Aunque pocos lo saben, el amor se expresa en cinco lenguajes. Y para que la relación crezca sin tropiezos, es recomendable conocer cuál es el que cada uno de los cónyuges expresa mejor y cuál es el que más necesita recibir. Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo, de la revista Misión, lo explica en este artículo.
“¿Qué le pasa al amor después de la boda?”. Con esta inquietante pregunta comienza su libro “Los cinco lenguajes del amor” el norteamericano Gary D. Chapman. Es la pregunta que le hizo en un avión el pasajero de al lado, un hombre entrado en años que se había casado tres veces y fracasado otras tantas.
En realidad, a ese desafío de entender el amor para cuidarlo no solo se enfrentan los recién casados, también matrimonios que con los años pierden la ilusión. Para Chapman (que como orientador familiar ha tratado a miles de cónyuges), la clave está en la comunicación. Concretamente, en el lenguaje con que comunicamos al otro nuestro amor, y que va mucho más allá de las palabras.
El lenguaje del amor
Para el escritor y orientador familiar Javier Vidal-Quadras, especialista en la teoría de los lenguajes del amor, “una de las dos preguntas que, como matrimonio, debemos hacernos al final del día es: ¿He querido hoy a mi cónyuge? Y la segunda: ¿Lo ha notado? Porque el otro ha de poder notar con los sentidos si le amo o no. El amor es inteligente y por eso debemos empeñarnos en averiguar qué es lo que podemos hacer para que el otro perciba que le queremos”.
Es ahí donde entran los lenguajes del amor, que según Chapman son cinco. Aunque no son excluyentes, lo normal es que cada persona se exprese mejor en un lenguaje, y que demande ser amado con un lenguaje concreto.
Curiosamente, una persona puede expresar su amor, sobre todo, con un lenguaje, pero reclamar ser amado con otro lenguaje distinto. Por eso, según Chapman, cada persona tiene que identificar el suyo para decírselo a su marido o a su mujer, y que así ambos puedan reconocerse y acercarse mejor el uno al otro.
Contacto físico
El primero de los lenguajes del amor es el contacto físico. Vidal Quadras explica que “quienes expresan su amor a través de este lenguaje suelen preferir hacerlo con caricias, abrazos, tomando de la mano a su cónyuge, sentándose cerca… Para ellos, el roce hace el cariño”.
Hay mil ejemplos: ir de la mano por la calle, darse un beso sin motivo, un abrazo al cruzarse por el pasillo, y también realizar el acto sexual, teniendo en cuenta una advertencia de Chapman: “La mayoría de los problemas sexuales en el matrimonio tienen poco que ver con las técnicas físicas, sino más bien con la satisfacción de las necesidades emocionales”.
Palabras de estima
El segundo son las palabras de reconocimiento. “Felicitar a tu cónyuge por algo que ha hecho, darle una palabra de aliento, hacerle un cumplido… Son palabras que fortalecen la autoestima y la seguridad del otro –afirma Vidal-Quadras–.
Quienes recurren a este lenguaje articulan declaraciones románticas, escriben poemas, dejan notas de amor, dicen cuánto quieren a sus cónyuges o qué guapos están… El silencio, para ellos, equivale al olvido”.
Amar con regalos
El tercero lo constituyen los detalles y regalos. Quien muestra su amor de esta manera invierte dinero para demostrar a su cónyuge que es querido, o tiempo para crear sus propios regalos, con el resultado de un obsequio.
“Lo material para ellos refleja lo espiritual, y no necesariamente por su valor, sino por la dedicación que supone –continúa–. Es un signo visual de amor que demuestra al cónyuge que estás pensando en él o en ella”.
Servirte es quererte
El cuarto lenguaje del amor son los actos de servicio: cocinar, hacer las tareas más desagradables, recoger al otro en el trabajo, colgar un cuadro que gusta al cónyuge, sacar la basura, hacer recados o quedarse con los niños para que el otro pueda hacer alguna actividad, “con objeto de que sepa que le quieres”.
Tiempo de calidad
Por último, el quinto lenguaje es el tiempo de calidad: buscar momentos y blindar horas y días para estar juntos, reservar un fin de semana de viaje, dar un paseo… “Quienes expresan su amor así regalan a su cónyuge su presencia plena a menudo.
No se trata solo de compartir mucho tiempo, sino también de aprovechar bien el tiempo juntos, hacer cosas en común y disfrutar de los momentos conscientemente y prestando a la otra persona toda la atención”, afirma Vidal-Quadras.
Sin adivinanzas
“Las expectativas sobre el otro deben explicarse de forma clara. No podemos esperar que el otro adivine lo que necesito, que se acuerde de todo lo que me gusta e ilusiona… Hay que comunicar claramente nuestras expectativas, y pedir a la cónyuge lo que necesito de él o de ella, con claridad y sinceridad. Y junto a ello, reforzar al otro y valorar lo que hace por mí”.
Por eso, el hallazgo de Chapman permite “reforzar lo que ya sabes de tu cónyuge y, al mismo tiempo, te pone en la pista de lo que no conoces para, al final, dar y recibir afecto de forma clara y satisfactoria”, concluye Javier Vidal-Quadras.
¿Sabes cuál es el lenguaje de tu cónyuge?
Javier Vidal-Quadras propone a los matrimonios hacer un sencillo test para que logren identificar cuál es el lenguaje con el que cada uno prefiere que su cónyuge le recuerde lo mucho que lo ama. Al finalizar, es importante que juntos compartan sus respectivas respuestas. Descarga el PDF con el test al final aquí.
Cada pregunta te presenta un par de frases. Las dos indican formas buenas y saludables de expresar el amor. Sin embargo, cada persona es diferente y prefiere una de las dos afirmaciones sobre la otra. Por eso, en cada caso, elige solo una opción
Tu puntuación más alta indica tu lenguaje amoroso principal. Compártelo con tu cónyuge y comprometeos los dos a explorar estos cinco lenguajes del amor cada cierto tiempo y, sobre todo, a expresar el amor con mayor frecuencia en el lenguaje en que el cónyuge espera recibirlo