«¿Convertirme al islam? Que me corten el cuello antes que profesar la religión de esos asesinos»
Antonio Pampliega
La Razón 09.09.2 014
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«El Estado Islámico (EI) no tiene piedad de los cristianos. No dudan en
decapitarnos uno a uno. Venden a nuestras mujeres o las convierten en
esclavas sexuales. No son humanos», se lamenta Soiki Said, policía de la
ciudad de Mosul, ciudad de la que se vio obligado a huir.
«El Ejército iraquí huyó en desbandada, dejando todos los arsenales
abandonados. Los policías tratamos de resistir, pero
nuestras armas eran insuficientes contra los tanques y la artillería del
Estado Islámico,
así que no tuvimos más remedio que rendir la ciudad y huir», se lamenta este
cristiano que reconoce que muchos de sus amigos –cerca de cuarenta, precisa–
se convirtieron al islam para salvar su vida.
«¿Convertirme yo al islam? Soy cristiano y moriré como tal. Prefiero que me
corten el cuello antes que profesar la misma religión que esos asesinos»,
sentencia el ex policía, padre de un hijo discapacitado y al que no puede
mantener, ya que tuvo que huir con lo puesto de Mosul.
«He
vendido hasta las alianzas de boda para poder comprar medicamentos a mi hijo»,
se queja este desplazado, que se ha visto obligado a refugiarse en la
iglesia de San José, en la ciudad de Erbil (al norte de Irak). En esta
Iglesia, situada en el barrio cristiano de Ainkawa, se
refugian desde el pasado mes de junio cerca de 250 familias cristianas que
huyeron de ciudades como Basora, Tikrit o Mosul.
Erbil, único lugar seguro para los cristianos
Los cristianos constituyen sólo el 5% de la población de Irak, cerca de
1.500.000.
Desde que la comunidad internacional impusiera sanciones económicas contra
el Gobierno del dictador Sadam Husein, los
cristianos fueron emigrando a los países vecinos;
aun así, la entrada en escena de los yihadistas les ha colocado en el
disparadero y muchos, aún, viven atenazados por el miedo a que sigan su
avance hasta la ciudad de Erbil, el único lugar seguro para estos
cristianos.
Les obligan a dejar sus casas
«Llevo huyendo desde hace meses. Primero de Basora [sur del país] a Mosul, y
cuando los yihadistas tomaron la ciudad me trasladé hasta esta iglesia de
Erbil. Nos
dijeron que volveríamos a nuestras casas en tres días… llevamos
más de dos meses. Lo dejé todo allí y me vine con lo puesto», se queja
Sabria Faradia, de 54 años de edad. Esta mujer está completamente sola en la
vida y sólo
se puede aferrar a su fe para continuar.
"Al primer bombazo huimos sin mirar atrás"
«Sólo me queda Dios en el mundo…», afirma mientras sus finos labios dibujan
una mueca de amargura. Sabria se acerca hasta unas sencillas bolsas de
basura llenas de ropa, que varios vecinos de Ainkawa han traído hasta la
iglesia, y comienza a removerlas buscando algo que sea de su talla. Como
ella, muchas
familias se vieron obligadas a huir prácticamente con lo puesto.
«No teníamos ningunas
ganas de comprobar si las milicias del Estado Islámico iban a tener
clemencia con
nosotros. Al primer bombazo huimos sin mirar atrás», comenta Cristine
Matter. Esta mujer, embarazada de seis meses, aún tiene pesadillas con lo
que ha visto en otras regiones de Irak.
«Me pregunto si merece la pena traer una criatura a este mundo. ¿Qué futuro
le espera aquí a mi hijo? Los cristianos ya no tenemos futuro en Irak», se
lamenta profundamente. Pocos lazos de unión les quedan a estas familias,
algunas de ellas, incluso, han sido traicionadas por antiguos amigos que,
por salvar sus vidas, las vendieron a los islamistas.
Su mejor amigo le anuncia que le va a matar...
«Mi mejor amigo, compañero de trabajo, me llamó por teléfono. Me dijo que ahora
estaba al lado del Estado Islámico y que me iba a matar con sus propias
manos por ser cristiano»,
recuerda Sabaj Munir. Esa misma noche, este hombre de 28 años guardó unas
pocas pertenencias en varias bolsas de deporte, y huyó con su familia lejos
de Mosul.
«Esto no es más que una
guerra sectaria que
tiene como fin acabar con las minorías religiosas de Irak», afirma este
joven. Mientras los yihadistas del Estado Islámico sigan teniendo presencia
en Irak, los casi dos millones de cristianos que viven en este país de
Oriente Medio sentirán sobre sus cabezas la espada de Damocles.
Precisamente, la persecución de los cristianos y
de la minoría yazidí precipitaron los ataques de la aviación estadounidense
contra las bases del EI en Irak. Una ofensiva que está en vías de ampliarse.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, presentará su plan mañana
ante el Congreso.
Expulsados y aniquilados por el Estado Islámico
«Los cristianos ya no tenemos futuro en Irak»
«El Estado Islámico no tiene piedad con los cristianos. No dudan en
decapitarnos uno a uno. Venden
a nuestras mujeres o las convierten en esclavas sexuales.
No son humanos». Soiki Said, antiguo policía de la ciudad de Mosul, ahora
ocupada por el EI, se lamenta con estas palabras en su refugio de la iglesia
de San José, en la ciudad de Erbil, al norte de Irak. Su historia es una más
entre las miles de historias de los cristianos iraquíes que han
visto truncada su vida por la violencia sectaria de los islamistas radicales.
Un relato de asesinatos y abusos que se repite en el caso de Cristine
Matter, embarazada de seis meses, que aún tiene pesadillas por lo padecido,
y que sólo acierta a exclamar: «Los
cristianos ya no tenemos futuro en Irak».