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¿La abstinencia?: La experiencia de un padre en la escuela

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Recibí una nota de la escuela de mis hijos adolescentes. Anunciaba una reunión con el fin de permitirnos tener una reseña del nuevo curso sobre la sexualidad que se iba a impartir a los alumnos. Invitaba a los padres a examinar el programa y a participar en una sesión que se presentaría exactamente igual como iba a dar a los alumnos.

Una vez a la escuela, me sorprendió de descubrir que no había más que una docena los padres presentes. En espera de la presentación, hojeé las páginas que explicaban el programa de prevención de los embarazos y enfermedades transmitidas por la sexualidad. Descubrí que la abstinencia sólo se mencionaba en un corto pasaje.

Cuando la profesora dio comienzo a la sesión, estaba acompañada de la enfermera de la escuela, preguntó si alguién tenía alguna pregunta. Pregunté entonces por qué la abstinencia no tenía un lugar importante en todo este material. Me sorprendió de lo que sucedió. La gente comenzó a reirse y uno sugirió que creer que la abstinencia tenía algún mérito equivalía a poner la cabeza en la arena. La profesora y la enfermera siguieron siendo silenciosa mientras que yo quedé con sentimientos de desconcierto y vergüenza. No era ya capaz de pensar ni de decir aunque sea la menor palabra.

Luego la profesora me explicó que la tarea de la escuela era enseñar a los "hechos" y que correspondía a los padres asumir la responsabilidad de la enseñanza moral. Permanecí sentado en silencio durante los 20 minutos que siguieron mientras que explicó el curso. Los otros padres parecían estar de acuerdo con el material.

"Encontrarán bocaditos en la parte atrás" anunció la profesora durante la pausa. "Me gustaría que se pusieran las tarjetas sobre las cuales escriben sus nombres - están cerca de los bocaditos - y que se presenten los unos a los otros" Todos se fueron al fondo del salón de clase. Los observé poner sus tarjetas y darse la mano. Permanecí a mi sitio, pensativo. Me decepcionaba podeosamente no poder convencerles que incluyan en su material una exposición seria sobre la abstinencia. Hice una oración silenciosa pidiendo a Dios inspiración. Mis pensamientos fueron interrumpidos porque la emfermera puso la mano sobre mi hombro.

"¿No va a reunirse con los demás, Sr. Layton?" La enfermera me sonrió amablemente. "Los bocaditos son deliciosos". "No, gracias" repliqué.

"¿Se anima buscar su tarjeta? Estoy segura que los demás padres quisieran conocerlo." "Lo dudo", respondí. "¿Por qué no quiere unirse a ellos?" pidió con tono juguetón.

Oí una pequeña voz dentro mi: "No vayas". "Prefiero esperar aquí" dije.

Cuando invitó al grupo a reanudar la sesión, la profesora observó alrededor de la larga mesa y agradeció que cada uno había puesto su tarjeta. Me ignoró. Luego añadió: "Ahora vamos a tener la misma lección que daremos a sus niños. Pido a cada persona retirar su tarjeta". Los observé retirar su tarjeta en silencio. "En el reverso de una de las tarjetas dibujé una pequeña flor. ¿Quién tiene esta flor?" El hombre frente a mi levantó la mano. "Aquí la tengo", dijo." "Perfecto. La flor representa una enfermedad. ¿Recuerda a quienes les dio un apretón de mano?" Él caballero indicó a dos personas. "Muy bien" dijo la profesora "El gesto de apretar la mano representa, en este caso, la intimidad. Así pues, las dos personas con quienes entró en contacto tienen ahora la enfermedad". Los padres se rieron a carajadas y hacieron bromas.

"Y ustedes dos, ¿a quién apretaron las manos? Todo el mundo entiende el punto que quería plantear". Siguió explicando cómo esta lección muestra a los alumnos a qué velocidad se extiende la enfermedad. "Dado que todos nos apretamos la mano, todos nos contagiamos con la enfermedad".

Entonces oí esta misma pequeña voz dentro mi: "Es hora de hablar, pero con humildad". Me levanté entonces. Me disculpé por el malestar que había podido causar mi comportamiento anterior, felicité a la profesora por la excelente lección que ciertamente no dejaría de impresionar a los jóvenes y terminé diciendo que había un punto que deseaba plantear de nuevo. "Parece que no se infectaron todos. Uno de entre nosotros... se abstuvo".

cortesía de www.missionnet.com/abstin/parent.html


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