NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN, MSC (ÚLTIMO SÁBADO DE MAYO): Historia del Título
Escrito por servcathispano en Acerca de Maria, Advocaciones Marianas, Mariología y etiquetada con los cinco continentes, los misioneros mayo 21, 2012:
Nuestra Señora del Sagrado Corazón, MSC ( último sábado de mayo)
La advocación de Nuestra Señora del Sagrado Corazón fue desarrollada por la obra del Padre Julio Chevalier, fundador de los Misioneros del Sagrado Corazón (MSC).
Según el P. Chevalier el objeto de esta devoción es: “Honrar a María en sus relaciones de amor inefable que existen entre ella y el Corazón de su Hijo Jesús”.
La fiesta de NSSC, celebrada durante muchos años, el 31 de mayo, se celebra ahora el último sábado del mes de Mayo.
El origen de los Misioneros del Sagrado Corazón se encuentra estrechamente conectado con la definición papal del dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, siendo sus escasos recursos el resultado de plegarias especiales dirigidas a la Madre de Dios durante los nueve días que precedieron al gran acontecimiento religioso del 8 de diciembre de 1854…
Cuando en 1854 quiso fundar el P. Julio Chevalier una Congregación religiosa, cuyos miembros habrían de esforzarse en curar los males de su tiempo encauzando a los hombres hacia el Sagrado Corazón de Jesús, fuente de salvación y de vida, pidió su ayuda a la Santísima Virgen.
Tras experimentar repetidamente su poderosa intercesión, agradecido, se creyó en el deber de que en su Congregación se honrase a María de forma especial. Le dio el título de Nuestra Señora del Sagrado Corazón.
La devoción a María bajo este título se propagó rápidamente por los cinco continentes. Fundó el P. Chevalier la archicofradía de NSSC que ya en 1891 contaba con 18 millones de fieles inscritos. La Congregación de Religiosas fundada por el P. Chevalier se llamó “Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón”.
HISTORIA DEL TÍTULO
[2]Hallábase cierto día la Comunidad tomando el recreo de mediodía en el jardín, bajo la bóveda de follaje formada por las ramas de cuatro añosos tilos. Adosado al muro del cercado, una sencilla imagen del Corazón Inmaculado de María. Como presidiendo aquellos ratos de legítimo esparcimiento, después de las rados tareas apostólicas de la mañana. A unos pasos de allí, aún en ciernes, la Basílica del Sagrado Corazón. Era en aquel entonces la primordial ocupación de los padres. En ella se debían de dedicar sendas capillas laterales a la Santísima Virgen y a San José.
De pronto el P. Chevalier, que desde hacía un rato permanecía como ensimismado, silencioso y pensativo, con voz casi vacilante y por la emoción interrumpe la conversación, y dirigiéndose a los demás pregunta:
-¿Bajo qué advocación pondremos el altar de la Virgen en nuestro Santuario?
Cada cual improvisa su respuesta, según los diversos gustos particulares.
-No, no, no dais en el clavo – replica sonriendo el P. Chevalier–, el altar de nuestra futura iglesia será dedicado a Nuestra Señora del Sagrado Corazón.
-¡Nuestra Señora del Sagrado Corazón! -Exclaman algunos- ¡Vaya novedad! Padre Chevalier, que tratándose de devociones no conviene innovar nada.
- Novedad quizás, responde el P. Chevalier, pero no exageréis pues no lo es tanto ni de la manera que pensáis.
-¡Ah, ya! -dice el más joven, el P. Piperón- Nuestra Señora del Sagrado Corazón, o sea la Virgen honrada en la Iglesia consagrada al Sagrado Corazón, como se diría: Nuestra Señora de Issoudun, Nuestra Señora de Chartres, etc.
-Concedo, si quieres, pero sobre eso mucho más aún, y… mejor. Dejad que primero les exponga mi pensamiento. Luego me diréis si su fundamento es racional o no.
Entonces el P. Chevalier, en pocas palabras, recuerda las numerosas gracias de que la pequeña Comunidad es deudora a la Santísima Virgen.
-Se lo debemos todo. Y le prometimos honrarla y hacerla honrar de una manera especial y según mi parecer esta advocación “Nuestra Señora del Sagrado Corazón”, responde perfectamente a nuestro deseo.
1°) daremos gracias a Dios y le glorificamos por haber escogido a María entre todas las criaturas para formar en su seno virginal y de su más pura sustancia el Corazón Adorable de Jesús.
2°) Muy particularmente honraremos los sentimientos de amor, obediencia, y respeto filial que Jesús alimentó en su Corazón para con su Santísima Madre.
3°) Reconoceremos con un título especial -que en cierto modo resume todos los demás- el inefable poder que el dulce Salvador le he dado sobre su Corazón Adorable.
4°) Suplicaremos a esta Virgen compasiva que nos conduzca al Corazón de Jesús, que nos revele los misterios de misericordia y amor que Él encierra, que nos abra los tesoros de gracias de que es fuente, que los reparta con sus mismas manos de Madre sobre cuantos la invocan o se encomiendan a su poderosa protección.
5°)Además nos uniremos a nuestra Madre para glorificar el Corazón de Jesús, para separar con Ella y por medio de Ella los ultrajes de que es objeto de parte de los hombres ese Divino Corazón, y consolarla en sus tristezas y amarguras con una vida más edificante.-Todo esto, tenedlo bien entendido, se contiene en la suave y dulce invocación: “Nuestra Señora del Sagrado Corazón, ruega por nosotros”. Con un poco de estudio y reflexión, no me parece difícil respaldar lo que acabo de decir, con las enseñanzas de los Doctores y Teólogos sobre las grandezas de la Augusta Virgen María.
6°) Finalmente, como el poder de María excede cuanto nuestro débil corazón puede concebir, y como Jesús escucha siempre las humildes súplicas y deseos de su Madre, le confiaremos el éxito de las causas difíciles, extremas y desesperadas, tanto en el orden espiritual como en el orden material.
-Además estoy convencido de que nuestra Madre quiere ser invocada y honrada bajo este nuevo título en nuestro futuro Santuario. Le dedicaremos, pues, un altar bajo esta advocación. De este modo, por medio de Ella y con Ella glorificaremos al Corazón de Jesús y propagaremos según nuestra divisa su culto y su amor.
COMO NACE LA IMAGEN
[3]El P. Chevalier habla de la existencia de varias imágenes antiguas que expresan perfectamente la doctrina de la Congregación. A las cuales dice, sólo les faltaba darles el nombre verdadero. Pero esta gloria –¡singular privilegio divino!- estaba reservado a la Congregación.
Hallan una de esas estatuas en la Basílica de Oropa, cerca de Turin. Es una imagen que la tradición pone entre las tres pintadas por San Lucas, y San Eusebio, Obispo de Vercei, la llevó a Italia el año 351 desde Jerusalén. Había sabido el lugar donde se encontraban por revelación divina. Una de ellas la llevó a su catedral. Y de allí a una gruta. Se conservó a pesar de muchísimas dificultades. Representa
a a María, en pie, teniendo en la mano derecha, separado del cuerpo, el corazón de Jesús, rematando en una cruz, y rodeado de llamas. En su brazo izquierdo está sentado el Niño. Este, en la mano izquierda, tiene una paloma. Con la otra señala a la Madre. Sólo se diferencia de NSSC en tener separado el Corazón del cuerpo y en llevar tres coronas sobre su cabeza.
Ya corre el título y la gente pide algo que sensibilice lo mejor posible la idea bellísima contenida en la invocación. El P. Chevalier ya venía pensando en ello. ¡Manos a la obra!. La quería bella, Decía que ante una imagen bella se oraba mejor.
El modelo lo hizo grabar en una vidriería de la capilla lateral. Fue costeado por una familia noble. Acaecía esto en 1860 ó 1861. Leamos en Los anales de 1901: “La mente del P. Chevalier al mandar dibujar la imagen en el vidrio, fue la de representar con viveza el poder inefable que disfruta María sobre su Divino Hijo. Para ello pidió al artista que pintara a la Virgen Inmaculada con los brazos extendidos y los ojos modestamente caídos hacia Jesús y los fieles. En esta postura se apareció la Inmaculada a Catalina Labouré. Y, en agradecimiento a la Inmaculada, que en su gran día del 54 había escuchado sus preces, eligió el P. Chevalier este modelo.
Además mandó que ante los pies de la Madre se representara al Niño Jesús, como de doce años. Con una mano señalando su Corazón y con la otra a su Madre. Quería significar con esta actitud que quien desee recibir las gracias del Corazón de Jesús, lo mejor que puede hacer es dirigirse a la Madre. Ella es la dispensadora. Puede derramar a su gusto, y con profusión, sus tesoros. Y en recuerdo de aquellas palabras de San Lucas “et erat subditus illis”, se eligió la edad de doce años. Bella y vivida expresión de su poder de intercesión ante el Corazón de Jesús”.
Los fieles algo vieron en la imagen que los cautivó, aquella expresión, aquel atractivo…los embelesaba, y por ello se les veía, en grupos numerosos, casi continuamente, a sus pies. El artista supo hacerlo bien. Interpretó maravillosamente el tema sugerido por el P. Fundador.
El éxito fue insospechado. Se imprimieron estampas con la imagen, y con la jaculatoria al pie. El Arzobispo de Bourges, Mons. de la Tour d’Auvergne aprobó la estampa. Además concedió a la invocación 40 días de indulgencia.
Cuando los fieles se enteraron, cayó sobre la comunidad una enormidad de pedidos, que reclamaban estampas por miles, por centenares de miles. Además en las cartas, en muchísimas se agradecían favores recibidos.
- Ya lo veis– decía el P. Chevalier – no hay duda ya, Nuestra Madre ve con agrado el que honremos su poder inefable sobre el Corazón de Jesús.
Estos acontecimientos le empujan. Ediciones por miles de miles de la estampa con la nueva imagen. Edita con los mismos fines un libro de cantos al Sagrado Corazón con letra suya, lo envía a las comunidades de lengua francesa de dentro y fuera de Francia. La Imagen de Nuestra Señora del Sagrado Corazón -novedad, idea hermosísima y bendiciones del cielo lo lograban -recibe una singular acogida.
LA PRIMERA FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN
Se celebró por primera vez litúrgicamente el 31 de mayo de 1865. Hacía varios años que se conocía el titulo. Y hacia uno que se había erigido canónicamente la Asociación. Ya se había recibió la aprobación Pontificia. Era muy lógico que se designara un día para honrar especialmente a Nuestra Señora del Sagrado Corazón.
La crónica de aquella fecha, que nos da un Semanario de la región, dice que pudo celebrase gracias a la bondad del Arzobispo y a la aprobación pontificia. Pero no existe rescripto alguno que atestigüe tal aprobación. Se cree que esta fue dada a viva voz por el Papa al Arzobispo.
¿Porque el día 31 de mayo?. La respuesta es clara: el fin de la devoción de Nuestra Señora es llevar las almas al Sagrado Corazón de Jesús. Ningún día más oportuno para su fiesta del 31 de mayo, día último del mes de María y víspera del mes dedicado al Sagrado Corazón. De este modo se hacía efectivo el lema: a Jesús por María, al corazón de Jesús por Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Así entendía el titulo el bondadoso Pío X.
Ecos de aquella primera fiesta: muchos eran los fieles consagrados en el santuario a la hora de los oficios. Pero la capilla de Nuestra Señora era demasiado pequeña ¿que hacer? Fácil solución: se trasladó la estatua al altar mayor pudiendo así revestir gran solemnidad la fiesta. Sin cesar se sucedieron aquel día las misas desde las 5 de la mañana hasta las 10, en los dos altares.
De momento tres cosas era necesarias: Una estatua digna para la coronación, un santuario digno y una corona también digna.
Destinó, pues, gran parte de aquellas ofrendas para la confección de dos valiosas coronas. Encargó la obra a un orfebre afamado de París. y mucho le recomendó que no regatease con tal que las diademas fueran dignas de la misión a que estaban destinadas.
A uno de los más acreditados escultores de Francia le encargó la construcción de una magnífica y grandiosa estatua en un único bloque de mármol de carrara.
UN GRAN TRIUNFO
En el año 67 la devoción se afirmó un tanto más en virtud de un rescripto autógrafo de Pío IX por el que otorgaba 100 días de indulgencia a la invocación “Nuestra Señora del Sagrado Corazón, ruega por nosotros”. Era un paso importante.
Había que hacer un viaje a Roma. Se planeó para 1868, pero causas que se ignoran lo fueron retrasando. Por esta época Pío IX se dedicaba intensamente a la preparación del Concilio Vaticano, convocado por la bula “Eterni Patris” de 19 de junio de 1868, y que debía comenzar en diciembre de aquel mismo año. Por esto las audiencias eran rarísimas y difíciles de obtener.
Y a las puertas del Vaticano llamó un hombre sencillo pero tremendamente audaz. Confiaba en la protección de Nuestra Señora Iba rumiando sus pensamientos… recordaba que en su primera visita Pío IX había aceptado el título del fundador y Superior efectivo de la naciente Congregación. Esta y otras circunstancias le animaban.
El 14 de febrero el P. Chevalier se encontraba a los pies de Pío IX. Este le acogió con su habitual bondad. Escuchó la emocionada relación de los proyectos del Padre y del prodigioso desarrollo de la devoción.
Bendijo las dos coronas, después de haber elogiado su riqueza y belleza. Después el P. Chevalier le ofreció la estatua y el donativo recogido entre los asociados.
Dejémosle hablar a él mismo:
“Es Nuestra Señora del Sagrado Corazón quien ha logrado estas limosnas. Ella también fue la encargada de ofrecerlas. Había en el pedestal de la estatua un cajoncito hábilmente dispuesto. Un resorte permitía abrirlo y cerrarlo automáticamente. En él se habían colocado cinco mil francos oro, y a un ligerísimo contacto las monedas aparecieron ante la mirada del soberano Pontífice”.
- ¡Oh!, exclamaba Pío IX, ¡qué buena es Nuestra Señora del Sagrado Corazón.!
- Padre Santo, esperamos que lo será siempre, dijo el P. Chevalier
- ¿Dónde está esa Virgen milagrosa?
- En Issoudun, en el mismo Corazón de Francia
- ¡Feliz ciudad!. Yo la bendigo, así como a vuestros hermanos y a vuestros asociados.
Y Pío IX, tomando una pluma que se conserva religiosamente y
una cédula que le ofreció el P. Chevalier, escribió debajo de la imagen: “Pius IX desiderat diligere B. M. V.”. Desde aquel momento Pío IX formó parte de la Archicofradía.
Viendo que la cosa iba bien, el P. Chevalier creyó llegado el momento de iniciar las peticiones. Aquel Papa, que venia negando audiencias a altos dignatarios eclesiásticos y civiles, parece no tener prisa en la entrevista con el P. Chevalier. Presenta su letanía de súplicas. Pío IX dice que sí a todo. Además de las grandes gracias relativas a la Congregación logra un decreto del Pontífice para que en su nombre sea coronada la estatua de Issoudun. Además consigue que eleve la asociación al rango de Archicofradia diocesana.
¿Y el Santuario?. Poco más de un año llevó ultimarlo. Fue abierto al culto el 10 de Abril de 1869, día en que Pío IX celebraba sus bodas de oro con en sacerdocio. Pero, aunque acabado en sus líneas esenciales, no acontecía lo mismo en cuanto a los detalles. Iba retrasado en lo concerniente a la escultura y pintura. Con actividad febril se intensificó el trabajo. A fines de agosto la magnífica estatua de mármol blanco de Carrara, de 7 pies de altura, pudo ser ya colocada sobre el pedestal, detrás del altar mayor, ante la gran vidriera del ábside.
LA CORONACIÓN
Amanece al fin el 8 de septiembre. Día terso y limpio como el manto azul de la inmaculada. Raro contraste con la semana acabada, lluviosa y triste.
Espectáculo inesperado. Ingente muchedumbre: 30.000 peregrinos, 700 sacerdotes, 15 Arzobispos y Obispos, he aquí los protagonista de la escena. El P. Joust es el alma de todo aquello. Sobre una gran plataforma levantada en la plaza pública, Mons. Lebreton, Obispo de Pui, celebra de pontificial.
Mons. Pie, Obispo de Poitiers, uno de los mejores oradores de Francia, ocupa la Sagrada Cátedra. Pronuncia una magistral pieza oratoria. Hay quien la califica como una de las mejores páginas de la producción literaria y doctrinal del sabio Cardenal.
Llega el momento cumbre. Mons. de la Tour d´Auvergne coloca sobre las cabezas de la Madre y del hijo valiosas diademas de oro y pedrería. Nuestra Señora del sagrado Corazón estaba Coronada Pontificialmente.
ORACIÓN DEL ACUÉRDATE
ACUÉRDATE, ¡Oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón! del inefable poder que tu Hijo divino te ha dado sobre su Corazón adorable.
Lleno de confianza en tus merecimientos, vengo a implorar tu protección.
¡Oh Tesorera celestial del Corazón de Jesús! de ese Corazón que es el manantial inagotable de todas las gracias y que puedes abrir a tu gusto, para derramar sobre los hombres, todos los tesoros de amor y de misericordia, de luz y de salvación que encierra;
y concédeme, te lo suplico, el favor que ahora te pido…
(aquí se hace la petición).
¡Oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús! acoge benignamente mi ruego y dígnate despacharlo favorablemente. Amén.
Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús. Ruega por nosotros. (Se dice 3 veces).