¿Es liberador cambiar de sexo? Una víctima cuenta lo que el movimiento transgénero procura esconder
Walt Heyer, Public Discourse
Walt Heyer en 1977, en 1984 y en la actualidad.
Bruce Jenner y
Diane Sawyer podrían beneficiarse de la lección que ofrece esta historia.[Diane
Sawyer es la periodista ante quien Bruce Jenner, oro olímpico de decathlon
en Montreal 76 y padre de seis hijos, anunció su cambio de sexo como Caitlyn
Jenner, n.n.] Lo
sé porque me
sometí a una cirugía de cambio de sexo y viví como mujer durante ocho años. La
cirugía no solucionó nada, solo disfrazó y exacerbó unos profundos problemas
psicológicos.
Los inicios del movimiento transgénero se han perdido actualmente en la
ofensiva de los derechos, la aceptación y la tolerancia del transgénero. Si
más gente tuviera conocimiento de la oscura
y accidentada historia de la cirugía de reasignación de sexo,
tal vez no empujaría con tanta facilidad a la gente a someterse a ella.
Los orígenes de la reasignación quirúrgica de sexo
El lugar donde se realizaron las primeras cirugías transgénero (la mayoría,
hombres que querían ser mujeres) fueron hospitales universitarios; se
iniciaron en los años 50 y fueron aumentando a lo largo de los 60 y 70.
Cuando los
investigadores supervisaron los resultados y no encontraron ninguna prueba
objetiva de su éxito -de
hecho, los resultados demostraron que era perjudicial- las universidades
dejaron de realizar este tipo de cirugía.
A partir de ese momento, los
cirujanos privados intervinieron para ocupar su lugar.
Sin ningún tipo de examen detallado o de responsabilidad sobre sus
resultados, el número de sus intervenciones ha ido aumentado, dejando un
rastro de dolor, arrepentimiento y suicidio.
Los padres fundadores: tres pedófilos
El movimiento transgénero empezó como invención de tres
hombres con un vínculo en común: los tres eran activistas pedófilos.
La historia empieza con el infame Dr.
Alfred Kinsey,
biólogo y sexólogo cuyo legado perdura aún hoy. Kinsey creía que todos los
actos sexuales son legítimos, incluyendo la pedofilia, la zoofilia, el
sadomasoquismo, el incesto, el adulterio, la prostitución y el sexo de
grupo. Autorizó experimentos despreciables para recoger información que
justificara su visión de que los niños de cualquier edad disfrutan teniendo
relaciones sexuales.Kinsey
defendía la normalización de la pedofilia y ejercía presión contra las leyes
que protegían a los niños inocentes
y castigaban a los depredadores sexuales.
Alfred Kinsey (1894-1956): durante
toda su vida tuvo la costumbre de introducirse objetos por la uretra.
Al repertorio de Kinsey se añadió el transexualismo cuando se le presentó el
caso de un niño afeminado que quería ser una niña. Kinsey consultó con un
conocido suyo, un endocrinólogo llamado Dr.
Harry Benjamin.
Los travestis, hombres que se vestían como mujeres, eran conocidos. Kinsey y
Benjamin vieron a este niño como una ocasión para cambiar al travesti
físicamente, mucho más allá de los vestidos y del maquillaje. Kinsey y
Benjamin se convirtieron en colaboradores
profesionales en el primer caso de lo que Benjamin más tarde llamó
“transexualismo”.
Benjamin pidió a varios psiquiatras que evaluaran al niño para una posible
operación quirúrgica que hiciera más femenino su aspecto. Pero éstos no
llegaron a un consenso sobre lo apropiado de una cirugía para feminizar. Esto
no detuvo a Benjamin. Por propia decisión empezó a tratar con hormonas
femeninas al niño. Éste
acabó yéndose a Alemania para una cirugía parcial y Benjamin perdió todo
contacto con él, por lo que cualquier seguimiento a largo plazo fue
imposible.
La trágica historia de los gemelos Reimer
El tercer co-fundador del actual movimiento transgénero fue el psicólogo Dr.
John Money,
fiel discípulo de Kinsey y miembro del equipo de investigación sobre el
transexualismo capitaneado por Benjamin.
El primer caso de transgénero de Money llegó en 1967, cuando una pareja
canadiense, los Reimer, le pidieron ayuda a causa de una circuncisión
practicada de manera chapucera a su hijo de dos años, David. Sin ningún tipo
de justificación médica, Money se lanzó a un experimento con el propósito de
hacerse un nombre y poder llevar adelante sus teorías sobre el género, sin
importarle las consecuencias de todo ello para el niño. Money les dijo a los
desconsolados padres que el mejor modo para asegurar la felicidad de David
eracambiar
quirúrgicamente sus genitales masculinos a genitales femeninos y hacer que
creciera como niña.
David Reimer (1965-2004), víctima de continuas carnicerías quirúrgicas a
raíz de pasar por la consulta del doctor Money.
Como hacen muchos padres, los Reimer acataron las órdenes del médico y David
fue sustituido por Brenda. Money aseguró a los padres que Brenda se
adaptaría a ser una niña y que nunca se daría cuenta de la diferencia. Les
dijo que lo mantuvieran en secreto,
lo que hicieron, al menos durante un tiempo.
Los médicos activistas como el Dr. Money siempre parecen brillantes al
principio, sobre todo si controlan la información publicada por los medios
de información. Money jugó hábilmente al "cógeme si puedes", informando del
éxito del cambio de género del niño a la comunidad médica y científica y
construyéndose una reputación como experto líder en el campo emergente del
cambio de género. Pasarían décadas antes de que la verdad fuera revelada. En
realidad, la "adaptación" de David Reimer a su vida de chica fue totalmente
diferente a los entusiastas informes elaborados por Money para los
periódicos. A
la edad de doce años Davis tuvo una depresión grave y
se negó a volver a ver a Money. Desesperados, sus padres rompieron su
silencio y le dijeron la verdad sobre su reasignación de género. A
la edad de catorce años David elegió deshacer el cambio de género y vivir
como un chico.
En el año 2000, cuando tenía treinta y cinco años, David
y su hermano gemelo finalmente revelaron los abusos sexuales a los el Dr.
Money les había sometido en
la privacidad de su consulta. Ambos dijeron que el Dr. Money les hizo fotos
desnudos cuando tenían sólo siete años de edad. Pero las fotos no fueron lo
único. El médico pedófilo les obligó a mantener relaciones sexuales
incestuosas entre ellos.
Las consecuencias de los abusos de Money fueron trágicas para ambos. En
2003, tres años después de revelar su tormentoso pasado, el hermano gemelo
de David, Brian, murió por una sobredosis autoinfligida. Poco
tiempo después también David se suicidó.
Money había sido finalmente puesto al descubierto como un fraude, pero esto
no ayudó a los desconsolados padres, cuyos hijos gemelos estaban muertos.
La revelación de los fraudulentos resultados de las investigaciones de Money
y de sus tendencias llegó muy tarde para la gente que sufría por problemas
vinculados al género. El recurso a la cirugía ya estaba entonces muy
arraigado y nadie
se preocupó del hecho de que uno de sus fundadores había sido desacreditado.
Resultados del Johns Hopkins: la cirugía no ayuda
El Dr. Money fue el cofundador de una de las primeras clínicas
universitarias basadas en el género en los Estados Unidos (la de la
Universidad Johns Hopkins), donde se realizaban operaciones de reasignación
de género. Después de muchos años de operaciones en la clínica, el Dr.
Paul McHugh, director de psiquiatría y
ciencia del comportamiento en el Hopkins, quiso tener mucho más que las
afirmaciones de Money sobre el éxito después de la cirugía; McHugh
quería más pruebas.
A largo plazo, ¿estaban los pacientes mucho mejor después de ser operados?
McHugh asignó la tarea de evaluar los resultados al Dr.
Jon Meyer,
director de la clínica de género del Hopkins. Meyer seleccionó a cincuenta
sujetos de entre los tratados en la clínica del Hopkins, incluyendo tanto a
pacientes que habían sido sometidos a cirugía de reasignación de género como
a otros que no lo habían sido. Los resultados de este estudio desmintieron
totalmente las afirmaciones de Money sobre los resultados positivos de la
cirugía de cambio de sexo.
[Pincha aquí para leer el artículo publicado por el doctor Paul
McHugh explicando con
detalle el nulo éxito de las operaciones de reasignación de sexo para
mejorar la felicidad y adaptación de los pacientes.]
Un informe objetivo demostró que la cirugía no era necesaria desde un punto
de vista médico
El 10 de agosto de 1979 el
Dr. Meyer anunció sus resultados:
"Es incorrecto afirmar que este tipo de cirugía cura los trastornos
psiquiátricos. Tenemos pruebas objetivas de queno
hay una diferencia real en la adaptación del transexual a la vida en
términos de trabajo, logros en la educación, cambios en el matrimonio y
estabilidad social". Más tarde declaró al The
New York Times:
"Mi opinión personal es que la cirugía no es el tratamiento adecuado para
los trastornos psiquiátricos y tengo claro que estos
pacientes tienen problemas psicológicos severos que no desaparecen con la
cirugía".
Al cabo de casi seis meses, la clínica de género del Johns Hopkins cerró.
Otras clínicas de género universitarias del país la imitaron y dejaron de
realizar operaciones de reasignación de género. En
ningún lugar se informó de resultados positivos en
estas operaciones.
Resultados del colega de Benjamin: demasiados suicidios
No fue sólo la clínica del Hopkins la única que informó de falta de
resultados de la cirugía. Más o menos en la misma época, serias dudas sobre
la efectividad del cambio de género llegaron del socio del Dr. Harry
Benjamin, el endocrinólogo
Charles Ihlenfeld.
Ihlenfeld trabajó con Benjamin durante seis años y administró hormonas
sexuales a 500 transexuales. Ihlenfeld asombró a Benjamin cuando anunció
públicamente que el 80% de las personas que querían cambiar su género no
debían hacerlo.
Ihlenfeld declaró: "Hay demasiada infelicidad entre las personas que han
sido sometidas a cirugía… Demasiadas acaban suicidándose". Ihlenfeld dejó de
administrar hormonas a los pacientes afectos de disforia de género y cambió
su especialidad de endocrinologia a psiquiatría para
poder ofrecer a estos pacientes el tipo de ayuda que él pensaba que
necesitaban realmente.
Tras los resultados del estudio del Hopkins, el cierre del buque insignia
-la clínica Hopkins- y la advertencia de Ihlenfeld, los defensores de la
cirugía de cambio de sexo necesitaban una nueva estrategia. Benjamin y Money
se dirigieron a su amigo, Paul
Walker, PhD, homosexual y activista transgénero que
como ellos defendía con pasión el tratamiento con hormonas y cirugía. Se
formó un comité para redactar unas directrices que llevarían la agenda de la
cuestión transgénero más allá, con Paul Walker al mando. El comité incluía
un psiquiatra, un activista pedófilo, dos cirujanos plásticos y un urólogo;todos
ellos se beneficiarían económicamente de mantener la cirugía de reasignación
de género disponible para
todo el que la quisiera. Los Harry Benjamin International Standards of Care
se publicaron en 1979 y dieron
nueva vida a la cirugía de reasignación de género.
Nacido en 1946, el doctor Walker era homosexual
y falleció de sida a finales de los años 80.
Mi experiencia con el Dr. Walker
Yo mismo he sufrido mucho para aceptar mi género. En
1981 me dirigí al Dr. Walker,
el hombre que escribió las directrices, pidiéndole ayuda. Walker me dijo que
sufría de disforia de género. Apenas dos años después del estudio del
Hopkins y de que las declaraciones públicas de Ihlenfeld atrajeran la
atención sobre el aumento de riesgo de suicidio asociado con el cambio de
género, Walker, que conocía bien estos dos informes,firmó
la carta que autorizaba mi tratamiento con hormonas y cirugía.
Bajo su dirección me
sometí a cirugía de reasignación de género y viví ocho años como Laura
Jensen, mujer.
Con el tiempo reuní el valor para admitir que la
cirugía no había arreglado nada; sólo había disfrazado y exacerbado
problemas psicológicos más profundos.
La decepción y la falta de transparencia que experimenté en los 80 sigue
rodeando a la cirugía de reasignación de género hoy. Por el bien de las
personas que luchan con la disforia de género, no
puedo permanecer en silencio.
Es intelectualmente deshonesto ignorar el hecho de que la
cirugía no ha sido nunca un procedimiento médico necesario para tratar la
disforia de género y de que el tratamiento con hormonas puede ser
perjudicial.
Activistas transgénero modernos, descendientes de Kinsey, Benjamin y John
Money, mantienen viva la cirugía de reasignación de género de manera
innecesaria desde un punto de vista médico mediante el control de la
información publicada y suprimiendo la investigación y las historias
personales que hablan del arrepentimiento, de la tristeza y del suicidio que
experimentan quienes se someten a ella. Los resultados negativos se ven como
un modo de culpar a la sociedad por su transfobia.
Los pacientes transgénero que se arrepienten de haber elegido este camino a
menudo sienten una gran vergüenza y remordimiento. Los
que se arrepienten de su decisión tienen pocos lugares a los que dirigirse
en un mundo de activismo pro-transgénero.
En mi caso, necesité años para armarme de valor y hablar públicamente sobre
mi arrepentimiento.
[Pincha aquí para conocer en profundidad la historia del autor de este
artículo, Walt Heyer.]
Hubiera deseado que el Dr. Paul Walker hubiera estado obligado a informarme
de ambos informes cuando acudí a él: el estudio del Hopkins demostrando que
la cirugía no sanaba los problemas psicológicos severos y las observaciones
de Ihlenfeld sobre la continua tristeza de las personas transgénero y la
alta incidencia de suicidios tras los tratamientos con hormonas y cirugía.
Esta información tal vez no me hubiera detenido de tomar esa desastrosa
decisión,
pero al menos yo hubiera sabido los peligros y el dolor que tenía ante mí.
[Walt
Heyer ayuda
a las personas que se arrepienten del cambio de sexo a través de su
página web, SexChangeRegret.com,
y de su
blog, WaltHeyer.com.
Se puede leer su historia en la novela Kid
Dakota and The Secret at Grandma’s House y
en su autobiografía
A Transgender’s Faith.
Otros libros suyos son Paper
Genders y Gender,
Lies and Suicide.]
Artículo publicado originalmente en The
Public Discourse.
Traducción de Helena Faccia Serrano.