[_Sgdo Corazón de Jesús_] [_Ntra Sra del Sagrado Corazón_] [_Vocaciones_MSC_]
 [_Los MSC_] [_Testigos MSC_
]

MSC en el Perú

Los Misioneros del
Sagrado Corazón
anunciamos desde
hace el 8/12/1854
el Amor de Dios
hecho Corazón
y...
Un Día como Hoy

y haga clic tendrá
Pensamiento MSC
para hoy que no
se repite hasta el
próximo año

Los MSC
a su Servicio

free counters

El Sagrado Corazón de Jesús autor P. Julio Chevalier MSC: Libro 1 Capítulo 2 Los Orígenes de la Devoción

Páginas relacionadas 

 

Nota: Al comienzo de la página le ofrecemos los puntos saltantes del capítulo y al final del resumen encontrará los enlaces que lo llevarán inmediatamente al tema que pueda interesarle.

Libro I

Capítulo Segundo Del Libro Primero
LOS ORÍGENES DE LA DEVOCIÓN 

AL SAGRADO CORAZÓN
(continuación)

Contenido resumido

 Más sobre los orígenes de la devoción al Sagrado Corazón (continuación)

 I. Se abre un nuevo período con san Anselmo de Canterbury.- Ya no es a la llaga a la que se dirigen, sino al Corazón de Jesús. Magníficos pasajes de Ricardo de San-Víctor, de san Bernardo, de san Antonio de Padua, de san Buenaventura, de santo Tomás de Aquino, de san Vicente Ferrer y otros  

   II. Las mujeres que se santificaron en el mundo o en el claustro, nos aportan también el testimonio de su fe y de su amor hacia el Sagrado Corazón de Jesús.- Santa Clara, abre esta gloriosa serie; vienen después santa Margarita de Cortona, santa Matilde de Saxo, santa Ángela de Foligno, santa Matilde de Hockborn, santa Gertrudis cuyos acentos son tan bellos y las palabras tan conmovedoras, santa Lutgarda, santa Catalina de Siena que ejerció una influencia tan grande en el siglo 14o., santa Francisca Romana, santa Catalina de Bolonia, santa María de la Encarnación y santa Juana de Chantal                        

 III. La nueva fase de la devoción al Sagrado Corazón, se va abrir. - Hasta ahora, esta devoción, se había mantenido en los límites del culto privado; ha llegado la hora de que se rinda al Sagrado Corazón un homenaje solemne y público.- El cielo se sirve del P. Eudes y de la bienaventurada Margarita María.- San Juan Eudes, entra primero en la Congregación del Oratorio, pero advirtiendo que el veneno del jansenismo, comenzaba a infectarlo, salió para fundar una sociedad consagrada a los Sagrados Corazones de Jesús y María.- Compuso oficios especiales y estableció cofradías en su honor, y obtuvo la aprobación de la Santa Sede en 1674.- Elogio al P. Eudes, por el cardenal Pitra.- El P. Eudes inaugura el culto público de la devoción al Sagrado Corazón, pero santa Margarita María contribuyó mucho a su desarrollo.- Principales rasgos de la vida de la Santa.- A pesar de la mayor oposición, llevó a término los deseos de Jesucristo, con la ayuda del venerable P. de la Colombiére y del P. Croiset.- Roma, no creyendo llegada la hora, rechaza una primera memoria, que pretendía obtener el culto al Sagrado Corazón en la Iglesia Universal.- El cardenal de Janson, apoyado por la reina de Inglaterra, obtiene para el Monasterio de la Visitación, la misa de las Cinco Llagas, para la fiesta del Sagrado Corazón.- Prodigiosa extensión de la Devoción al Sagrado Corazón.- Mons. de Belzunce, obispo de Cracovia y el rey de España, piden a la Santa Sede, con el P. de Gallifet, la solemne aprobación de la devoción al Sagrado Corazón con una misa propia.- La petición, es de nuevo rechazada el 30 de julio 1729.- La causa, emprendida de nuevo bajo Clemente XIII, es aceptada en 1765....

 IV. El infierno se desencadena con violencia contra la devoción al Sagrado Corazón.- El protestantismo ataca sin vacilación, y el jansenismo le dedica un odio implacable.- Triste influencia del jansenismo sobre los acontecimientos de la gran Revolución, donde se castiga con la pena capital a los devotos del Sagrado Corazón.- Sínodo de Pistoia.- Condenación de este Sínodo.- Bula de Pío VI Auctorem Fideiaprobando sin reserva la devoción al Sagrado Corazón en 1794         

 V. Esta definición da un nuevo florecimiento a la devoción.- Se fundan congregaciones y cofradías en su honor, en todas partes. - Francia, como siempre, en el lugar de honor.- Todos los obispos, reunidos en París en 1856, en la ocasión del bautismo del Príncipe Imperial, dirigen a la Santa Sede, por intermedio del Nuncio apostólico, una súplica con el fin de obtener que la fiesta del Sagrado Corazón, se extienda al mundo entero y forme parte integrante de la liturgia católica. Este favor fue otorgado por Pío IX, el 23 de agosto, 1856.- La beatificación de la bienaventurada Margarita María, que tuvo lugar en 1864, dio un nuevo impulso a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.- Esta devoción pedía una congregación especial de misioneros, encargados de difundirla; esta Sociedad, fundada por Pío IX, de la que tomó el mismo el título de Superior particular, fue aprobada por él mismo el 12 de junio de 1874                                            

 VI. La coronación del culto rendido al divino Corazón de Jesús, es la devoción a Nuestra Señora del Sagrado Corazón.- Es Pío IX que la inauguró y León XIII que la elevó a la dignidad de Archicofradía universal y la colmó de privilegios.- Este gran Papa, consideró la devoción a Nuestra Señora del Sagrado Corazón. como el complemento natural de la devoción al Sagrado Corazón. de Jesús. En efecto, en esta devoción, María está considerada como la dispensadora oficial de las gracias encerradas en el Corazón de su divino Hijo y la Tesorera de sus divinas riquezas.- Esta verdad capital, tiene sus figuras y su desarrollo en el Antiguo Testamento.- Se realiza durante la vida del Salvador, en Cana, por ejemplo.- Los primeros fieles, tenían una confianza ilimitada en el poder de María sobre el Corazón de su Hijo.- Una estatua, atribuida a san Lucas y conservada en Oropa, célebre santuario de Italia, trae esta verdad, basta una sorprendente evidencia                                    

 VII. Desde los apóstoles, todos los siglos posteriores han seguido proclamando esta doctrina.- La tradición nunca se ha interrumpido sobre este punto.- Lo que la Iglesia dice hoy sobre el poder de la Madre de Dios, lo han enseñado constantemente tanto los Padres, como los doctores de la Iglesia.- San Efrén, san Pedro Damián, san Pedro Celestino, san Bernardo y tantos otros, tienen páginas sublimes sobre este tema.- Visión de santa Gertrudis, donde Nuestro Señor ofrece a su Madre su Corazón adorable, para que Ella extraiga las gracias que contiene, para todos sus hijos.- Otra revelación, relativa a este sujeto. - Santa Matilde enseña lo mismo.- En los siglos 14o. y 15o., dos cartujos sobre todo exaltaron el poder de María sobre el Corazón de Jesús. - La bienaventurada Margarita María, la conjura para que use a favor suyo del poder que Ella tiene sobre el amable Corazón de su Hijo.- Un siglo más tarde, San Alfonso M. de Ligorio, se dirigía a María, diciendo:

 "Oh Madre, Vos obtenéis todo lo que queréis del Corazón de vuestro divino Hijo"       

  VIII. La pintura rinde también testimonio al poder de María sobre el Corazón de Jesús.- La célebre Virgen de Requemare, en la diócesis de Nimes, donde está representada teniendo en la mano izquierda el Corazón de Jesús.- Cuadro realizado en Marsella, por Mons. de Belzunce, donde la Virgen Santísima está representada rogando al Corazón de Jesús por la ciudad, para obtener el cese de la peste. Otro cuadro, donde se ve al Sagrado Corazón concentrando sus gracias sobre María, que las distribuye en seguida a todos los pueblos de la tierra. Las cinco partes del mundo, están representadas de una forma sobrecogedora.- Pío IX había establecido una fiesta en honor del Sagrado Corazón y había fijado la fecha. León XIII concede una misa en su honor, con oficio propio, con el rito doble de primera clase 

 

I. Los escolásticos y los teólogos

II. Santas que han hablado del Sagrado Corazón

III. El Sagrado Corazón en los tiempos modernos

IV. Conatos del infierno contra el Sagrado Corazón

V. Triunfo del Sagrado Corazón

VI. Coronación de la Devoción al Sagrado Corazón

VII. Nuestra Señora del Sagrado Corazón

VIII. Tipos diversos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón

NOTAS AL CAPITULO SEGUNDO DEL PRIMER LIBRO,,,,

 

 
I. Los escolásticos y los teólogos
Se abre este nuevo período en San Anselmo, arzobispo de Canterbery (1033-1109). El hace una llamada a la bondad del Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha dado tantas pruebas de s amor: "Oh ternura del Corazón (del Redentor), exclama: i0 bueno y dulce Jesús! ¿Qué os entregaré yo, que sufriré yo por que das las penas que vos habéis sufrido por mí? Os amaré de todo corazón; os serviré con todo mi ser. Vuestro costado ha sido abierto por la lanza; mi confesión os abrirá mi corazón y os mostrará mi herida.1
Ricardo de San Víctor, que viene unos años después (1140), todavía más explícito. He aquí cómo se expresa: "Si consideramos al Corazón de Jesucristo, nada hay más dulce, más misericordioso Qué puede haber más suave que el Corazón que nunca afectó ninguna malicia, que nunca tuvo ni pudo tener ni hiel ni amargura Había en este Corazón tanta abundancia de dulzura como d amor... El divino Emmanuel tuvo, más que nadie, un Corazón tierno hacia la compasión; y nadie supo jamás responder mejor que él a los afectos del corazón. Sólo él debió poseer perpetuamente en plenitud una verdadera dulzura.2"
De todos los Padres de la Iglesia, ninguno que haya encontrado acentos comparables a los de san Bernardo, para glorificar Sagrado Corazón: "El hierro tocó al Corazón de Jesús, escribí para que sepa compartir nuestras flaquezas. Las llagas del cuerpo delatan el secreto del corazón y descubren un gran misterio d amor, la bondad misericordiosa que vino del cielo para visitarnos= Ya que hemos venido al Corazón dulcísimo de Jesús y ya que tan agradable permanecer en él, no aceptemos separarnos de el recuerdo de este divino Corazón es una fuente de consuelo y alegría. iQué bueno, qué dulce es hacer morada en este Corazón! ¡Vuestro Corazón, Oh Jesús amable, es de verdad un rico tesoro! iEs una perla preciosa! ¿Quién osará jamás desdeñarla? Yo lo daría todo por poseerla; por eso me arrojo con todos mis pensamientos en el Corazón del Señor Jesús. Es el Templo, el Santo de los Santos, el Arca de la Alianza, donde yo adoraré y alabaré el nombre del Señor; yo diré con David: Yo he encontrado mi Corazón, a fin de que yo ore a mi Dios. En el Corazón de Jesús he encontrado el Corazón de un rey, de un hermano, de un tierno amigo. ¿Cómo puede ser que no le adore? También me dirigiré a él, pues su corazón, y oso decirlo, es el mío. En efecto, Jesucristo es mi cabeza. Y todo lo que es mi cabeza, es bien mío... Habiendo pues encontrado vuestro Corazón y el mío, oh mi Jesús dulcísimo, yo os rogaría, vos que sois mi Dios. Aceptad solamente que mis oraciones sean admitidas en este divino santuario, y que sean escuchadas; pero ello no basta: atraedme todo entero a vuestro Corazón, oh amable Salvador mío; lavadme más y más de mi iniquidad; purificadme de mi pecado, a fin de que sea digno de habitar en vuestro Corazón todos los días de mi vida. Vuestro costado fue traspasado por la lanza para facilitarnos la entrada. Vuestro Corazón ha sido abierto para que podamos refugiarnos en él y disfrutar de paz. Y ha sido herido de esta forma, para hacernos comprender mejor, por esta herida visible, la herida invisible de vuestro amor. En efecto, este inmenso amor no podía manifestarse mejor que dejándose rasgar no solamente el cuerpo, sino el mismo Corazón con la lanza del soldado. ¿Quién podrá abstenerse de amar un Corazón de tal forma traspasado? ¿Quién podrá rehusar su amor, a un Corazón que tanto nos ha amado?4"
San Francisco de Asís (1182-1226), que mereció el insigne honor de detentar sobre su cuerpo los estigmas gloriosos de Jesucristo, tenía una tierna devoción al Sagrado Corazón. Disfrutaba pronunciando a menudo estas palabras:
Mio cuore sia tranfisso    O Jesús, mi esperanza
Gesu, con quella lanza,    Que mi corazón sea traspasado
Che a te, la mia speranza Con el mismo golpe de lanza
Passó in cuore.5               con el que el Vuestro fue horadado.
San Antonio de Padua, discípulo de san Francisco, hablaba públicamente en sus sermones del Sagrado Corazón, en los comienzos del siglo trece.

El Salvador, decía él, ha abierto su costado y su Corazón a la paloma, o sea al alma religiosa, a fin de que ella encontrara allí su refugio. Oh hombre, El te dio su corazón en la cruz, y a causa de ello su costado fue abierto. En la antigua ley había dos altares, el altar de bronce o de los holocaustos, que estaba fuera del santuario, y el altar de oro que estaba dentro del mismo santuario. Así pues, Cristo es nuestro altar erigido sobre el Calvario; el altar de bronce es su cuerpo sangrante, inmolado en presencia de todo el pueblo; el altar de oro es su cuerpo abrasado de amor. Son dos cosas a considerar y soberanamente enternecedoras: en el Corazón el amor, en el cuerpo el dolor, amor in Corde, dolor in corpore. Esparzamos sobre nuestro altar de oro, sobre el Corazón de Jesús el agua de nuestras lágrimas, el llanto de una tierna devoción, y meditemos sobre las divinas invenciones de su amor. Esparzamos sobre nuestro altar de bronce, sobre el cuerpo desgarrado del Salvador, las lágrimas de una tierna compasión"6
Escuchemos ahora a san Buenaventura, este otro hijo de san Francisco: " i0h deseada Pasión de nuestro Salvador! i Oh muerte admirable que nos da la vida! Vuestras llagas, oh Jesús, curan nuestras heridas. La abertura de vuestro costado une nuestro corazón a vuestro Corazón! i Oh muerte admirable! i Oh muerte deleitable! Ya no quiero separarme más de Jesús inmovilizado en la cruz. Es agradable quedarse a su lado. También quiero hacer en él tres tiendas: una en las manos, otra en los pies y la tercera en su costado para retenerme allí para siempre. Allí, hablaré a su corazón y conseguiré cuanto desee. i0h heridas tiernamente amadas! Desde el momento en que penetré en ellas, he penetrado hasta el fondo más íntimo del amor; quiero hacer allí mi residencia y encuentro allí tal abundancia de dulzura, que me faltan las palabras para expresarlo. i0h ceguera de los hijos de Adán que no saben entrar en Cristo, a través de sus heridas! Consumen en vano sus fuerzas, en futilidades, y descuidan ir a la búsqueda del descanso en este asilo que les ha sido abierto. ¿Es que vosotros ignoráis que Cristo es el gozo de los bienaventurados? ¿Por qué tardáis tanto en penetrar, por la abertura de su cuerpo que la lanza ha practicado, en esta morada de delicias, donde los ángeles encuentran su delicia? El muro de separación se ha desplomado, ¿y vaciláis en introduciros? Oh hombre, créeme, si quieres introducirte en este santuario misterioso de Jesús por el portal existente, tu alma y tu cuerpo degustarán un reposo inefable. Todo lo que hubiere de carnal en ti, desaparecerá y saborearás en esta herida divina tales delicias, que todas las dichas de este mundo te parecerán insípidas. No vaciles más; une tu alma al Corazón de Cristo y verás de qué dulzura quedarás saturado! Imposible explicarlo, pero haz la experiencia... No podría ser de otra manera, pues este Corazón sagrado es una alacena llena de perfumes, la puerta del Paraíso, el tesoro de la sabiduría divina y del amor eterno.
Alma hecha a imagen de Dios, ¿cómo puedes aún estar indecisa? Tu amable esposo, herido por tu causa, quiere abrazarte y tu te retardas en ir hacia El! En el exceso de su amor, El ha abierto su costado, para darte su Corazón."7
La familia dominicana destinada a extender con sus predicaciones, el fuego de la caridad en las almas, no podría quedarse a la zaga en el culto al Sagrado Corazón. He aquí cómo se expresa el Ángel de la Escuela: "El Cristo, dice, ha vertido su sangre por la herida de su costado, de vulnere lateris et Cordis, para fortalecer la fe vacilante de sus discípulos, excitar la piedad de tantos otros, a quienes engaña la calma de una buena vida y recalentar sus almas frías y desfallecidas... Oh Jesús, prosigue el Doctor, corred delante nuestro, y como el ciervo que ha sido tocado en el corazón por el dardo, mostradnos con vuestra sangre el camino del cielo, hasta que podamos alcanzarte y encontrar en vos las eternas delicias."8
Dejemos hablar ahora a san Vicente Ferrer, esa otra gloria de los Hermanos Predicadores. He aquí lo que dice en uno de sus sermones sobre el Viernes Santo: "Un soldado, habiendo cogido la lanza, la hundió en el Corazón de Jesucristo... Esta herida, según lo destaca Alejandro de Halés, no fue inferida al Redentor en el lugar del cuerpo donde los pintores acostumbran colocarla, sino más abajo, donde la herida penetra hasta el Corazón. Pero, ¿por qué pintan así esta herida para la contemplación de los fieles? Se puede responder que siendo la pintura una especie de Escritura que los ignorantes pueden leer, han querido expresar de un modo más elocuente, que la lanza había horadado el Corazón de Jesús, para que comprendieran mejor que el perdón de nuestros pecados tenía su origen en este Corazón traspasado."
El bienaventurado Enrique de Suso se expresa así: "Acordaos, Oh Jesús mío, soberano Señor de todas las cosas, de esta lanza cruel que desgarró vuestro pecho y horadó vuestro Corazón ya muerto... Vuestro Corazón herido, se ha convertido para nosotros en fuente de agua viva."9
Escuchemos aun los acentos de otro hijo de san Francisco, san Bernardino de Siena10 que después de haber comparado al Sagrado Corazón a un incensario de oro, explica así: "Del buen tesoro de su Corazón, que es el amor, Jesucristo ha extraído constante mente cosas buenas; pero sacó las mejores, cuando por amor nuestro fue clavado en la cruz. Allí, nos mostró su Corazón como In horno ardiente de caridad, capaz de inflamar y de incendiar todo el universo. De allí hizo salir siete palabras vibrantes y santas, como signos característicos de ese amor. El primero de esos rasgo fue de una maravillosa remisión, el segundo de una maravillosa devoción, el tercero de una maravillosa asociación, el cuarto di un maravilloso abandono, el quinto de una maravillosa atracción el sexto de una maravillosa consumación y el séptimo de una maravillosa reducción."11
Entretanto, si abrimos los Anales de la orden de los Cartujos vemos también la devoción al Sagrado Corazón, aceptada y propagada por los hijos de San Bruno.
En 1340, Ludolfo el Cartujo, escribía estas impresionantes palabras: "En el Corazón de Jesús, herido con una herida de amor: causa nuestra, debemos conformar toda nuestra entera voluntad a la voluntad divina, aceptar en todo y en todas partes el buen de seo de Dios, a fin de que devolviéndole amor por amor, podamos penetrar por la puerta de su costado hasta su divino Corazón. Allá uniremos nuestro amor con el amor de Jesús, que igual que el fuego cuyo calor penetra el hierro y lo transforma todo en sí mismo penetrará nuestro amor, lo llenará y transformará, de forma que e uno y el otro no serán más que un solo y mismo amor...
El alma debe conformar su voluntad toda entera a la voluntad de Dios, por reconocimiento hacia esta herida de amor que Jesucristo recibió sobre la cruz, cuando la flecha de un indomable, amor traspasó su Corazón, más dulce que la miel.
Para tener la valentía de seguir estas enseñanzas, el cristiano si acordará del amor soberanamente excelente del que Jesús nos dio prueba haciéndose abrir el costado, que nos ofrece una amplia en tracia para penetrar hasta su Corazón. Que el alma pues, se apresure a entrar dentro de ese divino Corazón, que ella reúna todo e amor de que es capaz y le una al amor divino."12

Nos encontramos ahora con el piadoso Lansperge, otro discípulo de san Bruno. Este eminente religioso vivió 150 años antes que santa Margarita María. "Nadie antes que él, dice su historiador, había desarrollado tan claramente los principios de la devoción al Sagrado Corazón; nadie antes que él, había preparado tan bien como él lo hizo, los caminos al culto del Sagrado Corazón."13
He aquí sus expresivas palabras; creeríamos oír a la piadosa visitandina de Paray le Monial. "Querido hijo mío, escribía a uno de sus jóvenes hermanos en religión, prestad atención a excitaros a venerar al Corazón tan bueno de Jesús, ese Corazón tan desbordante de amor y de misericordia. Honradle con un culto asiduo; besadle y entrad con el pensamiento en este Corazón que se os ofrece abierto. Pedid, a través de él lo que deseéis; ofrecedle todas vuestras acciones, pues es el vaso que contiene todas las gracias celestiales, la puerta por la que vamos a Dios y por la que Dios viene a nosotros. Meted, pues, en un lugar donde deba pasar a menudo, alguna imagen de este divino Corazón. Os excitará en el amor de Dios y os recordará a menudo a obrar a través de él: Y al mirarla, acordaos que estáis en el exilio y en la miserable esclavitud del pecado. Luego, con gemidos, con suspiros y ardientes aspiraciones, orientad nuestro corazón hacia Dios; después, recogiéndoos en vuestro espíritu, sin ningún ruido de palabras, o bien usando palabras, si os son le ayuda, levantad la voz hacia el Señor, para obtener la purificación de vuestro corazón y la unión de vuestra voluntad a la del Corazón de Jesús, es decir con toda sumisión a lo que Dios disponga. También podríais igualmente, si la devoción interior os impulsa, abrazar esta imagen, a saber, el Corazón del Rey-Jesús, y persuadiros en vuestro espíritu, que tenéis verdaderamente entre los labios y bajo vuestros besos el divino Corazón del Salvador Jesús. ¡Oh! Entonces, arded con el deseo de adherir vuestro corazón al tuyo, de zambulliros y absorber en él vuestro espíritu. O bien, después de haberlo pedido, creed que de este amable Corazón, atraeréis hacia vuestro corazón su espíritu, su gracia, sus virtudes, y, 'finalmente, todo lo que encuentra de saludable en ese Corazón, y que es inconmensurable. En efecto, el Corazón de Jesús está abundantemente lleno de tesoros. Es una práctica muy útil y piadosa -honrar devotamente al Corazón del Señor Jesús. En vuestras necesidades, buscad junto a Él un refugio, para extraer con la consolación toda sabiduría, toda gracia y toda fuerza. Aunque los corazones de todos los hombres os abandonaran, permaneced en la calma y la confianza. Ese Corazón, que es tan fiel, no os engañará n, os abandonará jamás."14
En esta enumeración no podríamos olvidar a la célebre Compañía de Jesús. Su glorioso Fundador, san Ignacio, ansiaba encerrarse en las llagas sagradas de Jesucristo, y pedía ser purificado cada vez más por el agua misteriosa que brotaba de su costado divino: Aqua lateris Christi, lava me.
Uno de sus piadosos compañeros exclamaba: "El Corazón de Jesús, herido después de su muerte, se presenta como un remedio para todos los males. Abrieron con una lanza su costado, donde está su Corazón... Esta abertura del costado significa que el Corazón de Jesús fue golpeado y herido por nuestro amor."15
Otro hijo de san Ignacio se explica en estos términos: "Os suplico, por el amor ardiente de vuestro divino Corazón, y por vuestro Corazón humano traspasado por las aflicciones sin número que ha sufrido, que os dignéis imprimir mi corazón sobre vuestro Corazón traspasado." 16
"Jesucristo, al morir, dijo Cornelio a Lápide, ha querido darnos su Corazón; pues este Corazón fue traspasado por la lanza, para que dándonos así su propio Corazón, se nos entregara así todo entero."17
He aquí lo que el Padre Nieremberg, de la misma Compañía, dejó escrito: "La parte más desarreglada del hombre es el corazón; por eso convenía, para purificarlo, que el pecho de Jesucristo fuera traspasado por una lanza, cuya punta abrió su propio Corazón, que ardía de amor por Dios y por los hombres. Oh Salvador mío, estaba ya marcado con los rasgos del amor! ¿Por qué fue necesario que recibiera una segunda herida? Oh Caridad infinita de Jesucristo, que no le bastó la vida, sino que quiso declararse después de su muerte, abriéndonos su Corazón! ¡Ah, alma mía! Puesto que la puerta está abierta, entra con premura en el secreto recinto del amor. El discípulo bien-amado ha dicho que Jesús nos ha amado hasta el final; lo hizo incluso después del final, dándonos su Corazón después de la misma muerte... He aquí el pecho de Jesucristo bien abierto; he aquí su Corazón partido, y nosotros queremos conservar todavía nuestra voluntad entera!" 18

Podríamos también nombrar al bienaventurado Canisio, a san Luis Gonzaga, Suárez19, Luis Dupont20, al Padre de la Colombiére, que fue uno de los primeros confidentes de santa Margarita María.

Henos aquí ya en el siglo diez y siete. ¿Es que san Francisco de Sales encontrará nuevos acentos para el Sagrado Corazón? Pues sí, y de los más bellos. Escuchémoles: "El otro día, en la oración, decía a sus queridas hijas, considerando el costado abierto de Nuestro Señor y viendo su Corazón, me fue advertido que nuestros corazones estaban todos a su alrededor y que le rendían homenaje como a Rey soberano de los corazones; que por siempre sea nuestro corazón!21 "¿No queréis ser hijas adoratrices y sirvientas del Corazón de este divino Salvador? Es nuestro Maestro, nuestro Rey, nuestro Padre. Pensemos como servirle bien, y el pensará a su vez en bien favorecernos. Las religiosas de la Visitación podrán de verdad detentar el nombre de hijas evangélicas, establecidas en este último siglo para ser las imitadoras del Corazón de Jesús, en la dulzura y en la humildad, base y fundamento de su orden, que les dará el privilegio de la gracia incomparable de ostentar la cualidad de hijas del Sagrado Corazón de Jesús."22


II. Santas que han hablado del Sagrado Corazón
Hasta ahora hemos interrogado sobre la devoción al Sagrado Corazón solamente a los padres de la Iglesia, a los teólogos y a los hombres de Dios. Las santas, que vivieron en el claustro o en el mundo, tienen también cosas que revelarnos sobre el tema importante que nos ocupa. No pudiendo citarlas a todas, nos limitaremos tan sólo a algunas de ellas.
Dice santa Clara: "Oh Jesús amabilísimo, por la llaga de tu costado, por la infinita misericordia que nos habéis mostrado queriendo que vuestro Corazón nos fuera abierto a todos, dignaos librarme de los males pasados, presentes y futuros; concededme una fe viva, una firme esperanza y una perfecta caridad, a fin de que os ame de todo corazón, con toda mi alma y todas mis fuerzas."23
Esta santa Fundadora trasmitió a sus hijas, como una piadosa herencia, su devoción al Corazón de Jesús. Así tenemos a santa Margarita de Cortona24 y a santa Ángela de Foligno, que descollaron por su tierno amor al Sagrado Corazón."
Escuchemos a santa Matilde de Saxe, religiosa benedictina, hablar del Corazón de Nuestro Señor a un alma del siglo: "Escuche, dice ella, la voz del Corazón de Jesús traspasado de amor; ella os hablará de la caridad de Dios... Piense en la herida hecha por la lanza que penetró hasta el fondo del corazón. Deteste en ella todos sus pecados, y conseguiréis conocer a Dios más de cerca".26
¿Qué diremos de santa Matilde de Hockborn, la amiga fiel de santa Gertrudis? Ella concibió bien pronto, como aseguran sus biógrafos, "una extrema devoción hacia el divino Corazón de Jesucristo".27 "Si debiera escribir, decía la santa, sobre todos los bienes que me han sobrevenido por este benignísimo Corazón de Dios, un libro grueso, como el de Maitines, no bastaría".28 Ella interpreta los latidos de este divino Corazón, como las palabras que Dios dirige a un alma amante.29
Ella conocía bien las disposiciones íntimas, todas llenas de ternura hacia los hombres.3° De ese divino Corazón salen rayos que penetran31, una llama de amor que abrasa32, una suavidad que embalsama33 . Por él recibimos la comunicación de todos los bienes34; es como una copa de oro de la que beben todos los elegidos35, como un festín del que participan todos ellos36, como la mansión mística de los santos.37
Escuchemos ahora a la misma santa Gertrudis; santa Margarita María no hablaría de otra manera. " iOh Dios mío, Oh Dios mío, Oh Jesús, el único objeto de mi ternura! Recibidme, ahora mismo, bajo la amable protección de vuestro Sagrado Corazón, a fin de que viva enteramente para vos! Atraedme por la dulzura de vuestro amor, y tomad posesión de todo mi ser... En este mismo instante, arrebatadme y sumergidme en este mar de vuestra inmensa caridad... Arrojadme en este horno ardiente de vuestro Sagrado Corazón, y mantenedme en este hogar de amor hasta que por la violencia del incendio, quede consumida y reducida a cenizas. Allí, Oh dulce Jesús mío, consoladme con vuestra amable presencia. Allí hacedme escuchar la dulce voz de vuestra hermosa y cautivadora dilección, y llamadme hacia vos; allí, recibidme con los abrazos de vuestra infinita caridad; allí, en la suavidad de vuestro espíritu, atraedme dentro de vos mismo y consumidme en el abismo de vuestra perfecta posesión. Allí, finalmente, concededme el gozo eterno de vuestra presencia, porque mi alma os desea exclusivamente, Oh Jesús, de entre todos los objetos amables de este mundo, puesto que sois de verdad el más amable y el más querido de mi corazón!"38
" i0h amor! Sois el agua viva de la que tengo tanta sed. He aquí mi corazón que se inclina hacia vos, con un ardor que me atormenta. Abridme la entrada saludable de vuestro amable Corazón; he aquí el mío. De ahora en adelante no quiero tenerlo a mi disposición; sino vos, tesoro mío, poseedlo y conservadlo en vuestra secreta morada".39
"Oh Dios de amor, dichosa el alma que, por una unión inseparable de caridad, se adhiere a vos; dichoso el corazón que está favorecido con la unión con vuestro Corazón y obtiene así una amistad indisoluble con vos".4°
"Oh Jesús, mi dulce esperanza, que vuestro Corazón divino, traspasado ya por mi amor, y abierto sin cesar a todos los pecadores, sea el primer lugar de refugio para mi alma al salir de su cuerpo, y que allí, en el abismo infinito de vuestro amor, todos mis pecados queden disueltos y consumidos en un momento".41
Jesucristo se apareció un día a santa Lutgarda, otra virgen benedictina: Abriéndole su pecho sagrado, como a santa Margarita María, le dijo: "Mira aquí lo que debes amar, deja los atributos del amor humano y encontrarás en mi Corazón delicias ine-fables."42
Si preguntamos a las hijas de Santo Domingo, encontramos en ellas los mismos sentimientos hacia el Corazón de Jesús. Empecemos por santa Catalina de Siena, que tuvo un papel tan importante en el siglo catorce. Favorecida con una aparición, oyó una voz que la dijo: "Acerca tus labios a mi costado, yo te descubriré los secretos de mi corazón".43
Jesucristo le da su Corazón a cambio del suyo`, y le imprime, como a santa Gertrudis, de una manera invisible, pero dolorosa, los estigmas de su pasión."
Un día preguntaba ella por qué Nuestro Señor había querido que su costado fuera abierto. Y recibió de El esta respuesta: "El fin principal que yo pretendía era revelar a los hombres el secreto de mi Corazón, a fin de que comprendieran que mi amor es mayor que los signos exteriores que haya dado, pues mis sufrimientos tuvieron un término, pero mi amor nunca lo tendrá".46
En un éxtasis, santa Francisca Romana contempló al Cordero en su trono. De la llaga del costado vio brotar una fuente límpida, donde apagaban su sed los Espíritus bienaventurados; luego, oyó estas palabras: "Yo soy el amor fiel; soy yo quien transforma el alma cuando está abrasada con el fuego de la caridad. Ella entra entonces en el santuario de mi Corazón, abandonándose totalmente a mi voluntad. El alma que bebe de esta fuente, se embellece y ennoblece al instante; y todas las almas pueden venir a beber de ella, pues la fuente está abierta a todos."47
La Santa penetra pues con el pensamiento en el santuario de este adorable Corazón. Dice a este propósito: "En este divino Corazón, percibía como un mar de extremada dulzura donde encontraba una alegría indecible y el bien soberano. No podía ver *el fondo de este mar, pues se me aparecía como un abismo. Pero en-traba y cada vez percibía mejor su profundidad; y cuanto más de-gustaba aquellas aguas, tanto más mi sed se volvía insaciable."48
Pasemos por alto santa Catalina de Bolonia, santa Ángela de Foligno y santa Catalina de Génova, de las que ya conocemos su devoción al Sagrado Corazón de Jesús.49 Tampoco diremos nada de los sentimientos de santa Catalina de Ricci, ni de santa Rosa de Lima, de santa Magdalena de Pacis, ni de santa Juana de Valois, hacia este divino Corazón.50
Antes de cerrar esta época de transición, citemos sin embargo dos nombres muy queridos a todas las almas. Son la venerable María de la Encarnación y santa Juana de Chantal.
La primera precede algunos años a santa Margarita María. Escuchemos lo que nos dice: "Por este Corazón de mi Jesús, mi camino, mi verdad y mi vida, yo me acerco a Vos, Padre eterno. Por este divino Corazón yo os adoro por todos aquellos que no os adoran; yo os amo por todos aquellos que no os aman; yo os reconozco por todos los ciegos voluntarios, que por menosprecio no os conocen. Yo quiero, por este divino Corazón, satisfacer los deberes de todos los mortales. Yo hago, en espíritu, la vuelta al mundo, para buscar a todas las almas rescatadas con la sangre preciosa de mi divino Esposo... y que no viven para El... ¡Ah! Haced que vivan para este divino Corazón... y que estén eternamente con vos, bajo los auspicios de este Corazón sagrado."51
¿Qué nos dirá a su vez, la piadosa fundadora de la Orden de la Visitación, que Nuestro Señor escogió con preferencia sobre tantas otras, para hacerla la cuna de la devoción a su divino Corazón? He aquí lo que ella expresa a sus hijas: "Considerad que no solamente nuestro dulce Salvador nos muestra su amor en toda la obra de nuestra Redención, sino que nos obliga especialmente a nosotras, las de la Visitación, por el don y favor que nos ha hecho, a nuestra Orden y a cada una de nosotras en particular, de su Corazón, o para decirlo mejor, de las virtudes que en El residen; la participación que nos ha correspondido de todos sus tesoros... Nos es bien dulce que Jesús nos ha escogido para hacernos las hijas de su Co-razón."52

III. El Sagrado Corazón en los tiempos modernos
Vamos ahora a recorrer una nueva fase de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Hasta aquí, esta devoción no había salido de los límites del culto privado, pero llega la hora de franquearlos. "Ese impulso le será dado sucesivamente por dos almas predestinadas, que trabajaron sin conocerse mutuamente, pero que Dios hizo concurrieran hacia el mismo objetivo. Me refiero a san Juan Eudes y a santa Margarita María."53
lo. El Padre Eudes nació el 15 de Nov de 1606, en Ri, diócesis de Séez. Muy pronto se sintió llamado a la vida religiosa. Entró en la congregación del Oratorio; pero apercibiéndose que el veneno del jansenismo ya empezaba a infectarlo, se salió para fundar una sociedad toda ella dedicada a los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Predicó esta doble devoción en todos los lugares donde evangelizó. Compuso oficios y estableció archicofradías en su honor. Estos oficios y cofradías fueron aprobados por un gran número de Obispos de Francia, por el cardenal Vendôme, legado de la Santa Sede, en 1668, y por la propia Sede Apostólica bajo los pontificados de Clemente IX y de Clemente X, en 1674.
"Fue el 20 de octubre de 1672, nos dice el P. Dufour, secretario del P. Eudes, cuando comenzamos a solemnizar la fiesta del divino Corazón de Nuestro Señor, con indulgencias de cuarenta horas"54. Esta fiesta se generalizó y fue aceptada por muchos obispos.55
El Padre Eudes, en su magnífica obra titulada: Le Livre du Coeur admirable, que no fue concluida hasta 1680, consagra las últimas ochenta páginas al Corazón de Jesús. Es un tratado completo; es como el testamento del glorioso apóstol del Sagrado Corazón
"El Padre Eudes, escribe el sabio cardenal dom Pitra, es el doctor que da la fórmula precisa del nuevo culto, expone el fundamento teológico, responde a los adversarios, determina el sentido práctico y litúrgico, asigna un rito, cantos, oraciones, provoca fiestas, corporaciones, ordenanzas episcopales, breves apostólicos, destinados a propagar y a perpetuar la nueva institución."56

Así se inauguraba el culto público al Sagrado Corazón de Jesús; pero no es más que el comienzo; haría falta el concurso que lo condujera a su ulterior desarrollo. Esta será la obra de santa Margarita María de Alacoque.
2o. Esta santa nació en 1647, en la parroquia de Verosvres, de la Diócesis de Autun. Desde su infancia fue prevenida de gracias sorprendentes. A los 24 años, entraba en el monasterio de Paray-leMonial. Ella se enterró allí en el silencio y la soledad, bajo la dirección misma de Jesucristo" . Ella hablaba a menudo con el Señor. A su Corazón se dirigía habitualmente.
"Nuestro Señor, dice la Bula de su Beatificación, la hizo saber que le sería muy agradable que fuera establecido el culto de su Sagrado Corazón y que quería conferirle, a ella personalmente, esta misión." Un día, ella lo cuenta así, estando delante del Santísimo Sacramento, era el 15 de junio de 1675, me encontraba todo investida de la presencia de mi Dios, pero tan fuertemente, que estaba enteramente olvidada de mí misma y del lugar donde estaba, y yo me abandonaba a su divino Espíritu, entregando mi corazón a la fuerza de su amor. Me hizo reposar largo tiempo sobre su pecho divino, donde me descubrió las maravillas de su amor y los secretos inexplicables de su Sagrado Corazón, que hasta aquel momento me había ocultado.
"He aquí como la cosa sucedió. Mi divino Corazón, me dijo, está tan apasionado de amor por los hombres, que no ha omitido nada, hasta agotarse y consumirse, para testimoniarles su amor; y como respuesta no recibo de la mayoría más que ingratitudes, con sus irreverencias y sus sacrilegios, con sus frialdades y desprecios que tienen conmigo en el sacramento de mi amor. Pero para mí lo más doloroso, es que son los corazones de las almas que me están consagradas, los que actúan así. Por esto te pido que el primer viernes después de la Octava del Stmo. Sacramento, sea dedicado a una fiesta particular en honor de mi corazón"58.
Ayudada por el Padre de la Colombiére y el Padre Croiset, la beata Margarita María se puso a la obra para cumplir los deseos de Jesús. No les faltaron las oposiciones, pero con la gracia de Dios, ella tuvo la consolación, antes de bajar a la tumba, de ver establecido el culto del Sagrado Corazón, en muchos lugares, con la au-torización de la Santa Sede. A su muerte, que acaeció en 1690, se constata que este culto había penetrado no solamente en casi toda Europa, sino también en América, en la India y hasta en la China59

En 1687, el monasterio de la Visitación de Dijon, encargó al cardenal Cibo que presentara al Santo Padre una petición para obtener la institución de la fiesta y del culto al Sagrado Corazón en la Iglesia universal. La petición era prematura; por ello fue rechazada.
El convento de Annecy, en 1697, avalándose con el patronazgo de la reina de Inglaterra, entonces exilada, María-BeatrizEleonora del Este, esposa de Jaime II, destronada en 1690, renovó las instancias en curso de Roma. El portador de la petición era el cardenal Janson, acreditado ante la Santa Sede en calidad de em-bajador; su misión era muy delicada. El Memoriale fue redactado por uno de los postuladores, Frigidiano Castagnari, abogado del Sagrado Palacio.
La contra-partida fue sostenida por el promotor de la Fe, Próspero Bottini, arzobispo de Myra. La decisión no fue la que esperaban las Visitadinas de Annecy. En lugar de conceder la fiesta del Sagrado Corazón con una misa propia, la Santa Sede, teniendo en cuenta la recomendación de la Reina de Inglaterra y del cardenal Janson, concedió simplemente el permiso de celebrar, el día pedido, la misa de las Cinco Llagas, en los monasterios de la Orden solamente.
Esta solución no impidió la propagación de la devoción al Sagrado Corazón, ni los dones espirituales de los Soberanos Pontífices. Inocencio XII publicó 37 concesiones en siete años; Clemente XI dio 214 en 21 años; Inocencio XIII, 39 en 3 años y Benedicto XIII 80 en seis años.
La protección visible que el Sagrado Corazón concedió a la ciudad de Marsella cuando la peste azotaba la ciudad, en 1720, dio un nuevo impulso a esta saludable devoción y causó la puesta en marcha de nuevo de la causa, delante de la Congregación de Ritos, en 1726.
Mons. de Belzunce, obispo de Cracovia, el rey de Polonia, la Visitación de Paray-le-Monial, en nombre de los otros monasterios de la Orden, el rey de España Felipe V, pidieron, los unos para sus diócesis, otros para toda la Iglesia, un oficio y una misa propios en honor del Sagrado Corazón.
El eminente Postulador fue el Padre Galiffet, jesuita. Tuvo por oponente al célebre cardenal Larbertini, promotor de la Fe, y que luego fue Papa bajo el nombre de Benedicto XIV. La memoria, para causar más impresión, sin duda, daba como cierto, que el corazón era la sede natural, el verdadero co-principio de todas las virtudes y de todas las afecciones interiores60; pero esta cuestión científica era controvertida por los fisiólogos, como lo es todavía hoy día; la petición fue rechazada el 12 de julio de 1729. Se hicieron nuevas instancias, pero Roma fue contestando todavía con una negativa formal, el 30 de julio de 1729.
La causa fue reanudada bajo el Papa Clemente XIII. Los postuladores fueron numerosos y pertenecían a todos los rincones del mundo. Entre ellos se encontraban 148 obispos, varios príncipes, entre ellos Augusto III de Leczinski, rey de Polonia. La Sagrada Congregación, después de haber maduramente examinado el nuevo Memoriale, anuló el 6 de Feb. de 1765, la decisión del 28 de julio de 1729, y aprobó oficialmente la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Y además concedió al reino de Polonia y a la Archidiócesis Romana un oficio y una misa propios. Este memorable decreto fue aprobado por Clemente XIII.

IV. Conatos del infierno contra el Sagrado Corazón
El infierno se desencadenó con violencia contra esta devoción que Nuestro Señor venía a dar al mundo, como un remedio eficaz, un medio de regeneración y salvación.
El protestantismo fue su más cruel enemigo. Por los fermentos que había diseminado en las sociedades, produjo efectos desastrosos. Por todas partes introdujo la revuelta, en los espíritus como en los corazones, y fue la fuente de todos los errores contemporáneos. Fue ello que dio origen al libre pensamiento, al filosofismo y al racionalismo, que ahogan la fe y matan a las almas.
Es la gran herejía de los últimos tiempos, anunciada por el Apocalipsis, para hacer la guerra a Cristo y a su Iglesia. Esta herejía ha salido de los pozos del abismo. Colocada entre dos mundos, tiende una mano a todas las sectas del pasado y del presente y la otra a todos los incrédulos del futuro. Es como la sentina de todas las inmundicias intelectuales; por ello no puede ofrecer a las generaciones futuras, más que emanaciones pútridas.
Ella se arroga la misión de negar la autoridad de la Iglesia romana y la supremacía del Pontífice; pero, en cambio, reconoce al hombre derechos insensatos, exalta fuera de medida a la razón, la sustrae a todo control, proclama su independencia y la inviste de una suerte de infalibilidad. En cuanto a lo sobrenatural, lo detesta y lo proscribe.
Esto es el protestantismo, que nos legó un monje apóstata del siglo XVI. La Santa Sede lo condenó solemnemente; pero él se hizo aún más audaz, y se creyó con autoridad para atacar todos los dogmas y todas las prácticas piadosas. Atacó con rabia la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, apenas había hecho su aparición. Sin embargo, ni su odio ni su furor impidieron que esta devoción se propagara y echara raíces profundas.
El demonio, envidioso de esta difusión, ideó otro medio para detenerla. Viendo que el protestantismo inspiraba demasiado recelo, hizo nacer otra secta, que bajo la apariencia de una falsa virtud y de una piedad austera, tenía los mismos principios y alimentaba la misma aversión hacia la Iglesia y la devoción al Sagrado Corazón. Era el Jansenismo.
Sus partidarios tenían la pretensión de reformar la religión, que no era la de los apóstoles, según decían, ni la de Jesucristo. Aunque parecían se inclinaban con un respeto hipócrita ante la autoridad de la Santa Sede, no se sentían obligados a aceptar, ellos mismos, sus decisiones, que siempre eludían.
Pretendían que Jesucristo sólo había muerto para los predestinados y que Dios rehusaba su gracia a todos los demás. Propagaban con un celo infatigable esta doctrina, desesperanzadora, indigna de Dios, que ha creado todos los hombres y de los que continúa siendo Padre, e insultante para Jesucristo, cuya misericordia restringían.
Se comprende sin dificultad el odio que mostraban hacia el Sagrado Corazón de Jesús, este horno de caridad universal, ese centro del amor divino, esa fuente inagotable de toda bondad. Así se comprende que utilizaran todos los medios para ridiculizar la nueva devoción y asfixiarla desde sus comienzos.
Permaneciendo siempre en el seno de la Iglesia y cubiertos con la máscara de la religión, los jansenistas extendían por todas partes su veneno mortal y destruían la fe de las almas, alejándolas de los sacramentos de la Eucaristía y de la Penitencia, del culto a la Virgen Santísima y de los Santos. Francia, Austria, Alemania, los Países Bajos e incluso una parte de Italia sufrieron la infección de tales errores.
Tal vez algunos ignoran la triste influencia que tuvo el jansenismo en los acontecimientos de 1790 a 1793. La Constitución civil del clero y las matanzas que le siguieron fueron su miserable obra. Cuarenta sectarios suyos tenían sus puestos en la Asamblea nacional, y por odio a la Iglesia romana, idearon esta Constitución cismática y la hicieron votar.61
En cuanto a la devoción al Sagrado Corazón, la miraban con horror. Consiguieron inspirar su aversión a los propios verdugos de la gran revolución. La Sra de la Billiere vio morir a su marido en el cadalso, por haber recibido en su casa un sacerdote católico; y ella misma y sus dos hijas, fueron conducidas delante del tribunal. ¿Cuál era su crimen? El de haber distribuido imágenes del Sagrado Corazón a los paisanos que moraban en torno del castillo de su familia. Fueron condenadas y vertieron su sangre por amor al Sagrado Corazón.62 Y no fueron las únicas víctimas.
El decreto de 1765, formulado por Clemente XIII a favor de la devoción al Sagrado Corazón, excitó tremendamente el furor de los jansenistas. Quisieron explicarlo de manera que atenuaban su significado. Es lo que hizo el Obispo de Pistoia, en una carta pastoral. Y envanecido por este golpe de audacia, convocó un sínodo donde calumnió y rechazó la devoción al Sagrado Corazón, en 1786.
Otros prelados jansenistas de Italia y Alemania, se levantaron también contra el nuevo culto, que tildaron de abusivo y herético. Y emitieron disposiciones para abolir las cofradías erigidas en honor del Sagrado Corazón.
Llegaron incluso a condenar judicialmente a las personas que valientemente, distribuían libros en los que trataba de la devoción al Sagrado Corazón.63
Los jansenistas de Francia, siguiendo el ejemplo de los de otras naciones, se opusieron, por todos los medios, a la celebración de la fiesta del Sagrado Corazón, concedida por la Congregación de Ritos. Trataron de Cordicolas, de Alacoquistas e incluso de idólatras, a los que abrazaban la devoción al Corazón de Nuestro Señor Jesucristo. Organizaron consultas, según se estilaba para los mayordomos de iglesias, para poder incluso hacer resistencia en el interior de las iglesias.64
Para justificar su oposición, estos sectarios pretendían que los católicos separaban al Corazón de Jesús de su divinidad y cometían pecado de idolatría en su culto. Decían, además, que la devoción a la sagrada Eucaristía era suficiente, que encerraba la del Sagrado Corazón y que esta última era inútil, por lo tanto, e incluso peligrosa.65

El error, apoyándose sobre las falsas decisiones del sínodo de Pistoia, se creyó en un momento dado, triunfante. Levantaban por todas partes ya sus baterías para asegurar la victoria definitiva, pero encontraron a Pío VI frente a frente. Este gran Papa, habiendo hecho examinar con cuidado, por los teólogos más competentes, todas las proposiciones de este pretendido sínodo, las condenó solemnemente el 28 de agosto de 1794, con su Bula Auctorem Fidei, y aprobó sin reserva el culto del Sagrado Corazón de Jesús.


V. Triunfo del Sagrado Corazón
Esta decisión de la Santa Sede dio nuevo impulso a la devoción. Se establecieron congregaciones, cofradías y asociaciones en honor del Sagrado Corazón, a pesar de ser tiempos tan aciagos. Poco a poco el entusiasmo cundió por todas partes, en Alemania, en Italia, y en todas las regiones de Europa y de América. Francia, como siempre, en el lugar de honor. Casi todos los obispos de la nación, se encontraron reunidos en junio de 1856, en la misma capital, para una gran ceremonia, presidida por un legado apostólico. Bajo la iniciativa de Mons. de Marguerye, obispo de la Diócesis de Autun, donde se encuentra Paray-le-Monial, dirigieron una súplica, a través del cardenal-arzobispo de Lion, al representante de la Santa Sede, Su Eminencia el cardenal Patrizzi. En esta súplica, expresaban el deseo que la fiesta del Sagrado Corazón fuera extendida a la Iglesia universal y se convirtiera de ahora en adelante en parte integrante de la liturgia católica. La petición fue atendida favorablemente y, el 23 del siguiente agosto (1856), la Congregación de Ritos, por orden de nuestro Santo Padre el Papa Pío IX, expidió el decreto que hacían el oficio, la misa y la fiesta del Sagrado Corazón obligatorios en toda la Iglesia.66
Este decreto tiene una doble importancia histórica: marca una fecha, ya inolvidable y fija un punto de partida cuya proyección todos comprenden fácilmente. Primero, la Iglesia entera rendirá homenajes públicos y oficiales a ese Corazón adorable de Jesucristo, hará subir hacia él, y en nombre de todos los fieles, ardientes oraciones, y reparará con sus adoraciones los ultrajes que se hacen a su amor. Además, de esta Acta apostólica se destaca otro hecho significativo, desde el punto de vista doctrinal. Con este Breve en efecto, el Soberano Pontífice establece, como lo había hecho ya Clemente XIII, que el "Corazón de Jesús, herido por nuestros pecados", está realmente colmado de una inmensa caridad." Así es como estimula a los fieles a darle pruebas de su más tierno afecto .68
Así constatamos ahora, dentro de este precioso documento de Pío IX, que el doble objeto de la devoción al Corazón de Nuestro Señor está magníficamente concretado.
La misma verdad se nos manifiesta, con tanta luminosidad como precisión, en los elementos concernientes a la beatificación de santa Margarita María. El decreto sobre la aceptación de los milagros de la Santa, que salió a luz en mayo 1864, dice expresamente que el Sagrado Corazón de Jesús es el horno de donde se escapa y se expande por todas partes el incendio divino,69 que es la fuente de donde brotan los torrentes de delicias que embriagan a las almas, y en donde ellas acuden a obtener todas las virtuctes.70
El Breve de la Beatificación es tal vez aún más explícito. Afirma que Jesús, al inmolarse sobre la cruz, no tiene en vista más que el excitar de todas formas, en las almas, las llamas en las que su Corazón se abrasaba; que este Corazón sagrado, sede de la divina Caridad, 71 está lleno de amor y de suavidad.72
El culto del Corazón de Jesús, del que acabamos de delinear la historia, siguiendo el curso de los siglos, reclamaba una sociedad de apóstoles, que oficialmente fueran los encargados de esparcirla por todas partes.73 Esta sociedad, Dios la ha suscitado en los últimos tiempos y ha dispuesto colocar su cuna en el centro de Francia, en Issoudun. El 12 de junio de 1874, la Santa Sede, por un decreto especial, la reconoció solemnemente y dio a sus miembros la gloriosa e incomparable misión de propagar en todos los pueblos la devoción al Sagrado Corazón y desenvolverla en las almas como un medio eficaz de extender la fe católica.74 Les concedió, el 17 de Octubre de 1875, una misa y un oficio propios del Sagrado Corazón, con rito doble de segunda clase, con octava.75
En fin, Pío IX, "que nada deseaba tanto como ver que el Corazón Sagrado de Jesús fuera amado de todos y honrado de todos",76 Pío IX, que se había declarado por un Breve particular, el fundador y el Superior General de este nuevo Instituto en el que había puesto su corazón y sus pensamientos77, aprobó las Constituciones el 12 de enero de 1877  78, e hizo los votos más ardientes para su prosperidad: le trazó su programa y le colmó de sus bendiciones.79
El error, apoyándose sobre las falsas decisiones del sínodo de Pistoia, se creyó en un momento dado, triunfante. Levantaban por todas partes ya sus baterías para asegurar la victoria definitiva, pero encontraron a Pío VI frente a frente. Este gran Papa, habiendo hecho examinar con cuidado, por los teólogos más com-petentes, todas las proposiciones de este pretendido sínodo, las condenó solemnemente el 28 de agosto de 1794, con su Bula Auctorem Fidei, y aprobó sin reserva el culto del Sagrado Corazón de Jesús.
V. Triunfo del Sagrado Corazón
Esta decisión de la Santa Sede dio nuevo impulso a la devoción. Se establecieron congregaciones, cofradías y asociaciones en honor del Sagrado Corazón, a pesar de ser tiempos tan aciagos. Poco a poco el entusiasmo cundió por todas partes, en Alemania, en Italia, y en todas las regiones de Europa y de América. Francia, como siempre, en el lugar de honor. Casi todos los obispos de la nación, se encontraron reunidos en junio de 1856, en la misma capital, para una gran ceremonia, presidida por un legado apostólico. Bajo la iniciativa de Mons. de Marguerye, obispo de la Diócesis de Autun, donde se encuentra Paray-le-Monial, dirigieron una súplica, a través del cardenal-arzobispo de Lion, al representante de la Santa Sede, Su Eminencia el cardenal Patrizzi. En esta súplica, expresaban el deseo que la fiesta del Sagrado Corazón fuera extendida a la Iglesia universal y se convirtiera de ahora en adelante en parte integrante de la liturgia católica. La petición fue atendida favorablemente y, el 23 del siguiente agosto (1856), la Congregación de Ritos, por orden de nuestro Santo Padre el Papa Pío IX, expidió el decreto que hacían el oficio, la misa y la fiesta del Sagrado Corazón obligatorios en toda la Iglesia.66
Este decreto tiene una doble importancia histórica: marca una fecha, ya inolvidable y fija un punto de partida cuya proyección todos comprenden fácilmente. Primero, la Iglesia entera rendirá homenajes públicos y oficiales a ese Corazón adorable de Jesucristo, hará subir hacia él, y en nombre de todos los fieles, ardientes oraciones, y reparará con sus adoraciones los ultrajes que se hacen a su amor. Además, de esta Acta apostólica se destaca otro hecho significativo, desde el punto de vista doctrinal. Con este Breve en efecto, el Soberano Pontífice establece, como lo había hecho ya Clemente XIII, que el "Corazón de Jesús, herido por nuestros pecados", está realmente colmado de una inmensa caridad." Así es como estimula a los fieles a darle pruebas de su más tierno afecto.68
Así constatamos ahora, dentro de este precioso documento de Pío IX, que el doble objeto de la devoción al Corazón de Nuestro Señor está magníficamente concretado.
La misma verdad se nos manifiesta, con tanta luminosidad como precisión, en los elementos concernientes a la beatificación de santa Margarita María. El decreto sobre la aceptación de los milagros de la Santa, que salió a luz en mayo 1864, dice expresamente que el Sagrado Corazón de Jesús es el horno de donde se escapa y se expande por todas partes el incendio divino,69 que es la fuente de donde brotan los torrentes de delicias que embriagan a las almas, y en donde ellas acuden a obtener todas las virtudes.70
El Breve de la Beatificación es tal vez aún más explícito. Afirma que Jesús, al inmolarse sobre la cruz, no tiene en vista más que el excitar de todas formas, en las almas, las llamas en las que su Corazón se abrasaba; que este Corazón sagrado, sede de la divina Caridad," está lleno de amor y de suavidad."
El culto del Corazón de Jesús, del que acabamos de delinear la historia, siguiendo el curso de los siglos, reclamaba una sociedad de apóstoles, que oficialmente fueran los encargados de esparcirla por todas partes." Esta sociedad, Dios la ha suscitado en los últimos tiempos y ha dispuesto colocar su cuna en el centro de Francia, en Issoudun. El 12 de junio de 1874, la Santa Sede, por un de-creto especial, la reconoció solemnemente y dio a sus miembros la gloriosa e incomparable misión de propagar en todos los pueblos la devoción al Sagrado Corazón y desenvolverla en las almas como un medio eficaz de extender la fe católica.74 Les concedió, el 17 de Octubre de 1875, una misa y un oficio propios del Sagrado Corazón, con rito doble de segunda clase, con octava.75
En fin, Pío IX, "que nada deseaba tanto como ver que el Corazón Sagrado de Jesús fuera amado de todos y honrado de todos",76 Pío IX, que se había declarado por un Breve particular, el fundador y el Superior General de este nuevo Instituto en el que había puesto su corazón y sus pensamientos77 , aprobó las Constituciones el 12 de enero de 187778, e hizo los votos más ardientes para su prosperidad: le trazó su programa y le colmó de sus bendiciones.79


VI. Coronación de la Devoción al Sagrado Corazón
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es un monumento incomparable. Sus bases reposan sobre fundamentos indestructibles. Todas las generaciones han trabajado en erigirle, bajo la inspiración del Espíritu Santo. Nuestro Señor mismo, en 1675, reveló sus bellezas, trazó las postreras líneas e hizo resaltar las preciosas ventajas. Desde entonces, el edificio se ha desarrollado y perfeccionado cada vez más. No obstante, le faltaba todavía su coronamiento, para que estuviera completo. Este coronamiento fue consumado, preparado y colocado por el gran Pontífice de la Inmaculada Concepción80 , pero le estaba reservado a su eminente sucesor darle la última mano y sellar todos los cimientos.
Se trata de la devoción a Nuestra Señora del Sagrado Corazón. León XIII se dignó aprobarla y, para mostrar al mundo la importancia que le daba, estableció en el centro de Roma un templo magnífico donde existe hoy su foco de acción principal; erigió en su honor una archicofradía universal para el éxito de las causas difíciles y desesperadas, y la enriqueció de innumerables privilegios81. El mismo consideraba, pues, esta devoción a Ntra. Sra. del Sagrado Corazón como el complemento natural de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
En efecto, ¿qué es el Corazón de Jesús? ¡ La fuente de la gracia! Mas para utilizar y beneficiarse de esta fuente, se precisa un canal que nos aporte esas aguas saludables. Este canal es María: Omnia per Mariam. En este ministerio de la dispensación de los favores del Corazón de Jesús, María tenía que ostentar un nombre, que indicara este género de cooperación; este nombre es el de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. ¿Qué quiere decir este nombre? Quiere decir que Aquella que le trae, es a la vez y simultáneamente nuestra poderosa Abogada cerca del Corazón de su divino Hijo y la generosa Dispensadora de todos los tesoros que encierra.82
Este nombre de Nuestra Señora del Sagrado Corazón que hemos dado a María y el profundo significado que encierra, deben tener en el antiguo testamento y en la historia, como el culto al Sagrado Corazón de Jesús, al que está relacionado de una manera tan íntima, sus figuras, sus iniciaciones y sus desarrollos. Hemos consagrado ya diversos tratados y capítulos a esta importante cuestión83. Después de haber podido extraerlo de las sombras que le ocultaban y rodeaban, no será acaso inútil intentar exponerlo aún más todavía.
Hemos visto como los Apóstoles, instruidos por el Espíritu Santo84, conocieron las grandezas del Corazón de Jesús y los misterios de su amor. No podemos dudar que sabían que era la fuente maravillosa, predicha por los Profetas, 85 que debía difundir por el mundo sus aguas saludables, y que en él solo radicaba la salvación. Testigos de los maravillosos milagros operados en Caná y en otras circunstancias, a petición de María, sabían con certeza que esta abnegada Virgen ejercía un poder real sobre este Corazón adorable. Ciertamente no dejarían de comunicar a los fieles esta con-vicción. Por esto, desde los primeros siglos de la Iglesia, vemos que los confesores de la fe referían al Corazón del Verbo Encarnado, como a fuente verdadera, las gracias escogidas que recibían86. Mas, para recabar estas gracias, ¿a quién recurrían? A la Madre de Jesús, de la que conocían tan bien el poder y la ternura.87
Eso es lo que puede explicar la existencia de una célebre estatua, que la tradición asegura fue tallada por el mismo san Lucas, o a lo menos pintada por él." Esta estatua, que puede verse todavía en la gloriosa basílica de Oropa, cerca de Verceil, no lejos de Turín, representa a María de pie, teniendo su mano derecha, destacada del cuerpo y sosteniendo en ella un Sagrado Corazón de Jesús, que eleva a nivel de sus espaldas. Y ese Corazón está coronado por una cruz, y rodeado de llamas. Sobre el brazo izquierdo está sentado el Niño Jesús. En una de sus manos reposa una paloma, símbolo del alma fiel, y con la otra designa con el índice a su Madre como para decir: "Dirigiros a ella; yo he puesto en sus manos mi Corazón y todos los tesoros que encierra. Ella es la dispensadora. ¡Oh! Todos los que tenéis sed, venid sin miedo a pone-ros a sus pies,89 y rogadla de inclinar hacia vosotros el vaso sagrado de mi misericordia, que yo se la he entregado como dispensadora y de hacerlo bajar hasta vuestros labios, para calmar vuestra sed, bebiendo a largos sorbos: Inclina hydriam tuam ut bibam (Gen 24, 14).
Así pues, ya en los orígenes del cristianismo, vemos que los fieles ya recurrían a María, para obtener del Corazón de Jesús, que consideraban como la fuente de todas las bendiciones, los favores que necesitaban.
Esta es pues la devoción a Nuestra Señora del Sagrado Corazón; sólo le falta el nombre. Como vemos, remonta bien a los tiempos apostólicos, y para hacerla sensible, nos hubiera bastado si la hubiéramos conocido, la imagen de la Virgen de Oropa.
Puesto que María nos ha dado al Autor de la gracia, es justo que esta gracia nos sea distribuida por Ella; puesto que María es esta escala misteriosa por la cual el Salvador ha descendido hasta nosotros, es justo que nosotros subamos por ella hasta El; puesto que María es el árbol que ha producido el fruto de nuestra salvación, es justo también que vayamos a ella, para recogerlo. Esta verdad fundamental ha sido comprendida desde siempre, y los cristianos, guiados por la Santa Iglesia, la han seguido constantemente. Pues bien! En la cuestión que nos ocupa, no podría existir derogación de esta ley.


VII. Nuestra Señora del Sagrado Corazón
Desde la época, mil veces bendita, en que el Sagrado Corazón ha comenzado a atraer las miradas y donde los santos Doctores lo han señalado como la fuente de todas las gracias, las almas, gimiendo bajo el peso de su indignidad, han sentido que se requería para obtener estas gracias del divino Corazón, dirigirse a Aquella que lo formó con su sangre virginal, a Aquella que posee todas sus afecciones y por eso mismo todas las riquezas. Dice san Efrén Siro: "Sí, Oh María, vos tenéis todo el poder; como Madre de Dios, lo podéis todo, porque sobrepasáis en mérito y en dignidad a todas las criaturas: así que nada os es imposible."90 "He aquí porque vos sois la esperanza de los desesperados."91 "Si yo deseo obtener algunos favores de mi Salvador y de mi Rey, dice a su vez san Pedro Damián, vengo a vos, puesto que El ha puesto en vuestras manos todos los tesoros de su misericordia."92 "Y eso no es todo, esos tesoros los pone todos a vuestra disposición."93 "Vos podéis, pues, distribuirlos a quien os plazca, y en la medida que os plazca."94 "Nada más justo, añade el gran san Bernardino de Sena, que habiendo herido y atraído con vuestros atractivos incomparables al Corazón de Dios, que se encarnó en vuestro seno, que poseáis todas sus riquezas."95 "Oh, cuán magníficas e inenarrables son estas riquezas que encierra vuestro Corazón, Oh amable Jesús! Lo daría todo por poseerlas, ¡tengo tanta necesidad de ellas! ¿Pero qué haré yo en mi impotencia? Me dirigiré a vos, Madre mía, ya que conozco vuestro amor y vuestro poder. En efecto, ¿quién es más digno que vos, Oh María, de hablar a favor nuestro al Corazón de Nuestro Señor Jesucristo? Vos le hablaréis, Soberana nuestra, lo sabemos, pues vuestro Hijo os escucha siempre y todo lo que le pedís es siempre concedido."96
Un día, santa Gertrudis, arrebatada en éxtasis, exclamó: "Oh mi adorable Salvador, puesto que vos conocéis mi incapacidad, hacedme saber ¿por qué medio podría yo glorificar a vuestra divina Madre?" Jesús le contestó: "Alabándome en mi Corazón purísimo, que se formó en su casto seno!" La santa vio entonces a Nuestro Señor ofrecer a su bienaventurada Madre su Corazón deificado, bajo la apariencia de una copa de oro, a fin de que ella saboreara todas las suavidades y todos los favores que contenía. Ella lo hizo y quedó totalmente embargada de amor.97
Otra vez todavía, estando santa Gertrudis en oración, rogó a Jesucristo querer perdonar sus negligencias y aceptar en cambio; como compensación los méritos de la Virgen Santísima. Nuestro Señor se la apareció, y vio como ofrecía su sagrado Corazón a su amada Madre, diciendo: "Madre mía, os doy mi corazón, fuente sobreabundante de toda beatitud, y por él os aseguro de mi amor más afectuoso. En virtud de este amor que os tiene este Corazón os he preferido a toda otra criatura, os he predestinado desde toda la eternidad, os he creado, santificado y escogido con peculiar ternura para que fuerais mi Madre. En virtud de este amor os dí durante toda mi vida señales de mi afección filial, os estuve sometido en todas las cosas, como un buen hijo debe serlo respecto a su madre, a pesar de que mi imperio se extiende sobre el cielo y sobre la tierra; y en virtud de este mismo amor, que mi divino Corazón siente hacia Vos, olvidando, diríamos, sobre la cruz mis propios sufrimientos, compartí vuestro dolor, os consolé en vuestra profunda aflicción, y os confié a la guardia y solicitud de otro hijo y, en el día de vuestra gloriosa Asunción, os exalté por encima de los Ángeles y de los Santos y os hice Señora y Reina del Cielo y de la Tierra."98
Santa Matilde habla exactamente en el mismo sentido; dice así: "Un día conjuré a Nuestro Señor, hacer que un alma, que me era muy querida, quedara bien unida a su gloriosa Madre... Vi entonces a la Virgen Santísima que, tomada esta alma en sus brazos, la cubría de caricias y la presentaba a su divino Hijo. Jesús la recibió con alegría de las manos de su Madre y apoyando su boca sobre su Sagrado Corazón, le dijo: "Obtiene aquí todo para unirte más y más a mi Madre". Entonces esta alma, embriagada totalmente de felicidad, exclamó: " !Salve, Virgen incomparable! Os bendigo por este dulce néctar que brotó hacia Vos del Corazón de la Augusta Trinidad, para vuestra dichosa predestinación.99"
En otra ocasión, continúa la santa, me lamentaba a la Virgen María sobre la infidelidad de una persona. Esta buena Madre le dio el Corazón de Jesús, bajo la figura de una lámpara ardiente, mientras decía: "Te ofrezco el tan digno y tan noble Corazón de mi hijo a fin de que supla, por el pasado, el presente y el futuro, a vuestras negligencias en mi servicio." 100
Santa Matilde pidió un día a María, de qué la podría alabar. Ella le respondió: "De muchas cosas, pero felicítame sobre todo de que mi corazón estuviera tan abrasado del fuego divino que exhalaba del Corazón de mi Hijo, y de que él se encontraba como licuado por la dulzura del amor a este Corazón sagrado, que se difundió sobre mí en una plenitud tal, que jamás ninguna criatura podrá recibir más que yo. 101
Si del siglo XIII pasamos al XIV y XV, encontramos la misma doctrina expresada en términos muy equivalentes. He aquí lo que escribía un piadoso religioso de la Cartuja de Tréves, a un alma que él dirigía: "Os conjuro a no descuidar nunca, por vuestro propio interés, a honrar e invocar a la gloriosa Virgen María, esa dulce y misericordiosa Madre de Dios; pedidle que acceda a rogar por vos al Sagrado Corazón de su Hijo todo aquello de que os sentís necesitado; y cuando tengáis cualquier cosa que ofrecer a ese Divino Corazón, que sea siempre a través de sus manos benditas."102 "Y si sois buen hijo de esta divina Madre, decía otro hijo de San Bruno, entrad con ella en el Corazón de Jesús"103 Y mencionamos de nuevo a santa Margarita María. ¿Qué va a decirnos ella de las relaciones de la Virgen Santísima con el Sagrado Corazón? Escuchemos las cosas maravillosas que nos dice: "Me parece que se me representó un lugar muy eminente, espacioso y admirable en su belleza, en el centro del cual había un trono rodeado de llamas en el que estaba el amable Corazón de Jesús, con su llaga, de la que salían rayos tan ardientes y luminosos, que todo en este lugar estaba iluminado y calentado. La Virgen Santísima estaba a un lado, nuestro Padre San Francisco de Sales al otro, con el P. de la Colombiére y las Hijas de la Visitación". ¿Por qué María estaba sola en este lugar de honor? Pues, para cumplir con su oficio de Dispensadora de los dones del Corazón de su Hijo. "La Virgen Santísima nos invitaba con estas palabras maternales: Venid, amadas hijas, acercaos, pues voy a haceros depositarias de este divino Tesoro. "104 Se deducía pues bien que Nuestro Señor hubiera puesto a su disposición su divino Corazón, para que Ella pudiera disponer de él de esta manera.
Santa Margarita María estaba tan convencida que la Virgen Santísima tenía todo poder sobre el Corazón de Jesús, que a menudo la dirigía esta admirable oración: "Oh Santísima, amabilísima y gloriosísima Madre de Dios, Madre tan querida, Señora y Abogada a vos estamos todos entregados y consagrados, estamos orgullosos de perteneceros en cualidad de hijos, de siervos y de esclavos, por el tiempo y la eternidad. He aquí que de común acuerdo nos ponemos a vuestros pies para renovar los votos de fidelidad y servitud hacia Vos y para rogaros que como cosas vuestras que somos, nos ofrezcáis, dediquéis, consagréis e inmoléis ante el Corazón del adorable Jesús... y puesto que detentáis todo poder sobre este amable Corazón de Jesús, haz Madre cariñosa, que reciba y acepte esta consagración que hoy os hacemos en vuestra presencia y por vuestra mediación... Oh dulce esperanza nuestra, hacednos sentir vuestro poder sobre este amable Corazón de Jesús y usad vuestra influencia a favor nuestro, para acogernos en él para siempre. Rogadle que ejerza su imperio soberano sobre nuestras almas haciendo reinar su amor sobre nuestros corazones, a fin de que nos consuma y nos transforme todos en sí mismo."105
Un siglo más tarde, san Alfonso-María de Ligorio, amante hijo de María y apóstol celoso del Sagrado Corazón, sentirá también la necesidad de recurrir a la Virgen Santísima para recibir del Corazón adorable de Jesús lo que deseaba: "Oh María, decía, oh esperanza mía, vos obtenéis todo lo que queréis del Corazón de vuestro Hijo Jesús."106

VIII. Tipos diversos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón
La pintura también, a su vez quiso expresar con sus colores, esta idea tan justa, tan racional y tan conforme a la verdad.
Hemos hablado ya de la milagrosa estatua de Oropa, si no hecha por san Lucas, a lo menos pintada por él; digamos ahora algunas palabras sobre otra imagen muy antigua donde, la devoción a Nuestra Señora del Sagrado Corazón está expresada de forma casi idéntica.
En la diócesis de Nimes, cerca de Roquemaure, en una cueva tallada en la misma roca, vulgarmente llamada Sainte-Beaume, se encuentra, de tiempo inmemorial, un santuario dedicado a María. Se halla allí una imagen de la Virgen, que tiene al Niño Jesús en su brazo derecho, y sostiene en su izquierda el Corazón del divino Salvador, sobre el que Ella fija atentamente sus ojos... El Niño Jesús muestra un disco donde se ve escrita la palabra hebrea Esch o Hesch (ignis = fuego), que significa fuego divino, caridad o sacrificio. A un lado del cuadro, se halla un ángel, que sostiene esta inscripción: "Quanta audivimus et cognovimus ea, et patres nostri annuntiaverunt nobis... Filii qui nascentur et exsurgent et narrabunt filiis suis": Qué cosas tan grandes hemos oído, conocido, recibido de nuestros padres... Los hijos que nacerán y se educarán, las contarán a sus hijos.107 Y en el lado opuesto, hay otro ángel mostrando un libro abierto, donde se lee: "Omnes sitientes, venite ad aguas": Todos los que tenéis sed, venid a las fuentes."108
La Virgen está sobre un zócalo, que tiene esta inscripción: "Oración a Nuestra Señora de la Consolación, cuya imagen milagrosa fue hallada por José Quygranne, el 16 de mayo de 1647, en una gruta llamada ordinariamente la Sainte Beaume, a Cirac, canton de Roquemaure, diócesis de Nimes". Esta imagen remonta evidentemente a tiempos mucho más antiguos.109
La ciudad de Marsella, azotada por una peste de manera terrible en 1720, debió su preservación y liberación de la plaga, a un voto hecho al Sagrado Corazón por su heroico obispo Mons. de Belsunce. En recuerdo de este suceso memorable, el santo prelado hizo pintar este magnífico cuadro, cuya composición representa: El Padre Eterno aparece en la parte alta, con el Espíritu Santo; Nuestro Señor Jesucristo, más abajo, a la derecha, y sentado entre las nubes, muestra con sus dos manos su divino Corazón herido por la lanza, y rodeado de la corona de espinas. Del lado opuesto, la Virgen Santísima está de rodillas sobre las nubes, en actitud de súplica; y con las manos extendidas hacia el Corazón de su Hijo, ruega por la ciudad infortunada. Su oración es atendida y el terrible azote desaparece. En la parte inferior de esta composición, el piadoso obispo está arrodillado con muchos miembros del clero en medio de los apestados, que yacen en el suelo. Con una mano sostiene un cirio encendido y con la otra muestra a los infortunados el Sagrado Corazón como única suprema esperanza y a María intercediendo por ellos y obteniendo de este divino Corazón la gracia ansiosamente deseada.11°
Tengo ante mí otro cuadro, que desde el punto de vista artístico no carece de mérito. Data del siglo XVIII, y acaso sea aún más antiguo. En la parte superior, se ve brillar en la gloria el Sagrado Corazón de Nuestro Señor. La luz deslumbradora que brota, inunda todo el Cielo. María rodeada de ese esplendor, está en la proximidad, y muestra ese divino Corazón a los ángeles, a los patriarcas y a los santos, que lo contemplan con admiración, lo bendicen y lo adoran. Este Corazón misericordioso, concentra sobre Ella, bajo el emblema de un haz de rayos que brotan de la llaga sagrada, todas las gracias que van destinadas a la tierra. En el plano inferior se perciben las cinco partes del mundo: Europa, Asia, América y Oceanía, representadas por el mismo número de indígenas, ataviados según lo característico de esos continentes. Todos, en actitud de oración, parece que suplican a la Virgen Santísima que les obtenga del Corazón de Jesús esas bendiciones, de las que El es la fuente y origen. Se percibe entonces a esa tierna Madre, que esparce sobre todos los pueblos, que imploran su asistencia, todos esos preciosos tesoros de los que ella es la dispensadora.
Y podríamos citar aun otros ejemplos.
Como se puede ver, ahí está la doctrina de nuestra querida devoción claramente expresada. Sólo falta la palabra apropiada, es decir, el título de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, a fin de marcar su cooperación a la difusión de las gracias del Corazón de su Hijo. El cielo reservaba este honor insigne a nuestra humilde Congregación.
Nuestro Santo Padre el Papa León XIII quiso, para glorificar a Nuestra Señora del Sagrado Corazón, que él había aprendido a conocer y amar en Perusa, conceder a los Misioneros del Sagrado Corazón de Issoudun la misa y el oficio de Nuestra Señora de las Gracias, bajo el rito doble de primera clase, con octava.111
De la misma forma había procedido la Santa Sede cuando fue cuestión del Sagrado Corazón de Jesús; empezó por conceder, para el día de su fiesta, la misa de las Cinco Llagas; después, más tarde, el oficio propio que se celebra hoy en el mundo entero. Esperamos que bien pronto pasará lo mismo para la fiesta de Nuestra Señora del Sagrado Corazón.
Su fiesta, fijada por el Papa Pío IX para el 31 de mayo,112 no figura todavía en el calendario litúrgico; es solo facultativa y restringida a las diversas cofradías establecidas en su honor; no es obligatoria más que para los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús. Pero con el tiempo se irá extendiendo, como la del Sagrado Corazón, a la Iglesia universal, y será impuesta a todos los cristianos.



NOTAS AL CAPITULO SEGUNDO DEL PRIMER LIBRO
I. 0 pietas Cordis! o bone Jesu! o pie Jesu!, quid retribuam tibi, quid sustinebo pro te qui tot et tanta sustinuisti pro me?... Apertura est lancea latus tuum, aperiam per confessionem cor meum, ut fatear vulnus meum. (S. Anselm., ex Serm. de Pass.
Dom. et meditat. de humil. Christi.).
2. Richard de S. Víctor, lib. II, de Emmanuel, cap. IV, 21.
3. Ferrum... appropinquavit Cor illius, ut jam sciat compati infirmitatibus meis. Patet arcanum Cordis per foramina corporis; patet magnum illud pietatis sacramentum; patent viscera misericordiae Dei nostri, in quibus visitavit nos oriens ex alto. (s. Bern, Serm. XC/, in Cantic. cantc.).
4. Quia semel venimos ad Cor dulcissimi Jesu, et bonum est nos hic esse, ne sinamus nos facile avelli ab eo. Accedamus at te, et laetabimur et exultabimus in te, memores Cordis tui. O quam bonum et quam jucundum habitare in Corde hoc! Bonus thesaurus, bona margarita, Cor tuum, bone Jesu... Quis hanc margaritam abjicia? Quin potius dabo omnia et comparabo illam mihi, jactans omnem cogitatum in Cor Domini Jesu: ad hoc templum, ad haec sancta sanctorum ad hanc Arcam testamenti adorabo nomen Domini, dicens cum David: Inveni Cor meum ut orem Deum meum. Et ego inveni cor regis, fratris et amici, benigni Jesu, et numquid non adorabo? Orabo utique; Cor enim illius meum est, audacter dicam, nam si caput meum Christus est, quomodo, quod capiti mei est, non meum est? Hoc igitur Corde tuo et meo, dulcissime Jesu, invento, orabo te Deum meum: admitte tantum in sacrario exauditionis tuae preces meas; imo te totum trahe in Cor tuum. O omnium speciocissime Jesu: amplius lava me ab iniquitate mea, et a peccato meo munda me, ut in Corde tuo omnibus diebus vitae meae merear habitare. Ad hoc perforatum est latus tuum, ut nobis patescat introitus: ad hoc enim vulneratum Cor tuum, ut in illo, et in te ab omnibus perturbationibus absoluti, habitare possimus... Propterea vulneratum est, ut per vulnus visibile, vulnus amoris invisibile videamus. Quomodo hic ardor melius ostendi potest, nisi, quod non solum corpus, verum etian ipsum Cor lancea vulnerari permisit?... Quis illud Cor taro vulneratum non diligat? Quis tara amantem non redamet? (s. Bern., tract. de Passion. c. III No. 18. Migue, Patrol. latin. t. CLXXXIV, p. 643).
5. Annal. francisc., 1875, fev., p. 142-143.
6. Homel, sur le Jug, Dern. Edit. de la Haye. Tatisb. 1739, p. 1-2. Vide Annal. francisc., No. 180, p. 172, 181,199.
7. O passio desiderabilis! o mors admirabilis! Quid mirabilius, quam quod mors vivificet, vulnera sanent, apertio lateris cor Cordi conjungat? O Mors amabilis! o mors delectabilis! Non volo amplius a Jesu in cruce pendente separari; bonum est enim cum illo esse ; et in illo volo tria tabernacula facere; unum in manibus, unum in pedibus, sed alium continuum in latere. Ibi loquar ad Cor ejus, et ab ipso quid voluero impetrabo. O amatissima vulnera Dorrimi nostri Jesu Christi! Quum in eis subintrarem, perveni ad intima viscera caritatis ejus; ibi habitabo, ibi tanta abundo dulcédine, ut tibi nom valeam enarrare. O coecitas filiorum Adae, qui per haec vulnera in Christo nesciunt introire! Supra suas vires laborant in vanum, et aperta sunt ostia ad quietem. An ignoratis quod Christus est gaudium Beatorum? Cur ergo tradatis per sui corporis foramina in illud gaudium introire? Beatitudo Angelorum patet. Cicumstans parles ejus confractus est: et vos introire negligitis? Crede mihi, o homo, quia si in Jesus per haec angusta foramina intrare volueris, non solum anima, sed etiam corpus tuum quietem ac dulcedinem mirabilem inveniet. Et quod carnale est, in illo vulnerum introitu, fiet adeo spirituale, ut coeteras delitias, praeter eas quas ibi sensit, reputes esse nihil. Et si ita accidit de corpore, quanta credis animara frui dulcedine, quae per illa foramina conjungitus Cordi Christi? Cene exprimere ibi nequeo, sed experire et scito. Ecce aperta est apotheca omnibus aromatibus plena. Apena est janua paradisi... Ecce apertus est thesaurus divinae sapientiae et caritatis aeternae. (s. Bonav., ex Stimul. divin. Amor., cap D.
8. Fudit sanguinem de vulnere lateris et Cordis, ut discipulos in fide dubios et alios multos et bonae vitae stabilitate tentatos et ideo frigeos, et quasi mortuos, calefaceret, et revivificatis suo sanguine inter caeleste significaret, et post ipsum reverenter currerent... Curre coram nobis, ut fera corde vulnerata, sanguine tuo coelestem semitam nobis ostente, donec te comprehendamus et in te delitias aeternas capiamus. (s. Thomas. opuse. 58, cap 27-28).
9. H, Suso, Opera spiritualia, p. 317.
10. S. Bernard. de Siena, nacido en 1380 y muerto en 1444.
11. S. Bernard. de Sena, Serm LXVI in feria VI in Parasceve.
12. Lud. Cart. Vita D.N.J.C., II part. cap LXIV.
13. Vie de Lansperge le Chart., por el P. Boutrais, cartujo, p. 106.
14. Idem. liv. lo., Lettres a des Chratreux, carta XXVI.
15. Salmeron, t. X, sur l'Evang., trat. XLVIII.
16. Alvarez de Traz, t. III, liv. IV, part. 9.
17. Cornl. a Lap., in Joann, XIX, 32.
18. Padre Nieremb., Jesus crucifié, livre de vie, au fuillet 6, tit: Le Coeur et le cóté de Jésus-Cbrist transpercé.
19. Suárez, 3a. part. disp. 41, sec. 1.
20. L. Dupont, part IV, edit. 53 Du coup de lance, 2o. point, No. 1.
21. S. Franc. de Sales, epist. ct., libro IV.
22. Id., carta CLXXXI.
23. Annales francisc., 1875, p.145.
24. íd. ibid.
25. Id. pag. 265.

26. Santa Matilde, La Lumiere de la Divinité, pag. 60, 240, 271, 303, 330, 340.
27. Le livre de la gráce spéciale, 1, 187.
28. Id. ibid.
29. Lib. special. gratiae. Edit. Bened. Solesmens, Oudun, 1877, la. part, cap V, pag. 18, 19.
30. S. Matilde de Hockb. Liber specialis gratiae, ed. Solesmens, 2a. part, c. 21, p. 158. c. 24, p. 166; c. 32 p. 177; c. 33 p. 178.
31. Id. 3a. part. c. 2, p. 197;c. 8; p. 206:c. 17;p. 217;c. 27; p. 230.
32. Id. 3a. part. c. 2, p. 197; c. 36, p. 240.
33. Id. ibid.
34. Id, c. 15, p. 214.
35. Id. 4a. part., c. 1, p. 258.
36. Id. 2a. part., c. 36, p. 184.
37. Id. la. part., c. 19, p. 62.
38. Vie de Sainte Gertrudis, liv. II, p. 557. Edit. de Venise, 1706.
39. Id. p. 562
40. Id. p. 569.
41. Id. p. 585.
42. Vita sanctae Lutgardae, act SS. Jun, T. III, p. 239.
43. Vie de sainte Catherine de Sienne, par la comtesse Flavigny, Edt. Paris, 1880, p. 82.
44. Vie de sainte Catherine de Sienne, par le P. Raymond de Capua, su confesor. liv. II, cap. VI, No. 172.
45. Vie de sainte Catherine, Comt Flavigny, id. p. 168.
46. De la Dévotion au Sacré Coeur, par le P. Dalgairms, trad. par Poulide, p. 78.
47. Annales francisc. ann. 1875, p. 281.
48. La Dévotion au Coeur de Jésus, par le P. Etcheverry, p. 87.
49. Annales francisc., ann. 1875, p. 160-309.-abbé Cucherat, op. cit. pag. 272.
50. Nilles, p. 372 - Brev rom., 30 August.
51. Cité par l'abbé Thomas, la Théorie de la dévotion au Sacré-Coeur, p. 126.
52. Vie de la ven. Marie de l'Incarnation, ursulina, escrita por ella misma, liv 30. cap 13, citado p. P. Gallifet. (devot. au Sacré Coeur, p. 218).
53. Cité par l'abbé Thomas, la Théorie de la dévotion au Sacré-Coeur, p. 136.
54. Vie du P. Eudes, par le P. Doré, p. 138.
55. Id., ibid., p. 136.
56. Citado por el P. Etcheverry, (Dev. au Sacré Coeur, p. 132).
57. Vie et OEuvres de la bienheureuse Marguerite Marie, t. II, p. 293.
58. Id. t. I, pág. 575
59. La Dévotion au Sacré de Jésus, por el P. Etcheverry, p. 174.
60. Benedicto XIV, de Serv Dei Beat., Lib. 4o., p. 2; cap. 31, No. 25.
61. De la Dévotion au Sacré-Coeur de Jésus, por el P. Dalgairns, p: 54.
62. Idem pad. 56 (Ver les Memoires de Mme la comtesse de la Rochejaquelein).
63. L'abbé Thomas, la Théorie, etc. p: 253-254.
64. Lettres aux Alacoquistes, 1782.
65. Disert. Blas si.
66. Decret du 23 aoút 1856 - Urbi et Orbi. - Ex quo Clemens Papa XIII in honorem SS Cordis Jesu festum con Officio ct missa nonnullis ecclesiis celebrare permisit, ad inmensam divini hujus Cordis charitatem recolendam ; tanto ubivis ardore fideles populi se excitatos senserunt, ut nulla jam pene exstet dioecesis, quae privilegium hujusdem festi peragendi ab Apostolica Sede se non impetrasse laetetur.
Id RR. Balliarum Episcopi attendentes, ut festum fidelium animis adeo jucundum et omni fere catholice orbe tam concordi pietate frequentatum ab universa prorsus Ecclesia amodo celebretur, humillima ea de re vota SSmo. Domino nostro Pio P.P. o IX per subscriptum Cardinalem, quum nuper in Galliis Legati a latere munere fungeretur, subjici curarunt.
Occasionem namque sibi datam lubenti animo arripientes publicum, ac solemne verenationis, ipsum Parisiis commorantem ingenti numero convenerunt, intimarnque ac plenissimam adhesionem suam Romano Pontifice veluti catholicae unitatis centro et Jesu Christi in tenis Vicario professi, ut Festum Sanctissimi Cordis Jesu ad universam extendere dignaretur Ecclesiam, enixis precibus postulavere. Has autem preces florentissimi et Sedi Apostolicae obsequentissimi Galliarum Episcopatus quum in Urbem regressus SSmo. Domino nostro subscriptus Cardinalis, S.R.C. Praefectus, retulisset, placuit Sanctitati suae illas clementer excipere, novaque cupiens praebere incitamenta fidelibus ad amandum, redamandum vulneratum Cor Ejus qui dilexit nos et lavavit nos a peccatis nostris in sanguine suo, officium Sanetissimi Cordis Jesu pro Regno Poloniae et clera Urbis a S.R.C. probatum die 11 maii anni 1765 cum respondente missa: Miserebitur, in universa Ecclesia quotannis celebrari mandavit sub ritu duplici majore, feria VI post octavam SSmi. Corporis, servatis tamen rubricis, et firmis remanentibus quoad Ecclesias privilegium habentes vel ampliori ritu vel alio die vel diverso officio festum illud celerandi, singularibus indultis ab Apostolia Sede concessis. Contrariis quibuscumque non obstantibus. Die 23 Augusti 1856. - C. Ep. Alban. Card. Patrizzi, S.R.C. Praefectus. - Capalti, S.R.C. Secretarius.
67. ... Ad inmensam divini hujus Cordis charitatem recolendam... (Pius P.P. IX).
68. Novaque cupiens praebere incitamenta fidelibus ad amandum, redamandum, vulneratum Cor ejus. (Id., ibid.).
69. Divinae illius charitate igne, quem Jesus Christus in terram mittere venerar Ven. Mta. M. Alacoque vehementer incensa, nullum non movit lapidem, SS Cordis Jesu, a quo illud incendium erumpebat, quaquaversus diffundebatur, venerationem ac pietatem in fidelium animis ubique terrarum constitueret, augeret, atque amplificaret. (Decret. de Miraculis, Card. Patrizzi).
70. Cum yero carnis depasita sarcina ad superos evolans meruit ex Corde Jesu, torente voluptatis repleri, Etc. (Id. Vide la Bienbeureuse Marguerite Marie, t.1, pag. 568-573).
71. Auctor nostrae fidei et consummator Jesus Christus, qui nimia ductus charitate... obtulis se in ara crucis inmaculatum Deo... nihil potius habuit, quam ut flammam charitatis qua Cor ejus ureretur, in hominum animis modis omnibus excitaret... (Pius P.P. IX, Decret. de Beatif. B. M.M. Alacoque, 19 aug. 1864). Ut Cor illud Sacratissimum divinae charitatis sedem omnis honoris significatione colerent ac venerarentur. (Id. lb.).
72. Ecquis enim tam duros ac ferreus sit quin moveatur ad redamandum Cor illud suavisimum, idcirco transfixum ac vulneratum lancea, ut animus ibi noster quoddam quasi latibulurn ac perfugium habeat, quo se ab hostium incursione insidiisque studio Cor illud sacratissimum, cujus ex vulnere agua et sanguis fons scilicet nostrae vitae ac salutis cfluxit... Jara el (Margaritae) oranti significatum est a Christo Domino gratissimum sibi fore sui cultus institueretur Sacratissimi sui Cordis humanum genus charitatis igne flagrantes, ac velle se hujus rei curara ipsi demandatam. (Id. Ib. vide le T. lo. de la Vie et des Oeuvres de la bienheureuse Margarite Marie, p. 578. Bulle de Beatification).
Domine Jesu-Christe, qui investigabiles divitias Cordis Tui B. Margaritam virgini mirabiliter revelasti... (Decrt. pro Officio et Missam B. Margaritae. 25 Agosto 1864). Domine Jesu... quaesumus... ut supernis saeculi vanitatibus exutis, mansuetucttnem et humilitatem Cordis tui induere mereamur. (Id. Ib.). Estos textos y tantos otros que se hallan en el oficio del Sagrado Corazón, prueban que la Santa Iglesia, en su li-turgia, no miraba al Corazón de Jesús simplemente como una víscera, sino como la fuente de la gracia y un abismo de todas las virtudes. "Cor Jesu virtutum omnium abyssus". (Letanias del Sdo. Czon.).
73. Fides ex auditu; auditus autem por Verbum Christi. (Rom 10,17). Quomodo autem audient sine praedicante? Quomodo vero praedicabunt nisi mittantur? (Rom 10,15).
74. Decret de Approb. Societ. Miss. Cordis Jesu, 12 Junii 1874. Pia Presbyterorum Societas, quae sub nuncupatione Missionariorum SS. Cordis Jesu erecta fuit, eo potissimum spectat, ut devotio et cultus SSmi. Cordis Jesu excitetur, augeatur, et ut fides catholica servetur, dilatetur, etc. (Id., Ib.).
75. Breve del 17 de Octubre 1875.
76. Quum SSmo. Domino Nostro Pio Papae IX nihil optabilius sit, quam ut Cor SSmum Jesu ob omnibus redametur ac honoretur. (Id., lb.).
77. Breve del 17 Julio 1872.
78. Decret. 12 Enero 1877.
79. Benedicat vos Deus et dct vobis gratiam jura Ecclaesiae tuendi, peccatores ad poenitentiam vocandi, devotionem erga B.M.V. semper fovendi, et Dominus sit yobiscum (Breve del 7 de Julio 1872).
80. Breve del 8 de Junio 1864.
81. Rescrito de 16 de Nov. 1879 y de 26 de Abril de 1879.
82. Vide el Acordaos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, que fue aprobado por la Congregación del Sto. Oficio el lo. de Nov. de 1883.
83. Ver el libro titulado: Le Sacré Coeur de Jesus dans ses rapports avec Marie. cap. lo., 3o., 4o., 50. - Vulnerasti inquit in Canticis amoris sponsus, Cor meum, soror mea, sponsa, vulnerasti Cor meum. Vulncrat Cor tuum, Domine Jesu, ipsa tua, amica tua, soror tua. (san Bern., Serm. ex tract. de Passio. Dom. sup. istud Joan. Ergo sum vitis vera, cap. III).
84. S. Joan 14 - Id. 16,13.
85. Joel 3,18 - Zach 13,1 - Is. 44,3.
86. Ver pág. 5, nota (15). Eusebio. Historia Eccles., 1 V, cap. 1, II y III.
87. La confianza de los primeros cristianos hacia María era tan grande, que ya la erigían altares, aun en vida, y pedían al Cielo por su intercesión, todos los favores que deseaban obtener. San Trófimo, uno de los propios discípulos de Jesucristo, enviado por san Pedro para evangelizar las Galias, había erigido en Arlés, un santuario en honor de la augusta Virgen, con esta inscripción que se encuentra, según parece, en el Museo Barberini de Roma: Hoc sacellum dedicatum fuit Deiparae adhuc viventi. Esta capilla fue dedicada a la Madre de Dios, cuando aun vivía. (ver la Sainte Vierge, estudios arqueológicos, por M. Rohault de Fleury, t. II, pág. 50).
88. San Eusebio, obispo de Verceil, fue enviado en 325 por el Papa como Legado a Jerusalén; permaneció allí seis años. Por una aparición se enteró del lugar donde se encontraban tres estatuas de la Virgen Santísima, hechas por S. Lucas. Las localizó efectivamente y se las llevó consigo a Italia. Regaló una a Cagliari, su patria y la segunda a la ciudad de Créa. En cuanto a la tercera, la colocó en su catedral de Ver-ceil. Obligado a huir debido a la presión de los Arrianos, se retiró al monte Oropa y colocó su precioso tesoro en una gruta, y después en una sencilla capilla que hizo construir. Los sencillos montañeses venían de todas partes a orar ante la Señora y los milagros más sensacionales ocurrían ante sus ojos. La estatua se hizo célebre y los peregrinos afluían de todas partes. - Dos siglos más tarde, en 542, los benedictinos se encargaron de la custodia del Santuario, como se hizo pequeño, fue sustituido por una iglesia mucho más vasta. En 1184, los hijos de san Bernardo sustituyeron a los benedictinos sobre el monte Oropa y extendieron hasta muy lejos el culto de la Señora. - A mitad del siglo XVI, fue saqueada por los franceses que acababan de invadir el Piamonte; pero la estatua fue milagrosamente sustraida a su furor. En 1596, fue descubierta en medio de dos rocas, sin que hubiera sido dañada. Entonces se construyó un nuevo Santuario más hermoso que los anteriores y más digno de los peregrinos, que en número de 300,000, venían a celebrar las fiestas de la Natividad y Asunción de la Virgen. (Ricardi, II, 51).
En 1620, Jaime obispo de Verceil, colocó sobre la cabeza de la famosa Virgen, una triple corona (tiara), coronación llevada a cabo delante de un concurso de más de 50,000 espectadores. "Desde los comienzos, dicen los archivos del convento, los milagros han brotado, podríamos decir, en este lugar, como una fuente abundante e inagotable. Su relato llenaría volúmenes enteros". Entre los muchos, se cita uno muy sensacional, que fue sometido al examen del Obispo, que con su autoridad episcopal declaró auténtico con fecha 29 de Mayo de 1724. Este es el caso: Un hombre llamado Juan Bautista Perona, de Castiglione, fue capturado por los turcos, que por odio a Cristo le arrancaron la lengua y luego le dejaron en libertad. El infortunado subió al monte Oropa, rogó ante la Virgen, que le devolvió la lengua y el uso de la palabra. (Ver la Sum. Aurea, XII, 98 - La Virgen Santísima, por M. Rohault de Fleury, vol. 2o., pág. 112 - L'écrin de la sainte Vierge, vol. III, cap. 17, p. 282, por M. Durand).
89. Omnes sitientes venite ad aguas... emite absque argento. (Is. 15).
90. Omnia potes, tamquam Dei Mater; omnia vales, veluti quae superas omnes creaturas: nihil tibi, si vis, imposibile est: dumtaxat ne despicias meas lacrymas. (San Efren, siro, orat. 10 and Deipara., t. III, p. 349).
91. Unica spes desperantium (Id., lb., p. 577).
92. In manibus tuis sunt thesauri miserationum Domini (S. Pedro Damiano. Serm. in Nativ. B.M.V., pag. 740, éd Migne).
93. In manu et potestate habens thesauros coelestes (s. Pedro Celestino, Serm. /// in Dominic. Annunt., p. 712, éd. Migne).
94. Omnia dona... quibus vult, guando vult, et quantum vult, per manus ipsius admi7 nistrantur. (s. Bernardino Sen, pro festo V.M., serm. V, art I, cap. VI).
95. Una puella, nescio quibus blanditiis.., vulneravit et rapuit Cor divinum... Imperio Virginis omnia famulantur et Deus. (s. Bernard. Sen. pro festo V.M. Serm. V, art 1, cap. IV, de Nativ. B.M.V., et cap. VI).
96. O quam bonum et quam jucundum habitare in Corde hoc! Bonus thesaurus, bona margarita, Cor tuum, bone Jesu... Quis hanc margaritam abjiciat! Quin potius dabo omnia, et comparabo illam mihi. (san Bern., trae, de Passion. cap. III, No. 10, Patrol. Migne, t. 184, p. 643). - Quis tam idoneus, ut, loquatur ad Cor Domini Nostri Jesu Christi, ut tu, Felix María? Loquere, Domina, quia audit Filius tuus, et quaecunque petieris, impetrabis (s. Bern. Serrn. de Paneg. Virg., No. 7, t. III, p. 1014, édt. Migue).
97. Eia, mi Domine, cum scias quod humana fragilitas mea nullatenus possit modo pausationis carere, doce me quid nunc possim B. Matri tuae honoris vel obsequii exhibere. Cui Domina: "Lauda me per Cor meum dulcisonum in innocentia integerrimae virginitatis illius qua ipsa me concepit et Virgo peperit..." Quod dum ista faceret, videbatur Dominus Cor suum deificum in similitudine aurei scyphi Matri suae virginem ad potandum praebere, Ex cujus melleam dulcedine illa suaviter potata et dulciter satiata, imo abundanter inebriata medullitusque penetrata, visa est deliciose jucundari. (S. Gertrudis, Legar. div. piel., lib. III, cap. 46, éd. Solesm. p. 213).
98. Igitur dum specialibus orationibus, sicut supra scriptum est, redemisset neglecta quae se contraxisse doluit in diversis obsequiis Beatissimae Virgini debitis, et illa die quaedam Filio Dei offeret, orans ut ipse eadem B. Matris suae per se dignaretur praesentare, in supletionem omnium negligentiarum suarum exsurgens Rex gloriae Cor suum deificum obtulit praedignissimae Genitricis suae, dicens: "Ecce Mater amantissima, exhibeo tibi Cor meum, sicut est, sperabundans omni beatitudine, et in ipso tibi praesento omnem affecturn divinum, quo te ab aeterno prae omni creatura gratuito praedestinavi, creavi, sanctificavi, mihique Matrem speciali affectu adoptavi; omnemque benignitatis dulcedinem qua tibi unquam blanditus sum in terris, cum me infantem in sinu tuo foveres et aleres, omnemque fidelitatem quam deinceps tibi per totum tempus, quo cum hominibus conversatus, filiali affectu tibi exhibui, in omnibus subjectus tibi, sicut filius matri, qui eram gobernator coeli, specialius in hora mortis, dum, quasi propii cruciatus oblitus et tuae desolationi et moereri compassus medullitus, custodem tibi ac filium loco mei fideliter prodivi; et insuper affectum dignationis illius inaestimabilis, quo te in die jucundisimae Assumptionis, super omnes choros Angelorum et Sanctorum exaltavi, coeli terraeque Dominam et Reginam constituendo". (Id. ibidem, lib. V, cap. XXXVI).
99. Pro quo dolens orabat Dominum, ut de coetcro gloriosae Matri suae, ferventi studio et devotione sedula, eam faceret deservire... Tunc B. Virgo animara in ulnas suas levans Dilectoris sui eam amplexibus sociavit. Quam Dominus mira blanditate suscipiens, os ejus Cordi suo divino applicuit, dicens. "Hinc inde hauries quidquid Matri mese impendere cupis". Sensitque illa quasi guttas sibi instillare hos versuculos numquam antes sibi auditos: "Salve, Virgo excellentisima, in stillicidio dulcissimo, quod de Corde Beatissimae Trinitatis ab aeterno fluxit in te praedestinatione felicissima". (Revel. Gert. ac Mechtild. t. II, lib. Specialis gratiae, prima pars, cap. XLVII, p. 132).
100. Alia vice cum similem negligentiam alterius personae gloriosae Virgini Mariae conquerendo exposuisset, illa dabat sibi Cor Christi in similitudine lampadis ardentis, dicens ad eam: "Ecce hoc digníssimum et praenobile dilecti Filii mei Cor tibi do, ut ipsum cum omni fidelitate et dilectione quam mihi in summo exhibuit et sine fine exhibebit, pro his quae in obsequio meo neglexerit mihi offerat, et satis gratanter supplebit". (Revl. Gert. ac Mecbtild., t. II, lib. Specialis gratiae, prima pars c. XLVII, p. 132).
101. Et addidit: "Quarto, salutet me in gaudio quod habui, cum anima mea toca succensa est igne divini amoris, et cor meum liquefactum est ex dulcedine sui divini Cordis, cum totam sui amoris divini plenitudinem in me infunda, in quantum creaturae unquam possibile fuit capere aut fruí". (Id. lb., cap. XXVI, pag. 93).
102. Gloriosam praeterea Matrem Dei et misericordiae, dulcissimam Virginem Mariam, non negliges devote colere et invocare, ut ipsa ex dulsisimo Corde Jesu impetrare dignetur quidquid tibi necessarium fuerit; quod rurses por benedictas ejus manus ad Cor Jesu offeres. (D. Dominieus Carthus. - nacido el año 1384, y cartujo en Tréves).
103. Hubertin de Sacal., Arb. vitae crucifucae; citado por S. Alfonso María de Ligorio, Gloire de Mariae, t. II, Lion, 1863, p. 223, nota 5).
104. Vie et oeuvres de la bienhereuse Margarite-Marie Alacoque (t. I, p. 279, edit. la.
105. Id., t. II. Oraciones compuestas por la Santa.
106. San Alfonso María de Ligorio.
107. Salmo 77, 3-6.
108. Isaías 55,1.
109. Ver Hamon. VII, 101 -La Sainte Vierge por M. Rohaut de Foeury, t. II, p. 256. Les images du Sacré-Coeur, desde el punto de vista de la historia y el arte, por el conde de Saint Laurent, p. 105.
110. Les images du Sacré Coeur, op. cit., p. 142.
111. Rescrito del 20 de Diciembre 1881.
112. Id. del 7 de Junio 1864.
 

 

 


[_Principal_]     [_Aborto_]     [_Adopte_a_un_Seminarista_]     [_La Biblia_]     [_Biblioteca_]    [_Blog siempre actual_]     [_Castidad_]     [_Catequesis_]     [_Consultas_]     [_De Regreso_a_Casa_]     [_Domingos_]      [_Espiritualidad_]     [_Flash videos_]    [_Filosofía_]     [_Gráficos_Fotos_]      [_Canto Gregoriano_]     [_Homosexuales_]     [_Humor_]     [_Intercesión_]     [_Islam_]     [_Jóvenes_]     [_Lecturas _Domingos_Fiestas_]     [_Lecturas_Semanales_Tiempo_Ordinario_]     [_Lecturas_Semanales_Adv_Cuar_Pascua_]     [_Mapa_]     [_Liturgia_]     [_María nuestra Madre_]     [_Matrimonio_y_Familia_]     [_La_Santa_Misa_]     [_La_Misa_en_62_historietas_]     [_Misión_Evangelización_]     [_MSC_Misioneros del Sagrado Corazón_]     [_Neocatecumenado_]     [_Novedades_en_nuestro_Sitio_]     [_Persecuciones_]     [_Pornografía_]     [_Reparos_]    [_Gritos de PowerPoint_]     [_Sacerdocip_]     [_Los Santos de Dios_]     [_Las Sectas_]     [_Teología_]     [_Testimonios_]     [_TV_y_Medios_de_Comunicación_]     [_Textos_]     [_Vida_Religiosa_]     [_Vocación_cristiana_]     [_Videos_]     [_Glaube_deutsch_]      [_Ayúdenos_a_los_MSC_]      [_Faith_English_]     [_Utilidades_]