Por obra del Espíritu Santo
JOSE MARIA IRABURU
Indice (El índice remite a las páginas de la obra impresa)
Introducción, 3.
1. La revelación del Espíritu Santo
1. Sagrada Escritura. -Antiguo Testamento, 5. -Nuevo Testamento, 6.
2. Magisterio y teología. -Tradición doctrinal, 7. -El Padre, principio sin principio, 8. -La generación del Hijo, 8. -La procesión del Espíritu Santo, 10.
3. El Espíritu Santo. -Las apropiaciones, 11. -Nombres del Espíritu Santo: Espíritu Santo, Amor, Don, 12. -Persona-amor, Persona-don, 13. -Otros nombres, 13.
2. La comunicación del Espíritu Santo
1. Antes de Cristo. -Divina presencia creacional, 14. -Presencia de Dios por la gracia, 15. -Primeros acercamientos de Dios, 15. -El Templo, 16. -La presencia espiritual, 16.
2. En Cristo. -Jesucristo, lleno del Espíritu Santo, 17. -El Espíritu Santo y María, 17. -Jesús, el Hijo encarnado por obra del Espíritu Santo, 17. -Es ungido, bautizado y santificado por el Espíritu Santo, 17. -Es reconocido por obra del Espíritu Santo, 18. -Es movido por el Espíritu Santo, 18. -Jesucristo, fuente del Espíritu Santo, 19. -Jesucristo, Templo de Dios, 20.
3. Después de Cristo. -Pentecostés, la Iglesia del Espíritu Santo, 21. -El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia, 21: Unifica la Iglesia, 22. La vivifica, 23. La mueve y gobierna, 23.
3. El Espíritu Santo en los cristianos
1. La inhabitación. -La Trinidad divina en los cristianos, 24. -La inhabitación en la Tradición cristiana, 25. -Síntesis teológica, 27. -Eucaristía e inhabitación, 28. -Espiritualidad de la inhabitación, 28.
2. Gracia, virtudes y dones. -Antropología sobrenatural, 31. -La gracia en la Biblia, 31. -La gracia santificante, 32. -Hijos de Dios y coherederos con Cristo, 32. -Naturaleza de la gracia, 33. -Las gracias actuales, 34. -Las virtudes y los dones del Espíritu Santo, 34. -Necesidad de las virtudes y dones, 35. -Virtudes, 35. -Virtudes teologales, 36. -Virtudes morales, 37.
3. Los dones del Espíritu Santo. -Dones del Espíritu Santo, 39. -Virtudes, al modo humano y dones, al modo divino, 39. -Actividad ascética y pasividad mística, 40. -Los dones del Espíritu Santo y la perfección, 41. -Perfección relativa de las virtudes y de los dones, 42. -Coinciden los teólogos y los místicos, 43. -A remo o a vela, 44. -Los dones son activados por el Espíritu Santo desde el principio, 44. -Historia teológica y actualidad de los dones del Espíritu Santo, 45.
4. Los siete dones del Espíritu
Siete dones, 47. -Correspondencia entre virtudes y dones, 47.
1. El don de temor. Sagrada Escritura, 48. -Teología, 48. -Santos, 49. -Disposición receptiva, 51.
2. El don de fortaleza. Sagrada Escritura, 52. -Teología, 53. -Santos, 54. -Disposición receptiva, 57.
3. El don de piedad. -Sagrada Escritura, 57. -Teología, 59. -Santos, 59. -Disposición receptiva, 61.
4. El don de consejo. -Sagrada Escritura, 61. -Teología, 63. -Santos, 65. -Disposición receptiva, 67.
5. El don de ciencia. -Sagrada Escritura, 67. -Teología, 69. -Santos, 70. -Disposición receptiva, 73.
6. El don de entendimiento. -Sagrada Escritura, 74. -Teología, 75. -Santos, 76. -Disposición receptiva, 78.
7. El don de sabiduría. -Sagrada Escritura, 79. -Teología, 80. -Santos, 80. -Disposición receptiva, 83.
-Disposición receptiva a los dones del Espíritu Santo, 84. -Deseos de santidad, 85. -Oración de petición, 85. -Devoción a la Virgen María, 85. -Devoción al Espíritu Santo, 86. -Devoción a la Cruz, 86. -Alejamiento del pecado, 86. -Expiación penitencial, 88. -Crecimiento en las virtudes, 88. -Fidelidad a las gracias actuales, 89. -Siempre estamos a tiempo, 92.
6. Encíclica de León XIII sobre el Espíritu Santo, «Divinum illud munus»
Introducción, 93. -El misterio de la Trinidad, 94. -Apropiaciones, 94. -El Espíritu Santo y Jesucristo, 95. -El Espíritu Santo en los apóstoles, obispos y sacerdotes, 96. -En las almas, 97. -En el Antiguo y Nuevo Testamento, 97. -En los sacramentos, 98. -En la inhabitación, 98. -En los siete dones y en los frutos, 99. -Foméntese el conocimiento y el amor del Espíritu Santo, 99. -No le entristezcamos, 100. -Pidamos el Espíritu Santo, 100. -Novena del Espíritu Santo, 101. -El Espíritu Santo y María, 101.
Bibliografía, 102.
Indice, 103.
El Espíritu Santo es la más ignorada de las tres Personas divinas. El Hijo se nos ha manifestado hecho hombre, y hemos visto su gloria (Jn 1,14). Y viéndole a Él, vemos al Padre (14,9). Pero ¿dónde y cómo se nos manifiesta el Espíritu Santo?
Por otra parte, la misión del Hijo es glorificar -manifestar y dar a amar- al Padre: «yo te he glorificado sobre la tierra» (17,4). Y la misión del Espíritu Santo es justamente la de glorificar al Hijo -darle a conocer y a amar por el ministerio de los apóstoles y de toda la Iglesia-: «él me glorificará» (16,14). Pero ¿quién se encarga de glorificar al Espíritu Santo?
Aquella ignorancia de los primeros cristianos efesios, «ni hemos oído nada del Espíritu Santo» (Hch 19,2), viene a ser ya una precaria tradición entre los cristianos hasta el día de hoy.
Es algo evidente, sin embargo, que la vida espiritual cristiana es la vida producida por el Espíritu Santo en los fieles de Cristo. Y que no podremos, por tanto, entenderla bien sino conociendo bien quién es el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, Dominum et vivificantem, y cómo es su continua acción en los cristianos.
Las primeras investigaciones de la teología se orientaron en seguida hacia el misterio de la Trinidad, y produjeron altísimas obras tanto en el Oriente como en el Occidente. Pensemos en los escritos de Ireneo (+200), Hilario (+367), Atanasio (+373), Basilio (+379), Agustín (354-430), etc.
Y la acción del Espíritu Santo en los cristianos, tema central de la espiritualidad antigua, halla su más precisa exposición, concretamente, en Santo Tomás de Aquino, cuando enseña su doctrina sobre los hábitos (STh I-II,49-54), las virtudes (ib. 55-67), y muy especialmente sobre los dones del Espíritu Santo (ib. 68). En su enseñanza, y en la que da directamente sobre el Espíritu Santo (I, 36-38) y la gracia (I-II, 109-113), hallamos la más profunda exposición teológica de la vida espiritual cristiana.
Con Santo Tomás, es preciso destacar en la doctrina de los dones del Espíritu Santo a otros tres grandes dominicos: el portugués Juan de Santo Tomás (1589-1644), el papa italiano León XIII (1810-1903), con su encíclica sobre el Espíritu Santo Divinum illud munus, y el español Juan González Arintero (1860-1928).
Ellos muestran, con otros muchos autores, que la vida espiritual cristiana alcanza su perfección sólamente cuando llega a ser mística, es decir, cuando en ella predomina el ejercicio habitual de los dones del Espíritu Santo. Esta doctrina teológica enseña claramente que, si todos los cristianos estamos llamados a la santidad, todos -sacerdotes, religiosos o laicos- estamos llamados a la vida mística. Y que la vida mística, por tanto, entra en el desarrollo normal de la vida cristiana de la gracia.
Hoy la Iglesia reconoce la veracidad de esta enseñanza con tan gran seguridad que la incluye en su Catecismo oficial: los dones del Espíritu Santo «completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben» (n. 1831). Según eso, las virtudes cristianas solo pueden hallar su perfección cuando la persona, por los dones del Espíritu Santo, llega a participar de la vida sobrenatural al modo divino.
Sin embargo, siendo ésta la verdad, conviene repetir hoy lo que el dominico Menéndez-Reigada decía en 1948 al introducir la edición española de la obra de Juan de Santo Tomás:
Con frecuencia los teólogos «tratan muy a la ligera las cuestiones referentes a los dones, tal vez porque no se han dado exacta cuenta de la importancia máxima que tienen, lo mismo en el orden especulativo, para la verdadera ciencia teológica, que en el orden práctico, para formarse una idea exacta de lo que es o debe ser la vida cristiana» (15).
La ignorancia de los dones del Espíritu Santo, y en general de la vida sobrenatural en su forma pasiva-mística, implica un desconocimiento de la verdadera vida cristiana. Si nosotros tratáramos de explicar qué y cómo es una rosa a una persona que desconociera esta flor, y le describiéramos con todo cuidado cómo es un botón de rosa, que apunta en un tallo, o un capullo apenas abierto, no lograríamos comunicarle el conocimiento de lo que de verdad es una rosa; para eso sería preciso que le describiéramos esta flor en su estado de pleno desarrollo. Del mismo modo sucede con la vida cristiana. Quien sólo la conoce por las descripciones de su fase ascética inicial, ignora lo que la vida cristiana es en plenitud.
En este breve estudio desarrollo algunos temas que con José Rivera (+1991) ya escribí hace unos años en la Síntesis de Espiritualidad Católica (Fundación GRATIS DATE, Pamplona 19995: inhabitación 37-47, gracia, virtudes y dones 93-102).
Que estas páginas sean un homenaje a aquellos grandes maestros de la escuela dominicana que más han brillado en la doctrina de los dones del Espíritu Santo.
Dedico este librito con todo amor a la Virgen María, la llena de gracia, la Rosa mystica plenamente florecida «por obra del Espíritu Santo».