'El fútbol es bueno, pero anunciar el evangelio es
mejor' - Testimonio de César Cueto
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Fidel Gutiérrez M.
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«El Poeta de la Zurda», un legendario futbolista
que lleva ahora el Evangelio de casa en casa
El Poeta de la Zurda’ ahora es misionero y predica la palabra de Dios en
la selva. Pese a entregarse a su fe, aún sigue jugando de vez en cuando.
Ubicamos a César Cueto no en un recinto deportivo de Lima, su ciudad, sino
en plena labor misionera católica y cristiana en una localidad de la selva.
El ‘Poeta de la Zurda’, protagonista de tantos momentos inolvidables de
nuestro fútbol, nos cuenta sobre su fe y convicciones, y recuerda algo de su
vida en la cancha.
–Recuerdo que cuando usted jugaba había mucho consenso en destacar
su habilidad en la cancha. ¿Sentía respeto de parte de la prensa?
–No. Tal vez se daba o no, pero lo que me tocaba era jugar y después quedar
contento. Es que, para mí, jugar era lo máximo. Cuando lo hacía, daba todo
lo que tenía.
–Usted que ha jugado y es hincha de Alianza Lima, ¿qué diferencia
encuentra entre la mística de un aliancista con la de otros clubes locales?
–No comparo místicas. Cada jugador tiene su manera de jugar. Si es que ha
marcado un estilo cada equipo, Alianza se ha caracterizado por un juego
pícaro, alegre y vistoso, pero últimamente no se ha mantenido en lo que
siento que es su esencia.
–Cuando fue a Colombia, ¿demoró en acostumbrarse a vivir en un país
que no era el suyo?
–Fue un cambio radical para uno que siempre jugó en casa. Era un medio duro
porque el campeonato era bastante extenso y fuerte. No fue fácil; pero con
trabajo, dedicación y la gracia de Dios pude salir adelante, mantenerme en
buen nivel y estar en el Nacional de Medellín y en América de Cali.
–¿Por qué ahora hay más escándalos protagonizados por jugadores que
en la época en la que usted jugaba?
–Éramos tal vez un poquito más centrados en el orden familiar, pero también
teníamos nuestras cosas, aunque no llegaban a ser escandalosas. Lo que pasa
es que ahora hay más chisme (ríe).
–¿Qué hace por la selva en estos días?
–Dentro de la Iglesia católica existe la comunidad Camino Neocatecumenal, que
es de iniciación cristiana. Llegué allí hace 20 años para escuchar una
catequesis y me quedé haciendo este camino de orientación a la fe. Me siento
muy contento, porque le ha dado un sentido a mi vida y un cambio radical y
maravilloso. Y cuando estoy en Lima integro el equipo de catequistas,
evangelizando en las parroquias María Auxiliadora, en el Callao, y María
Madre de la Paz.
–¿Llegó allí por una circunstancia difícil de su vida?
–No. Siempre había leído la Biblia a mi manera. Dios permitió que en algún
momento me hicieran una invitación a una catequesis. Llegué, escuché charlas
tres veces por semana, que terminaban en una convivencia o retiro, y de allí
nació mi participación.
–Hoy está bastante lejos de su parroquia.
–Estoy como misionero desde diciembre. Me preguntaron y acepté hacer la
voluntad de Dios junto con tres hermanos de mi comunidad. Damos catequesis
en Rioja lunes y miércoles, y en Nueva Cajamarca los martes y jueves.
–¿Su familia no lo extrañará? ¿Comparte con usted su espiritualidad?
–Mi familia está de acuerdo. Hará más de 20 años que estoy divorciado, pero
tengo cuatro hijos y siete nietos.
–¿Esta vocación religiosa lo ha alejado del deporte?
–No es que me haya alejado. El fútbol es una cosa buena, pero qué mejor que
anunciar el evangelio. Eso es lo que he elegido, así como Cristo escogió dar
la vida por nosotros.
–¿Quién le puso ese apelativo por el que todos los conocen?
–No lo sé. Pregúntele a mi papá. Me conformo con ser 'César el zurdo' y nada
más. Lo otro son las cosas que ponen los periodistas.
–¿El ‘Poeta de la Zurda’ nunca escribió poesía?
No. Decían que hacía poesía con las jugadas, pero hay que estar medio loco
para decir eso (risas).
El Peruano: 28/06/2013
Apodado "El Poeta de la Zurda", fue un centrocampista de excepcional habilidad, dominio del balón, visión de juego y categoría para asistir a sus compañeros para que estos conviertan, características que lo han hecho ganar un lugar entre las grandes glorias del fútbol peruano y colombiano, en donde se destacó notablemente. Con la Selección peruana de fútbol ganó la Copa América 1975 y participó en los Mundiales de Argentina '78 y España '82.
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«El Poeta de la Zurda», un legendario futbolista que lleva ahora el
Evangelio de casa en casa
Casi todo jugador de fútbol veterano estira su fama lo más posible. Sus
opciones son sentarse en un set de televisión o radio como comentarista
deportivo, o convertirse en entrenador de algún equipo con cierto
protagonismo en la tabla. Pero lo que resulta extraño es verlo caminar por
las calles de una provincia con su Biblia en la mano, evangelizando a las
familias en sus casas...
Así Zénit encontró días atrás, al ex jugador del fútbol peruano César Cueto
en la ciudad de Huancavelica, una provincia capital andina del Perú situada
a 440 kilómetros de Lima y a 3.600 metros de altitud que casi permite tocar
las nubes.
Los econometristas lo consideran el departamento con mayor pobreza económica
del país. Pero no así en fe ni devoción; y César, junto al Camino
Neocatecumenal lo saben bien.
¿Quién es este futbolista que llamó nuestra atención? No es otro que un ex
seleccionado de la "blanquirroja" de la década de los años setenta y
ochenta, que se midió en los campos con el "Pibe Valderrama" y con Maradona.
Esperanza de la hinchada nacional en dos mundiales, César Cueto fue campeón
tres años con el Alianza Lima, y en Colombia una vez con el Atlético
Nacional y otra con el América de Cali. Y no sólo eso, también fue
catalogado en su tiempo por entendidos y aficionados como el "Poeta de la
Zurda", por su capacidad casi superdotada de colocar la pelota en los pies
de los delanteros, rompiendo incluso algunas leyes de la física...
Un Papa para los futbolistas
Como se recordará, en el mes de agosto se jugó un partido de fútbol
en honor del papa Francisco en Roma. Lo disputaron las selecciones de
Argentina e Italia, con el triunfo de los ´gauchos´ ante la resignación de
los azzurri. Pero el Santo Padre, fiel a su estilo, los llamó a todos y
antes de que empiece cualquier rivalidad les dijo unas palabras...
Les habló del ejemplo que debe dar el jugador, del modo en que debe manejar
su fama, la importancia de la camaradería y de Dios. Ya a los jugadores del
equipo de sus amores, el San Lorenzo de Almagro, les había escrito un carta
en marzo pasado donde les pedía que piensen en Jesús, que confíen en Él más
allá de los campos deportivos, y que vivan una "sana competitividad y
respeto mutuo".
"Todos los futbolistas estamos felices con Francisco", nos dijo César. "Así
como lo estuvieron los poetas con Juan Pablo II o los músicos con Benedicto
XVI, ahora los ojos de los deportistas se han fijado en el Papa, sean
creyentes o no". Y entonces vemos en su mirada una doble ilusión: "Tengo a
Cristo y tengo un Papa".
Es que a César Cueto, Dios le dio todo. Tuvo fama, dinero, familia y la
ovación de estadios llenos. Visitó tres continentes con su selección de
fútbol y alzó varias copas como artífice de cada triunfo. No había portada o
álbum de figuritas donde no apareciera (aún no habían "memes" ni Twitter que
lo encumbraran más). Pero cómo él mismo nos contó..., faltaba algo en su
vida: le faltaba su Iglesia.
Dejar todo por Cristo
César nos advierte que cuando uno es joven y famoso, piensa que
todo va bien, que incluso te lo mereces, y que eso debe vivirse al máximo.
Se piensa en el futuro sí, pero para darle cosas materiales a tus hijos y
dejarlos bien asegurados: "Vives según tus propias ideas y no según las de
Dios".
En medio de tantos aplausos, toques y goles, la familia de nuestro jugador
se estaba destruyendo sin darse cuenta, y por lo tanto él mismo. Fue así
como a través de un chispazo, semejante a uno de los pases magistrales que
él mismo daba hasta el pie del goleador para que anote, alguien del barrio
lo invitó a una catequesis del Camino Neocatecumenal en su parroquia. Así
empezó el alargue...
"Allí me anunciaron el amor de Dios, descubrí su misericordia, curé heridas
y empecé a caminar por muchos años hasta hoy", nos relata con más emoción
que cuando recibía los premios como mejor jugador del año.
Hoy tiene otra hinchada, la de su comunidad que lo admira, lo sostiene y lo
escucha. Su familia está salvada y estable, lo que le permite ir en busca de
nuevos triunfos, de nuevos creyentes que estén dispuestos a escuchar la
palabra de Dios e integrarse en una comunidad para iniciar el camino hacia
Cristo. Se siente misionero y sale cada vez que lo envían, viaja por semanas
y regresa aún con más ilusión.
César no es rico porque renunció a alargar la fama que le daba el fútbol.
"Muchos me preguntan por qué no me hice entrenador", y se ríe... Sonrisa
cómplice por la respuesta que les da a todos: "Mejor es anunciar a Cristo".
El pitazo final
Esperábamos estar ante un futbolista como él, para preguntarle por qué
Francisco les pidió a los jugadores que recen para que el Papa "juegue
limpio" el partido que le toca...
"Porque en el campo toda competencia debe ser leal, debe ganar el mejor, con
respeto al rival, escuchando al otro y sin pelear", nos explicó al mejor
estilo de un director técnico (o espiritual). Además, "sin nada de patadas",
bromeó.
Y tú, ¿qué trofeo aún esperas ganar?, le dijimos antes de que retome sus
visitas por las casas. "A estas alturas del partido..., le pido a Dios que
me conceda hacer su voluntad, confiar cada día más en Él y rezar. Quiero
trabajar y arriesgar por el Señor, dejar todo, y caminar con mi comunidad,
que es lo mejor que me ha sucedido en la vida".
Vale la pena un tiempo suplementario para todos, ¿no?
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