Testimonio de Lucrecia Rego García de Alba: ¿Cuáles son tus graves razones para tener que aplicar el método Billings? Parte II
Reflexiones acerca del Método Billings como estilo de vida
y su incongruencia con la Fe católica (parte II)
Séptima Reflexión
Los hijos, buscados o no, siempre son un don, una bendición, un regalo
maravilloso de Dios.
Llevo diez años de matrimonio, diez años de vivencia intensiva del estilo de
vida Billings y tengo cinco hijos.
Los dos primeros fueron concebidos "medio cumpliendo" las reglas del método
Billings. No buscábamos al hijo, "porque no era el momento adecuado", pero
sabíamos que estábamos rompiendo las reglas en días posiblemente fértiles:
En vez de la regla "un día si y un día no y por la noche", era "un día si y
otro también a cualquier hora". Estábamos "abiertos" a la concepción, pero
en los días francamente fértiles guardábamos continencia. Ahora me pregunto:
¿Para qué? ¡De cualquier forma quedé embarazada! Hubiera sido mucho más
enriquecedor para los dos, sabernos abiertos totalmente a la vida y
entregarnos sin reservas y sin la angustia de: ¿Será el día tres? ¿Me habré
observado bien? ¡Qué susto!
Los dos son unos niños maravillosos. Dios sabía lo que hacía al mandármelos.
A mi tercera hija, que es una preciosura, la encargamos voluntaria y
conscientemente. Recuerdo ese momento como el más feliz de mi vida
matrimonial. Era pleno día cúspide, sabíamos que estábamos concibiendo un
hijo. No hubo reservas, ni miedos, ni nada que limitara nuestra entrega
mutua. ¿No debía de ser eso lo normal en la vida matrimonial? Y yo, en diez
años de matrimonio, lo he experimentado una sola vez. ¡Qué desperdicio!
Mi cuarto hijo y mi quinta hija, fueron concebidos no sé ni cómo ni cuando.
Total continencia en días fértiles y posiblemente infértiles. Exagerábamos
las reglas del Billings a "un día no y otro tampoco" antes del período
fértil y en vez del: 1, 2, 3, 4, era: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y por la noche,
después del día cúspide. ¿Para qué? Dios nos mandó a dos hijos preciosos,
que han sido una verdadera bendición. Él sabe lo que es bueno para nosotros.
Nosotros no nos sentíamos capaces de mantener y educar a un hijo más y Dios
nos consideró capaces, confió en nosotros y se ha encargado de darnos todo
lo necesario.
Somos bienaventurados. Los hijos son una bendición y no un castigo de Dios.
Hay que perder el miedo a los hijos. El miedo al hijo estropea las
relaciones conyugales. Un hijo es lo mejor que puede suceder y Dios no nos
mandará más de los que Él quiera, guiado por su infinita sabiduría y bondad.
¿Por qué tener miedo a no ser capaces, a no tener tiempo, a no tener dinero,
a no tener salud? El problema es de Dios y no de nosotros pues Él se ha
comprometido: "Buscad el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os
dará por añadidura".
A pesar de esto, estoy de acuerdo con el refrán mexicano "A Dios rogando y
con el mazo dando". Sé que no es algo fácil, pues un mayor número de hijos
implicará más trabajo, más cansancio, más sacrificio, menos tiempo para uno
mismo, pero no está implícito en el buscar el Reino de Dios y su justicia.
Nunca Jesús nos dijo que el camino fuera fácil y si, estando abiertos a la
vida, Dios decide con Sabiduría y Bondad mandarnos muchos hijos, será una
manifestación clara de su Voluntad, y no un producto de nuestra
"irresponsabilidad".
Octava Reflexión
¿Y los hijos de Francisca?
Una amiga muy cercana leyó mis reflexiones cuando estaban aún en borrador y
me dijo:
“No tengo nada que objetarte si pienso en ti, en tu marido y en tus
hijos...todos los que llegues a tener. No dudo que sean una bendición, que
tengan una misión, que Dios los haya amado desde siempre. Pero...¿y los
hijos de Francisca...?”
Francisca es una señora que trabaja en casa de otra amiga mutua. Es madre
soltera de siete hijos, cada uno con un padre distinto. Los niños viven
“encargados” con la abuela, la tía, la comadre, etc. Muchos días no tienen
qué comer y visten harapos conseguidos en las ventas de garage del
vecindario.
Su pregunta me hizo reflexionar, pero al final la conclusión fue la misma:
Dejando a un lado los juicios que podamos emitir acerca de la bondad o
maldad de las acciones de la madre, su responsabilidad o falta de ella al
engendrar dichas vidas; si es verdad que Dios es bueno, todopoderoso,
providente y único dador de vida, no nos puede caber la menor duda de que
esos niños harapientos y desnutridos, fueron queridos por Dios y tienen una
misión importante que cumplir en esta vida.
Humanamente es difícil de entender, pero si creemos en la vida eterna, todo
cobra sentido automáticamente. La vida siempre es un don, aunque esté llena
de sufrimientos y amarguras, pues es la oportunidad para alcanzar una
eternidad feliz junto a Dios.
La vida es sólo un puntito en la eternidad y cualquier sufrimiento vale la
pena para alcanzar esa vida eternamente feliz junto a Dios.
A los hijos de Francisca se les pedirá mucho menos que a otros para
alcanzarla. ¡Esos niños también son una bendición, una muestra del amor de
Dios por el hombre!
Lo mismo podemos decir de los minusválidos, los deformes, los enfermos
mentales, los abandonados, los que mueren de hambre en la India... Todos
ellos fueron amados por Dios desde siempre y todos tienen una misión
especial e importante en este mundo.
Novena Reflexión
La paternidad debe ser responsable
El término “paternidad responsable” surgió por primera vez de la Iglesia
refiriéndose a la responsabilidad que implica ser padres. Y el Papa y los
obispos han seguido hablando de ello en sus documentos, pero su significado
original ha sido desvirtuado por algunos gobiernos y asociaciones que dicen
luchar contra la sobrepoblación.
De esta manera, el término “paternidad responsable” se ha convertido en
slogan publicitario y , usado de esta manera, nos ha llevado a creer que la
responsabilidad de los padres se mide en función al número de hijos y ...¡no
tiene nada que ver una cosa con la otra!
Lo triste es que esta situación ha engañado a muchos creyentes y no
creyentes, a sacerdotes y laicos. Ha disfrazado la verdad escondiendo bajo
la palabra “responsabilidad” al egoísmo, a la sexualidad desenfrenada, al
materialismo, a la comodidad...
El término “paternidad responsable” entendido como “pocos hijos para darles
mucho” es un engaño, pues algunos de los que lo siguen, justamente lo hacen
por no asumir una nueva responsabilidad, ya sea por flojera, por egoísmo,
por falta de generosidad o por falta de confianza en Dios.
Sin embargo el término es muy valioso cuando se le da su primer significado
que se refiere a hacerse responsables de los hijos que se tengan. De esta
manera, la paternidad responsable se ejerce una vez que el hijo nace y no
impidiendo que éste nazca.
La “paternidad responsable” no consiste en limitar el número de hijos, sino
en asumir la responsabilidad, desde el momento de la concepción, de educar y
amar a ese hijo con el esfuerzo, el tiempo, el trabajo, el sacrificio que
sea necesario.
Si un matrimonio no desea asumir esa responsabilidad...¡que se abstenga de
tener relaciones!
Pero si “a-priori” se ha asumido dicha responsabilidad y se confía en que
Dios suplirá nuestras limitaciones, entonces... ¿por qué abstenerse de los
goces propios y exclusivos del matrimonio exactamente en los días en que el
organismo está preparado para ellos?
Es cierto que sería irresponsable aceptar una nueva responsabilidad cuando
se ve claramente que no puedo cumplirla. Pero la responsabilidad de una
nueva vida sólo la puede dar Dios y la da con una promesa: “No os
preocupéis... vuestro Padre que está en los Cielos ya sabe que necesitan.
Busquen el Reino de Dios y todo lo demás se les dará por añadidura”, que en
otras palabras significa: “Yo te daré lo que necesites. Confía. Soy
Todopoderoso y te amo.”
Es cierto... es “menos malo” no aceptar la responsabilidad, que aceptarla y
no cumplirla. Pero sin duda, lo mejor es aceptarla y cumplirla ¿no es
cierto?
Décima Reflexión
¿Cuál puede ser una RAZÓN grave?
El Santo Padre, quien conoce muy bien a Dios, nos dice que es lícito usar el
método de la continencia periódica para espaciar los espaciar los embarazos
cuando exista una razón proporcionalmente grave que así lo amerite. ¡Ojo!,
nos dice “es lícito”, pero no nos dice “es recomendable” o “es obligatorio”
y nos habla de “espaciar” mas no de “limitar”.
En todos los documentos de la Iglesia alrededor del tema, desde la Humane
Vitae hasta la Evangelium Vitae pasando por la Familiaris Consortio y el
Nuevo Catecismo, se habla de que una “razón grave” puede ser: económica,
social, fisiológica o psicológica, pero no se especifíca cuantitativa ni
cualitativamente, es decir: no se aclara qué tan pobre o qué tan enfermo o
qué tan loco tiene que estar uno para que sea lícito espaciar los
nacimientos.
Y como no se aclara, el deseo de “ser responsables” de acuerdo al slogan, ha
hecho que muchos matrimonios crean que una razón grave puede ser:
- “el no poder mandar a los hijos a una escuela costosa” ¿Qué sabemos
nosotros si el ir a esa escuela les ayudará para su salvación? Si Dios lo
quiere y sabe que esto es indispensable para la salvación de los hijos, ya
se encargará Él de que podamos seguir una beca.
- “el no podernos ir todos los años a Disneylandia” ¿ Nos enriquece
Disneylandia de tal manera que sea indispensable para la salvación? ¡San
Agustín no la conoció y sin embargo se fue al Cielo!
- “el no tener una casa suficientemente grande para que cada hijo tenga su
recámara con baño y vestidor” ¿ No será más enriquecedor para los niños el
aprender a convivir en un espacio más pequeño?
- “el no tener tiempo suficiente para llevar a todos a clases de karate,
computación, tenis y todo lo necesario para ser super-hombres” ¿No será más
santificante el convivir en casa y aprender a compartir a mamá con los otros
y a ayudarse mutuamente?
- “el no tener paciencia suficiente para lidiar con más de dos” ¿No es la
paciencia un fruto del Espíritu Santo? ¿No deberíamos confiar en que Dios
nos la dará si sabe que la necesitamos, en que vendrá incluida con el
siguiente hijo?
- “el no tener tiempo para atender a todos como a mí me gustaría” ¿Y cómo le
gustaría a Dios que yo los atendiera? Las mamás siempre tendemos a la
sobreprotección y tal ve Dios quiere que nuestros hijos aprendan a ser
autosuficientes más rápido por alguna razón que Él conoce y nosotros no.
Nosotros no lo podemos saber, pero Dios lo sabe todo y nos ama. ¿Por qué no
dejarlo decidir a Él si nuestra razón es grave o no? El camino fácil es
poner cualquier pretexto de gravedad. ¡Hay que aprender a confiar en su
Divina Providencia, cuidando solamente el poner todo de nuestra parte para
cuidar y educar a aquellos hijos que Él, guiado por su Bondad y Sabiduría,
nos mande!
Esos hijos serán una muestra clara de su voluntad, una prueba viviente de
cuál es la misión que nos tiene encomendada desde toda la eternidad.
A pesar de todo lo dicho, estoy de acuerdo en que pueden existir razones
verdaderamente graves, por ejemplo:
- “mi matriz está destrozada, me pongo en peligro de muerte con un
embarazo”.
- “mi marido y yo tenemos serias desavenencias y pleitos continuos”.
- “estoy en tratamiento psiquiátrico pues tengo un problema emocional
grave”.
En esos casos, no se puede asumir la responsabilidad de cuidar y educar a un
hijo y por lo tanto, puede recomendarse la continencia y tal vez no sólo
periódica, sino total y permanente, pues lo contrario sería un atentado
contra la misma vida.
Pero... ¿continencia por miedo al sacrificio que traerá la concepción de un
hijo? Eso tiene mucho de egoísmo y poco de amor. Este sacrificio sería tan
vano como el de las mujeres que dicen “sacrificar” su maternidad por
mantener una figura esbelta.
La continencia por miedo al hijo puede ser más egoísta que la misma píldora:
eso de tener que tomarse diariamente y sin falta, unas pastillas que
engordan, sacan acné, generan hemorragias, destruyen el sistema hormonal y
lo peor de todo, anulan la posibilidad de recibir a Jesús sacramentado, sólo
por complacer a un marido que no quiere más hijos, es más difícil y
arriesgado sin duda alguna, que negarse a tener relaciones en los períodos
fértiles.
Del mismo modo, podría resultar menos egoísta el ser capaz de arriesgarse
por amor al marido, a una operación de ligado de trompas o de vaciado de
matriz que le generarán unas molestias horribles física y psicológicamente.
Usar el método Billings sin tener una razón grave para evitar el embarazo,
puede ser tanto o más nocivo que los métodos artificiales, pues además de
ser un camino más fácil, deteriora la comunicación en el matrimonio y genera
unas relaciones “semi-obligadas” y poco satisfactorias, como se ve en el
diario de mi amiga.
El método Billings no es malo, pero no debe ser un “estilo de vida” sino
solamente un “rómpase el cristal en caso de emergencia” para recurrir a él
en los momentos aislados de la vida matrimonial en los que exista una razón
verdaderamente grave para no tener otro hijo.
Valdría la pena preguntarles a todos los matrimonios que creen santificarse
por llevar el método Billings ¿Cuál es tu “razón grave” para no desear más
hijos?
También deberíamos preguntarles a algunos promotores del método si no se
sienten mal de hacer creer a los jóvenes próximos a casarse, que para ser
“responsables” deben “controlar” el don mas grande que han recibido de Dios,
el de ser capaces de ser co-creadores con Él.
¿No sería mejor utilizar todos sus esfuerzos y recursos, humanos y
materiales, para convencer a los hombres de que deben confiar en Dios Padre,
Sabio, Todopoderoso, Providente y Bueno?
Decimoprimera Reflexión
La continencia como medio de santificación
La continencia voluntaria de la pareja es un excelente medio de
santificación, cuando está basada en el deseo de formar la voluntad, hacer
un sacrificio por alguna causa noble, mejorar las relaciones de la pareja o
reparar las penas merecidas por el pecado. Pero cuando está basada en el
miedo a tener otro hijo por falta de generosidad, no sirve como medio de
santificación.
Hay gentes buenas que desean ser fieles a Dios, a las que por desgracia, las
presiones sociales les han hecho creer que su continencia basada en deseos
materialistas es un sacrificio con el que agradan a Dios.
Las parejas que desean utilizar la continencia periódica como medio de
santificación, deberían poner una fecha fija para su continencia, por
ejemplo todos los viernes o toda la cuaresma y no fijar esas fechas en
función a los periodos fértiles, pues el miedo al hijo puede estropear o
enturbiar su trabajo de santificación.
Decimosegunda Reflexión
¿Es el método Billings un mal necesario?
Existen organizaciones buenas como WOOMB, que promueven el método Billings
entre las masas, para contrarrestar la acción de las autoridades
anti-natalistas. Es verdad, si el método no se promueve, entonces la gente
caerá en el uso de anticonceptivos o en el aborto que tienen peores
consecuencias.
Pero...¿Es el Billings lo que debe promoverse o la generosidad y la
Confianza en Dios?
Cuando le preguntaron a Jesús acerca de por qué Moisés aceptaba el repudio,
Él dijo: “Eso era por la dureza del corazón del hombre, pero en un principio
no fue así...Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre”.
Jesús contestó esto, no porque creyera que el corazón del hombre había
cambiado, sino porque sabía que nos iba a dejar el Sacramento del
Matrimonio, mediante el cual, el mismo Dios ayudaría al hombre a ser capaz
de cumplir con la indisolubilidad y la unicidad de la unión conyugal.
El hombre no había cambiado, pero antes estaba solo y ahora contaba con la
fuerza del Sacramento, con la fuerza del mismo Dios.
¿Será acaso que ahora se promueve el método “debido a la dureza del corazón
del hombre”? ¿Es la promoción indiscriminada del mismo, un mal que se
permite para evitar otros peores? ¿No es el Sacramento lo suficientemente
poderoso como para también ayudar a la pareja a confiar en Dios en este
aspecto? ¿Tendrá que venir Jesucristo de nuevo para instituir un nuevo
Sacramento que ayude a los matrimonios a confiar en la mano Providente de
Dios?
¡No es posible! La gracia del sacramento es suficiente.
Lo que sucede y deberíamos de aceptar, es que nuestra fe es muy débil y
preferimos creer en las erróneas y falaces teorías Maltusianas, las cuales,
a pesar de haber sido desmentidas miles de veces, siguen asustándonos con
sus historias de un mundo superpoblado e incapaz de alimentar a todos.
Decimotercera Reflexión
Lo que Cristo nos dice acerca del tema
Aquí transcribo algunas citas del Evangelio que me encontré cuando andaba en
mi crisis de conciencia y todas ellas me confirmaron mis conclusiones:
· “El que recibe a uno de estos pequeños, a mí me recibe...”
· “No os preocupéis por lo que habéis de comer...pues vuestro Padre
Celestial ya sabe lo que necesitan...”
· “Busquen el reino de Dios y todo lo demás se os dará por añadidura”
· “Todo lo que hicisteis a uno de ellos, a mi me lo hicisteis”
· “¡Ay de aquél que rechace a uno de estos pequeños, pues los ángeles que
los cuidan miran la gloria de Dios!”
· “Recibiréis el ciento por uno en esta vida y después la vida eterna...”
No encontré ninguna que dijera: “Procread y multiplicaos con
responsabilidad, no vaya a ser que vuestra generosidad le gane a la
Providencia de Dios”.
Decimocuarta Reflexión
Lo que el Dr. Billings nos dice:
Mientras mi conciencia me gritaba que no estaba bien el estilo de vida
Billings, cayó en mis manos el libro “El Amor es más fuerte” en el que el
autor en la pág 208, cita al Dr.Billings, quien advierte:
“Es particularmente desaconsejable en los primeros años del matrimonio que
los momentos de experiencia sexual sean determinados por la infertilidad mas
bien que por la inclinación natural. Además la evasión del embarazo en esta
época es notablemente peligrosa para la estabilidad del matrimonio” (Método
de la ovulación, ed. Paulinas, México 1976)
¿Por qué no nos dicen eso en los cursos del método Billings?
Conclusión Final
El mundo necesita de hombres y mujeres santos
Si de verdad creo en el valor de la vida...
Si de verdad creo que Dios es Todopoderoso y que es el único dador de
vida...
Si de verdad creo en su Divina Providencia...
Si de verdad creo en la vida eterna...
¿Qué razón puede ser tan grave como para que sea preferible no permitir que
un nuevo ser humano tenga la oportunidad de gozar de la felicidad eterna
junto a Dios?
¿No será un grave pecado de omisión dejar de traer un hijo a la vida
pudiéndolo haber hecho?
En cierta ocasión la Madre Teresa de Calcuta dijo:
“Los hijos son como las estrellas...
nunca podremos decir que hay demasiados.”
Y es verdad. Nunca serán demasiados porque la situación actual del mundo
necesita de muchos hombres y mujeres santos que enseñen la Verdad a toda la
humanidad. Y si no los engendramos católicos....¿quién lo hará?
Termino retomando las palabras preferidas del Santo Padre: “¡No tengáis
miedo!”.
Si de verdad creo en Dios, no puedo desconfiar de Él, no puedo tener miedo,
ni siquiera ante la posibilidad de la enfermedad o la muerte, pues Él mismo
con su Pasión, nos enseñó que cualquier sufrimiento vale la pena con tal de
conseguir la vida eterna. Ya la única manera de que nuestros hijos la
alcancen, es permitiéndoles nacer.
“Los hijos son como las estrellas...nunca podremos decir que hay
demasiados.”
“ Las familias numerosas son un signo de bendición divina y de la
generosidad de los padres”. (cf. Concilio Vaticano II: Gaudium et Spes 50,
2).
Colofón: ¿Desea conocoer a una pareja con 10 hijos y todos nacidos por
cesárea?