Fidelidad Matrimonial: Penélope o la apuesta radical por el otro
Revista Arbil nº 71-72
por Nieves García
La felicidad en esta vida
tiene diferentes precios.
Según se arriesga, así se gana; Quien siembra fidelidad,
cosecha alegría
Ulises regresó a su Ítaca natal 20 años
más tarde. En su equipaje humano cargaba cicatrices nuevas, la larga guerra
de Troya, aventuras inauditas, miedos enfrentados, trampas vencidas... 20
años es mucho tiempo para una joven, que le vio partir y no volvió a tener
noticias de él; y quedó con niño en brazos y nadie en quien apoyarse. ¿Cuál
fue el equipaje del tiempo que acumuló Penélope? Soledad, cansancio,
incertidumbre.. .pero sobre todo esperanza.
Esa esperanza la mantuvo ilusionada, recordando un rostro que sentía
desdibujarse con el paso de los años. Esa esperanza cobraba formas diversas
de creatividad para defender el tesoro de su vida, ante el acoso de quienes
solo buscaban un trono en su persona. Un manto que se teje de día y se
deshace en la noche, un arco que hay que tensar,...la esperanza es creativa,
mira al futuro aportando soluciones y así se sostiene.
¿De donde nacía esta esperanza? De un amor sincero, de un amor que fue
donación total, en el momento y para siempre. Esa esperanza alimentaba la
palabra dada, y la hacía real: para
siempre. La fidelidad es
consecuencia natural de la autenticidad del don. La
apuesta por el otro es una apuesta radical, se arriesga todo, se arriesga la
vida. ¿Cómo se habla de matrimonios "temporales"?
La felicidad en esta vida tiene diferentes precios. Según
se arriesga, así se gana;es ley universal y no solo en Las Vegas. Cuando
uno se acerca al matrimonio con cartas escondidas en la manga, por si
acaso...no nos va bien, se arriesga poco. Esta búsqueda de seguridades
alternativas habla de una gran inseguridad personal en la propia capacidad
de amar y de donarse íntegramente al otro, y de una enorme desconfianza en
el otro. Con estos cimientos el edificio caerá al primer vendaval de egoísmo
por parte de alguno de los dos.
En el clásico griego, Ulises luchó por regresar y volver a conquistar a su
mujer, su hijo y su trono. Cuando decide embarcar desde Troya, cuando le
pide a Calipso que le dejara partir, Homero trataba de explicar lo fuerte
que es el amor humano entre hombre y mujer. Él confía en ella aunque les
separara un mar infinito. El amor no olvida nunca, nunca. La única distancia
invencible habría sido la distancia interior, cuando el corazón busca otros
caminos alternativos. Bien decía Garman Wold "Cuando
tu mayor debilidad es el amor, eres la persona más fuerte del mundo".
Así el solo pensamiento del otro, les daba fuerzas a ambos para enfrentar
dificultades y cansancios. Homero era un buen conocedor de las pasiones y
amores humanos.
Hoy en día las cosas han cambiado y ni Ulises, ni Penélope nunca existieron,
se puede objetar. Es cierto, no sabemos si estos personajes fueron sólo una
proyección mítica de un escritor griego, pero la historia está poblada de
muchas Penélopesanónimas,
de todas las razas y edades, que un día descubrieron que quien compartía su
lecho, ya no estaba. ¿Causas? Abandono, huída, emigrar a otro país para
ayudar a la familia, o tristemente por haber encontrado a alguien más....
Mujeres que experimentan lo que significa que el tiempo pase sin tener
noticias, acosadas por la tentación de pensar que han pasado a un segundo
plano, aunque no sea verdad... Ellas saben mucho de incertidumbre y de
alimentar la espera con la ilusión de una entrega renovada. Continuar
sonriendo a los hijos, para llorar a ratos en la noche, enfrentar las cargas
económicas de la casa, pagar colegiaturas, experimentar la soledad, y seguir
pensando en él, para sacar nuevas fuerzas para el día siguiente, porque
puede ser el día en que ... regrese. La grandeza de estas mujeres no se
esconde en tener que afrontar una difícil situación humana, sino en su perseverancia
en el amor. Son heroínas silenciosas del amor fiel. Y aunque muchas de
ellas tendrían razones para buscar otra alternativa, siguen en silencio,
esperando que un día aparezca la persona a quien quisieron darle toda la
vida y para siempre.
Ellas pagan el mayor precio porque aspiran a la cota más alta de felicidad:
dan todo por el otro, aunque no encuentren correspondencia. Y en su interior
hay paz y serenidad, porque son y fueron libres para amar con totalidad.
Nadie se lo pide ahora, pero ellas lo dan. Y aunque tristemente las cifras
de infidelidad femenina aumentan, siguen siendo mayoría las mujeres que sin
voz, ni voto, demuestran que el amor es para siempre.
Esta forma de darse, de amar, tiene una cualidad excepcional, transforma y
eleva a la persona amada. Al experimentar en carne propia tan grande
desinterés, se rompe la dureza interior y se aprende que hay un valor
supremo en la vida.
"Mi mujer es lo más grande que me ha pasado en la vida. Durante 8 años,
me fui de casa, le fui infiel...Nunca dejó de esperarme, supo educar a
nuestros tres hijos sin decirles la verdad acerca de su padre...y cuando
enfermé de cáncer y me encontré solo, ella vino para llevarme de nuevo a
casa..." No son palabras de
telenovela. Son testimonio de vida, de un importante empresario francés, que
ayuda ahora en un consultorio familiar. Él tuvo su Penélope y aprendió a
amar porque le habían amado mucho. Ahora dedica las dos terceras partes de
las ganancias que obtiene a la ayuda de enfermos y él mismo atiende en los
hospitales de Lourdes dos veces al año. Tiene ahora 72 años, y nunca lo ha
olvidado.
El matrimonio es una apuesta radical que solo se hace si se está decidido a arriesgar el 100% por el otro, pase lo que pase. Los mantos de Penélope se tejen hoy de muchas clases, pero siguen siendo signo de la fidelidad. Y tejer es cansado y doloroso, pero hay que hacerlo con la certeza de que todo lo que se siembra, se cosecha. Quien siembra fidelidad, cosecha alegría.
Nuestro agradecimiento por su
generosidad a Mujer Nueva
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