Jubileo de Lutero - ¿Desde cuándo se celebra un divorcio?
Andreas Laun, Obispo auxiliar
Klartext (kath.net)
Queridos hermanos evangélicos, perdónenme que de cara a sus celebraciones y
su ánimo jubiloso solamente puedo continuar estando triste. Esto quisiera
explicárselo y espero que ustedes hasta pueden compartir mi tristeza.
El título del periódico Kronenzeitung de Salzburgo dice con letras grandes y
gruesas: "Salzburgo celebra una fiesta grandísima", y encima estaba escrito
explicando los 500 años "después de la reformación de Lutero". Yo no he
celebrado y no comprendo tampoco a mis cohermanos católicos, obispos y
sacerdotes, que durante las celebraciones hasta se encargaron de la prédica
festiva.
Yo me pregunto de cara a estas informaciones: ¿Desde cuándo se celebra el
divorcio? Y encima de eso, se trata de alguien que trajo mucho más miseria
al mundo que un divorcio entre el hombre y la mujer, los niños incluidos. El
divorcio, causado por Lutero, aunque él no quiso esto, condujo a horribles
guerras de religión.
Tampoco comprendo por qué en Salzburgo de ambas partes permanentemente, y
hoy otra vez de nuevo, se habla ante todo de la expulsión de los
protestantes, aunque esto ya se había aclarado porque en toda Europa valía
esa sentencia estúpida y maligna: el príncipe del país decide sobre la
religión de sus súbditos. Con eso quiero decir: el arzobispo de aquel
entonces ha hecho lo que se hizo en todas partes de Europa y también de
ambos lados más o menos de manera rigurosa. Esto no mejora la situación sin
embargo, aclarado el asunto podríamos dejarlo en paz y preocuparnos del hoy.
Y se me presenta una contradicción: en un papel de consenso respecto a esta
fecha se dice que hay un gran anhelo de unidad: pero al mismo tiempo se
celebra la separación con mucho boato.
¿Si se desea la unidad, no se debería cerrarse las fosas del pasado y no
cavar nuevas por medio de aceptación de posiciones que contradicen
directamente y radicalmente la doctrina cristiana? Posiciones que adulan la
opinión pública sin embargo contradicen la Biblia como norma absoluta.
Y, tengo que decirlo, del anhelo ardiente por la unidad he sentido muy poco.
Otra curiosidad es también el anhelo afirmado de lograr una eucaristía
común: si uno se pone a pensar de que manera negativa y despreciable ha
hablado Lutero acerca de la misa católica no comprendo cómo al mismo tiempo
se llena anhelo de ella sin decir claramente que uno se está separando de
Lutero.
Y en general en las informaciones no he escuchado prácticamente nada de la
posición inhumana de Lutero contra los campesinos rebeldes no sin razón y
tampoco nada de cara a sus explicaciones malignas y vulgares contra los
judíos que hasta los nazis han podido utilizarlas para su propaganda anti
judía. ¿El aniversario acaso no era también una oportunidad para decir unas
palabras claras de aquellas "otras" posturas de Lutero?
También he leído la afirmación que los protestantes están más firmes en su
fe. Pero, con todo, quien dice eso no sabe nada de la situación actual de
los cristianos evangélicos: hasta algunos obispos y pastores evangélicos ya
no creen en contenidos elementales de la Biblia y afirman, por ejemplo, que
Jesús fue el hijo de José y se pudrió en el sepulcro como se pudren todos
los muertos.
También hubiese sido razonable de no presentar continuamente como un hecho
histórico al público eso del clavar Lutero sus tesis en la puerta de la
catedral, hecho históricamente comprobado como un mito.
También contribuye a la confusión cuando un conferencista prominente podía
afirmar que el "estado de justicia" y la dignidad humana individual se
deberían al Lutero. Ciertamente el momento de rememorar no es un simposio
científico y es muy razonable reseñar puntos y resaltarlos en la cuales
Lutero tiene razón y donde ha hecho el bien. Con todo, en contra de la
verdad histórica no se debería presentar a Lutero como un santo, un
benefactor del mundo y como testigo de la fe a la que al mismo tiempo estaba
destruyendo.
Después de 500 años de protesta es tiempo a dejar descansar la protesta y de
mirar el pasado con sobria honradez. Tratar de acercarse los unos a los
otros sin presentar continuamente cuentas antiguas y de discutir quien aquel
entonces hizo más mal. Esto sería conveniente porque hoy - nuevamente -
muchas cosas en la Iglesia Católica están en crisis y que en la comunidad
luterana tampoco realmente hay mejores situaciones -como en aquel entonces
se podría decir que entre los cristianos había muchas situaciones malas y no
se podría asignar ni a una ni a la otra parte porque todavía la división no
existía.
Hoy en día deberíamos sentirnos impulsados por ese apasionado anhelo Paulino
hacia la unidad y pensar, ya que Jesús no ha fundado iglesias en plural y
que no es suficiente para él una "diferencia reconciliada", que deberíamos
darnos cuenta que él ha construido una única Iglesia sobre la roca de Pedro.
De cara a la fragilidad de aquel hombre y también de sus sucesores, a quien
a pesar de todo Jesús lo llamó Pedro, uno podría decir: solamente Jesús
podría lograr el construir una iglesia indestructible sobre esa "roca"
frágil. A nosotros nos toca ser uno en esa iglesia, es decir, lograrlo
nuevamente y como reunidos dar testimonio ante el mundo.
¡Cuánto ha dañado la separación a ese testimonio y sigue haciendo daño:
hasta hoy esto una razón para llorar, no para celebrar!