El Sagrado Corazón de Jesús autor P. Julio Chevalier MSC: Teología del Corazón libro II cap. 1
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Capítulo Segundo
EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y LA TEOLOGÍA I
El capítulo resumido:
Jesucristo posee como nosotros unas facultades orgánicas y otras intelectuales.- No diremos nada aquí de su inteligencia divina, de su ciencia beatífica; hablaremos solamente de su ciencia adquirida.
I. Esta ciencia, según santo Tomás, es susceptible de progreso.- El alma de Cristo, no recibió su conocimiento solamente de la ciencia infusa, sino también de la ciencia experimental y progresiva.- Por el lado menos elevado, la inteligencia humana de Cristo, dependía de los órganos, de los sentidos y de las disposiciones de la naturaleza; su imaginación por ejemplo, no llegó a ejercitarse, hasta que no dispuso de un órgano suficientemente desarrollado.- Es en este sentido que los Libros Santos dicen que crecía en edad y sabiduría
II. Si Jesucristo como Dios, poseía una voluntad divina, como hombre, según santo Tomás, tenía la voluntad de la sensibilidad, como la llama este gran doctor.- El bien y el mal sensibles, produjeron evidentemente en El sus efectos naturales. La alegría y el dolor, invadían su alma; pero todos estos movimientos, estaban subordinados a su divina voluntad.- Estos movimientos tenía el Corazón de Jesús por principio. . .
III. El Corazón de Jesús, es el principio de su vida natural.- Es bajo la influencia de sus latidos, que no cesaron nunca, que el cuerpo de Cristo obtuvo su crecimiento normal y progresivo.- Es bajo el impulso de su amor, que Jesús recorrió la Judea haciendo bien.- Este divino Corazón se convierte para Jesús, en el símbolo y órgano de su voluntad.- Es el principio de todos los movimientos que le impulsaban hacia los hombres.- La virtud es el resultado de la voluntad iluminada por la inteligencia; y la sede de la virtud se encuentra en las potencias sensitivas, que tienen el corazón, como principio.- Así, el Corazón de Jesús es realmente la sede de las afecciones de Nuestro Señor y expresa enteramente a nuestro adorable Salvador.
IV. El Corazón de Jesús, es todo el Jesús.- Palabras admirables del Cardenal Pie y de Mons. Baudry.- El culto al Sagrado Corazón, es la quintaesencia del cristianismo, el compendio y el resumen substancial de toda la religión
V. María merece un tributo de agradecimiento.- Como Madre tiene derecho a un respeto y en cierta manera, a la obediencia de su divino Hijo.- Su ruego, es una especie de mandato.- El poder que ella ejerce sobre Jesús, lo ejerce también sobre su Corazón adorable.- He aquí porqué nosotros también debemos recurrir a su poder maternal de intercesión
I. Ciencia experimental y progresiva de Jesucristo
II. Jesús era accesible a las impresiones sensibles
III. El Sagrado Corazón de Jesús es la sede donde se manifiesta su amor sensible
IV. El Corazón de Jesús, es todo Jesús
V. Legitimidad del título de Nuestra Señora del Sagrado Corazón
NOTAS AL CAPITULO SEGUN
DO, DEL LIBRO II
Jesucristo no es solamente Dios, es también verdaderamente Hombre.Todas las propiedades que constituyen nuestro cuerpo, se encuentran igualmente en el suyo. Como nosotros, posee un alma espiritual y un corazón de carne; como nosotros, posee facultades orgánicas y facultades intelectuales.
No diremos nada de su inteligencia divina, que era infinita, ni de su ciencia beatífica, por la que ya en la tierra disfrutaba de la clara visión de la esencia divina, ni de su ciencia infusa, que enriquecía su alma humana, a causa de su unión con la persona del Verbo, ciencia incomparablemente superior a la infusa igualmente de los espíritus angélicos.1
Hablaremos solamente de la ciencia adquirida o experimental, que todos los santos doctores se complacen en reconocerle. Y luego, intentaremos conocer los sentimientos que animaron su divino Corazón.
I. Ciencia experimental y progresiva de Jesucristo
En el Cristo, como en todos los hijos de Adam, esta ciencia era susceptible de progreso. Dice san Lucas: "Jesús crecía en edad y sabiduría delante de Dios y de los hombres."2 Sus miembros se desarrollaron con la edad, lo mismo que todos sus órganos; la imaginación y la memoria, recibieron en él todos los perfeccionamientos habituales. Por esto2. Tomás le atribuye, como a nosotros, el intelecto agente y el intelecto posible, por medio de los cuales las imágenes materiales y las especies inteligibles son percibidas para formar a continuación el conocimiento racional. Estas operaciones de la ciencia humana, enteramente necesarias para su adquisición, añade el santo Doctor, fueron también parte integrante de lasanta Humanidad de Nuestro Señor.3
El espíritu humano tiene una doble tendencia: tiende a la vez hacia las cosas superiores como a las inferiores. Convenía, dice s. Tomás, que sucediera lo mismo en el alma de Cristo. No debía recibir únicamente sus conocimientos de la cienciainfusa, sino también de esa otra ciencia experimental y progresiva, que aumenta en nosotros, por medio de los sentidos y la diaria contemplación de los objetos inferiores. Teniendo que ser completo en todo, tenía que ser perfecto en todos los géneros de perfección que le pudieran convenir.4
En esta ciencia experimental, podremos encontrar el progreso que rehúsan la ciencia infusa y la ciencia beatífica. En efecto, como por el lado menos elevado, la inteligencia humana de Cristo dependía de los órganos de los sentidos, a medida que estos últimos, y en particular el órgano de la imaginación, conseguía su desarrollo normal, tenían que recibir con más perfección las imágenes de las cosas exteriores y presentar al entendimiento los materiales más abundantes y mejor preparados: en este sentido podemos admitir estas palabras del cardenal de Lugo:
"Regularmente, Cristo no tenía ninguna operación humana, que no dependiera de los órganos y disposiciones de la naturaleza, tal como sucede en todos los otros hombres. El no marchó hasta que sus miembros no estuvieron bien entrenados; no habló en la primera infancia... Por la misma razón, su imaginación no se ejerció antes de tener un órgano suficientemente preparado, y su inteligencia, mirada desde el punto de vista humano, no actuaba igualmente, pues ella dependía de la imaginación, pues la imagen depende de las disposiciones de los órganos."5
Santo Tomás también ofrece, sobre esta cuestión, la luz de su genio sorprendente: "No sería conveniente, dice él, rehusar a Cristo ninguna de las operaciones naturales de la inteligencia del hombre; y como conseguir, con la ayuda del intelecto agente, las especies inteligibles de las especies obtenidas de la imaginación, es una operación conforme totalmente a nuestra naturaleza, parece justo de atribuir lo mismo a Jesucristo. Había, pues, en El, gracias a esta clase de abstracción de que acabamos de hablar, un hábito de la ciencia, susceptible de progreso, en el sentido que el intelecto agente, después de haber extraído de las imágenes las primeras especies inteligibles, permanecía capaz siempre de conseguir otras nuevas... Así la ciencia infusa de Cristo y su ciencia beatífica notuvieron que desarrollarse en modo alguno. Desde el principio, las dos eran totalmente perfectas. Pero la ciencia adquirida es la obra del intelecto agente; y este no opera repentinamente, sino lenta y sucesivamente. Así, por esta ciencia, Jesucristo no lo sabía todo desde el principio, sino poco a poco y con el tiempo, quiero decir hasta la edad perfecta. Por esto nuestros Libros Sagrados nos enseñan que crecía en edad y sabiduría."6
Por lo demás, el Evangelio nos da numerosos ejemplos de esta verdad. ¿Cuántas veces Nuestro Señor, sirviéndose del espectáculo de la naturaleza, igual que hacemos nosotros, se elevaba a materias más altas y más puras, que la mezcla que le ofrecían los sentidos? A veces es la contemplación de las llanuras amarillentas de Samaria o las viñas del monte Sión, los pájaros del cielo o los liriosdel campo, los que le inspiran esos pensamientos tan bellos, que nos conducen hacia las esferas celestes y nos llenan de admiración. Y lo que acabamos de decir sobre la inteligencia humana del Verbo Encarnado, puede aplicarse también a su voluntad.
II. Jesús era accesible a las impresiones sensibles
Si es incontestable que Jesucristo, como Dios, poseía una voluntad infinita, no es menos cierto que a ella se unía una voluntad menos perfecta y más conforme a la naturaleza sensible, que acababa de revertir; quiero decir, una voluntad humana con su objeto propio, pero siempre subordinado a la voluntad divina. Quae placita sunt el facio semper.
El Cristo no estaba exento del apetito inferior que santo Tomás llama la voluntad de la sensibilidad. Dice: "Sí, Jesucristo conoció las diversas pasiones que nos agitan, pero sin resentir como nosotros los funestos acosos. Toda mancha tenía que estar ausente del Hombre-Dios, y para no ser demasiado indigna de una unión tan íntima con la divinidad, convenía que en El la naturaleza humana permaneciera pura de la misma apariencia de pecado. Pero las debilidades, las enfermedades que aquejaban el alma sin mancharla, Jesús las quiso experimentar todas. El bien y el mal sensibles produjeron evidentemente en El sus efectos naturales."7 ¿Es que acaso no amó a su Madre con la misma ternura que la naturaleza pone en el corazón de cada niño? Es que no se le vio inclinarse con conmiseración hacia los desgraciados y los enfermos, que esperaban de su bondad una palabra que consolara o curara? Alguna vez, inflamado de santa cólera o herido de compasión, se le vio expulsar con indignación a los profanadores del Templo o llorar sobre Jerusalén y sobre el destino que se cernía sobre sus habitantes. ¡Cuántas veces la alegría, el dolor, no afloraron o invadieron su alma! En el huerto de la Agonía su cuerpo sagrado expelió un sudor de sangre, sus miembros se estremecieron de pánico ante el cáliz amargo del sufrimiento. Transeat a me calix iste!
Pero estas emociones, estos sentimientos, estas pasiones en una palabra, diferían mucho de las pasiones vulgares cuyos efectos pueden ser nocivos. Estos llevan a menudo al hombre hacia el mal, avasallan más de una vez el juicio de la razón, pesan sobre la voluntad y consiguen arrastrarla. Ellas nos sumergen, a veces, en la embriaguez de la dicha o en los arrebatos de la desesperación, cuando en una postrera ironía nos hacen el juguete de todos sus caprichos y de todos sus desarreglos.
El Hombre-Dios, evidentemente, estuvo al abrigo de todas estas miserias y en El, todos estos movimientos pasionales, seguían una dirección sumisa a la razón; y no desbordaban la parte inferior del alma, el apetito sensible, y no turbarían jamás la parte superior, desviándola de sus actos.8
Nos resta aún por determinar la fuente de todos estos movimientos. Después del estudio que precede, nos será fácil mostrar que las afecciones y las pasiones diversas que se manifestaron en Nuestro Señor tenían por principio su inefable Corazón.
III. El Sagrado Corazón de Jesús es la sede donde se manifiesta su amor sensible
Puesto que el Hijo de Dios se ha revestido de nuestra humanidad en el seno de María, su Corazón se convirtió en el principio de su vida natural; fue el motor poderoso y siempre en acción por el que la sangre divina era conducida a todos los tejidos del cuerpo sin excepción, a fin de nutrirles, vivificarles y tenerles a punto para que realizaran su cometido. Solo él, de entre todos los órganos, solo el corazón extendía directamente su influencia sobre cada una de las partes, digamos mejor, sobre cada molécula de sus partes. Todas están en relación con él para recibir la vitalidad que les espropia; es como el proveedor general; de él parten los canales, admirablemente dispuestos, que aportan la savia nutritiva a los extremos más profundos de todo el ser.
Así, desde el primer momento de su Encarnación, el Corazón de Jesús comenzó a latir fecundando con su acción soberana todos los órganos ytodas las potencias de su cuerpo para conseguir el fin sublime que el cielo le había designado.
Esta acción decisiva del Sagrado Corazón, continuará durante toda la vida del Salvador. Bajo la influencia de estos latidos, que nunca cesaron, el cuerpo de Cristo tuvo su crecimiento normal y progresivo. Así, con lentitud se fue preparando la divina Víctima.
Más tarde, cuando sonó la hora de la vida pública, el Corazón continuó su preponderante papel; es el que dará a los pies de Jesús el vigor suficiente para correr a la búsqueda de la oveja extraviada; a sus manos, la fuerza de elevarse y difundir en abundancia sus bendiciones; a su voz, la energía, la difusión necesaria para hacer llegar hasta los oídos de las grandes multitudes, la doctrina tan celestial que el universo entero ha escuchado a través de las edades.
Así pues, en el Corazón adorable de Jesucristo se halla el principio de su vida. Allí el alma estableció su primera morada; allí produjo un flujo y un reflujo perpetuos en medio de este océano de amor. En ciertos momentos, una angustia, una agitación súbita se manifestaron en la persona del Salvador; una oleada de sangre surgió súbitamente de su Corazón, se difundió por los vasos extremadamente dilatados; era tal vez que la mirada de Jesús acababa de descubrir una miseria más grande, un infortunio más sobrecogedor; la viuda de Naím, detrás del féretro de su hijo único, laMagdalena llorando la muerte de Lázaro, la infidelidad del pueblo judío. Entonces Jesús, estaba profundamente conmovido; oleadas de ternura y de amor, inundaban su alma, y en su alma, presente en el lugar o convergiendo todos los sentidos, una luz había surgido de golpe; y en su Corazón, advertido por estas comunicaciones maravillosas, la misma alma acababa de sentir una emoción sublime, bajo la impulsión más viva, bajo el flujo más rápido de la sangre; su mirada, sus gestos, sus lágrimas acusaban al exterior esta emoción interior que no podía contener. Turbabit seipsum!
¡ Ah! Es sobre todo en esta emotiva escena, cuando Jesucristo instituyó la Eucaristía, cuando fue turbado, conmovido hasta lo más íntimo de su ser. Solo san Juan, cuya cabeza reposaba en esta hora solemne sobre el pecho del divino Maestro, podría decirnos cuán violentos fueron los latidos de su Corazón, agitado ahora por la emoción sensible, que sin ninguna duda, experimentaba; esta emoción la sufría el Corazón.
Sin embargo la hora se acerca, la hora de la suprema angustia y de la perfecta expiación. La naturaleza humana y sensible de Cristo comienza a estar invadida de temor, de postración, de sombría tristeza; un peso inmenso oprime su Corazón cuyos movimientos, se hacen más lentos. Su Corazón sagrado, constreñido así, oprimido por el sufrimiento, ¿va a detenerse, va a rehusar a empujar a las venas esa sangre que debía purificar al mundo? No temamos, que no será así. La voluntad está allí para dominar las angustias de la naturaleza. El Corazón reacciona con un ardor nuevo, y el flujo de sangre es tan impetuoso, la presión en las venas es tanalta, que el Corazón impotente de contener el choque del amor, que la sangre, como por ósmosis, se escapa por los poros y brota al exterior, como un sudor abundante; brilla y corre a regueros por los miembros del Salvador, e impregna la tierra donde El está arrodillado.
Unas horas más y los látigos desgarran su carne adorable, las espinas traspasan su frente sagrada, los clavos monstruosos abren boquetes en sus manos y pies, y la sangre sigue brotando a borbotones ya, por todas partes. Pero es aún bajo el impulso de su Corazón, y lo será hasta que la lanza del soldado lo abra de par en par, y entonces expulsa la última gota que contiene, junto con un agua misteriosa y regenerativa que dan origen a los grandes misterios.
He aquí al Corazón de Jesús, fuente verdadera de la vida y centro real de todas las afecciones. Y recordemos una vez más, que en Nuestro Señor, más que en nosotros, el Corazón merece llamarse de verdad el órgano del amor.
En el hombre, en efecto, puede que haya lucha entre el movimiento sensible de la pasión y el movimiento voluntario: a veces el corazón se enfrenta a la virtud. Pero jamás sucedió esto en Jesús; el amor sensible permanece siempre en perfecta armonía con el amor voluntario. De donde se deduce que en Nuestro Señor, el Corazón es, por decirlo de alguna manera, el órgano de la voluntad, el símbolo de la voluntad.
Así que resulta de esta conexión estrecha, que el Corazón de Jesús es el principio universal de todos los movimientos que le han impulsado hacia los hombres.
Terminemos este capítulo con una reflexión, que tiene su importancia. La inteligencia, que debe su origen inmediatamente de la esencia del alma, es una llama que nos ilumina, una antorcha que nos guía, una luz que se proyecta sobre todos los actos de nuestra vida. Por ella disipamos muchas nubes y nos elevamos hasta las más altas regiones de lo sublime; por ella, adquirimos los conocimientos de las cosas interiores; ella, dice santo Tomás está por encima de todas nuestras facultades.9
Pero pertenece a la voluntad tomar la dirección de todas las facultades, y de ella depende el buen uso que podamos hacer de éstas. Así, bajo su poderosa influencia, la más sorprendente variedad, queda reducida a launidad. Sobre este punto, escuchemos a san Francisco de Sales: "Entre la innumerable variedad y multitud de acciones, de movimientos, de sentimientos, inclinaciones, hábitos, pasiones, facultades y potencias, que radican en el hombre, Dios ha establecido una monarquía natural en la voluntad que manda y domina todo lo que se encuentra en este pequeño mundo, y parece que Dios ha dicho a la voluntad, lo que el Faraón dijo a José: "Tu estarás al frente de mi casa; todo el mundo obedecerá los mandatos de tu boca; sin tu mandato, nadie se moverá."10
Por ella, el hombre se convierte en amo de todo lo que hay en él y de sí mismo. Puede triunfar y conseguir sobre sus pasiones las más brillantes victorias. Eso es la virtud! La virtud es, pues, el resultado, el fruto cierto de la voluntad, iluminada por la inteligencia. En Jesucristo, las potencias afectivas, lejos de ser ciegas, estaban iluminadas por la razón, quien a su vez, estaba iluminada continuamente por las claridades del Verbo.
Estas potencias afectivas, reguladas únicamente por esas divinas luces, simbolizaban tanto la inteligencia como la voluntad del Hombre-Dios. Y así toda idea, como toda volición, convergía en su Corazón sagrado, quien por la diversidad infinita de sus latidos, la reproducía y la traducía enseguida.
El Sagrado Corazón, considerado solamente desde este punto de vista, es pues realmente la sede donde se manifiestan las afecciones de Nuestro Señor y expresa totalmente a este adorable Salvador.
IV. El Corazón de Jesús, es todo Jesús
Físicamente, el divino Corazón de Jesús, ha sido "el órgano principal de una vida a la vez divina y humana; este Corazón ha elaborado, una después de otra, todas las gotas de sangre redentora; ha destilado y destila cada día, todas las gotas del cáliz eucarístico... Más aún, el Corazón de Jesús es la sede de su amor, principio de sus inspiraciones,11 el horno de su caridad, el centro de los afectos de su alma, la fuente de donde han brotado todos los misterios, todos los sacramentos de la Iglesia, sin la cual no hay acceso posible a esa vida, que es la vida verdadera12 ... El Corazón deJesús, es todo Jesús. "13 Resume pues toda la persona adorable de este divino Salvador. Y como el Corazón de Jesús, siendo el Corazón de un Dios en virtud de la unión hipostática, se convierte el centro y el punto de partida de esos actos maravillosos, que llamamos teándricos, es decir, divinos y humanos, que constituyen la vida misma de Jesús; y puesto que el corazón del hombre representa al hombre todo entero, es bien legítimo afirmar que, el Corazón de Jesús, es la expresión abreviada y viviente de su divina Persona. He aquí porque un piadoso escritor decía: "O Dios mío! vuestro Corazón, sois Vos; y Vos no sois sino vuestro Corazón."14 Y cuando adoramos este divino Corazón, es a Jesús en persona a quien adoramos. También Nuestro Señor aplica a su Corazón, todo lo que concierne y conviene a su divina Persona. "He aquí este Corazón, que tanto ha amado a los hombres", dijo un día a santa Margarita María. Y hablando a continuación, no ya de su divino Corazón, sino de su Persona adorable, añadió: "Yo no recibo más que ingratitudes de la mayoría."15 Así pues, su Corazón, y El es TODO UNO. Y también porque, en el curso de sus apariciones, a menudo solo muestra a la santa su Corazón aislado,escuetamente.16
Concluyamos. El Corazón de Jesús es la expresión abreviada de su divina Persona, "como el culto de este Corazón sagrado, según la palabra del Cardenal Pie, es la quintaesencia misma del cristianismo, el resumen y el sumario sustancial de toda la religión"17, igual que Cristo es la expresión viviente y el sumario de todas las criaturas que El recapitula según expresión de San Pablo .18
"Cuando Dios contempla a Cristo, ve en El al mundo entero"19 Palabras profundas, que parecen completar las siguientes: Cuando el alma mira a Cristo, lo ve todo entero en su Corazón sagrado. Y percibe bien que lo encuentra allí, y que está allí con todos sus tesoros„ cuando le dirige esta oración que la Iglesia pone en sus labios: Corazón sagrado de Jesús, ten piedad de nosotros! Cor Jesu Sacratissimum, miserere nobis!
V. Legitimidad del título de Nuestra Señora del Sagrado Corazón
Y no terminemos estas consideraciones sin dar a María un tributo de alabanza, de reconocimiento y amor.
Resumiendo lo que precede, decimos: Et erat subditus.
Si el Hijo de Dios, al hacerse hombre, quiso obedecer a su Madre, con mayor razón atenderá a las oraciones de María, haciendo así su intercesión todopoderosa con respecto a El. Su ruego, es una especie de mandato.2° Ella tiene derecho a su amor, a su condescendencia. Y como esas prerrogativas que su maternidad le confiere respecto de Jesús, se extienden también a su Corazón,21 puesto que en Jesús, como en todo hombre, el corazón resume la persona toda entera, como acabamos de ver. Es pues bien legítimo este título de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, que nos recuerda el poder de intercesión de María, sobre el Corazón de sudivino Hijo.
O Vos, que un Santo Doctor llama "la guardiana eterna del amor del Verbo encarnado"22 penetrad en el misterioso santuario que lo encierra, es decir, en su sagrado Corazón, ya que Vos poseéis la llave; abrazad nuestras almas, tan frías y languidecientes con sus fuegos divinos y esparcid sobre nosotros los tesoros de bendiciones que contiene: "Pues él encierra, según un piadoso autor, todo lo que necesitamos. Vos no tenéis más que pedir, para ser escuchada: no puede rehusaron nada; y recibiendo de vuestras manos benditas esas preciosas larguezas, también por vuestras manos,haremos subir hacia Él el tributo de nuestro reconocimiento."23
NOTAS AL CAPITULO SEGUNDO, DEL LIBRO II
1. Santo Tomás, III, q. 2.
2. Jesús proficiebat sapientia et aetate. (Luc. II, 52).
3. Nihil corum quae Deus in nostra natura plantavit defuit humanae naturae, assumtae a Dei Verbo. Manifestum est autem quod in humana natura Deus plantavit non solum intellectum possibilem, sed etiam intellectum agentem. Unde necesse est dicere quod in anima Chrsiti fuit non solum intellectus possibilis, sed etiam intellectus agens. Si autem in aliis Deus et natura nihil frustra faciunt, multo minus in anima Christi fuit aliquid frustra. Frustra autem est quod non habet propiam operationem, cum omnis res sit propter suam operationem. Propria autem operatio intellectus agentis est facere species intelligibiles actu, abstrahendo eas a phantasmatibus... Sic igitur necesse est dicere quod in Christo fuerunt aliquae species intelligibiles per actionem intellectus agentis in intellecto possibili ejus receptae; quod est esse in ipso scientiam acquisitam, quam quidem experimentalem nominant. Ei ideo, quamvis aliter alibi scripserim (Sent. III, q. 3, a. 3), dicendum est in Christo fuisse scientiam acquisitam, quae propie est scientia secundum modum humanum.(S. Tomás, III, q. 9, a. 4, c.).
4. Humana mens duplicem habet respectum: unum quidem ad superiora, et secundum hunc respectum anima Christi fuit plena per scientiam indictam. Alius autem respectus ejus est ad inferiora, id est, ad phantasmata, quae nota sunt movere mentem humanam per virtutem intellectus agentis. Oportuit igitur quod etiam secundum hunc respectum anima Christi scientia impleretur; non quia prima plenitudo sufficeret menti humanae secundum seipsam, sed oportebat eam perfici etiam secundum comparationem ad phantasmata. (Id., ibid., ad 2).
5. Christus non habuit regulariter ullam operationem humanam, nisi dependenter ab organis et a dispositionibus connaturalibus, sicut alii homines; nec enim ambulabat donec habuit organa bene disposita; noc loquebatur ab infantia... ergo nec habuit operationem humanae phantasiae ante organum bene dispositum, ergo hanc operationem humanam intelligendi, quia haec tam pendet a phantasia quam phantasma ab organo disposito. (Disp.21, sect. 1, n. 5, 11).
6. Inconveniens videtur quod aliqua naturalis actio intelligibilis Christo deesset; et cum extrahere species intelligibiles a phantasmatibus sit quaedam naturalis actio hominis secundum intellectum agentem, conveniens videtur hanc etiam actionem in Christo ponere. Et ex hoc sequitur quod in anima Christi aliquis habitus scientiae fuerit, qui per hujusmodi abstractionem speciorum potueritaugmentari; ex hoc scilicet quod intellectus agens, post primas species intelligibiles, abstractas a phantasmatibus, poterat etiam alias et alias abstrahere... Tam scientia infusa animae Christi quam scientia beata fuit affectus agentis infinitae virtutis, qui potest simul totum operad; et ita in neutra scientia Christus profecit, sed a principio eam perefectam habuit. Sed scientia acquisita causatur ab intellectu agente, qui non simul operatur, sed succesive; et ideo secundum hanc scientiam Christus nón.a principio scivit omnia, sed paulatim et post aliquod tempus, scilicet in perfecta aetate; quodpatet ex hoc quod Evangelista simul dicit eum profecisse scientia et aetate. (III, q. 12, c., et ad I).
7. Filius Dei humanam naturam assumpsit com omnibus quae pertinent ad perfectionem ipsius humanae naturae. In humana autem natura induditur etiam natura animalis, sicut in specie includitur genus; unde oportet quod Filius Dei assumpserit cum humana natura etiam ea quae pertinent ad perfectionem naturae animalis, inter quae est appetitus sensitivus, quisensualitas dicitur; et oportet dicere quod in Christo fuit sensualis appetitus, sive sensualitas. (S. Tomás III, q. 18, a. 2, c.).
8. Passiones aliter fuerunt in Christo quam in nobis, quantum ad tris. Primo quidem,quantum ad objectum: quia in nobis plerumque hujusmodi passiones feruntur illicita, quod in Christo non fuit. Secundo, quantum ad principium: quia hujusmodi passiones frequenter in nobis praeveniunt judicium rationis; sed in Christo omnes motus appetitus sensitivi oriebatur secundum dispositionem rationis. Unde Augustinus dicit (de Civit. Dei, t. 14, c. 9) quod hos motus, certissimae dispositionis grati, ita cum voluit, Christus suscepit animo humano, sicut cum voluit, factus est homo. Tertio, quantum ad affectum: quia in nobisquandoque hujusmodi motus non situnt in appetitu sensitivo, sed trahunt rationem; Quod in Christo non fuit, quia motus naturaliter humanae carni convenientes, sic ex ejus dispositione in appetitu sensitivo manebant, quod ratio ex his, nullo modo impediretur facere quae conveniebant. (S. Tomás III, q. 15, a. 4, c.).
9. intellectus est prior voluntate. (la, 2a, q. 82, a. 3, ad. 2).
10. San Francisco de Sales. Traité de l'Amour de Dieu, lib. s. c.
11. Cor illud SS. divinae charitatis sedem. (Pio IXX, Dec. Beati. S. Margarita M.). — IdemS. Tomás, la, 2a, q. 18, art. 9 ad 2).
12. Unde sacramenta Ecclesiae manaverunt, sine quibus ad vitam, quac vera vita est non intratur. (S. Agustín, in Joan. evang., cap. 19, tract. 120, n. 2, t. 3o, p. 1953).
13. Oeuvres du Card. Pie, obispo de Poitiers, t. VI, p. 611.
14. Mons. Baudry, le Coeur de Jésus, p. 2, $$ 3 y 4, p. 193 y 166.
15. Vie de Ste Margarite-Marie, por sus contemporáneos, t. I, p. 123 y 124, 2a Edic.
16. A veces sobre un trono de fuego y de llamas, irradiando en todas direcciones, más brillante que el sol y transparente como el cristal.
—A veces en medio de las llamas de su puro amor,
rodeado de serafines que le adoran
cantando en un admirable concierto:
El amor triunfa, el amor goza.
El amor del Corazón Santo se alegra.
—A veces como un sol brillante de una luz deslumbradora,
cuyos rayos (según ella), daban de lleno sobre su corazón.
—Más tarde, dice uno de sus historiadores, como si Dios hubiera querido concentrar sus miradas sobre el mismo corazón, ese Corazón comenzó a aparecérsele solo. Adorable espectáculo! En el Cielo y en la Tierra todo se resumía en un Corazón. (Vie de Ste. Margarite-Marie, p. 293).
17. El Cardenal Pie, Obispo de Poitiers, t. II, c. I, p. 48.
18. Ephs. 1, 10.
19. Mons. Gay, de la vie et des vertus chretiennes, t. I, p. 64.
20. Oratio (Deiparae)habebat rationem imperii. (S. Antonin. Biblioth. Virg. t. 2, p. 536.
21. Habes enim, habes, scio, voluntati parem potentiam, tamquam Mater Altissimi.Propterea audaz factus sum. (S. Efren, orat. VIII, ad Deiparam, grec-lat., t. III p. 545, éd. Assemani).
—Tu autem, quae materna in Deum auctoritate polles, etiam lis qui enormiter peccant, eximiam remissionis gratiam concilias. Non enim potes non exaudiri, cum Deus, ut verse intemeratae Matri suae, quoad omnia, et per omnia, et in omnibus, morem gerat. (S. Gerrn. arz. Const., Serm II in Dormit. Deip. p. 351).
—Omnia potest, tanquam Dei Mater; omnia vales, veluti quae siperas omnes creaturas; nihil tibi, si vis, impossibile est: dumtaxat ne despicias meas lacrymas. (S. Efren, orat. X ad Deiparam, grec-Lat. t III, p. 549, éd. Assemani).
22. Dei Genitrix, et inde quidem Beata, quia Verbi incarnandi Ministra facta est temporalis, sed inde multo Beatior, quia ejusdem semper amandi Custos manebat aeterna. (S. Beda, Exposit. in Luc., lib. IV, t. III, p. 480).
23. Gloriosam praeterea Matrem Dei et misericordiae, dulcissimam Virginem Mariam, non negliges devote colere et invocare ut Ipso., ex dulcissimo Corde Filii sui impetrare dignetur quidquid tibi necessarium fuerit; quod rursus per benedictas ejus manus in Cor Jesu offeres; obsecrans illius pietatem, ut ipsa, cum omnibus sanctis et electis Dei, adjuvet te laudare et benedicere Dominum Deum tuum pro universis ejus beneficiis quae hactenus dedit et in aeternum. Amen. (Dom Dominicus Cartunensis, nacido en Prusse, en 1384 y cartujo en Tréves).