedes hacer grandes cosas, pero sólo si dejas que Dios y los demás te
usen y, a veces, abusen.
2. Sentirás dolor cuando los problemas de la vida y las dificultades de todo
tipo te saquen punta. Es necesario para crecer y fortalecerte.
3. Corrige todos los errores que cometas.
4. Tu parte más importante está dentro de ti.
5. Deja una huella hermosa por donde actúes (escribas) y pases.
La palabra de Dios que escucharemos en la
celebración eucarística, es siempre llamado y vocación. El Señor está
siempre con su Iglesia. Lo está de manera especial en la eucaristía para
sustentar y edificar a todo cristiano. Pero, para que se realice esta
acción, quiso contar con la colaboración de los hombres.
En la familia como iglesia doméstica, los padres han
de ser para sus hijos los primeros predicadores de la fe, tanto con su
palabra como con su ejemplo y de fomentar la vocación de cada uno y con una
preocupación especial la vocación consagrada (Vaticano II, Constitución
sobre la Iglesia 11, 2).
Como Jesús demos siempre una nueva oportunidad. Muy
fácilmente, cuando un miembro de la familia ha fallado en determinado
aspecto, solemos decir: “nunca más”. Y démonos a nosotros también una nueva
oportunidad.
Nota: Los padres de familia deben de cuidar mucho la
oración familiar. Para ayudar ofrecemos estas oraciones para bendecir la
mesa y dar gracias por los alimentos.
Domingo
Antes de comer
“No se preocupen por el alimento que perece sino por el alimento para la
vida eterna que les dará el Hijo del hombre” (Jn 6, 27).
Oremos: Dios todo poderoso, comienzo y fin de toda la vida: danos fuerza por
medio de este alimento. Que sea para nosotros imagen de la fuerza que nos da
la fe en tu Hijo. El que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo por los siglos de los siglos. Amén
Que bendiga nuestro alimento Dios todo poderoso, el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo.
Después de comer
Que este alimento sea para nosotros fuerza en las labores y en el servicio a
los demás. Por Cristo nuestro señor. Amén
Lunes
Antes de comer
Oremos: Dios eterno, creador del universo. Bendice los alimentos que vamos a
recibir; que sean fuerza para nuestro cuerpo así como tu presencia sostiene
nuestra debilidad y nos capacita a servirte .
Que bendiga nuestro alimento y a todos nosotros el Dios todopoderoso, el
Padre, y el Hijo y el Espíritu Santo. Amén
Después de comer
Demos gracias al Señor porque es bueno
porque es eterna su misericordia.
Oremos: Nos has fortalecido con los dones de este mundo. Quédate con
nosotros con tu bendición que nos guarde y nos sostenga en los embates de la
vida. Gloria al Padre, y al Hijo…
Martes
Antes de comer
“Cuando Jesús vio a la multitud, sintió compasión, porque eran como ovejas
sin pastor” (Mt 9, 36).
Oremos: Dios misericordioso, por medio de tu Hijo nos has llamado a la
comunidad de amor y de misericordia. Cada comida que tenemos juntos, nos
recuerda el milagro de la multiplicación de los panes y nos enseña de
siempre de nuevo lo que tú quieres: que sepamos compartir. Por eso podemos
repetir con el salmista: Gustad a ti ved qué bueno es el Señor. Feliz el que
confía en Él.
Que bendiga nuestro alimento…
Después de comer
Oh Dios, tú nos has alimentado como a hijos tuyos queridos. Alabamos tu
bondad y bendecimos tu amor. Haz que en tu fuerza anunciemos a todos tu
misericordia y la paz de tu Evangelio.
Gloria al Padre…
Miércoles
Antes de comer
Oremos: Señor, así como nos das el alimento, de la misma manera haznos
partícipes del banquete eterno de tu reino, por Cristo nuestro Señor.
Que bendiga nuestros alimentos…
Después de comer
Te damos gracias, Dios todopoderoso, por todos tus beneficios. Que te alaben
todas tus obras y te bendigan todos tus santos. Por el amor de Cristo el
Señor, libera a los cautivos y oprimidos, sana a los enfermos y danos tú un
corazón fuerte para amar. Amén
Gloria al Padre…
Jueves
Antes de comer
Señor, bendice este alimento que recibimos de tu bondad. Agradecidos lo
tomaremos, recordando el banquete de amor que siempre nos das en la
eucaristía. Amén
Que bendiga nuestros alimentos…
Después de comer
Te damos gracias, Señor, por tu bondad. Nos concedes salud y la alegría de
caminar por el camino de tu amor. Amén
Gloria al Padre…
Viernes
Antes de comer
“Jesús hizo que la gente se sentara. Tomó los cinco panes y los dos peces,
levantó los ojos al cielo y los bendijo. Luego se lo dio a sus discípulos
que las repartían a todo el mundo. Todos comieron y quedaron satisfechos”
(Mt 14, 19).
Oremos: Dios de bondad, tú distribuyes tus dones por las manos de los
hombres. En la mesa experimentamos tu generosidad que nos viene por el
trabajo y el esfuerzo de los hombres. Haz que seamos testigos de tu
generosidad. Amén
Que bendiga estos alimentos…
Después de comer
Bendeciré al Señor en todo tiempo y no cesaré de alabarlo. Tú, Señor, nos
escuchas y nos salvas de nuestras angustias. Vean que bueno es el Señor.
Dichosos quienes se acogen a él.
Gloria al Padre
Sábado
Antes de comer
“La sala quedó llena de invitados. El rey entró a ver a los que estaban
sentados a la mesa y se fijó en un hombre que no estaba vestido con traje de
fiesta y le dijo: ‘Amigo, ¿cómo entraste aquí sin traje de fiesta?’ Pero el
otro se quedó callado” (Mt 22, 11-12)
Oremos: Señor, haz que siempre nos presentemos ante ti con el traje de
fiesta que es tu gracia y tu amistad para que seamos dignos de participar en
el banquete de tu reino que nunca acaba. Amén
Que bendiga nuestros alimentos…
Después de comer
Reconfortados por tu bondad nos levantamos de la mesa más unidos y más
dispuestos a tu servicio. Amén
Gloria al Padre…
Leamos la Biblia con la
Iglesia
(Nota: I = año impar; II = año par
Lunes: I. Gén 1, 1-19; II. 1 Re 8, 1-7. 9-13; Mc 6, 53-56
Martes: I Gén 1, 20-2, 4 a; II. 1
Re 8, 22-23.27-30; Mc 7, 1-13
Miércoles: I. Gén 2, 4b-9. 15-17;
II. 1 Re 10, 1-10; Mc 7, 14-23
Jueves: I Gén 2, 18-25; II. 1 Re
11, 4-13; Mc 7, 24-37
Viernes:
1. Gén 13, 1-8; II. 1 Re 11, 29-32; 12, 19; Mc 7, 31-37
Sábado: I. Gén 3, 9-24; II. 1 Re
12, 26-32; 13, 33-34; Mc 8, 1-10