“Gaudete et Exsultate”, es el título de la nueva exhortación apostólica sobre el “Llamado a la Santidad en el Mundo Actual”
Después de dos mil años de historia, la Iglesia católica sigue marcando la pauta para que haya hombres y mujeres “felices” verdaderamente, “sin conformarse” con “una existencia mediocre, aguada, licuada”.
Pero, en nuestros días, ¿qué significa ser santo?, ¿cómo se logra esa santidad?. A esto responde el papa Francisco en la exhortación apostólica “Gaudete et exsultate”, [‘Alégrense y muéstrense contentos’ (Mt 5,12)], publicada el 9 de abril de 2018 y cuyo título parafrasea a Jesús que se dirige a los que son perseguidos o humillados por su causa.
Francisco nos dice que desde el principio la Biblia, de diversas maneras, hace un llamado a la santidad. Así se lo proponía el Señor a Abraham: «Camina en mi presencia y sé perfecto» (Gn 17,1).
Advierte que no es un tratado sobre la santidad. “Mi humilde objetivo es hacer resonar una vez más el llamado a la santidad” en el contexto actual, “con sus riesgos, desafíos y oportunidades. Porque a cada uno de nosotros el Señor nos eligió «para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor» (Ef 1,4)”.
CAPITULO I
1. Los santos nos alientan y acompañan
Cap 1. El Llamado a la Santidad. Los santos nos alimentan y acompañan. 4. “Los santos que ya han llegado a la presencia de Dios mantienen con nosotros lazos de amor y comunión”. El Papa presenta la santidad en una “dinámica popular, en la dinámica de un pueblo”. Y habla de la Iglesia militante. “La santidad ‘de la puerta de al lado’; «la clase media de la santidad”. 11. “No se trata de desalentarse cuando uno contempla modelos de santidad que le parecen inalcanzables”.
2. La Santidad es para ti
La santidad es para todos. ¿Consagrados y consagradas? “Sé santo viviendo con alegría tu entrega”. “¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa… ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales”.
Francisco asegura en el punto 15: “En la Iglesia, santa y compuesta de pecadores, encontrarás todo lo que necesitas para crecer hacia la santidad”. Y cita a Benedicto XVI: «La santidad no es sino la caridad plenamente vivida» (21). Cada santo encarna “en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio” (19).
3. La Santidad no es pasividad: ¡Más vivos!
El papa Francisco saca del sopor y de la pasividad a los fieles. “26. No es sano amar el silencio y rehuir el encuentro con el otro, desear el descanso y rechazar la actividad, buscar la oración y menospreciar el servicio. 29. Esto no implica despreciar los momentos de quietud, soledad y silencio ante Dios”.
Instó a no tener miedo, como Juan Pablo II. 32. “No te quitará fuerzas, vida o alegría. Todo lo contrario, porque llegarás a ser lo que el Padre pensó cuando te creó”. Y agrega una santa ambición: “No tengas miedo de apuntar más alto, no tengas miedo de dejarte guiar por el Espíritu Santo en la vida”. Y citó a Léon Bloy: «Existe una sola tristeza, la de no ser santos»”.
CAPITULO II
4. Hay enemigos de la santidad
En el capítulo segundo, el Papa advierte de dos sutiles enemigos de la santidad. El Agnosticismo (Una mente sin Dios y sin carne) y el Pelagianismo actual (Una voluntad sin humildad). Sobre el agnosticismo, el uso del Dios spray, advierte que se trata de una “superficialidad vanidosa: mucho movimiento en la superficie de la mente, pero no se mueve ni se conmueve la profundidad del pensamiento”.
5. Salir de una lógica fría y de dominio
Advierte que (39) esto “puede ocurrir dentro de la Iglesia: pretender reducir la enseñanza de Jesús a una lógica fría y dura que busca dominarlo todo”. El Papa sostiene que Dios está en todos y exhorta en favor de una doctrina que viva el misterio en cada persona. “42. Aun cuando la existencia de alguien haya sido un desastre, aun cuando lo veamos destruido por los vicios o las adicciones, Dios está en su vida”.
Escribió sobre los límites de la razón y de una soberbia que se viste de santidad, pero no lo es. “45. San Juan Pablo II les advertía de la tentación de desarrollar «un cierto sentimiento de superioridad respecto a los demás fieles».
6. La voluntad humana no es suficiente
Respecto al pelagianismo actual, expresión de una voluntad sin humildad. “49. Cuando algunos de ellos se dirigen a los débiles diciéndoles que todo se puede con la gracia de Dios, en el fondo suelen transmitir la idea de que todo se puede con la voluntad humana; Dios te invita a hacer lo que puedas y a pedir lo que no puedas: «Dame lo que me pides y pídeme lo que quieras» (San Agustín)”.
7. No son suficientes nuestras obras o esfuerzos
Reiteró una enseñanza de la Iglesia muchas veces olvidada: “52. […]no somos justificados por nuestras obras o por nuestros esfuerzos, sino por la gracia del Señor que toma la iniciativa”. Nombró a los nuevos pelagianos: “58. Muchas veces, en contra del impulso del Espíritu, la vida de la Iglesia se convierte en una pieza de museo o en una posesión de pocos. Es quizás una forma sutil de pelagianismo”. En este sentido, resume la Ley: “60. «Porque toda la ley se cumple en una sola frase, que es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Ga 5,14)”.
CAPÍTULO III
8. Ser un buen cristiano significa seguir las Bienaventuranzas
En el capítulo III, titulado “A la luz del Maestro”, el papa Francisco en el punto 63 responde a «¿Cómo se hace para llegar a ser un buen cristiano?». “Es necesario hacer, cada uno a su modo, lo que dice Jesús en el sermón de las Bienaventuranzas”.
9. Para ser santo hay que ir contracorriente
De ahí que Jesús propone: “Felices los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. “69. Esta pobreza de espíritu está muy relacionada con aquella «santa indiferencia» que proponía san Ignacio de Loyola, en la cual alcanzamos una hermosa libertad interior. (70.) Ser pobre en el corazón, esto es santidad”.
10. Un santo soporta los defectos de los demás
Como indica Jesús: «Felices los mansos, porque heredarán la tierra». Francisco explica que (72.) para santa Teresa de Lisieux, «la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no escandalizarse de sus debilidades». 74. Reaccionar con humilde mansedumbre, esto es santidad”.
11. Un santo sabe llorar
“Felices los que lloran, porque ellos serán consolados”. El Papa insta (75) a salir de la lógica del mundo que nos hace gastar “muchas energías por escapar de las circunstancias donde se hace presente el sufrimiento”. E invita a (76) “saber llorar con los demás, esto es santidad”.
12. Un santo defiende a los indefensos”
«Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados”. El Pontífice en el punto 79 explica que la palabra “justicia” puede ser sinónimo de fidelidad a la voluntad de Dios, pero si “le damos un sentido muy general olvidamos que se manifiesta especialmente en la justicia con los indefensos”. “Buscar la justicia con hambre y sed, esto es santidad”.
13. Un santo es misericordioso
“Felices los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”. Francisco recuerda que el Catecismo invita a aplicar esta ley «en todos los casos», de manera especial cuando alguien «se ve a veces enfrentado con situaciones que hacen el juicio moral menos seguro, y la decisión difícil».
14. El corazón mueve al santo: mantenerlo limpio
El Papa doblega la racionalidad al corazón, que está guiado por la fe en Dios. “85. En las intenciones del corazón se originan los deseos y las decisiones más profundas que realmente nos mueven”. “86. Mantener el corazón limpio de todo lo que mancha el amor, esto es santidad”.
15. Mirar y actuar con misericordia, esto es santidad
«Felices los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios». En el punto 89, el Papa indica que no es fácil construir esta paz evangélica que no excluye a nadie sino que integra también a los que son algo extraños, a las personas difíciles y complicadas. Sembrar paz a nuestro alrededor, esto es santidad”.
16. Aceptar el camino del Evangelio aunque nos traiga problemas
“«Felices los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios». «Felices los perseguidos a causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos» 94. Las persecuciones no son una realidad del pasado, porque hoy también las sufrimos, sea de manera cruenta, como tantos mártires contemporáneos, o de un modo más sutil, a través de calumnias y falsedades. Aceptar cada día el camino del Evangelio aunque nos traiga problemas, esto es santidad”.
17. Ver a Jesús en los extranjeros, en los enfermos
“95. «Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme»”.
18. Ser cristiano es reconocer la dignidad del pobre
El Papa pide fidelidad al Maestro y cuestiona: “98. Cuando encuentro a una persona durmiendo a la intemperie, en una noche fría, puedo sentir que ese bulto es un imprevisto que me interrumpe, un delincuente ocioso, un estorbo en mi camino, un aguijón molesto para mi conciencia, un problema que deben resolver los políticos, y quizá hasta una basura que ensucia el espacio público. O puedo reaccionar desde la fe y la caridad, y reconocer en él a un ser humano con mi misma dignidad, a una creatura infinitamente amada por el Padre. ¡Eso es ser cristianos!”.
19. No dejar que la ideología te separe de Jesús
“Las ideologías que mutilan el corazón del Evangelio”, expresó Francisco. Y lamenta dos errores nocivos: “100. Por una parte, el de los cristianos que separan estas exigencias del Evangelio de su relación personal con el Señor, de la unión interior con él, de la gracia”.
20. No sospechar siempre de los demás
El Papa considera nocivo e ideológico estar siempre sospechando (101) “del compromiso social de los demás, considerándolo algo superficial, mundano, secularista, inmanentista, comunista, populista”.
21. Defender al no nacido, pero también al nacido en miseria
“La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada. Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria”.
22. Defender a los migrantes
El papa Francisco explicó que defender a los migrantes o los extranjeros no es “un invento de un Papa o de un delirio pasajero”. “102. Suele escucharse que, frente al relativismo y a los límites del mundo actual, sería un asunto menor la situación de los migrantes, por ejemplo. Algunos católicos afirman que es un tema secundario al lado de los temas «serios» de la bioética”.
23. Ser santo es cansarse para vivir las obras de misericordia
“107. Quien de verdad quiera dar gloria a Dios con su vida, quien realmente anhele santificarse para que su existencia glorifique al Santo, está llamado a obsesionarse, desgastarse y cansarse intentando vivir las obras de misericordia”.
24. Hedonismo y virtualidad nos alejan de quien sufre
“108. El consumismo hedonista puede jugarnos una mala pasada. También el consumo de información superficial y las formas de comunicación rápida y virtual pueden ser un factor de atontamiento que se lleva todo nuestro tiempo y nos aleja de la carne sufriente de los hermanos”.
25. Inspirarse en el testimonio de los santos
“109. La fuerza del testimonio de los santos está en vivir las bienaventuranzas y el protocolo del juicio final. Recomiendo vivamente releer con frecuencia estos grandes textos bíblicos, recordarlos, orar con ellos, intentar hacerlos carne. Nos harán bien, nos harán genuinamente felices”.
CAPÍTULO IV
En el capítulo cuarto, el papa Francisco presenta algunos puntos importantes de la santidad en el mundo actual, además de los tradicionalmente conocidos: “oración”,“Eucaristía y la Reconciliación”, sacrificios, entre otros. En el punto 111, destaca que existen riesgos en la cultura de hoy para atender las manifestaciones del amor de Dios y del prójimo. En ella se manifiestan: “la ansiedad nerviosa y violenta que nos dispersa y nos debilita; la negatividad y la tristeza; la acedia cómoda, consumista y egoísta; el individualismo, y tantas formas de falsa espiritualidad sin encuentro con Dios que reinan en el mercado religioso actual”.
26. Aguante, paciencia y mansedumbre
En este caso, el Papa invita al aguante, la paciencia y la mansedumbre (112). Se trata de la fidelidad al amor de Dios y la fidelidad al amor del prójimo. 113. Como pide San Pablo a los cristianos, no devolver el mal que los demás te hagan. 114. Insta a estar atentos a las propias manifestaciones de agresividad y egoísmo.
27. Nada de violencia en las redes e Internet
El Papa habla de una santidad que pasa por evitar la violencia verbal en Internet y en los diversos espacios digitales. Y advierte a los medios católicos para que se pongan limites porque es intolerable la difamación y la calumnia.
28. Un santo alegre y con sentido del humor
Francisco insiste en que un santo que se respete tiene mucha alegría y sentido del humor. Un santo aleja de sí la tristeza, la nostalgia. Ser cristianos es “alegría en el Espíritu Santo” porque el amor de la caridad sigue necesariamente la alegría”.
29. Audacia y fervor
En el punto 129. El Papa indica que vivir con honestidad y transparencia necesita audacia. Por ello, Jesús insiste en que el cristiano no debe tener miedo.
30. Vivir y amar la comunidad
En el punto 140, enseña que luchar solo no tiene mucho sentido. Se necesita de la comunidad para salir airoso en Cristo de las insidias y de las tentaciones. “Si estamos muy solos, fácilmente perdemos el sentido de la realidad, la claridad interior, y sucumbimos”.
31. Vivir en oración constante
El Papa expresó que parecería obvio y, en cambio, no lo es: rezar y es importante para estar todos los días abiertos a la trascendencia. El Santo es una persona del “espíritu” en oración que tiene necesidad de “comunicarse con Dios”.
Capítulo V
En el capítulo V, el Papa insta a combatir, vigilar y discernir.
32. Luchar siempre
“158. La vida cristiana es un combate permanente. Se requieren fuerza y valentía para resistir las tentaciones del diablo y anunciar el Evangelio. Esta lucha es muy bella, porque nos permite celebrar cada vez que el Señor vence en nuestra vida”.
33. Salir
de la mediocridad
“159. No se trata solo de un combate contra el mundo y la mentalidad
mundana, que nos engaña, nos atonta y nos vuelve mediocres sin
compromiso y sin gozo. Tampoco se reduce a una lucha contra la
propia fragilidad y las propias inclinaciones. Es también una lucha
constante contra el diablo. Jesús mismo festeja nuestras victorias”.
34. Ser santos no es un mito
“161. Entonces, no pensemos que es un mito, una representación, un símbolo, una figura o una idea. Ese engaño nos lleva a bajar los brazos, a descuidarnos y a quedar más expuestos. Él no necesita poseernos. Nos envenena con el odio, con la tristeza, con la envidia, con los vicios. Y así, mientras nosotros bajamos la guardia, él aprovecha para destruir nuestra vida, nuestras familias y nuestras comunidades”.
35. Ser despiertos y confiados en Dios
162. Nuestro camino hacia la santidad es también una lucha constante. Quien no quiera reconocerlo se verá expuesto al fracaso o a la mediocridad. Para el combate tenemos las armas poderosas que el Señor nos da: la fe que se expresa en la oración, la meditación de la Palabra de Dios, la celebración de la Misa, la adoración eucarística, la reconciliación sacramental, las obras de caridad, la vida comunitaria, el empeño misionero.
36. Salir de la corrupción espiritual
“164. «No nos entreguemos al sueño». Porque quienes sienten que no cometen faltas graves contra la Ley de Dios, pueden descuidarse en una especie de atontamiento o adormecimiento”.
37. Dividir las cosas malas de las buenas
“166. ¿Cómo saber si algo viene del Espíritu Santo o si su origen está en el espíritu del mundo o en el espíritu del diablo? La única forma es el discernimiento, que no supone solamente una buena capacidad de razonar o un sentido común, es también un don que hay que pedir. Si lo pedimos confiadamente al Espíritu Santo, y al mismo tiempo nos esforzamos por desarrollarlo con la oración, la reflexión, la lectura y el buen consejo; seguramente podremos crecer en esta capacidad espiritual.“
38. No ser marionetas a merced del mal
“167. Todos, pero especialmente los jóvenes, están expuestos a un zapping constante. Sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento”.
39: Siempre a la luz del Señor
“169. El discernimiento no solo es necesario en momentos extraordinarios, o cuando hay que resolver problemas graves. Nos hace falta siempre: muchas veces esto se juega en lo pequeño, en lo que parece irrelevante”.
40: Un don sobrenatural
“171. Si bien el Señor nos habla de modos muy variados en medio de nuestro trabajo, a través de los demás, y en todo momento, no es posible prescindir del silencio de la oración detenida para percibir mejor ese lenguaje, para interpretar el significado real de las inspiraciones que creímos recibir.”
41. Escuchar a Dios
“172. Solo quien está dispuesto a escuchar tiene la libertad para renunciar a su propio punto de vista parcial o insuficiente, a sus costumbres, a sus esquemas. 173. No se trata de aplicar recetas o de repetir el pasado”.
42. La lógica del don y de la cruz
175. Hace falta pedirle al Espíritu Santo que nos libere y que expulse ese miedo que nos lleva a vedarle su entrada en algunos aspectos de la propia vida. Esto nos hace ver que el discernimiento no es un autoanálisis ensimismado, una introspección egoísta, sino una verdadera salida de nosotros mismos hacia el misterio de Dios, que nos ayuda a vivir la misión a la cual nos ha llamado para el bien de los hermanos.
43. La Virgen María, modelo y ayuda
“176. Quiero que María corone estas reflexiones, porque ella vivió como nadie las bienaventuranzas de Jesús. Ella es la que se estremecía de gozo en la presencia de Dios, la que conservaba todo en su corazón y se dejó atravesar por la espada. Es la santa entre los santos, la más bendita, la que nos enseña el camino de la santidad y nos acompaña. Ella no acepta que nos quedemos caídos y a veces nos lleva en sus brazos sin juzgarnos. Conversar con ella nos consuela, nos libera y nos santifica. La Madre no necesita de muchas palabras, no le hace falta que nos esforcemos demasiado para explicarle lo que nos pasa. Basta musitar una y otra vez: «Dios te salve, María…».”