21 Principios de Conducta para luchar contra la Lujuria
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Índice
Poniendo en orden nuestras bases y las bases del mundo
2.
El temor a HaShem no puede siempre detenernos, pero puede ser nuestra
MOTIVACIÓN
3.
No estás solo
4.
La determinación depende totalmente de nosotros
5.
Sin dolor, no hay beneficio
6.
Convirtiendo la liberación en nuestra prioridad máxima
7.
Una satisfacción verdadera vs. Una satisfacción falsa
8.
“Con astucia, haz tu batalla” (Proverbios 24:6)
9.
Aprender a amar a HaShem a través de esta batalla
10.
Redirigiendo el poder en nuestras almas
11.
Los pensamientos y las fantasías
12.
Atajándonos no bien comenzamos a caer
13.
Todo cuenta
14.
Nunca se trata de TODO O NADA
15.
HaShem mira nuestros esfuerzos y no los resultados
16.
Obtener apoyo después de una caída
17.
No vivir en el pasado
18.
Culpa vs. vergüenza
19.
Por una caída no perdemos lo que ganamos en el pasado
20.
La experiencia se construye sobre nuestras equivocaciones
21.
Siempre hay esperanza
1. Poniendo en orden nuestras bases y las bases del mundo
La lucha contra la lujuria (el deseo sexual incontrolable) es una lucha que
involucra las emociones humanas más profundas. Y, por lo tanto, al poner en
orden estas emociones, la persona alcanza un nivel muy profundo. Es por eso
que el Zóhar llama a este proceso Yesod (base). HaShem no nos está diciendo
solamente que no nos ensuciemos. Más bien, nos está diciendo que nos
construyamos con las cosas que nos abstenemos de hacer. La base de una
edificación se encuentra bajo tierra y nadie la ve, pero sostiene toda la
edificación. Shemirat Habrit es la parte oculta del judío, pero es nuestro
yo verdadero. No obstante, si la base de un judío es débil, toda su
estructura espiritual es frágil y se encuentra en grave peligro de colapsar.
Se extrae del Báal Shem Tov que si una persona logra dominar este deseo
especial, entonces puede automáticamente controlar cualquier otro deseo,
como escribe el Mekor Máyim Jayim (Báal Shem Tov, Lej Lejá): “Porque es a
partir de la fuerza de este deseo que el hombre es creado, y una persona
tiene 365 nervios –paralelos a los 365 preceptos de abstención--, y mediante
la dominación de este deseo, la persona anula [los deseos por] todos los 365
mandamientos negativos”. El Bené Isajar también escribe (Dérej Pikudeja):
“Tenemos una tradición de nuestros antepasados de que el Yétzer Hará
(Inclinación del Mal) desea más que nada atacar a la persona a través de
estos pecados, ya que incluidos en este pecado de la lujuria se encuentran
todos los demás pecados”. Quizás es por ello que Rabí Najman también escribe
que estas tentaciones son la principal prueba del hombre en esta vida.
Se encuentra escrito en los Korbanot: “Zé haishé asher takrivu LaHaShem –
Este es el fuego que deben ofrecerle a HaShem”. Ishé significa fuego, pero
también se puede escribir como Ishá, que significa “mujer”. El mejor
sacrificio que un hombre necesita hacer en su vida por HaShem es Ze Ha-ishé
- este deseo por las mujeres y el fuego de la lujuria.
Al trabajar en estas áreas, aprendemos a la larga a dedicar todo nuestro
corazón a HaShem, como dice el pasuk: “Bejol levavejá - con todo tu
corazón”. Y Jazal dicen: “Bishné Yitzreja - con tus dos inclinaciones”.
Y al reordenar profundamente nuestras emociones a través de esta batalla,
estamos al mismo tiempo trayendo reparación al mundo. Cada generación tiene
sus pruebas, y esta parece ser la prueba de nuestra generación. Nunca antes
en la historia hubo una época en que la promiscuidad y la inmoralidad
llenaran cada rincón del mundo, en la medida en que ocurre hoy en día. En la
generación anterior a la época del Mashíaj, estamos sacando la suciedad
desde el fondo del barril. Estamos haciendo el trabajo final antes de la
llegada de los grandes días.
Sólo las almas grandes que tienen un gran potencial reciben esta difícil
tarea. Entonces, si HaShem nos enfrenta con esta batalla, quiere decir que
nos confió esta gran misión. El solo hecho de saberlo debe traernos alegría
y motivación para confirmar Su confianza en nosotros. Y, por supuesto, si
ganamos la batalla, ¡nos ubicaremos en la primera fila para recibir al
Mashíaj!
2. El temor a HaShem no puede siempre detenernos, pero puede ser nuestra
MOTIVACIÓN.
Muchas veces somos conscientes de la gravedad de estos pecados, sin embargo,
el “Temor de HaShem” no siempre es suficiente para detenernos cuando nos
enfrentamos a un ataque de deseo sexual descontrolado, es decir, la lujuria.
No es que no tenemos temor a HaShem, sino que la voluntad no siempre es
suficiente cuando se trata de estas conductas extremadamente adictivas. No
sólo eso, sino que la lujuria es tan poderosa que incluso los grandes
tzadikim que temían a HaShem con todo su corazón, muchas veces se sintieron
incapaces de ganar la batalla cuando se vieron enfrentados cara a cara con
la lujuria. Vean lo que ocurrió con Matyá ben Jarash y Rav Amram el Jasid.
En ambos casos, estos dos grandes tzadikim tuvieron que recurrir a medidas
extremas para asegurarse de no caer en la tentación.
El Midrash Yalkut Shimoní (Vayejí) cuenta la siguiente historia:
Una vez, el Satán puso su ojo sobre Matyá ben Jarash, quien era un gran
tzadik, y se dijo a sí mismo: “¿Es posible que este hombre no peque?”
Entonces, el Satán fue y le preguntó a D’s: “¿Cómo consideras a Matyá ben
Jarash?” Y D’s le respondió: “Es un verdadero tzadik.” El Satán le dijo a
D’s: “Permíteme ponerlo a prueba.” D’s le respondió: “Ve y ponlo a prueba.”
El Satán se apareció frente al tzadik bajo la apariencia de una hermosa
mujer, de una belleza sin igual. Cuando el tzadik la vio, enseguida se dio
vuelta. La mujer de inmediato se dirigió hacia el lado en que el tzadik
había volteado su rostro, y este volvió a darse vuelta. Entonces, el tzadik
dijo: “Temo que el Yétzer Hará (la Inclinación del Mal) se apodere de mí y
me haga caer en el pecado”. ¿Qué hizo el tzadik? Llamó a un alumno que
estaba con él y le ordenó que trajera fuego y clavos. El alumno le trajo los
clavos y el tzadik los arrojó al fuego, y luego los incrustó en sus ojos, y
se quedó ciego. Cuando el Satán vio esto, tembló y se retiró.
En ese momento, el Santo Bendito sea llamó al ángel Rafael, cuya misión es
curar, y le dijo: “Ve y cura a Rabí Matyá ben Jarash”. Entonces, el ángel
Rafael se apareció frente a Rabí Matyá ben Jarash, quien le preguntó:
“¿Quién eres?”, y el ángel respondió: “Soy el ángel Rafael. Vine porque D’s
me mandó para curarte los ojos”. Rabí Matyá ben Jarash le respondió: “Déjame
solo. Lo hecho, hecho está”. Rafael se dirigió ante el Santo Bendito sea y
le dijo: “Amo del Universo, así habló Matyá”. D’s le dijo a Rafael: “Vuelve
a él y dile que Yo personalmente le garantizo que el Yétzer Hará no tendrá
poder sobre él”. Entonces, Rafael fue de inmediato y curó a Rabí Matyá ben
Jarash. De aquí, nuestros Sabios enseñan: “Todos los hombres que se cuidan
de no mirar mujeres, el Yétzer Hará no tiene poder sobre ellos.”
La Guemará en Kidushín 81a cuenta la siguiente historia:
Algunas mujeres que habían sido tomadas prisioneras fueron liberadas y
llevadas a Nehardea. Las encerraron en el ático de Rabí Amram el Jasid, y
quitaron la escalera. En la noche, un rayo de luz se reflejó en una de las
mujeres, dejando entrever su belleza. Rabí Amram cayó prisionero de la
lujuria y movió la escalera (que generalmente necesita 10 hombres para ser
movida) para subir al ático. Mientras subía, gritó: “¡Hay fuego en la casa
de Rabí Amram!”, y los rabinos y los alumnos fueron corriendo todos juntos a
su casa. Cuando vieron que no había ningún fuego, le preguntaron: “Nos
avergüenzas (con tu comportamiento)”. Y Rabí Amram les respondió: “Es mejor
pasar vergüenza en este mundo y no en el Mundo Venidero”.
Lo que aprendemos de las dos historias anteriores es que, aunque el yirat
Shamáyim (temor al Cielo) no es siempre suficiente por sí mismo, este nos
impulsa a seguir TODOS los pasos necesarios para liberarnos de cualquier
caída. (Ver la Primera Parte de este Manual para aprender los pasos que se
deben seguir).
Con esto en mente, analicemos algunos de los aspectos de estos pecados que
nos ayudarán a reforzar nuestro temor al Cielo y así poder estar seguros de
que estamos siguiendo todos los pasos para quedar libres de este pecado:
Jazal (Nidá 13a) escriben que hz”l (hotzaá zera levatalá - masturbación) es
como si una persona escupiera sangre o practicara la idolatría (Avodá Zará),
y todos los que lo hacen son merecedores de la pena de muerte capital a
través de la Corte Celestial (jayav mitá bidé Shamáyim). El Zóhar va mucho
más lejos y dice que es el peor pecado de la Torá. Otra de las terribles
consecuencias de estos pecados -mencionados en los Libros Sagrados- es que
este deseo sexual incontrolable nos hace insensibles a la espiritualidad.
Cuanto más se peca en este aspecto, más insensibles nos volvemos. Este es un
fenómeno muy común, en que las personas poco a poco van perdiendo sus ansias
por lo espiritual y comienzan a sentirse cada vez más desconectadas de la
Torá, del Shabat y del cumplimiento de las mitzvot. Desgraciadamente, esto
hace que la posibilidad de la teshuvá esté cada vez más alejada, ya que la
persona se desconecta de la Torá más y más.
También, estas conductas exigen que el hombre se esconda, mienta y lleve una
doble vida, lo cual lo lleva a aislarse de su entorno y no le permite
experimentar la enorme bondad que HaShem nos dispensa día a día. El hombre
no puede apreciar la bondad del mundo que lo rodea, no puede apreciar el
tesoro de su alma y no puede apreciar a HaShem. Comienza a perder el aprecio
por su esposa, por sus hijos, y no puede tener paz interna. No puede
controlar su conducta sexual y permanece encerrado en una cáscara a la que
nadie tiene acceso.
También se encuentra escrito en los textos de Kabalá que toda gota de semen
emitida en vano crea almas, las cuales son capturadas por las fuerzas del
mal, y se convierten en fuerzas demoníacas que causan mucho sufrimiento en
la vida del hombre. Estas mismas almas también sufren en la desventura sin
esperanzas (a menos que el hombre vuelva en teshuvá - se arrepienta), y
luego que el hombre muere, estas almas se convierten en terribles acusadores
de la persona.
Pero no hagamos que todos estos relatos dramáticos nos lleven a la
desesperanza. La teshuvá (el arrepentimiento) fue creada incluso antes de la
creación del mundo, y HaShem sabía que caeríamos en estas áreas. HaShem
tiene una paciencia infinita y Él nos entiende mucho más de lo que nosotros
nos entendemos a nosotros mismos. Jazal dicen que HaShem llevó incluso a
David HaMélej a que tuviera un desliz con Bat Sheva por el solo hecho de
demostrarnos el increíble poder de la teshuvá.
Y también se encuentra escrito en los Libros Sagrados que, a través de un
deseo sincero de teshuvá, todas las almas que se crean por nuestros pecados
se elevan, y pasan de ser “ángeles acusadores” a ser “ángeles defensores”.
¡Por eso nunca hay que perder las esperanzas! Aunque el modelo de teshuvá
estándar no siempre funciona bien en el tratamiento de estas conductas
adictivas (ver Parte B, donde este tema es tratado con mayor profundidad),
si aprendemos a tomar la perspectiva adecuada en esta batalla y seguimos los
pasos que nos llevan a liberarnos de dichas conductas adictivas, estaremos
haciendo exactamente lo que HaShem quiso que hiciéramos siempre. Esa es
nuestra teshuvá.
3. No estás solo
Casi todos luchamos contra la lujuria en cierto nivel, y un gran porcentaje
ha caído también en este tipo de conductas. Rabí Wolbe, ztz”l, en su Libro
“Psiquiatría y Religión” (pág. 82) escribe: “La etapa difícil de la
adolescencia es el terreno fértil para los sentimientos de culpa,
especialmente para los adolescentes religiosos. La masturbación es una
prohibición muy seria. Sin embargo, casi todos los adolescentes caen en esto
y encuentran de todos modos la fuerza para superarse”. (Para más
información, ver herramienta 5 en la Primera Parte de este Manual). Incluso
los tzadikim (los justos) de generaciones anteriores lucharon en este
aspecto (como mencionan: “los pecados de su adolescencia”); entonces nos
podemos imaginar que aquellos que buscan la pureza en una generación como la
nuestra, ¡se encuentran verdaderamente entre los grandes guerreros de
HaShem! En la comunidad de Cuida Tus Ojos (G.Y.E, por sus siglas en inglés),
uno puede encontrar miles de judíos religiosos como uno mismo, tratando de
luchar en este aspecto. En nuestro foro vivo y dinámico en
www.cuidatusojos.org/foro, personas como tú intercambian preguntas y un
montón de jizuk (apoyo y refuerzo), envían registros de sus progresos, y
comparten experiencias y esperanzas. También se pueden leer en nuestro sitio
en la web las muchas historias que revelan todo lo que tuvieron que pasar
otras personas y cómo lograron superarse.
4. La determinación depende totalmente de nosotros
El Gaón de Vilna dice que lo que una persona dice que quiere, o incluso, lo
que siente que quiere, no tiene ninguna relación con lo que realmente
quiere. Al Yétzer Hará se le dio permiso para hacer que una persona sienta
que quiere algo que realmente no quiere. Y lo mismo se cumple con lo que una
persona siente que puede o no puede hacer. Esto no tiene ninguna relación
con lo que en realidad puede o no puede hacer. Entonces, ¡siempre cree que
vas a tener éxito aunque sientas que no vas a poder lograrlo!
El obstáculo más grande en el éxito es no creer que uno puede llegar a
triunfar. El primer obstáculo para poder ganar esta batalla no se encuentra
en nuestros genes, nuestra niñez o nuestro entorno. Si tú crees que puedes
tener éxito y quieres hacer el esfuerzo, entonces encontrarás la manera de
hacerlo. Absolutamente nada se interpone en el camino de una RATZÓN
(voluntad) verdadera. En nuestro sitio en la web, se encuentran publicadas
historias de recuperación, que nos muestran que aun personas en condiciones
peores que la tuya han logrado liberarse de estas conductas adictivas.
Debemos verdaderamente querer salir de este Mitzráyim. Jazal dicen que
aquellos que no quisieron salir de Mitzráyim murieron en la plaga de la
oscuridad. Ya, al comienzo de nuestro viaje, debemos estar decididos a que
nunca nos daremos por vencidos y que siempre seguiremos intentándolo, sin
importar nada.
Rabí Tzadok HaKohén de Lublin escribe (Tzidkat HaTzadik 154): “¡Así como uno
debe creer en HaShem, así también debe creer en sí mismo!” HaShem quiere que
CREAMOS en nuestras fuerzas, nuestras capacidades y en nuestra habilidad
para poder superar lo malo y alcanzar la grandeza.
Aunque sintamos que estamos trabados, la decisión está completamente en
nosotros. El truco para el éxito verdadero es querer lo suficiente.
Entonces, seamos sinceros con nosotros mismos. Si descubrimos que no
queremos deshacernos de la lujuria por completo, entonces, debemos
preguntarnos: “¿Por qué no? ¿Necesitamos realmente ir detrás de ese apetito
sexual descontrolado? ¿Qué beneficio nos da?” ¡Hay tantas cosas mucho más
importantes en la vida! Cuando tratamos de aferrarnos al veneno de la
lujuria, estamos actuando como pequeños bebés que patalean y gritan cuando
el padre les quiere quitar las pastillas de colores que son medicamentos y
que ellos pensaron que eran caramelos. ¡La lujuria es un veneno! Si
continuamos alimentándolo, terminará por acabar con nuestras vidas. Dejemos
que nuestro Padre nos lo quite de nuestro medio.
5. Sin dolor, no hay beneficio.
Por naturaleza, nos sentimos atraídos hacia aquello que nos hace sentir bien
y que no produce dolor. En ese sentido, no somos diferentes de las vacas.
Los animales no entienden que una experiencia dolorosa puede ser
beneficiosa. ¡Trata de explicarle una cirugía a una vaca! El placer y el
sufrimiento son partes de la vida. Pero debemos elegir qué placeres queremos
y qué sufrimientos queremos. Y la elección es entre el placer falso que nos
ofrece la lujuria o los placeres que HaShem quiere que tengamos, que son
infinitamente mucho más grandes. ¿Nosotros elegimos el dolor del “ejercicio”
espiritual o el dolor del Yétzer Hará haciéndose más fuerte?
Como señalamos en la herramienta 1 del manual, el Steipler observa que todo
aquel que se mantiene alejado de todos estos placeres prohibidos, se le
promete que va a recibir los placeres de la vida por otros medios, en otras
áreas. Y continúa diciendo que todo aquel que acepta el sufrimiento que
implica la liberación de esta conducta adictiva, se salvará de otros
sufrimientos en otros aspectos de la vida.
Si decidimos que no importa cuán doloroso sea y que nosotros no vamos a
darnos por vencidos -incluso aunque sintamos que nos estamos muriendo-
HaShem nos quita el dolor y todo se nos vuelve más fácil.
6. Convirtiendo la liberación en nuestra prioridad máxima
No se logra algo que valga la pena sin invertir en trabajo arduo. Uno de los
más grandes obstáculos que le impiden a la persona cambiar es la idea que
puede hacerlo sin la necesidad de invertir tanto. Vivimos en una generación
donde los resultados son instantáneos, y esperamos que todo lo que tenga que
suceder, suceda rápido. Muchas veces nos olvidamos que todo nuestro
propósito en este mundo es crecer y mejorarnos. Tendemos a considerar
cualquier debilidad que tengamos como un “inconveniente” que debe ser sacado
del camino (o ignorado), cuando en realidad es el mensaje personal de HaShem
que nos está diciendo exactamente el motivo por el cual HaShem nos mandó a
este mundo. Y se encuentra escrito en los Libros (como en Tzidkat HaTzadik
#49 y #181) que las cosas con las que más peleamos en la vida son las mismas
cosas por las que vinimos a este mundo a reparar.
El Gaón de Vilna (Séfer Yoná 4:3) habla sobre los Guilgulim -
reencarnaciones (un guilgul significa que el alma vuelve a este mundo
después de una vida previa), y explica que toda alma posee algo importante
que debe reparar -en el mismo aspecto que echó a perder en su vida anterior-
por cuya razón volvió a este mundo. El Gaón de Vilna se pregunta: ¿Cómo
podemos saber cuál es el propósito del Guilgul de nuestra alma? Él contesta
que lo podemos saber al observar qué pecados cometemos con más frecuencia y
cuáles son las tentaciones tras las cuales nos dejamos llevar.
Entonces, si por ello bajamos a este mundo, hagamos que el crecimiento en
este aspecto sea lo más importante de nuestra vida.
7. Una satisfacción verdadera vs. Una satisfacción falsa
El trabajo y la misión del Yétzer Hará es causarnos daño y para hacerlo
recibió permiso para utilizar el placer y el “sipuk” (la satisfacción) como
un medio de engaño y así lograr causarnos daño. De lo contrario, ¿cómo es
posible que pudiera llevar a cabo su misión? Debemos entender que sus medios
de seducción son como los de un terrorista que nos ofrece una porción de
torta para embaucarnos. Sabemos que ofrecernos torta no es su intención,
sino que su objetivo es utilizar la torta como un medio para causarnos daño
de alguna forma. Sólo el placer que se encuentra ligado a la verdad tiene
kiyum (permanencia) porque permite completar una mitzvá (precepto); por
ejemplo, el comer carne en Yom Tov o el disfrutar el Shabat. Pero el placer
que se encuentra ligado a la mentira no tiene kiyum, lo cual explica por qué
cuando el placer se termina no sentimos ninguna satisfacción. Y tampoco
hablamos de ello con quienes nos aman, con quienes quieren lo mejor para
nosotros, porque sabemos que sólo está ahí para dañarnos. Y esa también es
la razón por la cual volvemos a desearlo poco tiempo después, aun cuando ya
lo tuvimos. Después de todo, si era verdad, ¿por qué ya no está allí?
Sentimos un vacío y entonces buscamos volver a llenar ese vacío con otro
falso sipuk (satisfacción).
8. “Con astucia, haz tu batalla” (Proverbios 24:6)
Existen muy pocas probabilidades de que podamos luchar contra el Yétzer Hará
cara a cara. Como escribe el Or HaJayim (parashat Ajaré Mot): La única
manera de ganar la batalla es cuidando diligentemente nuestros ojos y
pensamientos. Cuando ya tengamos estos pensamientos en nuestra mente, y
especialmente cuando ya tengamos estas tentaciones frente a nuestros ojos,
será muy tarde y no podremos controlarnos.
Hay una serie de historias que se encuentran en la Guemará Kidushín
(80a-81a), donde HaShem les demostró el poder del Yétzer Hará a algunos
Tanaím que habían menospreciado su influencia. La Guemará cuenta que el
Satán se presentó ante Rabí Akivá bajo el aspecto de una mujer seductora en
la cima de un árbol. Él sintió tanto fervor hacia ella que no se pudo
resistir, y comenzó a escalar el árbol, rumbo a cometer el pecado. A mitad
de camino, la mujer se volvió a convertir en Satán y le dijo: “¡De no haber
sido que se dijo en los Cielos que se debe respetar a Rabí Akivá y sus
enseñanzas, te hubiera quitado la vida!” Hay una historia similar respecto
de Rabí Meír en que este se puso a nadar para cruzar un río y pecar con una
mujer que había visto del otro lado, pero cuando ya estaba a mitad de
camino, la mujer volvió a convertirse en el Satán, reprendiéndolo con las
mismas palabras. De estas historias, aprendemos que es casi imposible poder
pasar estas pruebas cuando la persona se encuentra enfrentada cara a cara
con la lujuria.
Por lo tanto, para salir triunfante en esta batalla, debemos evitar pelear
contra el Yétzer Hará cara a cara. Así como los terroristas generalmente
tienen éxito porque no se enfrentan cara a cara con un ejército grande,
nosotros también debemos intentar aplicar la táctica de batalla de
guerrillas y anular al Yétzer Hará. El enfrentarlo cara a cara nos llevará
sin ninguna duda al fracaso. Por lo tanto, debemos construir cercos que nos
ayuden a evitarlo. Para aprender qué cercos debemos construir, debemos
comenzar por preguntarnos cómo es que es que la Inclinación Maligna ha
podido tener tanto éxito hasta hoy en día? ¿Cómo es que logra hacernos caer?
¿Cómo trabaja nuestra mente en las diferentes situaciones de la vida a las
que nos enfrentamos? ¿Cómo utilizamos nuestra mente para pensar y procesar
información? ¿En qué contextos se detona nuestra lujuria? ¿Cuál es nuestro
estado de ánimo cuando ello sucede, y en qué situaciones comenzamos a
experimentar nuestra debilidad?
Cuando nos analizamos a nosotros mismos en forma honesta (y muchas veces es
muy útil si estudiamos nuestras conductas como si fuéramos una persona
diferente que nos observa de afuera), podemos saber cómo la Mala Inclinación
trabaja con nosotros. Entonces podremos anular al Yétzer Hará y evitar que
nos libre una batalla cara a cara. Finalmente, debemos aprender a tratar de
ni siquiera entrar en discusión con él. En lugar de librar una batalla
directa con él, debemos aprender cómo caminar alrededor de él.
9. Aprender a amar a HaShem a través de esta batalla
Esta batalla es el terreno fértil en el cual se formará nuestro verdadero
yo. Y a través de dicha batalla, aprendemos la forma de dedicar nuestro
corazón a HaShem. Y es de esperar que, en algún momento, podamos mirar hacia
atrás y decir que todo el esfuerzo valió la pena. Después de todo, para qué
bajamos a este mundo, sino para aprender cómo entregar nuestro corazón a
HaShem. Como dice el versículo (Mishlé 23:26): “Tená, bení, libejá Li - Hijo
Mío, entrégame tu corazón”. A través de esta batalla, aprendemos a someter
nuestra voluntad y nuestras vidas a HaShem de una manera muy profunda. Y
esto es algo que la mayoría de la gente no tiene el mérito de aprender,
incluso en sus 120 años de vida en este mundo. Por lo tanto, en un sentido
más profundo, esto es un verdadero regalo de HaShem y una señal de Su amor
por nosotros, sólo si lo sabemos utilizar correctamente.
No importa cuántas veces hayamos caído, nunca debemos considerarnos que
somos “despreciados” por HaShem o imaginarnos que HaShem está molesto o
frustrado con nosotros. Por el contrario, al aprender a subyugar nuestra
voluntad a HaShem, comenzaremos a sentir que HaShem es verdaderamente
nuestro más cercano y eterno amigo.
A medida que progresamos y maduramos, comenzamos a ver nuestra relación con
HaShem desde un nivel mucho más íntimo. Comenzamos a darnos cuenta de cómo
ese apetito sexual incontrolable, cómo esa lujuria trata de entremeterse
entre “nosotros y HaShem” y ¡dificultar el más grande amor que pudiera
existir!
Para aprender cómo redirigir nuestro amor hacia HaShem a través de esta
batalla, presentamos aquí un enfoque muy útil extraído del Libro Sagrado,
Nóam Elimélej de Rabí Elimélej de Lizensk (parashat Beshalaj):
Yaakov Avinu, de bendita memoria, servía a HaShem a través de su midá
(atributo) de “tiféret” (que significa “belleza imponente”). Y de todo lo
que veía, oía, hacía o comía, tomaba de ello la imponencia del Creador
Bendito Sea Él. Es decir, si comía algo sabroso, él pensaba: “Este alimento
no es sino una creación. ¿Quién puso el gusto en este alimento? ¿No fue el
Creador Bendito sea Él? Y si este alimento es tan sabroso, ¿no es obvio que
todo lo bueno y placentero ha de encontrarse en el Creador -que Su Nombre
sea enaltecido- sin límites ni fronteras?” Y así pensaba con cada cosa. Y
con esto entendemos el versículo: “Y Yaakov besó a Rajel.”
Cuán gratificante y hermoso es tratar de aplicar la midá de Yaakov Avinu en
nosotros mismos. Siempre que veamos algo que vuelca nuestro corazón hacia
estos deseos, debemos decirnos a nosotros mismos: “Si esto es verdaderamente
bueno y yo lo deseo mucho, cuánto más deseable debe ser estar conectado con
HaShem, ya que en Él reside toda la belleza, el confort, la seguridad, el
amor y el placer. (Después de todo, si no hubiera estado todo en Él,
entonces, ¿habría podido crearlo Él?) Todos nosotros poseemos un “agujero
Divino” que tratamos de llenar todo el tiempo. HaShem nos dio una profunda
necesidad subconsciente de buscarlo a Él todo el tiempo, puesto que Él es la
fuente de todo lo que necesitamos. Nuestra mente física simplemente confunde
las señales del anhelo de nuestra alma. La belleza que vemos en este mundo
no es más que una sombra fugaz de lo que es en verdad.
El Báal Shem Tov también habla mucho acerca de cómo estos deseos son “amores
frustrados” que tienen su raíz en el mundo espiritual superior de “Ahavá”
(amor). Como se encuentra escrito en la parashá Lej Lejá:
Todo (en este mundo) es una proyección de HaKadosh Baruj Hu a través de Sus
atributos de amor y temor, como es sabido. Pero el amor se encuentra en el
exilio, cubierto a través de lo físico, ya sea a manera de mujer o de
alimento… Uno debe decirse a sí mismo en el corazón: Si amo esto “que es tan
sólo un amor frustrado”, bajo el disfraz de una gota putrefacta (que en
definitiva es de donde todos venimos), ¡cuánto más tengo que amar al Santo
Bendito Sea!
Aquellos que debemos luchar contra estos deseos podemos utilizar esta lucha
como un trampolín para alcanzar el Ahavat HaShem (amor a HaShem). Y cuando
lo logramos, ¡estamos elevando los deseos físicos más grandes,
transformándolos en un profundo amor por HaShem! Esto constituye un elevado
nivel de servicio Divino. También podemos ver este atributo en juego cuando
Yaakov se encontró con su hijo Yosef después de 22 años y, como nos dicen
Jazal, Yaacov dirigió su amor hacia HaShem a Keriat Shemá. Nosotros podemos
crecer en este sentido: si cada vez que sentimos deseos que no son
saludables, nos dirigimos a HaShem y le rezamos: “HaShem, por favor, ayúdame
a encontrar en Ti lo que estoy buscando a través de este deseo sexual
incontrolable”.
Los libros hablan acerca de que el deseo más elevado que puede tener un
judío es ser dovek - permanecer ligado a HaShem y a la inmanencia de la
Shejiná. En realidad, supuestamente se trata de una especie de “lujuria”,
tal como escribe el Rambam (Maimónides, Mishné Torá, “Leyes relativas al
Arrepentimiento”, 10:3):
¿Qué tipo de amor es el que debemos sentir por Dios? Un amor extremo e
intenso hasta el punto tal de que el individuo llegue a sentirse embriagado
por ese amor tan profundo hacia Dios, como aquel hombre apasionadamente
enamorado de una mujer, a la que no puede apartar de su mente, ya sea al
levantarse, al sentarse, al comer o al beber. Más intenso aún debe ser el
amor por Dios en el corazón de aquellos que Lo aman, y este amor debe
constantemente absorber a la persona, conforme al mandamiento: “Le amarás
con todo tu corazón y con toda tu alma” (Cantar de los Cantares 2:5). De
hecho, todo el Libro de Cantar de los Cantares es una descripción alegórica
de este amor.
10. Redirigiendo el poder en nuestras almas
Muchas veces, nos hemos visto tratando de luchar solamente contra el Yétzer
Hará en lugar de tratar de lograr un cambio y de construirnos a nosotros
mismos. Para lograr un éxito a largo plazo, debemos aprender a luchar contra
la causa de la mala conducta y no sólo contra los síntomas.
El Midrash dice que si uno tiene muchos javilot (paquetes) de pecados,
entonces debe compensarlo con javilot de mitzvot (buenas acciones). El Bet
Aharón de Karlin explica que javilot es un lenguaje de hiskashrut (conexión)
(tal como dice el versículo (Devarim 32:9): “Yaakov jével najalató - Yaakov,
la continuación irrompible de Su heredad”), y continúa diciendo que para
compensar lo que hicimos en el pasado y liberarnos de ello, debemos utilizar
la misma hitkashrut (conexión) y entusiasmo que impregnaban nuestra mente y
nuestro cuerpo en los momentos en que pecamos y, en su lugar, realizar
buenas acciones (mitzvot) de la misma manera entusiasta y apasionada.
En general, todos aquellos que luchan contra todo este tipo de deseos
albergan dentro de sí un gran nivel de energía espiritual y emocional. Son
ellos los que en realidad tienen la capacidad y el potencial para crear una
conexión espiritual muy intensa con HaShem. Sólo tenemos que aprender cómo
canalizar la energía de nuestra alma de la mejor manera.
Es también sabido que personas con características de carácter especiales,
tal como la creatividad, el amor por otras personas y que poseen
sensibilidad espiritual, tienden a buscar una manera alternativa de
expresión para sus virtudes internas a través de un deseo sexual más fuerte
de lo normal. Por eso es muy importante el hecho de aprender a canalizar
nuestra fortaleza de la manera correcta. Un nivel de lujuria muy elevado es
en realidad un síntoma de una profunda necesidad subconsciente que, por
alguna razón, todavía no fue satisfecha.
Nuestros Sabios dijeron (Sucá 52a, en la discusión acerca del deseo de la
lujuria): “Todo el que es más grande que su amigo, así también su Yétzer
Hará es más grande”. Es importante comprender que, en un sentido
psicológico, el Yétzer Hará y el Yétzer HaTov son en realidad la misma
fuerza interna. Cuanto más grande es la persona, su fortaleza de carácter
requerirá de una mayor necesidad de expresión, y esta fortaleza finalmente
brotará y encontrará su expresión ya sea de manera positiva o negativa.
Como escribe el Rabí Tzadok (en Tzidkat HaTzadik #44): Si una persona tiene
grandes tentaciones, no debe entristecerse por las manchas que recibe su
alma; por el contrario, debe alegrarse al darse cuenta de que tiene virtudes
especiales que requieren de una canalización especial. Esto es, él explica,
lo que Jazal quisieron decir a través de la expresión: “Todo el que es más
grande que su amigo, así también su Yétzer Hará es más grande.”
Luego, Rabí Tzadok explica (basado en el Zóhar) que el Dor HaMabul -la
Generación del Diluvio- y el Dor HaMidbar -la Generación del Desierto, que
recibió la Torá- compartieron las mismas almas. Y explica que la razón está
basada sobre el principio anterior. El principal pecado del Dor HaMabul fue
el derramamiento de semen en vano, tal como se conoce a partir de todos los
libros de orientación cabalística, mientras que el Dor HaMidbar fue
meritorio de recibir la Torá. Rabí Tzadok explica que se trata de la misma
energía espiritual. El falso deseo por la lujuria es la otra cara de la
misma moneda del verdadero deseo por la Torá y la espiritualidad. Y continúa
explicando que esta generación volverá a aparecer en los días anteriores a
la llegada del Mashíaj, cuando las fuerzas espirituales volverán a triunfar
sobre las fuerzas de la lujuria.
Entonces, encaucemos nuestra fuerza espiritual a través de las plegarias.
¡Nos sorprenderemos hasta qué punto ellas pueden levantarnos el ánimo! ¡Y
comencemos a cumplir las mitzvot (los preceptos) con entusiasmo y a estudiar
Torá con vehemencia! HaShem nos ha entregado un regalo porque las batallas
que enfrentamos son realmente las vibraciones de nuestra alma, que se
esfuerza por lograr la expresión genuina y la verdadera conexión con El
Todopoderoso.
Nuestro servicio Divino puede llegar a ser mucho más elevado de lo normal si
utilizamos esta batalla según la voluntad de HaShem como un trampolín para
el crecimiento. El crecimiento espiritual que le puede llevar a otra persona
muchos años de intenso servicio Divino para poder llegar a alcanzarlo,
¡nosotros podemos llegar a lograrlo en mucho menos tiempo si utilizamos esta
batalla del modo correcto!
También puede ser muy útil buscar formas alternativas de conexión con HaShem
para llegar a experimentar una satisfacción interna. Podemos tratar de
emprender proyectos de jésed (bondad), proyectos de estudio de Torá, o
estudiar nuevas áreas o técnicas en el campo del servicio Divino. Eso es lo
que realmente ansían nuestras almas: llegar a alcanzar una conexión
significativa con HaShem, y llevar a cabo aquello para lo que descendimos a
este mundo.
Es importante señalar que en lugar de huir frenéticamente del Yétzer Hará,
llenos de pánico, podemos aprender a correr hacia HaShem con alegría. Si lo
hacemos, el Yétzer Hará se desvanecerá. Como está escrito en los Libros
(Tehilim 34:15): “Sur merá - Apártate del mal”. ¿Cómo? A través de: “¡Asé
tov! - ¡Haz el bien!”
11. Los pensamientos y las fantasías
Todos tienen estas fantasías. Algunas personas más, otras menos. Somos seres
humanos y no ángeles. HaKadosh Baruj Hu creó el mundo de manera tal que los
hombres y las mujeres se sienten atraídos entre sí, y, gracias a ello, las
personas se casan, tienen hijos y pueblan la tierra. Si te molesta el hecho
de tener que pelear con estos pensamientos, eso ya es algo de lo que tienes
que estar orgulloso. Si nos encerramos en nuestras fantasías, entonces
caemos en la tristeza, y esta tristeza nos lleva a tener más fantasías, y
ello se convierte en un ciclo vicioso del cual es muy difícil salir. Sin
embargo, en el momento que comenzamos a mirarnos a nosotros mismos con una
luz positiva, veremos que las fantasías no serán tan frecuentes.
El Báal HaTania (capítulo 27, versión abreviada) escribe acerca de aquellos
que logran dominar estos malos pensamientos:
El Zóhar (pág. 128) exalta la gran satisfacción de HaShem cuando acá abajo
se logra dominar la Sitrá Ajará (el Otro Lado). Entonces, la gloria de
HaKadosh Baruj Hu se eleva por sobre todo -incluso más de lo que se lograría
a través de cualquier plegaria- y esta ascensión es más grande que cualquier
otra cosa.
Por eso ninguna persona debe sentirse deprimida, aunque todos los días de su
vida se encuentre sumida en este conflicto, ya que quizás, es por ello que
la persona fue creada, y este es su servicio: subyugar constantemente la
Sitrá Ajará.
Cuentan la historia de un báal teshuvá (que se arrepintió y corrigió sus
caminos), que una vez se presentó ante uno de los Maestros Jasídicos con una
pregunta. Tras haber hecho teshuvá (haberse arrepentido) de sus malos
comportamientos en el pasado, encontraba que todavía era acosado por malos
pensamientos y fantasías. El Rebe le contó una parábola:
Había una vez un judío llamado Moshke que tenía una taberna en la cual
vendía vino y bebidas alcohólicas a los campesinos gentiles de la zona.
Luego de un tiempo, se hastió de tratar con los gentiles ebrios y decidió
dedicarse a otro rubro, y cerró el bar. Esa misma noche, alguien golpeó a la
puerta. “¡Moshke, Moshke, abre la puerta! ¡Queremos vino y bebidas!”. “Lo
siento”, dijo Moshke, “de ahora en más, la taberna permanecerá cerrada”. Los
gentiles no tuvieron otra opción más que regresar desilusionados. Durante
días, e incluso semanas, la gente seguía llamando a la puerta de Moshke,
pero al difundirse la noticia de que la taberna había cerrado, los llamados
a la puerta comenzaron a ser cada vez menos frecuentes hasta que los
gentiles dejaron de venir.
Lo mismo ocurre con estos pensamientos, explicó el Rebe. Luego de hacer
teshuvá, los pensamientos tratan de seguir invadiéndonos. Pero si mantenemos
la tienda cerrada y nos abstenemos de nuestros comportamientos del pasado,
después de un tiempo, esos pensamientos ya dejarán de molestarnos.
Prácticamente, nosotros en cierta medida podemos controlar nuestra mente.
Para algunas personas, la siguiente técnica funciona muy bien: Piensa en una
imagen “limpia” y placentera de un lugar en el que has estado o una
experiencia que hayas disfrutado. Concéntrate en esta imagen por un momento
con los ojos cerrados o abiertos. Siente las sensaciones, ve el cuadro y oye
los sonidos a tu alrededor. Ahora, cada vez que una vieja imagen o una
fantasía se te aparezca en tu mente y de la cual quieras liberarte, entonces
reemplázala por esta imagen placentera. (Para más información, buscar en
Google: “La técnica de PNL—Programación Neurolingüística”).
Otros sugieren que debemos concentrarnos en la respiración, al inhalar y
exhalar profundamente durante unos minutos. Este ejercicio tiene el poder de
desviar nuestra concienciación de nuestros pensamientos al focalizarnos en
la respiración de nuestro cuerpo. Este ejercicio es también relajante y
disminuye la tensión y la presión que se crea por la lujuria que
experimentamos a través de las fantasías.
Una persona escribió en el foro:
No puedes luchar con un cerdo sin ensuciarte. Los pensamientos te asaltarán,
acéptalo. Ello no quiere decir nada. Preocuparse por ellos o hacer algo para
tratar de deshacerse de ellos, simplemente no funciona. Estás luchando con
un cerdo. Es como tratar de no pensar en un elefante verde, lo cual sólo te
llevará a pensar más en el elefante verde. Cuando los pensamientos nos
invaden, trata simplemente de reconocer que sólo entraron un momento en tu
mente, deséales una calurosa bienvenida, y luego, trata de concentrarte y
hacer otra cosa.
En la literatura jasídica (ver Likuté Moharán 27:8), se encuentra escrito
que el tener malos pensamientos y fantasías es un mérito (zejut). Le dan a
la persona la oportunidad de volver en teshuvá y hacer un tikún (reparación)
adecuado por los pecados del pasado. Muchas personas se deprimen cuando
tienen estos pensamientos y se sienten mal. Pero estos pensamientos nos
asaltan para que nos elevemos. En términos cabalísticos, ¡los pensamientos
tienen algo de vida propia y en realidad QUIEREN ser elevados! Entonces,
toma conciencia que los desafíos a los que te estás enfrentando están allí
para que logres alcanzar una teshuvá shelemá (un arrepentimiento completo).
El hecho de reconocer esto, nos ayudará a evitar obstáculos innecesarios y a
fortalecernos en nuestro continuo crecimiento.
La tefilá (plegaria) es también una herramienta muy poderosa en esta
batalla. Cuando uno se siente atacado por ese deseo sexual incontrolable,
que es la lujuria, debe decir: “Por favor, HaShem, ¡sálvame de la lujuria!
Quiero amarte a Ti, y no a alguien de carne y hueso”. O decir: “Ribonó shel
Olam, (Amo del Universo), yo sé que es mi culpa el hecho de que tenga estos
pensamientos. Yo no los quiero. Ayúdame a que pueda concentrar mi atención
en algo para que estos pensamientos me abandonen”. Incluso, plegarias
cortas, “de trinchera”, pueden hacer maravillas: “HaShem, ayúdame. No puedo
hacerlo solo”.
Busca nuestro sitio en la web www.cuidatusojos.org y regístrate para recibir
mails de exhortación (jizuk) para aprender muchas más técnicas respecto de
cómo enfrentar las fantasías persistentes y los pensamientos lascivos.
12. Atajándonos no bien comenzamos a caer
Incluso si ya comenzamos a caer, podemos lograr alcanzar los niveles más
elevados de Kedushá (Santidad) si nos detenemos antes de llegar a caer mucho
más profundo. En los Libros se encuentra escrito que el nájat rúaj (placer)
que HaShem tiene de nosotros cuando nos refrenamos incluso en el momento que
sentimos que ya cometimos el pecado es mucho más grande que cuando logramos
abstenernos desde un primer momento.
Quizás el mejor ejemplo de ello es Yosef HaTzadik (el Justo). La Guemará
(Sotá 36b) dice que Yosef en realidad llegó a la casa de Potifar para pecar
(como Rashí señala). Y la Guemará continúa diciendo que en ese momento
derramó diez gotas de semen, perdiendo así los Shevatim (tribus) que
supuestamente iban a provenir de él. Y cuando después de todo ello, se
abstuvo de pecar, ¡se convirtió en el gran Yosef HaTzadik!
Rabí Tzadok explica que esto es lo que realmente constituyó la gran prueba.
El Satán (la Mala Inclinación) le dijo a Yosef: “¿No ves que ya arruinaste
todo? ¿No te das cuenta de que eres un perdedor? Tus hermanos te odian y te
vendieron a los egipcios. Nadie ya se preocupa por ti. Estás perdido y tu
alma será extirpada tanto de este mundo como del Mundo Venidero. Y has
fracasado de manera lamentable. Enfréntate a los hechos. ¡Está todo
perdido!”
Pero Yosef HaTzadik dijo: “¡No! No me importa nada, ni siquiera me importa
el ser Tzadik. Lo único que me preocupa es: ¿Qué es lo que debo hacer en
este momento? ¿Qué es lo que mi Padre en los Cielos quiere de mí en este
mismo momento?”. Y fue gracias a este mérito (zejut) que Yosef fue merecedor
de todo. ¡Y Jazal dicen que incluso la División del Mar Rojo fue en mérito
de Yosef!
Por eso, si queremos abrir nuestro propio Mar Rojo, este es uno de los
principales fundamentos (yesodot) para tener en cuenta.
13. Todo cuenta
Debemos saber que a nuestra “cuenta espiritual”, se van agregando moneda
tras moneda cada vez que le decimos "no" al Yétzer Hará, sin importar cuán
insignificante pueda parecer ante nuestros ojos en ese momento. Incluso si
una persona está segura de que caerá en un futuro inmediato, ¡debe saber que
cada minuto que se abstiene, estará ganando una recompensa que ninguna
persona ni ningún ángel puede llegar a comprender! Y cuando una persona
tiene suficientes monedas en su “cuenta espiritual”, ¡puede triunfar mucho
más allá de sus sueños más desenfrenados!
La Guemará dice: “Habá letaher mesayeín lo – Aquel que viene a purificarse,
lo ayudan [del Cielo]”, y Jazal dicen: “Bedérej she adam rotzé lelej molijín
otó – Por el camino que la persona desea conducirse, lo conducirán”. ¿Por
qué la Guemará siempre habla en plural: “lo ayudarán, lo conducirán”? El
Maharshá explica que a través de toda decisión y todo esfuerzo que una
persona realiza, se crea un ángel. ¡Y cuando el ejército de ángeles es lo
suficientemente grande, este tiene la fuerza de ayudar a la persona a
superar todos los obstáculos y a conducirlo donde quiera encaminarse!
14. Nunca se trata de TODO O NADA
La idea de que siempre tenemos que ganar en realidad nos convierte en presas
fáciles del Yétzer Hará. ¡Él utiliza nuestras buenas cualidades -como
nuestro constante anhelo por alcanzar la perfección- y las pone en nuestra
contra al tratar de hacernos sentir frustrados cuando experimentamos una
caída! En esta batalla, nunca se trata de “todo o nada”. Cuando un ejército
sale a la lucha, ¿siempre gana? ¿nunca hay bajas? ¿nunca hay heridos? El
versículo dice: “No hay tzadik (justo) en el mundo que siempre haga el bien
y nunca peque” (Kohélet 7:20).
El Rav Hutner una vez le escribió una carta a un joven que estaba abatido
por sus caídas personales en el área espiritual. Rav Hutner explica que lo
que hace que la vida tenga significado no es el deleite que uno tiene en la
compañía exclusiva del Yétzer HaTov (Buena Inclinación), sino que lo que le
da significado a la vida es la dinámica batalla con el Yétzer Hará (Mala
Inclinación). La máxima de Shelomó HaMélej que “Siete veces cae el justo y
se levanta” (Mishlé 24:16), continúa el Rav Hutner, no significa que
“incluso después de haber caído siete veces, el justo se las arregla para
volver a levantarse”. Lo que realmente quiere decir, él explica, es que es
solamente y precisamente a través de varias caídas que una persona alcanza
la verdadera rectitud y moralidad. Las luchas -incluso las caídas- son
elementos inherentes a lo que puede llegar a convertirse, con determinación
y perseverancia, en la máxima victoria.
Si estuvieras observando una lucha entre un hombre y un león, ¿a quién le
darías más crédito: a una persona con un arma que le pega un disparo al león
y este cae, o a una persona que se defiende con sus propias manos? En este
último caso, se desata una lucha descarnada y muchas veces el hombre es el
que está perdiendo y el león es el que está ganando, pero sin embargo, el
hombre se las arregla para empujar al león sacándoselo de encima, una y otra
vez, ¡hasta que finalmente logra dominarlo y gana la batalla! HaShem quiere
recompensarnos con un deleite Divino infinito, y nos puso una bestia dentro
de nosotros para que terminemos con ella. Él podía habernos hecho poderosos
como los ángeles, pero sólo a través de los seres humanos que luchan con sus
propias manos en la oscuridad de este mundo es que se logra elevar la
presencia Divina de HaShem, la cual logra iluminar los lugares más oscuros.
El Zóhar en la parshat Tetzavé escribe:
Ya que no hay otra luz más que aquella que sale de la oscuridad. Y cuando el
“Otro Lado” es dominado, el Amo del Universo se eleva y Su honor aumenta. Y
la avodat HaShem (el servicio a Dios) sólo existe a través de la oscuridad,
y no puede haber bien, sino a través del mal. Y cuando la persona va por el
mal camino, y luego lo abandona, el honor del Amo del Universo se eleva a
través de esta acción. Y así, la “Shelemut” (perfección) de todo es el bien
y el mal juntos, y luego encaminarse hacia (el lado de) el bien. Y no puede
haber bien más que aquel que surge del mal, y a través de este bien, HaShem
se eleva. Y ello se llama Avodá Shelemá (un servicio completo a Dios).
15. HaShem mira nuestros esfuerzos y no los resultados.
HaShem no busca que alcancemos grandes logros y éxitos. Ya sea que logremos
alcanzar el éxito a lo grande o no, es en definitiva Su asunto. Todo lo que
Él pide de nosotros es que cada día nos fortifiquemos un poquito más y
hagamos lo que está dentro de nuestras posibilidades en este sentido.
Nuestra batalla con el Yétzer Hará es más importante para HaShem que nuestro
logro final de habernos liberado de él. HaShem tiene suficientes Malajim
(ángeles) grandes y poderosos en el Cielo, pero sólo los seres humanos son
los que luchan con el Yétzer Hará y le producen a HaShem Nájat Rúaj
(satisfacción) a través de ello.
Del libro Menujá uKedushá, escrito por un alumno de Rabí Jaím Volozhiner, se
extrae que incluso una persona que peca durante toda su vida puede seguir
siendo considerada un tzadik, con tal que nunca se dé por vencida y siempre
continúe luchando. A nosotros nos gusta siempre pensar en el éxito en
términos de resultados. Pero HaShem mira nuestro esfuerzo y no los
resultados.
16. Obtener apoyo después de una caída.
Cuando experimentamos una caída, nunca debemos dejar que ella nos hunda. Si
nos deprimimos estamos haciendo exactamente lo que el Yétzer Hará quiere de
nosotros, y ello lleva a un ciclo vicioso de continuas caídas.
La verdadera prueba de un servidor de HaShem es precisamente cuando HaShem
le quita todo, así como cuando la persona cae y no siente inspiración, no
siente emoción y no siente hitlahavut (entusiasmo). Ese es el momento de la
verdad cuando una persona se puede preguntar honestamente: “¿Soy un servidor
de HaShem porque es mi naturaleza y/o porque me mantiene emocionalmente
feliz, o yo sirvo al Todopoderoso porque esa es Su voluntad y no por otra
cosa?”
El Rebe de Lubavitch (un alumno del Rebe Shelomó de Karlin) llegó a decir
que si una persona mata a otra y del cuchillo todavía gotea sangre, y la
persona se siente incapaz de pararse y rezar Minjá (el servicio de rezos de
la tarde) con todas sus fuerzas y con todo su corazón, ¡entonces todavía no
probó de las aguas de la Jasidut!
El Beer Maím Jaím dice que cuando en el ejército querían probar a un gran
soldado para ver si era apto para ser general, lo ponían sobre un caballo
salvaje del cual era imposible no caerse. Aunque nadie podía mantenerse
sentado sobre ese caballo por mucho tiempo, la prueba era sólo para ver
cuánto tardaba la persona en levantarse y recuperarse después de salir
despedido del caballo y quedar herido.
17. No vivir en el pasado.
A pesar de que el daño espiritual que causamos al cometer actos de lujuria
-para satisfacer nuestro deseo sexual incontrolable- es muy grande, debemos
aceptar que HaShem nos puso en esta situación y que la culpa no es toda
nuestra. No nos mortifiquemos pensando en cómo sucedió o pensando en las
caídas del pasado. Ello hará que nos deprimamos y nos llevará a tener caídas
en el futuro. El Jidushé HaRim (en Likuté Yehudá) les dice a sus alumnos que
nunca miren para atrás, ya que él sostiene que si miramos para atrás, nos
quedamos empantanados. Todos tenemos ropas sucias. No tenemos que
avergonzarnos de nuestra ropa sucia, a menos que dejemos que se acumule y
nunca la lavemos.
También tenemos que saber que en el pasado no siempre tuvimos libre
albedrío. Esto lo podemos ver claramente en varios Libros y en varios
lugares en Jazal. Vamos a citar a uno de los más destacados baalé musar de
nuestra época, el Rav Shelomo Wolbe, zt’l:
Los más grandes filósofos [judíos] establecieron la bejirá (el libre
albedrío) como la base para toda la Torá… Pero de allí surgió una falsa
suposición entre las masas: que todas las personas eligen activamente cada
uno de sus actos y de sus decisiones. Este es un grave error (Alé Shur, Vol.
1, pág. 156).
¿Entonces qué es la bejirá (el libre albedrío)? Para responder esta
pregunta, el Rav Wolbe nos remite al “Ensayo fenomenal sobre bejirá” del Rav
Eliyahu Dessler (Mijtav MeEliyahu, Vol. 1, pág. 111-116). En este ensayo, el
Rav Dessler describe cómo el “punto de libre elección – nekudat habejirá”
difiere según las personas y las situaciones. Él explica que la bejirá no es
un concepto teórico que puede aplicarse a cualquier circunstancia en la cual
una persona puede elegir hipotéticamente entre dos opciones. Por el
contrario, la bejirá sólo se aplica en conflictos morales cuando las dos
fuerzas de oposición son de aproximadamente la misma resistencia, la persona
es consciente del conflicto interno, y toma una decisión consciente en una
sola dirección. Cuando una persona realiza algo sobre lo cual no ha
experimentado un conflicto consciente, o si la fuerza imperiosa de un lado
es significativamente más fuerte que la otra, el hecho de que la persona se
encuentra teóricamente apta para decidir en las dos direcciones no califica
a su acto como una expresión de bejirá.
“En HaKadosh Baruj Hu ba beterunia im haberiot – HaShem no viene con
reclamos a Sus creaciones”. Y el versículo dice: “Él creó todos sus
corazones y comprende todos sus actos”, y Él sabe que casi todos los hombres
caen en este pecado en algún momento de su juventud.
Hay un refrán muy popular que dice que si HaShem nos pone a prueba, es
porque nosotros tenemos la capacidad de superarla. Sin embargo, el Rav
Tzadok HaKohen (en Tzidkat HaTzadik) escribe que esto no es tan simple como
suena. Es verdad que todos tenemos libre albedrío en cuanto a hacer lo que
HaShem espera de nosotros en este mundo, a lo largo de nuestras vidas. Sin
embargo, en el proceso de nuestro viaje, hay muchas veces en que la persona
es considerada un anús (persona que ha sucumbido a una fuerza mayor).
Luego del pecado del Becerro de Oro, el Midrash cuenta que Moshé le dijo a
HaShem: “Si un padre le da a su hijo oro y lo sienta en la puerta de un
prostíbulo – “Ma yaasé habén velo yejetá? - ¿Qué puede hacer el hijo para no
pecar?” En otras palabras, encontramos en Jazal que hay momentos en que el
hombre no tiene una posibilidad de bejirá completa.
Ver también el Rambam, Hiljot Isuré Biá 1:8 -“...porque el Yétzer Hará y la
naturaleza humana lo forzaron a querer”, y ver Tosafot en Sanhedrín 26b,
donde se discute cómo alguien que es sospechoso de relaciones ilícitas puede
seguir siendo un testigo casher (apto), ya que pudo haber sido que
simplemente sus deseos se apoderaron de él. Y ver la Guemará en Berajot
31b-32a: “Asher Hari’otí” donde HaKadosh Baruj Hu le hace saber a Eliyahu
HaNaví que Él fue quien apartó el corazón de los judíos de Él.
También el Steipler escribe respecto de un comportamiento específico que la
persona no puede controlar: “No es una persona con libre albedrío para
elegir en este sentido, y lo único que puede (y que debe) hacer son tikunim
(enmiendas) que lo ayudarán a lo largo del tiempo”.
Una vez que entendemos que no siempre tuvimos libre albedrío en el pasado,
entonces evitaremos que la culpa nos arrastre a un círculo vicioso de
desesperanza y de continuas caídas. Y la culpa puede ser aún más peligrosa
que las caídas mismas. Como se suele decir: “No es la galleta que te comiste
que rompió la dieta. ¡La dieta terminó cuando te sentiste mal por esa
galleta que comiste, y luego continuaste hasta terminar la caja!”
Y aunque hayamos tenido libre albedrío en el momento de nuestra caída, es
muy probable que haya sido en una cantidad mínima. Los pecados que cometemos
son juzgados según las circunstancias y el nivel de libre albedrío que
teníamos en ese momento. Sólo HaShem sabe si teníamos la posibilidad de
haberlo hecho mejor o no.
Pero cuando hablamos del momento presente, nunca podemos saber cuánto libre
albedrío tendremos y siempre tenemos que esforzarnos lo máximo posible.
18. Culpa vs. vergüenza
Es importante entender la diferencia entre jaratá (culpa sana y
arrepentimiento) en oposición a yeush (vergüenza y desesperanza).
Rabí Abraham J. Twersky escribe:
Generalmente utilizamos las palabras “vergüenza” y “culpa” indistintamente.
Uno puede decir: “Estoy avergonzado de lo que hice”, queriendo decir “Me
siento culpable de lo que hice”. Sin embargo, técnicamente hablando, estos
términos son diferentes. La culpa es respecto de algo que la persona hizo, y
puede llegar a ser un sentimiento constructivo en cuanto a que puede llevar
a la persona a hacer teshuvá, a tomar medidas correctivas. Sin embargo, la
vergüenza es lo que uno siente que es. En otras palabras, la culpa es
“Cometí un error”, mientras que la vergüenza es “Yo soy un error”. Si una
persona siente que tiene un defecto inherente, que su esencia no es buena,
no hay nada que pueda hacer para cambiarlo. Con la culpa, hay esperanza de
mejora, pero no ocurre lo mismo con la vergüenza.
Todos debemos sentir que somos hijos de HaShem con un alma sagrada. Las
creaciones de HaShem no son defectuosas. Nunca hay lugar para la
desesperanza o la vergüenza. Sin embargo, una culpa “saludable” es
importante. Como escribe Netivot Shalom en parashat Nóaj: los sentimientos
de culpa que tenemos son un regalo de HaShem que provienen del bien
inherente que se encuentra dentro de cada judío. De hecho -escribe-, el
judío que ya no tiene estos sentimientos, ya no tiene más esperanza.
La persona que se rinde al Yétzer Hará sólo porque el Yétzer Hará lo
enfrentó a una tentación muy fuerte y la persona no tiene fuerzas para
refrenarse, esta persona no es “mala” en su esencia. Con un proceso de
teshuvá (arrepentimiento) sincero, HaShem lo perdonará. Pero si la persona
ya no se siente culpable, eso quiere decir que el mal ya se apoderó de ella,
y entonces hay muy poca esperanza de cambio.
Netivot Shalom termina diciendo que la “culpa” es en realidad un tikún
(reparación) para que todo judío pueda liberarse del mal. Aun cuando la
persona caiga, debe asegurarse de que la caída no se convierta en parte de
su esencia. Si continuamos aferrándonos a HaShem y nos sentimos culpables
cuando nos encontramos alejados de Él, entonces -incluso en el caso de los
pecados más graves, D-os no lo permita- todavía tenemos esperanza y seremos
perdonados.
Hay una pequeña prueba que podemos hacer para reconocer si estamos siendo
motivados por una culpa/arrepentimiento saludable o por la
vergüenza/desesperanza. Si vemos que queremos buscar apoyo y encontrar
formas de volver a fortalecernos, entonces ello es una señal de que nuestros
sentimientos “malos” son sentimientos provenientes de una culpa sana y de un
arrepentimiento positivo. Sin embargo, si sentimos que sólo queremos darnos
por vencidos, entonces, sin lugar a dudas, ello es una señal de que estamos
experimentando sentimientos de desesperanza y de vergüenza, y debemos, por
lo tanto, encontrar rápidamente la forma de eliminar estos sentimientos
dañinos antes de que nos lleven a un ciclo vicioso de continuas caídas.
¿Cómo es que podemos en efecto seguir felices luego de sufrir una caída?
Leamos a continuación…
19. Por una caída no perdemos lo que ganamos en el pasado.
Si intentábamos mantenernos limpios y de pronto tenemos una caída, hay que
saber que no perdimos nada de lo que ganamos hasta el momento de la caída.
Simplemente, debemos levantarnos y continuar desde donde dejamos. El
Steipler le dijo una vez a una persona que se quejó acerca de lo difícil que
es esta batalla: las veces que fracasamos se borran, pero cada vez que
pasamos una prueba, ello representa un kinyán (adquisición) que es nuestro
para siempre. Incluso si logramos sobreponernos una sola vez al principio,
ese triunfo inicial nos permitirá liberarnos por completo.
El Báal HaSulam cuenta esta hermosa parábola:
Una vez, un rey tenía un buen amigo a quien no veía desde hace mucho tiempo.
Cuando este amigo -que resultó ser una persona indigente- finalmente
regresó, el rey estaba tan feliz de verlo que le pidió a su tesorero que lo
llevara al tesoro real y ¡que le diera una hora en la que pudiera tomar todo
el dinero que quisiera! Entonces, lo llevaron al tesoro y le dieron una
bolsa que el hombre pobre comenzó a llenar con monedas de oro hasta que no
pudo meter más. Lleno de gratitud y felicidad, el hombre pobre ya emprendió
su marcha, pero cuando ya estaba en la puerta, los guardias le dieron una
patada a la bolsa y las monedas se desparramaron por el piso. El hombre,
confundido, miró su reloj y vio que todavía le quedaba mucho tiempo hasta
que terminara su hora. Entonces, rápidamente regresó al tesoro y comenzó a
llenar otra vez la bolsa con monedas. Pero cuando ya la bolsa estaba llena y
él estaba a punto de irse, los guardias volvieron a darle una fuerte patada
a la bolsa y todo salió volando. El hombre sin saber qué hacer y viendo que
todavía le quedaba tiempo, se rehusó a darse por vencido y regresó al lugar
para volver a llenar la bolsa.
El mismo escenario se repitió una y otra vez: los guardias seguían dándole
una patada a la bolsa y todo se desparramaba por el piso, hasta que el
hombre se dio cuenta de que simplemente estaba desperdiciando su tiempo.
Finalmente, se le acabó el tiempo y los guardias arrastraron al pobre hombre
fuera de la habitación con su bolsa apenas si llena.
Pero de pronto, el hombre pobre miró hacia arriba y vio un vagón cargado de
monedas de oro que estaba frente a él. Y mientras estaba parado allí,
pensando para quién sería todo ese dinero, vio al rey que venía a saludarlo
con una gran sonrisa. El rey le dijo que todo el vagón cargado de monedas de
oro era para él, y le explicó que todas las monedas que había juntado y que
pensaba que había perdido le fueron guardadas para él. ¡El rey había
ordenado a los guardias que le vaciaran la bolsa una y otra vez para que él
pudiera llegar a juntar muchas más monedas en la hora que se le había
asignado!
La enseñanza es clara. Incluso si caemos y sentimos que hemos perdido todo,
y volvemos a comenzar de cero, debemos saber que HaShem lo hace para que
nuestros “recipientes” vuelvan a vaciarse y podamos volver a llenarlos otra
vez más con muchos más logros. Pero los logros de los primeros recipientes
que llenamos nunca se pierden: son depositados en nuestra “cuenta de banco
espiritual”.
Entonces, si te estaba yendo bien y de pronto, tienes una caída, ¡no te
desesperes! Confía en que HaShem tenía mucho Nájat Rúaj de tus logros
espirituales, pero quería que pasaras al próximo nivel, y entonces te
presentó estas trampas, aun sabiendo que ibas a caer. Lo que hace que la
persona sea grande es su capacidad para levantarse de sus caídas. ¡Y
precisamente al tener que renovar nuestra determinación desde bien abajo,
somos lanzados a tener una relación mucho más cercana con HaShem como nunca
antes la habíamos tenido!
En lugar de deprimirnos tras tener una caída, reflexionemos cuántas veces
pudimos decirle “No” al Yétzer Hará (=inclinación al mal) antes de que él
nos gane. Contemos las diez -si no las cien- veces de nuestra racha “limpia”
en el pasado en la que no nos entregamos al Yétzer Hará. ¡Definitivamente,
en esta batalla tenemos las de ganar! El Yétzer Hará está decidido a
hacernos sentir mal para que continuemos cayendo. Pero concentrémonos en
toda la escena. Aunque hayamos perdido ahora una batalla, todavía seguimos
ganando la guerra. ¡Regocijémonos en nuestros éxitos y preparémonos para el
próximo “round”, en que si Dios quiere, lo haremos mucho mejor!
20. La experiencia se construye sobre nuestras equivocaciones
“La persona que nunca hizo nada mal, nunca hizo nada”. La experiencia que
hace que el hombre a la larga sea un hombre de éxito se adquiere siempre a
través de sus fracasos iniciales. La diferencia entre una persona exitosa y
una persona fracasada no radica en el número de veces que la persona cayó,
sino en el número de veces que se volvió a levantar. La persona exitosa
siempre se levanta una vez más, mientras que no sucede lo mismo con la
persona fracasada. Nuestros Sabios dicen: “La Torá no puede ser cumplida
sino por aquel que haya caído en ella primero”. Las caídas son parte de la
batalla, y a través de ellas aprendemos a construir cercos, a aprender
mejores estrategias y convertirnos, por último, en mejores seres humanos.
21. Siempre hay esperanza
Rabí Israel Salanter dijo: “Siempre que la vela se mantenga encendida,
siempre hay algo que se puede arreglar.” Y Rabí Najmán dijo: “No existe en
el mundo el darse por vencido”. Siempre hay esperanza, aun en aquello que
parece representar los abismos más profundos del pecado y la desesperanza.
Rabí Najmán también dijo: “Si crees que puedes destruir, entonces cree que
puedes reparar”. No existe ningún pecado que no se pueda reparar o una
situación que no tenga esperanza.
Como dijimos anteriormente, el Zóhar dice que no puede haber luz si no
proviene primero de la oscuridad más oscura. Incluso en un estado de
profunda oscuridad, debemos reconocer que HaShem está con nosotros, nos ama
y Se esconde solamente para que --al fin de cuentas-- podamos apreciar Su
luz mucho más. HaShem siempre está preparado para ayudarnos, ni bien
nosotros estemos preparados para dejar que Él nos ayude.
(https://guardyour eyes.com/spanish/right-approach/21principles/item/21principles)