Solemnidad del Sagrado Corazón C: Lecturas y Catecismo - Preparemos con ellos la Acogida de la Palabra de Dios al participar en la Eucaristía parroquial
Con la Palabra Con el Catecismo Con el Directorio Homilético
Comentarios de Sabios y Santos
Catequesis preparatoria para los niños
Ejemplos que iluminan la participación
Recursos: Gráficos - Videos - Audios
Falta un dedo: Celebrarla
Las Lecturas de la solemnidad
Lectura de
la profecía de Ezequiel 34, 11-16
Así habla el Señor:
¡Aquí estoy Yo! Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de él. Como el
pastor se ocupa de su rebaño cuando está en medio de sus ovejas dispersas,
así me ocuparé de mis ovejas y las libraré de todos los lugares donde se
habían dispersado, en un día de nubes y tinieblas. Las sacaré de entre los
pueblos, las reuniré de entre las naciones, las traeré a su propio suelo y
las apacentaré sobre las montañas de Israel, en los cauces de los torrentes
y en todos los poblados del país. Las apacentaré en buenos pastizales y su
lugar de pastoreo estará en las montañas altas de Israel. Allí descansarán
en un buen lugar de pastoreo, y se alimentarán con ricos pastos sobre las
montañas de Israel.
Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a descansar —oráculo del
Señor—. Buscaré a la oveja perdida, haré volver a la descarriada, vendaré a
la herida y sanaré a la enferma, pero exterminaré a la que está gorda y
robusta. Yo las apacentaré con justicia.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial 22, 1-6
R. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
Él me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal, porque Tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza. R.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo. R.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma
5, 5b-11
Hermanos:
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu
Santo, que nos ha sido dado. En efecto, cuando todavía éramos débiles,
Cristo, en el tiempo señalado, murió por los pecadores.
Difícilmente se encuentra alguien que dé su vida por un hombre justo; tal
vez alguno sea capaz de morir por un bienhechor. Pero la prueba de que Dios
nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores. Y
ahora que estamos justificados por su sangre, con mayor razón seremos
librados por El de la ira de Dios.
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su
Hijo, mucho más ahora que estamos reconciliados, seremos salvados por su
vida.
Y esto no es todo: nosotros nos gloriamos en Dios, por medio de nuestro
Señor Jesucristo, por quien desde ahora hemos recibido la reconciliación.
Palabra de Dios.
Aleluia Mt 11, 29ab
Aleluia.
Carguen sobre ustedes mi yugo
y aprendan de mí,
porque soy paciente y humilde de corazón.
Aleluia.
O bien:
Aleluia Jn 10, 14
Aleluia.
«Yo soy el Buen Pastor:
conozco a mis ovejas,
y mis ovejas me conocen a mí», dice el Señor.
Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 15, 3-7
Jesús dijo a los fariseos y a los escribas esta parábola:
Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y
nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla?
Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al
llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: «Alégrense
conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido».
Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un
solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no
necesitan convertirse.
Palabra del Señor.
Con el Catecismo de la Iglesia Católica entender y vivir la Palabra
¿Qué representa el Corazón de Jesús?
Cristo nos ha conocido y amado con un corazón humano. Su Corazón
traspasado por nuestra salvación es el símbolo del amor infinito que Él
tiene al Padre y a cada uno de los hombres. Compendio del Catecismo 93)
El Corazón del Verbo encarnado (Catecismo de la Iglesia Católica
478)
Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y
amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de
nosotros: "El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2,
20). Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta razón, el sagrado
Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación
(cf. Jn 19, 34), "es considerado como el principal indicador y símbolo...del
amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos
los hombres" (Pio XII, Enc."Haurietis aquas": DS 3924; cf. DS 3812).