Curso para Novios Creyentes: Noviazgo 3 ELLAS COMO MAESTRAS DE AMISTAD
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Horacio Bojorge
Catholic.net
La mejor forma de lograr un buen matrimonio es empezar a prepararse desde el noviazgo
EL NOVIAZGO 3
ELLAS COMO MAESTRAS DE AMISTAD
1) Cuando una chica encuentra un varón como amigo, larga a sus amigas y se
pega al novio pensando que va a ser el amigo. "Ahora encontré el amigo." Se
imaginan que el varón es una especie de amiga masculino. Es decir que
piensan al varón de acuerdo con el patrón de sus amigas. Y no se dan cuenta
que el varón las mira de una manera muy distinta que sus amigas.
2) En los cuentos de niños que se contaban en mi tiempo -ahora son otros
atroces, pero yo tuve la suerte de que nos contaban cuentos de príncipes y
princesas, de hadas y de brujas- se decía que la princesa estaba presa en
una torre y venía el príncipe y la sacaba de allí. Ese cuento contiene una
visión llena de sabiduría respecto de la condición de la mujer. Toda mujer
es una princesa presa en la torre de su cuerpo. Todos los asaltantes quieren
apoderarse de la torre. Hay uno solo, el príncipe, que la libera de esa
prisión a la que los varones ponen sitio po el deseo. Él príncipe la busca a
ella, más alla de su cuerpo. Hay una verdad muy grande en esto y si la mujer
no se da cuenta de estas cosas, corre el riesgo de convertir incluso al
príncipe en un asaltante. ¡Hay que abrir los ojos!
3) Dijimos que la mujer es, por naturaleza y por vocación, maestra de la
amistad. Ella debe enseñarle al varón, a su novio y luego a su esposo, el
arte de la amistad del alma. Eva le fue dada a Adán como compañera porque
éste no encontraba entre los animales una ayuda semejante a él, es decir
para su alma. Si ella condesciende o fomenta la lujuria del varón, entonces,
en vez de levantarlo hacia sí, hacia la esfera del alma, secunda la
regresión masculina a la esfera de la instintividad animal: a su
encandilamiento corpóreo.
CUANDO LA MAESTRA SE EQUIVOCA
4) En el librito El lazo se rompió y volamos. Vicios capitales y virtudes
dije que ella debe ser como el "ángel de la guarda" o el "ángel guardián" de
la castidad del varón (pág. 32 nº 11). En efecto, ella debe ser la artífice
de ese amigo potencial, que está en el varón y que ella debe extraer,
educándolo, elevándolo, y cuyo peor enemigo es la lujuria.
5) Lo que da duración a la relación matrimonial y a la amistad matrimonial
es precisamente esa amistad. La pasión, el apetito posesivo, no sirve, no
fundamenta nada en forma duradera y es la causa principal de las
infidelidades del varón, y después, de ella.
6) La joven que se entrega a su novio lo hace por lo general como una
concesión, pero buscando profundizar la intimidad de la relación. Otras
veces cediendo, por temor al abandono o para reforzar el vínculo de amistad.
No lo haría si supiese el mal que le hace tanto a su novio como a la futura
relación esponsal entre ambos. Al condescender con la lujuria del varón o al
instrumentarla más o menos conscientemente, no advierte que lo está
sumergiendo, muy a menudo, en una obsesión física y orgánica que enturbia
las demás dimensiones de la relación interpersonal y pone las causas de
futuras infidelidades.
7) La lujuria lo fija al varón con una fuerza obsesiva muy grande al cuerpo
de la mujer, el cual se convierte en un obstáculo para que el varón pueda
atender y acceder a su alma. Hay un personaje lamentable de la literatura
castellana, el Don Juan, que dio nombre a un complejo del varón que va de
una mujer a otra, porque no puede entablar amistad estable, duradera y
profunda con ninguna. Seduce y luego abandona porque no sabe atarse por la
amistad y la fidelidad. Y no sabe atarse porque no es dueño de sí. Va de
cuerpo en cuerpo porque nunca puede asomarse al alma de ninguna, para
establecer un vínculo personal con la mujer. Es el varón no redimido de la
herida del pecado original en su virilidad.
DE TU ERROR OTRA PUEDE SACAR PARTIDO
8) Ustedes me disculpan si yo repito aquí ciertos términos que uso en el
Confesionario. Cuando ellas me dicen que han tenido relaciones con su novio,
les digo: "¡No sabés el daño que le hiciste! Cebaste al tigre con carne.
Después va a ir donde encuentre carne. Estás sembrando la infidelidad en él.
Le pusiste un collarcito y ahora cualquiera va y le pone la cadena." Alguna
se asusta y empieza a reflexionar. La mayoría, ya lo presentían vagamente y
no les cuesta reconocer en mis dichos la formulación clara de lo que
intuían. ¡Es así! Condescendiendo con la lujuria varonil, la mujer siembra
la infidelidad. Después vienen los dramas: ¡Infiel! Pero ella ha vivido no
solo el noviazgo sino después también largos años de matrimonio cediendo a
la lujuria del esposo, en vez de ayudarlo a superarla. A veces hasta
fomentándosela, manipulándolo mediante ella; ilusionándose con que era una
forma de atárselo, controlarlo, dominarlo. No ha hecho nada por sanarlo.
9) Alguna ha esperado ganarse a la larga el amor de él aceptando jugar a su
manera. A ella le pareció - o le dijeron otras - que eso es así, que es
natural. "Ellos son así. Todos piensan en lo mismo. Todos quieren lo mismo".
Ella incurrió en el fatalismo de creer que la lujuria varonil es un hecho
irremediable, una condena. ¡No, señor! No es un hecho irremediable. ¡Es un
grave daño, una tremenda herida en la naturaleza del varón!
10) ¿Nadie le ha dicho nunca, ni ha advertido que eso no sólo podía no ser
así, sino que hubiera debido no ser así? ¡Dios y la Iglesia se lo decían! Se
lo decía la historia: los creyentes vivieron, históricamente, sobre la
tierra, el verdadero amor conyugal.
11) Hay que abrir los ojos a la disimetría interior del varón y la mujer. He
dicho en otro lugar que: "El varón quiere una casa para tener una mujer y la
mujer quiere tener un hombre para tener una casa" [El lazo se rompió y
volamos p. 31]. Los dos quieren las mismas cosas pero de diversa manera. Los
dos padecen también los mismos vicios capitales, pero de forma disimétrica.
La gula del varón es diferente de la gula de la mujer: él tiende a ser
comilón y ella a ser golosa. La lujuria los afecta a los dos, pero de
diversa manera: él quiere poseer el cuerpo de la mujer, ella quiere poseer
el alma del varón. Y así podríamos recorrer la lista de los pecados
capitales.
12) A causa de esa disimetría de las heridas del pecado original, en vez de
procurar el bien del otro, cada uno instrumenta o trata de aprovecharse de
la debilidad del otro. Y en todo caso, como no se comprende que se trate de
una herida, digna de misericordia, cada uno termina irritándose con la
herida del otro. La mujer se irrita con posesividad física del varón y el
varón con la posesividad afectiva de la mujer.
EL MATRIMONIO: SACRAMENTO DE SANACIÓN
13). El sacramento del matrimonio ha sido instituido como un sacramento de
sanación de las heridas del pecado original en el varón y la mujer. Y los
esposos han de ser, el uno para el otro, ministros de esa sanación. Por eso,
la esposa debe colaborar a sanar en el esposo la herida de la lujuria, y el
esposo debe colaborar a sanar en la esposa la herida del afecto insaciable,
los deseos desorbitados del alma y los terrores correlativos. Los efectos
sanadores del sacramento son respectivamente: la castidad y la obediencia.
Mortificación de los instintos en el varón y de los deseos de la voluntad
propia en la mujer.
14) Por eso se necesitaba un sacramento de sanación. Para lograr que varón y
mujer, heridos como vienen de nacimiento por el pecado original; y
condenados al malentendido y al desencuentro perpetuo; pudieran sanarse y
vivir la felicidad conyugal a la que Dios Padre los había destinado "en un
principio". La historia demuestra que no es utopía.
15) Jesús vino no solo a salvarnos como individuos, vino a salvar nuestros
amores, vino a salvar nuestras relaciones, vino a salvar y a posibilitar que
hubiera varones no sólo capaces sino felices de morir a su pasión por amor a
su esposa; que le infundieran a la esposa una confianza tal, que ellas
fueran capaces de confiarse en su juicio y obedecerle. Cosa que para la
mujer es más difícil que para el varón morir.
16) ¿Cómo obedecer a un varón que no sabe gobernarse a sí mismo y a sus
pasiones? Puesto que la lujuria es un vicio que se opone a la prudencia,
cuando la mujer comprueba la imprudencia del esposo ¿cómo le va a obedecer?¡
no se puede confiar de él! Aunque ella no lo relacione con la lujuria, al
fin se da cuenta que es un varón que no se gobierna por su razón. ¡Claro! si
no gobierna su pasión, ¿cómo va a gobernar su casa? ¿Y cómo va a confiar el
corazón de la esposa en el juicio de un hombre que no tiene juicio, porque
actúa arrastrado por el impulso de su pasión y no gobernándose con su razón
y su cabeza?
17) La sabiduría de los refranes populares reconoce que el hombre pierde la
cabeza por dos motivos: la ira y la lujuria. El varón se ciega, pierde la
cabeza, de bronca o por una mujer. También se dice que se descontrola en la
comida y la bebida.
18) Frente a esta debilidad del varón para frenar sus instintos: ¿Qué tiene
que hacer la joven? La joven se tiene que sentir capaz de formar a su novio
para ser amigo, mediante una amorosa exigencia. No ha de temer pedir ella ¡a
él! la prueba de amor: "probá que me querés siendo casto, trátame como
amiga". Ella lo sanará fomentando la amistad primero.
19) ¿Por qué las parejas actuales no duran? Porque la sexualidad, mejor
dicho, la reducción de la sexualidad a lo genital, no es cemento que pegue
bien. Una sexualidad gentilizada y despersonalizada, no une duraderamente.
Al contrario, al varón lo puede llevar de una en otra. El varón tiene que
asumir, que encontrará su felicidad entregando su vida por amor, muriendo. Y
sólo puede hacerlo si su corazón está animado por un gran amor, por el amor
del Padre, por el amor de Dios, y de la esposa que le dio.
20) Son admirables esos padres de familia que, sin saber o sin declamar la
teoría, dan su vida en el trabajo, mueren por su familia, entregan su vida y
se saben tragar humillaciones de sus jefes,. Están muriendo por amor. Son
más numerosos de lo que pensamos los varones cristianos que todavía, de una
manera u otra, o porque lo han aprendido del Espíritu Santo, viven esta
amistad matrimonial y gustan del vino mejor que Jesús da a los matrimonios,
como en las Bodas de Caná.
21) En efecto, en el matrimonio, el vino mejor viene al final: la amistad
matrimonial. El agua significa el amor posesivo: me tomo al otro para saciar
mi sed. El vino mejor, el que me alegra, significa la amistad: el otro me
regocija con su bien.
22) Ambos llegan a descubrirlo ayudados por Jesús. Ella puede tener las
cosas más claras y ayudarlo a él, por estar llamada por naturaleza a ser la
maestra, la cultivadora de la amistad. Pero para no cometer errores fatales
para su alumno, ella tiene que sanarse de su posesividad y del miedo a
perderlo. No vacilar. Nada de: "¡Ah, todos lo hacen! Si no cedes te deja"
¡No! A ella le corresponde poner las reglas y condiciones: "No. Si querés,
así. Y si no, no. Conmigo es distinto". ¡Más vale soltera que mal casada y
que te deje ahora que casada y con hijos! El peor error de la maestra es el
deseo de conservarlo a toda costa; el miedo al abandono. Es precisamente por
su miedo a perderlo que lo echa a perder.
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PARA COMENTAR
1) ¿Qué le impide a la mujer imponer su autoridad como maestra de la
amistad?¿Porqué condesciende con la lujuria del varón? 2) ¿Cuáles son para
el varón las consecuencias de ese error de ella? 3) ¿Cómo obra el matrimonio
la gracia de sanación que le es propia en uno y otro, y como son mutuamente
el uno para el otro ministros de esa sanación?