¿La abstinencia?: La experiencia de un padre en la escuela
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Robert Layton
Recibí una nota de la escuela de mis hijos adolescentes. Anunciaba una
reunión con el fin de permitirnos tener una reseña del nuevo curso sobre la
sexualidad que se iba a impartir a los alumnos. Invitaba a los padres a
examinar el programa y a participar en una sesión que se presentaría
exactamente igual como iba a dar a los alumnos.
Una vez a la escuela, me sorprendió de descubrir que no había más que una
docena los padres presentes. En espera de la presentación, hojeé las páginas
que explicaban el programa de prevención de los embarazos y enfermedades
transmitidas por la sexualidad. Descubrí que la abstinencia sólo se
mencionaba en un corto pasaje.
Cuando la profesora dio comienzo a la sesión, estaba acompañada de la
enfermera de la escuela, preguntó si alguién tenía alguna pregunta. Pregunté
entonces por qué la abstinencia no tenía un lugar importante en todo este
material. Me sorprendió de lo que sucedió. La gente comenzó a reirse y uno
sugirió que creer que la abstinencia tenía algún mérito equivalía a poner la
cabeza en la arena. La profesora y la enfermera siguieron siendo silenciosa
mientras que yo quedé con sentimientos de desconcierto y vergüenza. No era
ya capaz de pensar ni de decir aunque sea la menor palabra.
Luego la profesora me explicó que la tarea de la escuela era enseñar a los
"hechos" y que correspondía a los padres asumir la responsabilidad de la
enseñanza moral. Permanecí sentado en silencio durante los 20 minutos que
siguieron mientras que explicó el curso. Los otros padres parecían estar de
acuerdo con el material.
"Encontrarán bocaditos en la parte atrás" anunció la profesora durante la
pausa. "Me gustaría que se pusieran las tarjetas sobre las cuales escriben
sus nombres - están cerca de los bocaditos - y que se presenten los unos a
los otros" Todos se fueron al fondo del salón de clase. Los observé poner
sus tarjetas y darse la mano. Permanecí a mi sitio, pensativo. Me
decepcionaba podeosamente no poder convencerles que incluyan en su material
una exposición seria sobre la abstinencia. Hice una oración silenciosa
pidiendo a Dios inspiración. Mis pensamientos fueron interrumpidos porque la
emfermera puso la mano sobre mi hombro.
"¿No va a reunirse con los demás, Sr. Layton?" La enfermera me sonrió
amablemente. "Los bocaditos son deliciosos". "No, gracias" repliqué.
"¿Se anima buscar su tarjeta? Estoy segura que los demás padres quisieran
conocerlo." "Lo dudo", respondí. "¿Por qué no quiere unirse a ellos?" pidió
con tono juguetón.
Oí una pequeña voz dentro mi: "No vayas". "Prefiero esperar aquí" dije.
Cuando invitó al grupo a reanudar la sesión, la profesora observó alrededor
de la larga mesa y agradeció que cada uno había puesto su tarjeta. Me
ignoró. Luego añadió: "Ahora vamos a tener la misma lección que daremos a
sus niños. Pido a cada persona retirar su tarjeta". Los observé retirar su
tarjeta en silencio. "En el reverso de una de las tarjetas dibujé una
pequeña flor. ¿Quién tiene esta flor?" El hombre frente a mi levantó la
mano. "Aquí la tengo", dijo." "Perfecto. La flor representa una enfermedad.
¿Recuerda a quienes les dio un apretón de mano?" Él caballero indicó a dos
personas. "Muy bien" dijo la profesora "El gesto de apretar la mano
representa, en este caso, la intimidad. Así pues, las dos personas con
quienes entró en contacto tienen ahora la enfermedad". Los padres se rieron
a carajadas y hacieron bromas.
"Y ustedes dos, ¿a quién apretaron las manos? Todo el mundo entiende el
punto que quería plantear". Siguió explicando cómo esta lección muestra a
los alumnos a qué velocidad se extiende la enfermedad. "Dado que todos nos
apretamos la mano, todos nos contagiamos con la enfermedad".
Entonces oí esta misma pequeña voz dentro mi: "Es hora de hablar, pero con
humildad". Me levanté entonces. Me disculpé por el malestar que había podido
causar mi comportamiento anterior, felicité a la profesora por la excelente
lección que ciertamente no dejaría de impresionar a los jóvenes y terminé
diciendo que había un punto que deseaba plantear de nuevo. "Parece que no se
infectaron todos. Uno de entre nosotros... se abstuvo".
cortesía de www.missionnet.com/abstin/parent.html